Ramón de Basterra
Ramón de Basterra y Zabala (Bilbao, 31 de agosto de 1888 - Madrid, 17 de junio de 1928), poeta, diplomático y escritor español del Novecentismo.
Se licenció en Derecho y entró en la carrera diplomática desempeñando cargos como el de agregado en Roma (entre 1915 y 1917), Bucarest (desde junio de 1918) y Caracas (1924). Allí padece una grave crisis de una enfermedad mental que padece desde hace años, a consecuencia de la cual es repatriado y más tarde reanuda sus trabajos diplomáticos en Madrid. En cada uno de esos tres destinos fraguó una obra, cuya matriz se encuentra en Roma, donde Basterra encuentra el sentido universal de España en la historia, según lo expresa en su obra poética Las ubres luminosas y Vírulo (en dos partes: Las mocedades y Mediodía). En Rumanía estudia La obra de Trajano; en Caracas la Compañía Guipuzcoana de Navegación, de donde saldrá Los navíos de la Ilustración, una exaltación del carlotercismo español.
Escribió en la prensa local vasca (Euzkadi, El Nervión, El Pueblo Vasco y El Liberal), además de algunos artículos y poemas en la afamada revista Hermes. Participó en la pomposamente llamada "Escuela Romana del Pirineo", un grupo informal que no va más allá del voluntarismo del propio Ramón de Basterra y de las tertulias vespertinas del bilbaíno café Lyon D'Or en tomo a Pedro Eguillor, Jacinto Miquelarena, Pedro Mourlane Michelena, Fernando de la Quadra Salcedo, José Félix de Lequerica, Rafael Sánchez Mazas y Joaquín Zuazagoitia. Su primera obra lírica, Las ubres luminosas, (1923), se caracteriza por el sentimiento del paisaje, por las ideas humanísticas y por los problemas vascos. En el poema "Los labios del monte", paisaje y tradiciones vascas se funden en una amplia síntesis histórica. Es el creador de un mito: Virulo, cuyos cantos correspomnden a dos momentos del estilo del autor. En Virulo, mocedades (1924), se muestra barroco, gongorino y virtuoso de la poesía pura. En Virulo, mediodía (1927), el poeta supera la etapa anterior y se anticipa a su época; de un salto se sitúa en las avanzadas de la Vanguardia. Con técnica del Futurismo canta la máquina y el destino fecundo de los pueblos hispánicos: la "Sobrespaña", concepto que presagia el de Hispanidad. Su producción en prosa comprende La obra de Trajano (1921), que es un conjunto de impresiones del Basterra viajero por Rumanía, alternadas con evocaciones históricas que parten de los tiempos del emperador y llegan hasta el siglo XX. Se suceden repetidamente presente y pasado con la intención de ensalzar la misión civilizadora de Trajano en la Dacia rebelde. Los navíos de la Ilustración (1925), libro que completa la ideología de este original poeta.
Hacia 1924 el poeta tenía en el cajón o en proyecto, más o menos inacabadas, obras de todo tipo: ensayos y escritos históricos (Dominio universal de España, Pirineo pensativo), poesía (Llama romance) y teatro (Las alas de lino, Fátima y Las boinas rojas). Incluso comenzó a gestar una tercera parte de Virulo. Sólo dos de estas obras vieron la luz de forma póstuma: Guillermo Díaz Plaja editó el poemario inacabado Llama romance y la obra de teatro Las alas de lino.
Obra
Lírica
Las ubres luminosas, Madrid/Bilbao: Miguel de Maeztu Editor, 1923
La sencillez de los seres, Madrid: Renacimiento, 1923
Virulo. Poema de las mocedades, Madrid: Renacimiento, 1924.
Los labios del monte, Madrid: Renacimiento, 1926
Vírulo. Mediodía, Madrid: La Gaceta Literaria, 1926.
Llama romance, Bilbao: Diputación de Vizcaya, 1971; póstuma.
Poesía; prólogo de José-Carlos Mainer; edición preparada por Manuel Asín y José-Carlos Mainer. Madrid: Fundación BSCH, 2001, 2 vols.
Teatro
Las alas de lino, Madrid: Editora Nacional, 1941.
Ensayo
Una empresa del siglo XVIII. Los Navíos de la Ilustración, Caracas: Imp. Bolívar, 1925. (Reedición en Cultura Hispánica, Madrid, 1970).
La obra de Trajano, Madrid; Espasa Calpe, 1921.
Varios
Papeles inéditos y dispersos de Ramón de Basterra. Edición y prólogo de Guillermo Díaz-Plaja. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, Relaciones Culturales, 1970.
OFICIOS
Sombra. Callejas frescas con fachas de hidalgo:
trapos en los balcones de leño azul. Hay algo
que recuerda el silencio de oro de las colmenas.
Se labora moviendo a los labios apenas.
¿Durango, Azcoitia, Luno? Viven, triunfan las manos,
tejiendo cuerda, urdiendo la sandalia de aldeanos,
la alpargata. Igualmente mudos, entre madera
fresca, que como en rizos de propia cabellera,
se envuelve en sus virutas, labran los ebanistas.
En el camino quiebran las rígidas aristas
de los cantos, tric, trac, tric, los picapedreros;
indican, aijada alta, la rúa, los boyeros.
¿Quién dijo descontento en este bello mundo?
¡Amad, dulces hermanos de oficios, con profundo
amor, la piedra, el leño, la cuerda, que el destino
os puso entre las manos, como llavín divino
para que el universo sus tesoros os abra!
Por cuerda, leño y piedra, yo tengo la palabra.
La sencillez de los seres, 1923.
A LOS JÓVENES DOLOROSOS
Oh, joven doloroso, joven triste
Que sufres como yo el mal de España
Y que una negación honda, en tu entraña
Tienes, clavada, contra lo que existe.
Tu virgen corazón vibra de saña,
De santa saña porque no tuviste
Lo que pidió tu amor cuando naciste:
De la Patria, una idea y una hazaña.
La general inepcia fué el veneno
Que atosigó tu juventud vehemente,
Y de asco y de dolor yo te sé lleno.
Mas el futuro es nuestro y esa gente
Que hizo nuestra desgracia, ¡se va al cieno!
Hermano, aquí va un ósculo a tu frente.
REMEROS
ASEN los largos palos de bogar con prestancia
noble, como lanzones, cuando entraron en Francia
o en el Milanesado los tercios de Castilla.
La dignidad humilde del oficio les brilla
en sus ojos azules de zafiros humanos.
Como cetros empuñan los remos en las manos,
igual que un almirante en las suyas nevadas,
sostendría el canuto de púas estrelladas
y el viejo embajador el haz de credenciales.
En orgulloso amor de oficio, son iguales.
Estos hombres de pena, que hacen orden con todo
su cuerpo y que se agitan en el mar y en el lodo,
tienen su afirmación triunfal de artesanía.
Como un rey que se yergue en los oros del día,
estos duros remeros del occidente vasco
se alzan, egregiamente, en tronos de peñasco.
(Del libro La sencillez de los seres).
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