domingo, 24 de marzo de 2013

RAFAEL CANSINOS ASSENS [9541]





Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 24 de noviembre de 1882 – Madrid, 6 de julio de 1964) fue un escritor, poeta, novelista, ensayista, crítico literario y traductor español perteneciente a la Generación de 1914 o Novecentismo.

Nació en Sevilla en 1882 y con quince años, en 1898, fallecido su padre, se traslada con su familia a Madrid, ciudad que ya nunca abandonaría. A su familia, muy modesta y de recursos económicos escasos, pertenecía también la actriz y bailarina norteamericana Margarita Cansino, más conocida como Rita Hayworth. Su educación fue profundamente cristiana de la mano de su madre, ferviente católica, y de la de sus dos hermanas mayores, que llegaron a ser novicias. La rama paterna, «Cansino», era consciente a mediados del siglo XIX de su herencia conversa, lo que llevó a un jovencísimo Rafael a investigar el origen de su apellido, encontrando evidencias de un pasado familiar marcado por la expulsión de los españoles de religión judía en 1492 y que dividió a las familias sefarditas. Es a partir de este momento cuando comienza en él el proceso de asimilación al judaísmo, que ya le acompañará, con no pocos contratiempos, hasta el último minuto de su existencia.
Su primer cuento aparece en la revista literaria El Arte hacia 1898 y también colabora en Vida Nueva, revista de la generación del 98 dirigida por el gaditano Dionisio Pérez Gutiérrez, y en el periódico El País. Un pariente le hizo conocer a los redactores de El Motín, pero José Nakens y sus amigos son antimodernistas, y Cansinos se siente ya perteneciente a la nueva sensibilidad. Hacia 1901 Pedro González-Blanco le pone en contacto con el Modernismo que le cautiva y conoce a Francisco Villaespesa; con él y otros jóvenes innovadores pasea por las calles madrileñas y recala en ciertas tertulias. Colabora en Helios (1903), Revista Latina y Renacimiento (1907). En esos años de comienzo del nuevo siglo participa activamente con el senador Ángel Pulido en una campaña filo-sefardí que tuvo por finalidad recuperar la memoria judía española. Escribe salmos. Frecuenta el Colonial y otros cafés de tertulia. Se hace periodista e irá relacionándose con el citado Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Emilio Carrere, Felipe Trigo, Rubén Darío, Rafael Lasso de la Vega, Gregorio Martínez Sierra, Carmen de Burgos, Ramón Gómez de la Serna, Antonio Machado y Manuel Machado, etcétera.
Publica su primera obra, El Candelabro de los siete brazos (salmos), en 1914, modernista, pero publicada tardíamente, cuando ya esta estética empieza a periclitar. Por entonces tiene su propia tertulia en el Colonial, donde es animador de las vanguardias; tras venir a España el poeta chileno Vicente Huidobro en 1918 y fundar el Ultraísmo, cuando este se va asume la jefatura, liderato y patrocinio del movimiento en España a través de las revistas Cervantes y Grecia, aunque la verdadera portavoz del movimiento será la revista Ultra(enero de 1921 - febrero de 1922). Al mismo tiempo mantiene una relación muy estrecha con la incipiente comunidad judía de Madrid, que en aquel entonces gira en torno a la figura de Max Nordau. En 1919 abandona el periodismo para dedicarse por completo a la literatura. Dirige la revista Cervantes, y colabora en otras como: Grecia, Ultra, Tableros, etc. Su obra de aquellos años, excepto algunos textos que firmó con el seudónimo de Juan Las, no tiene nada de vanguardista, sino que hunde sus raíces en textos bíblicos. Es la época en la que se relaciona con Guillermo de Torre, Adriano del Valle, Xavier Bóveda, Vicente Huidobro, etc. También con Jorge Luis Borges, que desde ese momento se referirá a él como su maestro. En 1919 pone por vez primera en español, traduciendo del inglés y francés, una antología talmúdica con el título de Bellezas del Talmud. Su prestigio como traductor irá en aumento basado en sus versiones de obras de Juliano el Apóstata, Iván Turgeniev, Lev Tolstoi, Máximo Gorki, Max Nordau, etc. En 1921, en El movimiento V.P, hace un retrato irónico de los protagonistas de las Vanguardias españolas, y en especial de la disolución del Ultraísmo.
Reconocido crítico literario, sus artículos, aparecidos fundamentalmente en La Correspondencia de España y en La Libertad, periódico este de tendencia republicana en que entra en 1925 y en que escribe hasta la Guerra Civil. Publica también importantes ensayos de crítica literaria como Poetas y prosistas del novecientos (1919), Los temas literarios y su interpretación (1924) y los cuatro tomos de La nueva literatura (1917–1927).
Otros ensayos como El divino fracaso (1918), España y los judíos españoles (1920), Salomé en la literatura (1920), Ética y estética de los sexos (1921), Los valores eróticos en las religiones: El amor en el Cantar de los Cantares (1930) y La Copla Andaluza (1936) desarrollan de modo original los temas que enuncian sus títulos. Escribió, entre otras, las novelas La encantadora (1916), El eterno milagro (1918), La madona del carrusel (1920), En la tierra florida (1920), El movimiento VP (1921), La huelga de los poetas (1921), Las luminarias de Hanukah (1924).
Durante la Guerra Civil redacta unos Diarios principalmente en inglés, pero también en francés, alemán y árabe aljamiado, lo que hacía para practicar las lenguas que conocía; de idéntica manera están escritos los diarios a partir de los que redactó la Novela de un literato, que alcanzan hasta el principio de la contienda; los Diarios siguen todavía inéditos. Después de la Guerra Civil española, en la que había tomado partido por los derrotados, fue depurado por el régimen de Franco y privado del carné de prensa bajo la única acusación de ser judío, e inicia un largo exilio interior, dedicándose casi por entero a traducir para la Editorial Aguilar. De su firma irán apareciendo la obra completa de autores como Dostoievski, Schiller, Goethe, Balzac, Andréyev... Todas estas obras las acompañaba de amplias biografías y estudios. Especial importancia tuvo también la primera traducción directa del árabe al español, y completa, de Las mil y una noches, en tres tomos en papel biblia, con una monumental monografía introductoria. De los años 50 es Mahoma y el Korán, biografía crítica y estudio y versión de su mensaje, publicado en una editorial bonaerense minoritaria, que acompaña de la traducción del Korán Korán nuevamente por primera vez en español en versión directa, literal e íntegra, y que fue publicada repetidamente hasta los años 60 por Aguilar en Madrid; ambos títulos los difunde actualmente su Fundación. También hay que reseñar en su haber una Antología de poetas persas. Desaparecida la comunidad judía española después de la Guerra Civil, su relación con el judaísmo y sus publicaciones es a través de la Hebraica de Buenos Aires y de su íntimo amigo César Tiempo. En esos años oscuros también escribe un ensayo sobre el antisemitismo, (Soñadores del galut, conservado en la Biblioteca Nacional Argentina) y La novela de un literato (1982–1995), que forma parte de una amplia colección de diarios y memorias que todavía permanecen inéditos, como buena parte de su obra, conservada en la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens (ARCA). En 2002 la fundación editó su novela póstuma Bohemia y en 2006 el sello editorial Arca Ediciones ha iniciado un amplio plan de publicaciones para recuperar definitivamente su figura, que en el nuevo siglo XXI se perfila ya como una de las más relevantes de la literatura española del XX. En 2010 entró en el patronato de la Fundación el Ayuntamiento de Sevilla.
La vida que llevó en el triste Madrid de posguerra fue fundamentalmente nocturna, ya que dormía hasta bien entrada la mañana, cuando empezaba a trabajar; fallecida en 1946 su compañera sentimental, Josefina Megías Casado, y su hermana Pilar en 1949, con la que había convivido toda su existencia, en 1950 entró a trabajar en su domicilio de Menéndez Pelayo, Braulia Galán, que se convertiría años después en su esposa, cuidándole hasta el fin de sus días. En 1958 tuvo un hijo, Rafael Manuel, quien está al frente de la Fundación que lleva el nombre del escritor y ha realizado una encomiable labor de divulgación de su obra. Gracias a su viuda se conservó en su integridad el archivo literario del escritor, formado por más de sesenta mil documentos y una de las piezas más importantes, sino la que más, de la llamada Edad de Plata de las letras españolas. Su biblioteca, cuya donación fue despreciada por instituciones franquistas, se conserva, junto con la de Juan Ramón Jiménez, en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico.
Cansinos fue siempre un trabajador infatigable. Poco antes de morir finalizó la traducción de las Obras completas de Balzac. Fue correspondiente de la Academia sevillana de Buenas Letras y de la Goethiana de Sao Paulo (Brasil); en 1925 la Real Academia Española de la Lengua le concedió el premio «Chirel» y al año siguiente era distinguido con las Palmas Académicas francesas.




Obras

Poesía y prosa poética




El Candelabro de los siete brazos (psalmos) (1914).
Ensayos
Estética y erotismo de la pena de muerte (1916).
Poetas y prosistas del novecientos (España y América) (1918).
El divino fracaso (1918).
España y los judíos españoles (1920).
Salomé en la literatura (1920).
Ética y estética de los sexos (1921).
La nueva literatura (1917–1927), 4 vols.
Los temas literarios y su interpretación (1924).
Los valores eróticos en las religiones: De Eros a Cristo (1925)
Los valores eróticos en las religiones: El amor en el Cantar de los Cantares (1930).
Evolución de los temas literarios (La copla andaluza. Toledo en la novela. Las novelas de la torería. El mito de don Juan) (1936)
Los judíos en la literatura española (1937)
Mahoma y el Korán (1954, reeditada por Arca Ediciones, 2006)




Narrativa




La encantadora (1916).
El eterno milagro (1918).
La madona del carrusel (1920).
En la tierra florida (1920).
El movimiento V.P (1921, reeditada por Arca Ediciones en 2009).
La huelga de los poetas (1921, reeditada por Arca Ediciones en 2010).
La señorita Perséfone (1923)
Las luminarias de Hanukah (1924).
Bohemia (2002), póstuma.




Memorias y diarios




La novela de un literato: hombres, ideas, efemérides, anécdotas (2 ediciones en 3 vols.: 1982 -vol. 1 y 2-, 1996 -vol. 3-, 2005 -nueva edición completa de los 3 volúmenes-)
Diarios de la Guerra Civil (inéditos, redactados en inglés, francés, alemán y árabe aljamiado; se prevé su publicación entre 2001 y 2014)




Antologías




Antología de poetas persas (Arca Ediciones, 2006)
BibliografíaBellezas del Talmud, 1919 (reeditada por Arca Ediciones,2006
Borges, J.L.: Definición de Cansinos Assens. Buenos Aires: Martin Fierro, 1924
Linares, A.: Fortuna y fracaso de Rafael Cansinos-Asséns. Sevilla: Gráficas del Sur, 1978







De "El candelabro de los siete brazos"

                                                       Ofrenda
                                                       A Antonio Biosca, artista e inventor
                                                                                 cual Leonardo da Vinci




Alef

     Cuando pienso lo que he querido ser y lo que soy, el llanto hincha las venas 
de mi garganta, y mil sueños malogrados gritan como víctimas dentro de mí.
     ¡Oh, el corazón de un hombre que ha pasado de la juventud es semejante al de 
un asesino!
     Con la conciencia turbada, recuerdo los años que pasaron; los sueños malogrados 
claman dentro de mí como víctimas amordazadas, y la juventud pura y 
resplandeciente, se alza ante mis ojos como una virgen abandonada, silenciosa y 
patética.
     ¡Oh, el corazón del hombre que ha pasado de la juventud, es semejante al de un 
malhechor!




Alef

     Cuando te veo, ¡oh corazón!, en medio de la gente, entre mujeres desfloradas y 
amigos maduros, siento una lacrimosa ternura.
     ¡Oh corazón! Tú eres también entre ellos como una mujer desflorada y tú también 
has perdido la blancura de tus mejillas y la pureza de tu juventud.
     Tú también tienes hoy una cara borrosa y un cuerpo fatigado; y entre los hombres 
maduros reposas, ávido de paz.





Dalet

     A través de la vida, ¡oh hombres!, he abordado la región desolada en que el tiempo 
es como una vasta estepa; en que el tiempo es como una gran laguna desecada.
     La región desolada, en que los recuerdos doblan su cuello con la gracia de las colinas 
y la vida es como una gran llanura, lisa e infinita.
     He abordado, ¡oh hombres!, la región desolada, en que los hombres ya formados, terriblemente completos, 
deben reposar extáticos ya, como pirámides.





Guimel

     Con los pies torpes aún del sueño, con el alma aún velada por las tinieblas que en el sueño 
se acumulan, he intentado alargar mi paseo por las calles con aire juvenil. Y he marchado
tras las muchachas jóvenes, para alegrar mi corazón.
     Pero tras de sus pasos ligeros me he sentido tan cansado y me he sentido tan extraño a ellas, con mi corazón amargo 
de experiencia, que bien pronto las he dejado perderse entre la multitud y he seguido yo solo mi camino.
     Y he vagado, sin rumbo y sin objeto, ante los reverberos, viendo pasar ante mí la vida, 
la vida lejana y esquiva, la vida que se aleja para siempre del hombre que ya perdió su juventud 
y duerme en pleno día.





He

     También a ti la vida te ha cogido entre sus fuertes brazos, y entre sus fuertes brazos 
te ha estrujado.
     También a ti la vida te ha seducido con sus grandes senos, y sobre sus grandes senos 
te ha doblado tu cuello y ha hecho desflorarse tus labios.
     También a ti la vida, ¡oh corazón!, como a cualquier otro, te ha puesto sobre su falda 
y te ha reblandecido con sus besos y te ha dislocado en el torno de sus caderas.









Tet

     ¡Mis labios se han cansado de contar y todavía sigue girando el huso! Aún no se 
han acabado los días y ya se ha acabado mi deseo y antes que el sol, se ha puesto la 
alegría en mi corazón.
     Semejante al corcel que se fatiga antes de dar una vuelta completa en el estadio; 
semejante al que se embriaga aun antes de vaciar su copa; como el uno y el otro, 
así es mi corazón.
     Yo amaba el sol y el alba, y entre todas las cosas, amaba mis dos ojos: yo amaba 
la vida más que todo. ¡Oh, cómo ha sido esto! ¡Yo amo la noche y el sueño, y más que 
todo, amo a la Muerte!








Los psalmos de la noche

                                           A Juan Ramón Jiménez,
             que ha llenado la noche como una luna





Bet

     Para esta hora, dulce y pura, en que la ciudad es semejante a un buque que ha 
descargado toda su mercancía y reposa; para esta hora, leve y clara como un 
turbante nuevo.
     En que las calles no tienen escollos para el caminante y están exhaustos los senos 
de los vicios: en que el vicio nocturno y el deseo que ha estado gimiendo todo el día,
rinden su cabeza como un niño cansado de llorar.
     Para esta última hora, dulce como una tregua, en que los leones del deseo se 
arrodillan, dóciles como bueyes, ante el próximo día; en que, no hay vino para los 
borrachos ni carne para los lascivos y una pureza de Ramadán se introduce en el 
corazón de los viciosos.




Dalet

     Y, como los perfumes vertidos en la noche; como el amor encendido en la noche; 
semejante a la antorcha que se ha de apagar en el alba, pasaremos fugaces e ignorados,
mientras tú brillas en medio de los cielos serena e impasible, cual una concubina con 
tu regazo abierto como una red dorada.




Guimel  

     Como un sueño es la noche y como una embriaguez; también como una locura.
     Como el pino destila la resina, así el corazón de la noche destila la locura, porque 
la noche es la buena hermana de todos los brebajes que trastornan y exaltan y en 
sus opacas galerías se escancian los licores preciosos que dan a los hombres efímeros 
reinados.
     Ella marca la hora en que las drogas venenosas, frías y pesadas como ofidios, salen 
del  fondo de sus estuches y en que otras drogas, no menos venenosas, la lascivia y el 
crimen, se remueven en el corazón de los hombres.
     Y ella misma, la noche, tiene una droga formidable: la luna; la luna, amarillenta como 
el cáñamo del hachís; la luna, seductora y hechicera, que dora las fuentes y hace cantar
a los sapos como ruiseñores y hermosea a todas las mujeres.




Lamed  

     Del amor que en la noche se muestra libre y sin caretas y sonríe ingenuamente como 
un perdonado; del amor que en la noche no necesita esconderse como durante el día.
     Del amor que en la noche halla las vías francas y está perdonado y redimido de todas 
las angustias del día.
     Del amor que en la noche es infantil e ingenuo como en la antigüedad y cambia abrazos 
tan puros como los de los niños fajados.
     Del amor que en la noche es humilde y contentadizo y tiene los ojos optimistas y las 
manos ligeras, prontas a enlazarse.
     Del amor, que en la noche implora con dulces inflexiones y se dobla fácilmente sobre 
sus rodillas.
     Del amor, que en la noche es pródigo y generoso y florece como la albahaca, leve y 
fresca, en el corazón de los hombres fatigados.









Vav  

     La noche tiene espejos profundos y opacos, en los cuales se refleja la verdad como 
en un pozo.
     Espejos diáfanos, claros y opacos, a la manera de los valles, en los cuales el más pequeño detalle resalta ante los ojos 
y que tienen la inexorable serenidad de la conciencia.
     Espejos claros y tranquilos, semejantes a las lunas que descubren los guijarros del sendero; 
y ante los cuales el hombre libertino puede contar todas sus arrugas y la mujer impura todas 
sus manchas.
     Espejos lúcidos y diáfanos, en cuyo fondo cárdeno se reflejan frentes pálidas, mejillas descarnadas y ojos verticales 
como abismos.
     Espejos de reproches y de remordimientos, cuyos cristales se empañan de suspiros y que son como lunas veladas, 
bajo el hálito frío de los infortunados.










La casa del placer

                                                     A José Iribarne
                                    que ha gustado conmigo
                   el vino insípido y la carne áspera





Alef     

   Como cualquier hijo del hombre, también he entrado un día en la Casa del Placer.
   La Casa del Placer es amplia y hospitalaria: en ella hay grandes toneles para los 
bebedores y lechos para los indolentes, En su interior se está a maravilla.
     Pero en la Casa del Placer hay una extraña costumbre, que no vi en parte alguna.
     El que consume el vino, debe apurar también las heces; el que come el racimo, 
debe comer también el escobajo, y el que ama a una mujer hasta devorar su carne, 
debe cargar después toda la vida ya con su esqueleto.









Bet   

     La Casa del Placer es una casa donde reina la mejor armonía y donde los
desconocidos viven más unidos que los hermanos.
     Las más duras tareas se realizan allí sin rebeldía, y se consumen con placer los más 
insípidos manjares.
     Nunca resuenan voces irritadas ni restallan los látigos, y sin guardianes se mantiene 
un orden más perfecto que el de las cárceles y los camposantos.
     En la Casa del Placer cada uno cumple con gusto su tarea, y los más díscolos caracteres 
se convierten en modelos de mansedumbre.
     Los que en las casas de los padres rehusaron los platos sazonados, aquí roen alegremente 
los huesos más duros, y los que esquivan el contacto de las castas esposas, aquí besan con 
gusto los labios más hediondos; las espaldas más rígidas se curvan aquí llenas de gracia.




Guimel   

     Durante mucho tiempo, yo he ido al mercado de las cortesanas y he aceptado el trato 
inicuo que hombres y mujeres hacen sobre su carne.
     Y he saboreado, sin repugnancia, el placer que se me ofrecía y como un hombre que 
elige esclavas, así he sido entre las mujeres que se ofrecen.
     Y he amado alegremente y sin temor a las mujeres desconocidas, y anónimas, todas semejantes como sus sexos 
emboscados en una misma encrucijada.









Lamed  

     ¡Oh amigos! El amor de las cortesanas es triste y peligroso; y deja nuestras almas más hambrientas que antes.
     Para nosotros, ¡oh amigos!, ellas tienen sus cuerpos manifiestos como grandes moles; 
pero la puertecita de su ternura está cerrada para nosotros.
     Nuestros brazos pueden ceñir del todo sus cinturas; pero nunca llegarán al hueco 
pequeñito en que se esconde su corazón y de sus grandes senos no brotará jamás para
nosotros una gota tan sólo de dulzura.
     En las noches de amor, calladamente, yo las he visto, ¡oh, hombres!, torcer sus ojos 
bajo mis besos y espiar astutamente el instante de nuestro desmayo.




Vav     

     Como se cansa uno de revolver los naipes, así yo me he cansado de desnudar cuerpos 
de cortesanas. 
     Cuerpos de bronce o de mármol, sobre los cuales nuestros labios estaban siempre en la superficie y sobre los que éramos 
como los que golpean murallas fortificadas. 
     Al fin, ¡oh amigos!, me he cansado de abrazar simulacros y de levantar pesos inertes.









Las hogueras del mirto

                                          A Carlos Cerrillo Escobar, a quien
                                              más de una vez he oído suspirar
                                                      tras de las mujeres fugitivas



Alef     

     Como el que se sustrae a la atracción del vaso lleno y a la fascinación de la última 
carta y, aun andando hacia adelante, tuerce su cuello hacia detrás, así en la hora del 
crepúsculo, me sustraigo al hechizo maligno de las calles.
     Como el que arrastra un fardo inerte, así reuniendo toda mi voluntad, cargo con mi 
cuerpo rendido y lo traigo hasta la casa; y bajo la lámpara, en el sitio más cómodo, le
obligo a sentarse, y a gustar la calma del crepúsculo.
     Pero en la calma del crepúsculo y en el silencio de la estancia, mi corazón inquieto 
como el de un jugador, trepida sordamente, y un anhelo inextinguible como la sed del 
borracho se eleva de él hasta vosotras, ¡oh mujeres desconocidas!









Dalet  

     La mujer es un sueño, es nuestro sueño, ¡oh hombres! Y ha nacido de nuestra ternura
y de nuestra plenitud en la soledad.
     La mujer ha nacido de la profundidad masculina, como las nieblas se elevan del vasto 
sueño de la mar; y somos nosotros los que la hemos creado con todos sus atributos.
     Todo en ella es obra nuestra; y hemos creado sus senos manifiestos y su sexo enigmático.
     La mujer es nuestro sueño, ¡oh hombres!, y ha nacido de nuestro sueño como las diosas y como las sirenas; 
y ha tomado de nuestro sueño toda la ambigüedad.
     Todo es en ella vago e impreciso; y nada hay en su cuerpo que tenga la medida, cierta y 
eficaz, de nuestro puño cerrado, lleno de fuerza y plenitud.
     La mujer es un sueño ante nuestros ojos profundos, y por eso se asemeja a tantas cosas su cuerpo desplegado; 
por eso es comparable a las serpientes y a las grandes aves y a las ánforas 
y a las liras; y por eso, cuando destrenza su cabellera, nos parece un prodigio.
     Por eso es variable y distinta como un sueño; como un sueño de mediodía y de medianoche, 
y también como un sueño matutino que roza ligero las sienes del durmiente; como un sueño 
de adolescente distinto del que ciñe la frente de los hombres maduros con la gracia de un poniente sobre un páramo.
     Por eso, ¡oh hombres!, cambia constantemente ante nuestros ojos y nuestro corazón; y por 
eso su desnudez nos embriaga tan locamente como un sueño.


Guimel     

     En el silencio del crepúsculo canta así la sirena, la sirena terrible que ruge como un 
tigre, y al eco de su canto, mi corazón se agita como un encarcelado.
     Y como en un buque que va a zarpar, así quisiera embarcarse de nuevo en su inquietud 
para surcar las calles de la inmensa ciudad.
     En busca del amor de cada día, ¡nuevo y distinto, y prodigioso como un tesoro hallado!









Guimel   

     En busca de la dicha ignorada, que se persigue a través de las calles como se persigue
la fortuna sobre el tablero de un ajedrez; en busca de la dicha ignorada, que hace 
describir, a través de las calles, círculos más extraños que los de un beodo.
     Mi alma aguarda de nuevo el nuevo día, para consumirse de ardor y de impaciencia; 
para seguir tras de los bell0s pies y echar sus redes sobre los corazones.
     Para buscar de nuevo la huella perdida y girar de nuevo en la rueda de los tahúres y 
las cortesanas; para arrojar de nuevo, en la tabla de la suerte, el dado de mi corazón.




He     

     Como un aventurero tras de la fortuna, tras del amor de este día que aún no me ha sido revelado y que acaso todavía 
me aguarda.
     Tras la mujer desconocida, cuyas caricias serían mías esta noche y colmarían esta noche 
mi nostalgia.
     Y en cuyos brazos reposaría tranquilo un momento, mientras cantaban las codornices 
en la madrugada.








Cantos a mi corazón

                                          A Catalina de Burgos



Alef    

     Veo a los amigos que un día hicieron conmigo el prodigioso viaje de la juventud 
y los hallo cambiados y desconocidos; la sombra de un cuidado se extiende sobre sus
frentes y, con la vista baja, parecen avergonzados de haber sido jóvenes un día.
     En aquel tiempo, ya lejano, parecían tener alas y exhalaban un hálito de fuego por 
sus ávidas bocas; sus frentes resplandecían como altas tiaras.
     Pero hoy son semejantes a viudas que se envuelven entre velos; y con sus frías miradas parecen advertir que han muerto 
ya para el amor.




Bet   

     Ciertamente, alma mía, que otro que yo, no podría comprenderte: porque eres enorme 
como una gran ciudad.
     Y eres como una nave para los marinos, y como un arado para los trabajadores de la 
tierra; y como un velo para las mujeres. También como un vaso para el bebedor.
     Semejante al mercader astuto, que a cada uno muestra lo que ha de agradarle, así sabes 
hacer: y así te exhibes, abrumada de dones.
     Pero luego, cuando la turba se dispersa, sabes ser, ¡oh alma!, mi alma, verdaderamente mía.









Dalet   

     Los que no me conocen, se admiran de mi audacia y se duelen de verme hacer lo que 
ellos  no osarían con su alma pequeña; pero los que saben, no comparten sus temores.
     Como se ve a un atleta soportar grandes pesos con complacencia y a un juglar caminar 
sobre el fuego, así me ven agitarme entre la multitud; sus ojos han visto en mis labios una 
sonrisa astuta.
     Y al ver que me abandono a los demás, seguro y diestro como el que se lanza a un abismo, suspendido por la cintura, 
dicen admirados: «¡Oh qué alma verdaderamente maravillosa!».






Guimel   

     Como la abeja ama los jardines, así amo yo la multitud: ¿acaso podría hacerse un panal 
con una sola flor?
     Como abeja industriosa, así amo yo la multitud y clavo mi aguijón en los corazones; 
y de la locura del loco y la necedad del necio, sé hacer un panal maravilloso.
     Y hasta el hombre opaco, que es como un guijarro ennegrecido, sirve a mi alma como 
sirve una hoja verde para adornar un fruto.
     Como abeja industriosa, así revuelo entre la multitud; pero, luego, cuando la turba 
se retira, este panal prodigioso, sólo a ti te lo ofrezco, ¡oh alma mía maravillosa!
                                 


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