domingo, 24 de marzo de 2013

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO [9534]


Francisco Álvarez Hidalgo 

Francisco Álvarez Hidalgo nació en Cantabria, España en 1935; Murió el 22 de enero de 2014, en Glendora – California (Estados Unidos).
Estudió Filosofía en Salamanca, y tras un breve periodo de profesorado, dio un giro a su vida ingresando en el mundo financiero, ejerciendo sus actividades profesionales en Madrid (España), Montreal (Canadá) y Los Ángeles (USA), donde residió hasta su muerte. 
Su actividad literaria, aparte de sus poemas de juventud, se ha desarrollado exclusivamente en los últimos cuatro años, en que ha escrito profusamente. De esta época datan sus obras "Versos de hoy", "Intima desnudez", "Encuentros", "Es de noche sin ti", "Por las comarcas del sentir", "Conexiones", etc.

Su obra encaja en el subtítulo general de "Diario sentimental", un peregrinaje íntimo por el mundo de las relaciones personales.
Su forma se adhiere casi de una forma radical a los cánones clásicos de ritmo y rima. Son poemas para ser leídos en voz alta. Su estilo es espontáneo, diáfano, directo. 

Su producción se halla diseminada a lo largo de unas 400 'webpages' en internet, en varias series interconectadas por medio de enlaces.

SU OBRA: 

Francisco Álvarez Hidalgo, poeta nacido en Los Corrales de Buelna, Cantabria, (España), y residente en Los Ángeles, California (EE.UU.), dispone de una depurada técnica y magistral estilo, que le permite elaborar sus prolíficas y bellas poesías, como aquel artesano experto de su oficio que al parecer realiza su trabajo sin ningún esfuerzo.

Este poeta ha ido elaborando en el espacio de pocos años una valiosa producción poética fruto de su gran calidad, laboriosidad y tenacidad.
Se ha propuesto alfombrar la Internet de un enorme mosaico de sus bellas composiciones, que reparte mensualmente con generosidad a una larga lista de admiradores (principalmente admiradoras) que reclaman con entusiasmo sus puntuales envíos.
La poesía de Francisco Álvarez abarca todos los estilos de estrofa y de rima, aunque él se siente más cómodo y más completo, escribiendo poesías con perfectas rimas consonantes de sonoro relieve y profundo argumento.
Numerosas son las poesías cortas -que él ha bautizado como "breverías"-, estrofas no superiores a los ocho versos; a través de ellas va reflejando sus hondos sentimientos.
Su estilo principal es la poesía amorosa en donde introduce, en muchas de ellas, una desbordante imaginación cargada de sensualidad. Una buena parte de ellas, entran de lleno en la clasificación de poesía erótica, pero escritas con una sutil elegancia y belleza que evitan discurrir por senderos de dudoso mal gusto.
En toda su inmensa obra se pone de relieve el gran dominio que ejerce sobre la literatura española, y su correcta ortografía nos da un buen ejemplo de todo ello.

Con la elaboración de estas páginas dedicadas a este poeta español residente en California, queremos dar a conocer una pequeñísima muestra del estilo que se cultiva en la poesía en español, dentro de los Estados Unidos de América. 







METAMORFOSIS

Cada palabra mía, cada gesto 
es golpe de cincel y de martillo 
que al bloque opaco otorga forma y brillo, 
y poniéndote va de manifiesto. 

Enigma ciego en mármol, donde he puesto 
mi mano exhumadora; qué sencillo 
me resulta erigirme en lazarillo 
dándote a un mundo que sin ti detesto. 

Tu perfil por estratos desentraño, 
más cabal cada vez, menos extraño, 
y en él mis rasgos estampados dejo. 

Y al arrancar al fin la última pieza, 
pienso con inequívoca certeza 
que al mirarte me veo en el espejo. 






BREVERÍAS

Al fondo de tus ojos la mazmorra
de mi recuerdo, en sombra y en descuido,
donde se pudre mi supervivencia.
Y el tiempo, que implacable todo borra,
mañana indagará: "¿Quién ha venido?"
"Nadie", responderá tu indiferencia.

El tigre macho roza su lujuria
sobre la hembra que la espalda arquea,
su vientre sobre el lomo se recrea,
muerde la nuca en controlada furia.
.
Así quiero asaltarte yo en el suelo,
adosando a tu espalda mi figura,
estrujando tus senos con ternura,
y entrando a tí, mordiéndote en el pelo.






BREVERIAS

Le diré al pensamiento que se duerma, 
y un sueño en blanco regirá mi mente. 
No quiero que tu imagen se presente 
y mate mi alma, que de tí esta enferma. 






MUJER SOLA

En esta soledad que me acrecienta
la sed de ti, impidiéndome absorberte;
en esta desnudez, húmeda y lenta,
que te inventa a mi lado, sin tenerte;
en este ofrecimiento que consume
mis horas de ansiedad, inaceptado;
en esta noche que verá el perfume
de mi piel en el aire evaporado;
en este lecho, que de ti vacío,
se transforma en inhóspita meseta;
en este abrazo en que te estrecho mío,
y que tu abrazo, ausente, no completa...

La breve llama de la vela erguida
sobre la palmatoria, en el estante,
se desborda en la cera derretida,
símbolo fálico desafiante.
De mis labios se va un soplo ligero,
y al momento la sombra me circunda;
el roce firme de tu mano espero,
y el fiero impulso que mi entraña inunda.
Y he de suplir la ausencia de tu tacto
con los dictados de mi fantasía,
a solas consumando el mismo acto
que contigo, mi amor, consumaría.






UN BESO

Un beso de rodillas atrevidas,
de labios húmedos, voluptuosos,
mano impúdica, dedos temblorosos,
figuras lentamente desvestidas.

Beso requeridor de varias vidas
para agotar sus fondos amorosos,
desdeñador de afectos nebulosos
más huérfanos de espuelas que de bridas.

Beso que he fabricado en muchos años
en modos, longitudes y tamaños
que nadie fue capaz de merecer.

Traigo este beso para ti, absorbente,
encrespado, expansivo, irreverente,
porque sé que le vas a responder.






DE PASO

Siempre de paso, sin dejar impresa 
mi huella ni en poblado ni en desierto, 
con la mentalidad del aeropuerto, 
donde uno viene y va, cruza y regresa. 

Siempre de paso, y a distinta mesa 
sentarse cada vez; de cada huerto 
cortar la flor; y anclando en cada puerto, 
besar y despedir a quien nos besa. 

Peregrinar ligero de bagaje 
sin arraigarse a un único paisaje, 
reciclando la piel y las ideas. 

Arroyo que a la vez se queda y fluye, 
tiempo que permanece mientras huye, 
mar que va reiterando las mareas. 

El verdadero triunfo es de quien gana,
ni en la derrota juzgo haber perdido,
pues la vida me da cada mañana
la sensación de verme renacido.
Los golpes me convierten en campana,
rodando por el valle mi tañido.
Voz de dolor tal vez, mas quien la escucha
sabrá que no hay fracaso; sólo hay lucha
Cubrirás huellas decrépitas que el viento
indolente no ha borrado todavía;
de tus dedos nacerá nueva armonía,
y a mi aliento vendrá el soplo de tu aliento.

Paso a paso, día a día, tacto a tacto,
te descubro, me iluminas, y te aprendo;
sobre ti, lento crepúsculo, me extiendo,
sobre mí trepa tu roce tibio, exacto.






SENSUALIDAD

Desnúdate a la luz, tan lentamente
que mi deseo intente espolearte.
y al semidescubrirme, cada parte
deba frenar el ímpetu impaciente.

Es cada pliegue un diablo irreverente
que descubre y encubre, sin mostrarte
en tu esplendor total, y he de gozarte
en pausado proceso intermitente.

Mis ojos se han de transformar en mano
que compelida de fervor pagano
te arrancará la blusa de un tirón

Y en reciprocidad anudaremos
nuestras extremidades, y caeremos
de los retozos en la convulsión.

Vengo sobre las alas de la aurora
a ti, que de tan sola no has dormido;
mírame sin palabras; extinguido
sigue todo murmullo en esta hora.

La luz no entiende de rumor, ignora
cuanto vibra, el silencio es su sonido;
ella me guía, y de silencio ungido,
a tu piel impaciente me incorpora

Si la noche fue larga, desvelada,
más se dilatará esta madrugada,
eslabonando al fin noches y días.

Qué amanecer tan claro, tan extenso,
oyendo lo que piensas, lo que pienso,
sin palabras decrépitas, vacías.







SEPARACIÓN 

Percibirás mañana en mi mirada 
esa caricia prolongada y triste 
del que a la despedida se resiste; 
y al partir quedarás en mí encerrada. 

Vestida irás de mí, galvanizada 
por el mismo fervor que en mí encendiste, 
bajo el velo de besos que aún persiste 
sobre tu ávida piel arrebatada. 

Y cuando te hayas ido, y estés lejos, 
me verás en el agua, en los espejos, 
en la nube, en el pájaro, en la flor. 

Y así yo te he de ver, omnipresente, 
en cada rostro mustio o sonriente, 
en la nostalgia, el sueño y el dolor. 






LATE CONMIGO

A tu más íntimo rincón me admites,
y el miembro dejas aherrojado en grillos;
de tal forma contraes los anillos
que el movimiento apenas le permites.

He de gritar al tiempo que tú grites
al compás de descargas de martillos;
en mis ojos idénticos los brillos
que del cristal de tu mirada emites.

Y al expirar los últimos gemidos,
antes de sosegar adormecidos,
sigue abrazándome una y otra vez.

Sumérgete en quietud, late conmigo,
cúbranos el sensual, cálido abrigo,
de nuestra fulgurante desnudez.






DISPARIDAD

Te siembras en la noche y no germinas;
tu surco, abandonado,
sin abrirse a la reja del arado;
desiertas, como el valle, las colinas.
Estéril tierra que labrar quisiera,
tornándola fecunda
con esta irrigación de primavera
que en ti pudiera penetrar profunda.
Pero mi regadío no te llega,
se me pierde en quebradas y vertientes,
y yo tampoco arribaré a la siega,
yermas, como tu surco, mis simientes.
Oh qué disparidad inadecuada:
Yo, labriego, de tierra careciendo,
y tan lejos de aquí, languideciendo,
tu tierra descuidada.






QUÉDATE

Oigo sordo fragor de cristalera
en el fondo nocturno de tu ausencia,
como si el alma, ciega en su inocencia,
diera un traspiés mortal en la escalera.

Hoy tus brazos no son la enredadera
trenzadora de firme dependencia;
son otoño grisáceo que silencia
lo que bullicio fue de primavera.

Nubes rotas, estrellas apagadas,
y un dolor, asesino a dentelladas,
interponiendo angustia entre los dos..

Tú, que fuiste requiebro en mis auroras,
tú, que tal vez si lloro, también lloras,
quédate en mí, no digas aún adiós.






SIN MÁS ESPERA 

Huérfanos son mis besos de tu boca, 
y huérfanas mis manos de tu piel; 
huérfano estoy de ti, como el pincel 
del color que el artista no convoca. 

Cada mañana mi ansiedad invoca 
tantas razones para serte infiel… 
Si tantos libros hay en mi anaquel, 
¿por qué uno solo tu memoria evoca? 

No quiero releer lo ya leído, 
quiero ese libro tuyo y, sumergido 
entre sus líneas, conocerte entera. 

Quiero estrenar tus páginas, leerte 
con ojos, manos, voz, y retenerte; 
sin orfandad de ti, sin más espera. 






DE MUJER A MUJER

Tríptico

I

Soy la mujer que impúdica ha besado
la zona de tu vientre, tus pezones,
quien rueda un manantial de sensaciones
que antes de ti no había imaginado.

Eres el mar, soy el acantilado,
reviente en mí tu furia de emociones
irrumpiendo en mis húmedos rincones
la dulce intensidad que he presagiado.

Deja tu voz acariciar mi oído
con ese lánguido, sensual tañido,
de campana en crepúsculos herida.

El último vestigio del recato
borrado ya, dobla por mí a rebato,
y escúchame gemir estremecida.


II

Sin estar junto a mí estabas conmigo,
sombra de piel sobre mi piel desnuda;
te vio la oscuridad, íntima y muda,
de mis ojos cerrados al abrigo.

¿Mis manos o las tuyas? Te persigo
a través de mi cuerpo; se me anuda
tu tacto en la cintura, se hace aguda
filigrana la lengua en el ombligo.

Tripula mi bajel en estos mares,
que aún no son, por abiertos, familiares,
aunque conozca brújula y afán.

Iza mis velas, colma mi bodega,
navégame entre muslos, que ya llega
rodando irracional el huracán.


III

La tempestad ha roto arrolladora
en descarga de lluvias y crujidos;
jadeante el deseo en los sentidos
es pantera que lúbrica devora.

La noche carnal muere, y en la aurora
del sosiego se duermen los sonidos,
y la mente retraza recorridos
que habrá de repetir en otra hora.

Vencidas las palabras, suavemente
yacen sobre el teléfono. Se siente
una entrañable paz a ambas orillas.
Dos mujeres se amaron a distancia;
y tal vez queda más en cada estancia
que un ligero temblor en las rodillas.






VEN, YACE JUNTO A MI

En la estación de la hojarasca, amiga,
en los meses de lluvia persistente,
en los días de viento intermitente
cuyo látigo el rostro nos fustiga.

Cuando la nieve pertinaz obliga
a añadir otro leño al leño ardiente;
al percibir que lo único presente
es la ausencia, el deseo y la fatiga.

¿Qué mérito es amar en primavera,
entre rosas, al pie de la palmera,
o en la inmóvil molicie del estío?

Quiéreme ahora, mujer, en este invierno
que al golpear mis puertas se hace interno;
ven, yace junto a mí, que tengo frío.









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