Danilo Kiš
Danilo Kiš (serbio cirílico : Данило Киш) (Subotica, 22 de febrero de 1935–París, 15 de octubre de 1989) fue un escritor yugoslavo.
Danilo Kiš nació en Subotica, una pequeña localidad serbia, entonces parte del Reino de Yugoslavia, cercana a la frontera con Hungría. Su padre era Eduard Kiš (Kiss Ede), un judío húngaro que trabajaba como inspector de los ferrocarriles, y su madre, Milica Kiš (de soltera Dragićević), era nativa de Cetinje, en Montenegro. Su familia se trasladó más tarde a Novi Sad, en Vojvodina. La ciudad, ocupada por las tropas del Eje en 1941, fue escenario al año siguiente de una matanza perpetrada por tropas húngaras, en la que fueron asesinados numerosos serbios y judíos, y, entre ellos, algunos amigos de Kiš. Durante la Segunda Guerra Mundial, el futuro escritor perdió a su padre y a otros familiares, muertos en diferentes campos de concentración nazis. Su madre se trasladó a Hungría, al pueblo de Kerkabarabas, en el que residía la familia de su marido, llevando consigo a Danilo y a su hermana mayor, Danica. Terminada la guerra, la familia fue repatriada gracias a la Cruz Roja, y se instaló en Cetinje, localidad en la que Kiš terminó sus estudios secundarios en 1954.
Kiš estudió literatura en la Universidad de Belgrado, y se graduó en 1958, formando parte de la primera promoción de licenciados en literatura comparada de la universidad.1 Fue miembro destacado de la revista Vidici, en la que trabajó hasta 1960. Viajó varias veces a París y trabajó como lector en la Universidad de Estrasburgo (1962-1964). En 1962 publicó sus primeras dos novelas, La buhardilla y Salmo 44, ambas aparecidas en la editorial Kosmos. Por entonces tradujo también al serbio a autores franceses (Baudelaire, Verlaine, Lautréamont, Queneau), rusos (Anna Ajmátova, Aleksandr Blok) y húngaros. Continuó publicando: en 1965 apareció Jardín y cenizas; en 1969, Penas precoces; y en 1972, Reloj de arena y Po-etika.
En 1973 recibió por El reloj de arena el prestigioso Premio Nin , que devolvería años después por motivos políticos. Entre 1973 y 1976 fue lector de serbocroata en la Universidad de Burdeos.
Víctima de una dura campaña por parte de la Unión de Escritores en Yugoslavia, que lo acusó de plagio por haber incluido testimonios de Steiner y Kravtchenko, entre otros, en su libro Una tumba para Boris Davidovich, en 1979 tomó la decisión de instalarse definitivamente en Francia. Vivió primero en París, y más tarde fue profesor de la Universidad de Lille.
En los años siguientes, recibió numerosos premios por su actividad literaria, que comenzaba a tener alcance internacional. En 1986, año en que publicó su obra La enciclopedia de los muertos, fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras de Francia.
Danilo Kiš falleció de cáncer de pulmón en París el 15 de octubre de 1989.
Obras
Mansarda: satirična poema (1962). Tr. esp. La buhardilla. Poema satírico. Madrid, Opera Prima, 2002. ISBN 978-84-95461-18-6
Psalam 44 (1962)
Bašta, pepeo (1965); Tr. esp. Jardín, cenizas.
Rani jadi: za decu i osetljive (1970). Tr. esp. Penas precoces, Barcelona, El Aleph, 2000. ISBN 978-84-7669-409-1
Peščanik (1972). Tr. esp. El reloj de arena, Barcelona, El Aleph, 2002. ISBN 978-84-7669-576-0. Los libros Jardín, cenizas, Penas precoces y El reloj de arena se han incluido en el volumen Circo familiar, Barcelona, Acantilado, 2007. ISBN 978-84-96834-21-7
Po-etika (1972)
Po-etika, knjiga druga (1974)
Grobnica za Borisa Davidoviča: sedam poglavlja jedne zajedničke povesti (1976). Tr. esp. Una tumba para Boris Davidovich, Barcelona, Acantilado, 2006. ISBN 978-84-92649-58-7
Čas anatomije (1978). Tr. esp. Lección de anatomía, Barcelona, Acantilado, 2013. ISBN 978-84-15689-25-6
Noć i magla (1983);
Homo poeticus (1983)
Enciklopedija mrtvih (1983). Tr. esp. Enciclopedia de los muertos, Barcelona, El Aleph, 2006; Barcelona, Acantilado, 2008. ISBN 978-84-96834-59-0
Gorki talog iskustva (1990)
Život, literatura (1990)
Pesme i prepevi (1992)
Lauta i ožiljci (1994). Tr. esp. Laúd y cicatrices, Madrid, Metáfora, 2001. 978-84-931418-8-2; libro póstumo con textos de 1980-1986. Barcelona, Acantilado, 2009. ISBN 978-84-92649-25-9
Skladište (1995)
Varia (1995)
Pesme, Elektra (1995)
Al anuncio de la muerte de madame M. T.
Qué buen trabajo, muerte,
qué triunfo
demoler una fortaleza semejante.
Devorar tanta carne,
triturar tanto hueso
en tan poco tiempo.
Consumir tanta energía velozmente,
como cuando arde un cigarro.
Qué labor tan sagrada, muerte,
qué bella demostración de fuerza.
(Pero de todas formas habríamos confiado en tu palabra.)
(1989)
[Versión: Mauricio Montiel Figueiras]
[Poema incluido en el libro Le piano désaccordé, bf éditions, Estrasburgo, 1995]
En lo referente a sus lecturas personales,
No se preocupe,
En el barco existe una biblioteca
Con muchos libros
De todas las materias posibles:
Bellas letras, pintura,
Geografía, historias de las revoluciones,
Cancioneros, asuntos marxistas
Origen del gobierno nacional
Libros de cocina.
Ahí están, por supuesto, también sus libros
Subrayados con diversos colores
Rojo, azul, amarillo
(según un código ya establecido)
Así que cuando se los lleva a las manos
Puede extraer de ellos una imagen objetiva
Sin esfuerzo,
Así de pasada.
Soy del pensamiento de que vuestros libros
De nunca le preocuparon mucho
Acepte mis felicitaciones
¿Tiene alguna otra pregunta?
Este texto es la parte final de un poema que, en 1986, el gran disidente con mayúsculas de la larga etapa socialista de Yugoslavia, Danilo Kiš, dedicó a Dobrica Ćosić, quien por entonces fungía como disidente en la etapa ante mortem del cada vez más frágil Estado yugoslavo, asediado por conatos de revisionismo político e histórico y marcado por un ininterrumpido crescendo en las cuotas de protagonismo del pensamiento nacionalista desde las distintas repúblicas. El poema se titula “El poeta de la revolución en el buque presidencial”. Se refiere a un crucero que a principios de los años sesenta hizo como invitado en el barco que llevaba a Tito de gira por una serie de países africanos, en tiempos en que Yugoslavia era miembro de los Países No Alineados. Por entonces, Ćosić era un ferviente defensor del socialismo titista. Lo que Kiš ataca en la composición no es solo el hecho de formar parte de la camarilla de intelectuales adictos al poder personalista de Tito, o al menos en esos años dorados del titismo militante de Ćosić. Lo irritante del asunto es que el propio invitado de honor en la exótica excursión al lado del mismísimo Tito defendiera años después su ausencia en dicho crucero a capa y espada. Eran los años de recrudecimiento del sentimiento nacional que siguieron a la muerte del camarada Josip Broz.
Las elegías de Danilo Kiš
Danilo Kiš es un escritor inclasificable, según sus propias palabras heredero de dos imaginarios tan distantes como el de Borges y el del polaco Bruno Schulz. De un lado, Kiš es testigo y narrador de la historia europea con minúscula para contar el horror de la mayúscula, documentalista de vidas desoladas en un título gigante de la literatura contemporánea: ‘Una tumba para Boris Davidovich’ (1976), libro intolerable en su momento para el régimen comunista yugoslavo. Además, de otro lado, el autor serbio es un postmoderno –en toda regla y a su debido tiempo– que escribe la erudita ‘Enciclopedia de los muertos’ (1983) con distanciada ironía y afán metafísico.
Hasta el “affaire Davidovich” en que fue acusado de un plagio no cometido con perversa intencionalidad política, Kiš era un escritor reconocido en Belgrado, a partir de entonces fue un profesor transterrado en Francia que nunca aceptaría ser llamado disidente. Traductor del húngaro, del ruso, del francés. Siempre ensayista lúcido –ahora que Acantilado anuncia la publicación de su obra completa, esperamos con ansiedad la versión española de ‘Homo poeticus’ (1983), la oportuna diatriba de ‘Lección de anatomía’ (1978) con sus preciados consejos a un joven escritor: “no estés contento con tu destino porque sólo los imbéciles lo están” escribe en uno de ellos, “cuida de no manchar tu lenguaje con el habla de las ideologías” dice en otro.
Inscrito en la fulgurante herencia de la Europa central, austrohúngara, eslava y judía al mismo tiempo, donde esos términos tan definitivamente abstrusos como pueblo y nacionalidad compartían lenguas y credos al margen de fronteras y afiliaciones políticas, Danilo Kiš nació en el límite de Yugoslavia con Hungría de padre judío y madre montenegrina en 1935. Pero desde muy pronto supo de primera mano que aquel mundo padecía en el tajo de la historia dolorosas fracturas y que caminaba hacia el abismo del sinsentido. Apenas con siete años, su familia tuvo que emigrar ante las masacres de los fascistas húngaros en Novi Sad, poco después su padre sería asesinado en Auschwitz. La muerte se convertirá en el principal tema de su literatura, desde el primer libro, ‘La buhardilla’ (1962), hasta los cuentos póstumos de ‘Laúd y cicatrices’ (1980-86) con su insistencia en el suicidio, pasando por la trilogía ‘Jardín, ceniza’ (1965), ‘Penas precoces’ (1969) y ‘El reloj de arena (1972), publicados conjuntamente por Acantilado en el volumen ‘Circo familiar’, donde Kiš indaga en su memoria personal y en la desaparición fatal de su padre.
Para Danilo Kiš escribir siempre fue una lucha contra la muerte, de ahí que uno de sus más destacados admiradores, otro poeta apátrida como él, Jospeh Brodsky, dijera que todos sus libros no eran sino elegías de un poeta que escribía en prosa. En cada página de ‘El reloj de arena’ o de ‘Una tumba para Boris Davidovich’ está la riqueza plural de un sentir trágico que hace de la historia un testimonio de los destinos condenados al olvido, de las tumbas sin nombre. Esos libros son respuesta a la tentación ideológica del totalitarismo en el siglo xx, del antisemitismo, de la voracidad soviética que condujo hasta el delirio, la negación del ser humano, la amoralidad extrema, la crueldad, el horror. Libros estremecedores, elegías ante la desaparición del incocente. Pero escritos sin trabas al lector, con la agilidad de quien conoce un extenso abanico de recursos. La metaficción, el relato de espías, la pseudo documentación histórica, el género negro o de aventuras, el testimonio, la fragmentación discursiva, el neobarroquismo o la fábula al servicio de una prosa rica, matizada, por momentos lírica, que dota a la lectura de una fecunda intensidad.
Danilo Kiš estuvo a punto de ganar el premio Nobel de literatura en 1989, el año que murió en París. Dicen que llegó a la terna de finalistas. Aquel año ganó el premio Camilo José Cela. Un escritor preocupado también por la forma pero con otro semblante literario y vital, con otra peripecia histórica. De haber ganado el Nobel, Kiš posiblemente tendría muchísimos más lectores. No obstante, veinte años después, sigue teniendo la vigencia de quien nombra las cosas más importantes y acumula nuevos lectores. Los cuentos de ‘Laúd y cicatrices’ están recién reeditados por Acantilado y pueden ser la mejor puerta de entrada para quienes aún no lo conozcan. Siempre será buen momento para leer a este escritor sabio, a este poeta que canta a los muertos y a los vivos.
(Artículo publicado en el suplemento Artes & Letras del Heraldo de Aragón en su número 288 del 4 de marzo de 2010)
Publicado por David Mayor
El Poeta
por Danilo Kiš*
Traduccion de Luisa Fernanda Garrido Ramos yTihomir Pištelek
En las inmediaciones de la central eléctrica apareció un cartel en un poste de madera.
Era otoño, finalizaba un octubre lluvioso y sombrío.
Las ráfagas de viento desplumaban las hojas de los álamos, que volaban hacia arriba y hacia los lados como panfletos tirados desde un avión, para luego caer al suelo.
El cartel estaba fijado al poste con chinchetas oxidadas que alguien había arrancado con las uñas de la esquela de Slavoljub (Bato) Rapajić, un jubilado inválido (18721945). El que lo había hecho demostraba sentir respeto por los muertos: había sujetado el papel, no más grande que la notificación mortuoria, sólo con dos chinchetas. De este modo, la esquela permanecía en el poste, sujeta por dos extremos, resistiendo los embates del viento.
El papel era amarillo, papel de guerra, y a lo largo de la noche o de la mañana se fue oscureciendo hasta adquirir el color de una hoja marchita, como si en ese ambiente mustio y otoñal, rodeado y zarandeado por las hojas de los álamos, él mismo hubiera adoptado las leyes del mimetismo. Las diminutas letras cirílicas -muy azules y muy pálidas- estaban ya un poco descoloridas por la lluvia, aunque, a decir verdad, la cinta de la máquina en la que el texto había sido escrito había conocido días mejores.
Todavía, estaba por esclarecer quién fue el primero en advertir el cartel -"muy cerca de la central eléctrica, clavado al poste de madera con 2 (el dos en letra) chinchetas evidentemente arrancadas de la esquela en el mencionado poste"-, esa mañana otoñal del veinticinco de octubre del año 1945.
Este denigrante trozo de papel amarillo ("la mitad de un folio, de calidad n° 3, doblado y cortado con un utensilio afilado"), parecido por su tamaño a una esquela, en realidad, podría haber pasado desapercibido para los ciudadanos. "A esto hay que añadir el factor climático: había llovido durante toda la mañana, con breves interrupciones, y soplaba un viento frío del norte. La mayoría de los transeúntes llevaba paraguas por lo que andaban con la cabeza agachada, protegiéndose del viento y de la lluvia. Además, debe tenerse en cuenta qu~ este tramo del camino hacia la central eléctrica está un poco apartadoy no es muy frecuentado por los ciudadanos. Salvo unos habitantes de la Urbanización Nueva (dos casas) y unos empleados de la central, no pasa mucha gente por allí. Los ciudadanos utilizan el camino nuevo, el que transcurre por detrás de la central, lindando con el campo. (El camino viejo está lleno de baches a causa de las bombas y las cadenas de los carros de combate)." Etcétera.
Pero que nadie lo hubiera visto hasta las once de la noche, aunque lloviera a cántaros y cayeran chuzos de punta, ¡ah, no!, eso sí que no.
Así que Budišić, orientó la investigación en ese sentido. ¿Quién, cuándo y por qué había pasado por allí aquella mañana del veintiocho de octubre de 1945?
A ver, primero y ante todo, los de la Urbanización Nueva, (que de nueva no tiene nada; fue construida antes de la guerra y jamás se terminó.)
En la casa número dos (el número uno se ha derrumbado) vive una tal Donka, Donka Bojanić, de soltera Zunić, jubilada. Su hijo murió luchando en nuestro bando. Este día no salió "por razones de salud".
Su inquilina, Dordina Prokeš, estudiante de la Escuela Normal de Magisterio, veintidós años, de una familia partisana: salió de casa alrededor de las siete y media; llevaba un paraguas de hombre, no advirtió nada. ("Se puede confiar en ella, teniendo en cuenta su afiliación al...", etcétera).
La casa numero tres: los Ivanovic. El padre Stevo, los hijos, Dane y Blazo, las hijas, Darinka-Dara y Milena y la madre, Roksanda-Rosa. (Políticamente próximos a los chetniks. Durante cierto tiempo estuvieron de parte del enemigo. Están siendo investigados. Dane se pasea con una metralleta por la ciudad. Han sido interrogados. Los hallé completamente borrachos. Coartada comprobada: desde ayer por la noche hasta las diez de esta mañana estuvieron celebrando el cumpleaños de su madre, Rosa, a la que llaman "señora". Comportamiento arrogante. "Mal educados." No poseen máquina de escribir).
En la central estaban de servicio cuatro obreros, todos miembros del Partido, han apoyado la Lucha de Liberación Popular. Coartada comprobada. (No tienen máquina).
Pajkić se dirigía a su casa hacia las siete, después del turno de noche. Cerca de la central coincidió con Stevan Ličina. Ličina vive en el otro extremo de la ciudad (Urbanización Zekić).
¿Con quién más?
Los alumnos del colegio "Héroe Pinki".
Así se cerró el círculo. En este cerco, atrapado como en una ratonera, se encontraba el señor Ličina, el jubilado Steva Ličina.
Qué incitó al jubilado Steva Ličina a escribir versos contra el partido y el gobierno es dificil de decir. Tampoco se sabe su contenido exacto, porque Budišić los quemó en la estufa grande la misma mañana que arrestaron a Ličina.
Por lo tanto, esto es lo que se puede decir (o quizás un poco más), a saber, que se escribió en una máquina de escribir (con caracteres cirílicos) y contaba mentiras y calumnias sobre la Lucha de Liberación Popular, el Partido y Tito. Ličina era un hombre tranquilo, de pequeña estatura y aspecto insignificante; llevaba una boina, iba siempre correctamente vestido y afeitado, aunque vivía solo; era viudo. Antes de la guerra trabajaba en el gobierno de la Banovina, la región autónoma croata, como funcionario. Era subalterno ("Un chupatintas") de Brodnarov (que huyó a América), en el departamento de Educación y Cultura.
Dijimos que el poema del "señor" Ličina había tenido una vida corta, se desconocía (y creemos que jamás se llegará a conocer) el contenido exacto, y mucho menos los versos acusadores. Budišić, por cierto, lo había leído, pero no memorizó ni una sola frase. Nada de nada. Es decir, se quedó con lo más importante: el poema ofendía sus sentimientos (los de Budišić) y "hablaba insultantemente del Partido, de la Lucha de Liberación Popular y de Tito".
¿De cuántos versos se componía?
Budišić afirmaba: ¡más de treinta!
Sr. Ličina: Catorce. Soneto. A la manera del Renacimiento: Dos cuartetos y dos tercetos.
Budišić: Déjate de lecciones. Vamos, habla.
Sr. Ličina: Ya lo he dicho todo. Dos cuartetos y dos tercetos. Dos por cuatro, ocho, más dos por tres, seis. En total: catorce. Un soneto.
Budišić: ¡Nada de eso! Por lo menos treinta o más.
Sr. Ličina: Lo dicho. Un soneto. También Ducic y Rakic los escribían.
Budišić: Esos eran unos traidores.
Sr. Ličina: Ducic, puede ser. Lo acepto... Rakic era un patriota.
Budišić: ¿Por qué lo escribiste? ¿Quién te animó a hacerlo? ¿Con quién te pusiste de acuerdo?
Sr. Ličina: Me arrepiento de todo corazón.
Budišić: Tarde, tarde... Deberías haberlo pensado antes.
Así que metieron al señor Ličina en prisión preventiva. Era la época en que el nuevo poder aún no se había estabilizado por completo, y en las regiones remotas todavía se escondían chetniks, sediciosos y otros rebeldes. De vez en cuando, hacían una incursión en las ciudades y dejaban bajo las servilletas de los cafés mensajes como este: "Aquí almorzó Mile Kozurica, rebelde chetnik. ¡Viva el Rey Pedro!".
Budišić, naturalmente, estaba ocupado en asuntos más serios que el caso del señor Ličina. Entonces, un día lo llamaron a Kosovo, por donde deambulaban los sediciosos, y el señor Ličina permaneció en prisión preventiva dos o tres meses. Era un preso ejemplar. Se mezclaba poco con los otros presos y apenas hablaba. A veces recitaba, a media voz, unos versos. Sobre todo a Ducic y Rakié ("Por eso a nosotros, hijos de este siglo, nos dicen", etc. O: "Esta noche, señora, en el baile del príncipe...") En enero empezó el interrogatorio. Ahora le preguntaba un tal Projević.
-Veamos, Ličina, te dedicas a escribir poemas contra Tito y la Lucha de Liberación Popular. ¿Sabes lo que le hacíamos a los tipos como tú no hace ni seis meses? Claro que lo sabes, de sobra lo sabes. Yo no soy Budišić, no lo olvides. No me ando con chiquitas. ¡Rala, desembucha!. ¿Quién te convenció?, ¿con quién lo redactaste?, ¿por orden de quién?, ¿quién os paga? Vamos por partes.
Sr. Ličina: Ya he contestado sinceramente a todo eso. Lo juro por Dios.
Projević: Déjate ahora de Dios, infeliz. Aquí no hay Dios que valga.
Sr. Ličina: Créame, señor, no me acuerdo de nada más.
Projević: Lo que quieres es que yo te refresque la memoria, ¿no?
Sr. Ličina: Lo confieso, los versos eran inoportunos. Asumo toda la responsabilidad moral.
Projević: Con que no te acuerdas de nada, ¿eh? Entonces, ¿eso dices?
Sr. Ličina: No, le doy mi palabra. Los escribí de madrugada, alrededor de las cuatro. A máquina directamente.
Projević: Vamos, sigue así. Cosas más importantes tenemos que hacer.
Sr. Ličina: Luego me puse el abrigo y cogí el paraguas. Disculpe, ¿qué le ha pasado a mi perro?
Projević: Y dale que dale, otra vez él con el perro. Te lo he dicho: lo alimentamos todos los días, tres veces, con salchichas y jamón de Dalmacia. Y sólo leche le damos para beber como si fuese un cordero y no un chucho. Tú sigue con la historia.
Sr. Ličina: Le estoy muy agradecido... Ahora me siento mucho mejor.
Projević: Cogiste el abrigo y el paraguas y saliste a la calle. ¿Se lo enseñaste a alguien?
Sr. Ličina: A nadie.
Projević: ¿Con quién te cruzaste por el camino?
Sr. Ličina: No me acuerdo. Con nadie.
Projević: Muy bonito, de veras, muy bonito. No se acuerda del poema, no se acuerda de la gente. Escúchame, no te hagas el tonto. Desde luego chiflado no estás, si sabes componer versos contra la Lucha de Liberación Popular y contra el pueblo. Pero nosotros encontraremos un remedio para lo tuyo. Lo haremos, claro que lo haremos. No debes preocuparte por nada. Ten, aquí tienes un lápiz, coge este papel, y a componer, amiguito, hasta que te hartes.
Sr. Ličina: Gracias, señor.
Projević: Nada tienes que agradecerme, desdichado... Considéralo un regalo. Y ahora fuera de mi vista.
Sr. Ličina: Gracias, señor.
Projević: No quiero volver a verte, hasta que el poema esté acabado.
Sr. Ličina: Entendido, señor.
Projević: Te bastarán, digamos que... tres meses.
Sr. Ličina: Tres días es más que suficiente.
Projević: ¡Fuera! Tres días, ¡qué más quisieras! A escribir y borrar durante tres meses. ¡Que sea como una poesía de Zogovié! ¿Me has
entendido? Como un poema de Zogovié. O de Maiakovski... ¡Ahora lárgate!
El señor Ličina pasó tres meses en una celda de aislamiento, escribiendo sus composiciones. Escribía y borraba, como le había ordenado Projević. Primero compuso un soneto con rimas abrazadas: abba. Luego cambió el sistema de las rimas (las mismas) a abab, sin cambiar los tercetos. A continuación modificó los tercetos, y posteriormente desechó las dos últimas rimas ("Fronte-Piamonte"), porque le parecían un poco anticuadas. Y después... se quedó sin papel. Había probado todas las variantes. No le quedaba más que esperar. Al cabo de setenta y cuatro días exactamente lo llevaron ante Projević.
-A ver que me traes, poeta -dijo Projević.
El Sr. Ličina le tendió el papel por encima de la mesa.
Projević: Siéntate, siéntate. Pues... Ni que fueras una estatua. . . Aquí, aquí, en el sillón, infeliz. Asiií. A ver.
El Sr. Ličina se sentó en el borde del sillón, apretando la boina entre las manos. (Era la única prenda civil que llevaba encima). Aspiraba el aroma del café y cerró los ojos, como si dormitase. (Probablemente pensaba en su perro. Pero, vete tú a saber, con estos viejos decrépitos...) Projeviić interrumpió bruscamente su duermevela.
-¡Ahí es nada! Es magnífico... ¡Bravo, bravísimo!
Sr. Ličina: Hice un esfuerzo, señor.
Projević: ¡Se nota! Te felicito. Ea, ya ves que si quieres, puedes.
Sr. Ličina: En lo que a las rimas se refiere, el poema es irreprochable...
Projević: No exageres.
Sr. Ličina: He hecho todo lo que he podido.
Projević: Todo, dices. Todo, todo... Ay, Ličina mío, no sabes tú bien qué significa hacer todo lo que uno puede... ¿No dijiste, infeliz, que podría encontrarse una rima mejor?, ¿sí o no? Pues, hala, ¡ponte a buscarla! Nosotros tenemos tiempo, camarada Ličina, tenemos tiempo de sobra. ¡Ante nosotros está el futuro, todo el futuro! Vamos, muévete, y no quiero volver a verte hasta que el poema sea como los de Maiakovski. ¿Me has entendido? Que los niños lo puedan recitar en las funciones escolares y los soldados cantar en la formación... Aquí tienes más papel, te bastará... ¡Hala, largo! ¡Lleváoslo!... Suerte, poeta.
Projević tomó un sorbo del café frío de la taza y se concentró de nuevo en sus papeles. Luego levantó la cabeza.
Projević: ¿Todavía estás aquí?
Sr. Ličina: Quería preguntar, señor...
Projević (golpeándose con la mano en la frente):
Ahhh, se me olvidaba... Ahora lo alimentamos con latas americanas del economato de los ministros. Ya está dos veces más ancho que largo. Te lo juro.
Entonces volvió a sumirse en sus papeles.
En el curso de los tres meses siguientes (estamos en 1947) el Sr. Ličina gastó más papel que una rata. Así se lo hizo saber Projević, por medio de un guardia: "El director pregunta si te comes el papel, como las ratas." Entretanto, se celebró una función, en la que unos actores de la ciudad recitaron a Maiakovski y a otros poetas. El Sr. Ličina se consumía en la fiebre creativa. No le gustó Maiakovski.
Era muy inferior a Ducic o Rakié. Muy inferior. Y sin ritmo. Las rimas, chapuceras. Su soneto era mejor, mucho mejor. Objetivamente hablando. A pesar de la biografla y su origen. Si lo hubiera firmado un partisano de la Lucha Popular de Liberación o un poeta joven, esos versos lo habrían hecho famoso. Así...
Colocó delante de Projević una pila de papeles.
-¿Qué es esto, desgraciado? -preguntó Projević.
-Poemas, señor.
-Poemas, poemas. Pero, Ličina, ¿crees que estamos aquí para jugar a los maestros? ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer que leer tus coplas? Y también querrás que yo elija ¿eh? ¡Fuera! No quiero verte por lo menos en tres meses. Digamos que... (consulta el calendario de mesa), hasta septiembre. ¿Nos hemos entendido?
El Sr. Ličina permanecía mudo como una piedra. Sin duda decepcionado.
-Te pregunto por las buenas: ¿Nos hemos entendido?
-De acuerdo, señor.
-Pues, ¡hala!, ya puedes largarte... Ah sí, casi se me olvida: Tu perra parió. Seis así (hace un gesto), como oseznos...
El Sr. Ličina guarda silencio, cabizbajo.
Projević: ¿Qué pasa? ¿No estás contento?
Sr. Ličina: ¡Es que era un perro!
Projević: Ah, perro, dices. Yo creía que era perra... Entonces será la perra de otro la que parió...
En septiembre, Projević mostró el poema a unos dirigentes. Unos dijeron: excelente. Otros, encogiéndose de hombros: no está mal.
Projević (se bebe de golpe su orujo): Salud, camaradas.
Todos: Salud.
Projević: Así que, camarada Cicko, a ti no te gusta.
Camarada Cicko: Yo no digo nada.
La conversación se celebraba en el despacho del director de la prisión. Era una especie de inspección. Entre camaradas.
Projević: Lo ha escrito un traidor, un enemigo del pueblo.
Cicko: ¿Ese que detuvo Budišić?
Projević: Ese mismo.
Guardaron silencio un momento. Luego empezaron a hablar de Budišić.
Projević: Puedo enseñarte todas las variantes. Siete u ocho. Cada una mejor que la otra. Sólo siento que Budišić no guardara el primero.
Cicko: Sí, es una pena.
Projević: ¿Quieres verlos?
Cicko: Siéntate y déjate de niñerías.
Projević se sentó.
Tomaron otro orujo. Y otro.
Projević: Anda, déjame traértelo. Para que veas cómo recita.
Cicko: Tráelo.
Lo trajeron.
El Sr. Ličina apretaba la boina entre las manos. Le ofrecieron aguardiente. Él se lo agradeció.
Projević: Vamos, recita la última variante. Para que el camarada Cicko lo oiga.
Cicko: Vamos, vamos, no nos vengas con remilgos... Si escribiste el otro... Mira, te doy mi palabra: si el poema es bueno, te soltamos. Pero tienes que recitarlo bien.. .
Projević: Como la última vez.
El Sr. Ličina empezó a declamar su soneto, igual que habían hecho los actores el día de la función para los presos. O eso era lo que a él le parecía. Levantaba los brazos hacia el cielo (techo), se llevaba las manos al corazón y al final se inclinó. Casi hizo una reverencia.
Projević le dirigió una mirada a Cicko. y luego dijo:
-¡Eres libre!
Y lo soltaron.
El Sr. Ličina firmó el auto de libertad y un recibo por sus efectos personales: traje, reloj, pluma estilográfica, sombrero, camisa, calzoncillos, chaleco, corbata, gabardina, pañuelo, tirantes, zapatos (bajos, amarillos, número 37), manojo de llaves. El guardia lo acompañó hasta la puerta de la prisión.
El Sr. Ličina se dirigió a la ciudad, a pie. Fuera llovía. Las ráfagas de viento desplumaban las hojas de los álamos, que volaban hacia arriba y hacia los -lados como panfletos tirados desde un avión Llegó a su casa unos minutos antes de las nueve. Llamó a su perro, por el nombre: ¡Lunjo! ¡Lunjo!
El can no contestaba.
El Sr. Ličina abrió la puerta y el hedor del aire rancio lo golpeó. Pasó el dedo por el polvo que cubría el escritorio.
La mesa estaba vacía, su máquina había sido confiscada.
A continuación, sin quitarse la gabardina, puso a calentar el gran barreño del baño. Mientras el agua se calentaba en la tina, se dedicó a limpiar el polvo de la habitación.
Comprobó la temperatura con un dedo, luego se desnudó y se metió en el agua caliente, casi ardiendo.
Se bañó durante un buen rato, haciendo gorgoritos; poco le faltó para ponerse a cantar. (Lo habrían oído. La señora Mara lo había visto entrar.) Luego se frotó con una toalla que había cogido de un montón de ropa planchada del armario.
Sujetaba el jabón de afeitar en la mano izquierda y con la derecha extendía la espuma por la cara, con movimientos lentos como un tango. Primero se frotó la cara con litros de colonia y luego el pecho con el vello encrespado, encanecido por la edad. Al final, infló las mejillas como una gárgola y comenzó a restregarse la cara con las manos que antes había untado con crema. La piel seca chupaba la grasa como la tierra sedienta el agua.
Después se vistió minuciosamente, ropa nueva y limpia. (Todo olía un poco a naftalina ya rancio.) Calzoncillos, camiseta, camisa. Pantalones limpios (sólo los tirantes eran los de siempre), y la chaqueta y el chaleco del traje nuevo. Calcetines limpios. Quitó el polvo de los zapatos con un pañuelo viejo. Por fin se miró una vez más en el espejo.
Arrojó la toalla mojada, que antes había colgado en la cuerda, al suelo del cuarto de baño, luego desató la cuerda por un extremo y por el otro la arrancó con el clavo. Puso sobre una silla un trozo de periódico (Politika) que se había quedado en el baño cuando lo detuvieron. Ató la cuerda al gancho del que colgaba la bombilla, y se pasó el nudo alrededor del cuello. Por último, tiró la silla de una patada.
Na vest o smrti gospođe M.T.
Kakav dobro obavljen posao, Smrti,
kakav uspeh,
srušiti takvu tvrđavu!
Požderati toliko mesa, skrckati toliko kostiju
za tako kratko vreme.
Potrošiti toliku energiju,
brzo, kao kad se ispuši cigareta.
Kakav je to bio posao, Smrti,
kakva demonstracija sile.
(Kao da ti ne bismo
verovali na reč.)
pesma posvećena Miri Trailović (15.08.1989)
Oproštaj s majkom
Majko! tvoj staklen pogled dušu moju muti
i režu mi zjene izlomljene bore...
Skamenjena, modra, tvoja usna ćuti,
a ja čujem tihe, nježne razgovore.
Još jednom, majko, o još samo jednom
tople prste ti u kosu mi uroni,
da osjetim, majko, u tom jutru lednom
žar ljubavi tvoje... I dok zvono zvoni,
samo jednu riječ utjehe mi kaži,
pa sklopi oko što u beskraj zuri,
osjećam da taj pogled mene traži,
dok niz svelo lice zadnja suza curi.
O, ta bi suza htjela reći mnogo:
poljubac majke što se na put sprema,
i savjet prije no se kaže ”Zbogom...”
nježnu ljubav majke koje više nema!
1953
Anatomija Mirisa
Odoratus impedit cogitationem
Sv. Bernar
evo
od čega je načinjena
samo jedna unca parfema
sa zvučnim imenom
od 9500 jasminovih
cvetova iz francuske
od 4800 ruža
takođe iz francuske
od osamdeset ruža svirepo umorenih
žeđu
u pustinjama maroka
od cveta jedne vrste perunike
koja uspeva isključivo
na plantažama blizu firence
gde su podignuti čudovišni
krematorijumi i gde se
koriste sunčane peći
da se iz cvetova iscedi
priznanje
najzad od trideset i pet fabrički
proizvedenih aromatičnih
hemikalija
koje se radi ravnoteže razmeštaju
čas na jednu čas na drugu stranu
i drže na okupu duše
svih cvetova
pristrasnih
i međusobno netrpeljivih
A szagok anatómiája
Odoratus impedit cogitationem
Szt. Bernát
nézd
miből készül
egyetlen uncia
jónevű parfüm
9500 francia
jázmin virágjából
4800 rózsából
úgyszintén franciaországból
nyolcvan kegyetlenül elhervasztott
rózsából
marokkó sivatagából
egy különleges nőszirom
virágából amely kizárólag
néhány firenze melletti ültetvényen
él meg ahol szörnyű
krematóriumok épültek
melyekben napkályhákkal
sajtolják ki a virágokból
a beismerést
végül harmincöt gyárilag
készített illatos vegyszerből
amelyeket az egyensúly érdekében
helyezgetik időről időre egyik
helyről a másikra hogy együtt
tartsanak minden lelket
a halott virágokét
hiszen oly elfogultak
egymással összeférhetetlenek
(Translated by Lovas Ildikó)
No hay comentarios:
Publicar un comentario