SONY LABOU TANSI
(Congo-Brazzaville, 1947- 1995)
El novelista Sony Labou Tansi, considerado por algunos como uno de los más grandes escritores del África central, falleció el 14 de junio de 1995 de sida, a los 47 años, en el centro hospitalario de la Universidad de Brazaville. Su esposa, Pierrette, había muerto cuatro días antes de la misma enfermedad. Poeta, dramaturgo y novelista, nació en en 1947 en Kimwanza, en el Congo. Maestro y profesor de inglés, Labou Tansí escribe en francés. Sus novelas, con frecuencia ofrecen un tratamiento satírico de las dictaduras que sucedieron en África a la dominación colonial. Las más célebres son La vie et demie, L'Etat honteux, L'Antepeuple, Les sept solitudes de Lorsa Lopez y Les yeux du volcan.
En la vida política de su país, Labou Tansi figuró al lado del líder de la oposición congolesa Bernard Kolélas. En 1993 fue elegido diputado por Brazaville dentro del Movimiento Congo lés para la Democracia y el Desarrollo Integral. Tras una carta abierta al presidente el otoño pasado, fue privado de su pasaporte y se le prohibió abandonar el país. En enero, de este año se le autorizó para dirigirse a Francia junto con su esposa para tratarse de su enfermedad. En abril volvió al Congo y allí se trasladaron a Foufoundou, una aldea remota en la que iniciaron un tratamiento de medicina tradicional africana con hierbas y ceremonias rituales, aunque su salud continuó deteriorándose.
OBRAS:
HISTORIA
La Vie et demie, Seuil, 1979.
L'État honteux, Seuil, 1981.
L'anté-peuple, Seuil, 1983. Grand Prix Littéraire de l'Afrique Noire.
Les Sept Solitudes de Lorsa Lopez, Seuil, 1985. Palme de la Francophonie.
Les Yeux du volcan, Seuil, 1988.
Le Coup de vieux, Présence Africaine, 1988.
Le Commencement des douleurs, Seuil, 1995.
L'Autre Monde', Revue noire, 1997.
TEATRO
La Parenthèse de sang, suivi de Je soussigné cardiaque, Hatier, 1981.
Moi, veuve de l'empire, L'Avant-Scène, 1987.
Qui a mangé madame d'Avoine Bergotha, Lansman, 1989.
La Résurrection rouge et blanche de Roméo et Juliette, revue Acteurs, 1990.
Une chouette petite vie bien osée, Lansman, 1992.
Une vie en arbre et chars...bons, Lansman, 1992.
Théâtre complet, 2 volumes, Lansman, 1995.
Antoine m'a vendu son destin, Accoria, 1997.
La rue des mouches, Editions Théâtrales, 2005.
POESÍA
Poèmes et vents lisses, Le Bruit des autres, 1995.
ENTREVISTAS
Sony Labou Tansi, paroles inédites, Editions Théâtrales, 2005.
“No busquemos más, lo hemos encontrado:
el hombre ha sido creado para inventar el infierno”.
(Sony Labou Tansi: “La vie et dem)
Sin título
1
Las palabras me hechizan
Me hacen señas
Pidiendo que les busque
Algún trabajo
El salario no importa—
Vienen como gentíos las palabras
A mi pluma
Igual que proletarios
Las palabras exigen
Su derecho a la voz
Queriendo establecer la dictadura
De las palabras en la vida—
Necesitan a uno que comprenda
A uno que las ponga a su servicio.
¡Pero yo no soy ése!
Las palabras se cruzan de brazos
Se sientan y se duermen
A los pies del poeta
El único que sabe su valía
Y se van a morir
Las palabras si alguien
Nos la agita a tiempo—
Las palabras son silencio que habla—
Burbujas de silencio que hablan.
2
Tú que conoces el alcance verdadero de las cosas
Tú que conoces el alcance verdadero de la tierra
Tú que conoces el alcance verdadero de la palabra
Tú que conoces el alcance verdadero de tu amor por cada cosa
Dios todopoderoso
Ten piedad de nosotros-
Tú que fijas la linde a cada cosa
Tú que no eres un Dios de Oprobio
Tú que no eres un Dios de Miedo
Tú que no eres un Dios de los Cobardes
Tú que no eres un Dios de Duda
Ten piedad de nosotros-
(Del libro El otro mundo)
Sony Labou Tansi – El cantor de lo enorme
Sony Labou Tansi, nacido en 1947 en Kimwenza, entonces Léopoldville, y muerto en Brazzaville en 1995, es un cuentista, novelista y dramaturgo coronado varias veces en el Concurso teatral interafricano, sobretodo con sus obras Conscience de tracteur (Conciencia de tractor) en 1973, Je soussigné cardiaque (Firmo cardíaco) en 1976, La parenthèse de sang (El paréntesis de sangre) en 1978, La coutume d’être fou (La costumbre de estar loco) en 1980. Estos títulos muestran su voluntad de chocar, de golpear a las mentalidades. Lo mismo ocurre con sus cuentos, entre los cuales Le malentendu (El malentendido) obtuvo el segundo premio en el cuarto Concurso radiofónico para el mejor cuento en lengua francesa en 1978 y Lèse-Majesté (Lesa majestad), el segundo premio del mismo certamen en 1979. Pero Sony Labou Tansi a mostrado sobre todo su talento en sus novelas. La vie et demie (La vida y media) (1979) relata la historia asombrosa y espantosa de la imaginaria Katamalanasia. La farsa y la caricatura triunfan en L’Etat honteux (El Estado vergonzoso) (1981). L’anté-peuple (El antipueblo) (1983) : una sociedad corrupta tienta y pierde a un hombre íntegro, sospechado de ser virtuoso. En Les sept solitudes de Lorsa Lopez (Las siete soledades de Lorsa Lopez) (1985), la dignidad, el orgullo y el honor se oponen al totalitarismo insensato. En Les yeux du volcan (Los ojos del volcán) (1988), la topografía es muy extraña. Su novela póstuma Le commencement des douleurs (El comienzo de los dolores), publicado en octubre 1995, muestra una naturaleza exasperada en el seno de la cual la extravagancia de los proyectos de un sabio se parece al capricho, la desilusión y la demencia. De esta manera la descontrucción de los sistemas, los conceptos, las reglas preside a menudo la creación literaria de Sony Labou Tansi.
Como en todo texto barroco, los decorados son numerosos en La vie et demie.
La naturaleza tiene un papel capital en la atmósfera y en el desarrollo de la acción. La selva es casi un personaje total. Es un refugio y es también la vida.
“Allí el mundo aún era virgen, y frente al hombre, la virginidad de la naturaleza será siempre la misma fuente implacable de preguntas, el mismo hueco de plenitud, en la misma pelea en que todo nos señala, dedo invisible, la sokledad del hombre en el infinito de los inconcientes, y esa desesperación tan grande que se termina por llamar la nada y que hace del hombre un simple ponedor de filosofía”.
En La vie et demie, todo lo que concierne la vida de los personajes cae en la desproporción, la enormidad, el abuso, el frenesí, el desborde, la interperancia y la crueldad. Se hacen notar algunos comparsas blancos como el doctor Granicheta que no quiere dar a Félix-el-Tropical los órganos de Juan Apocalipsis, y el colonel americano Greenman encargado de la seguridad personal del Guía. La sucesi´+on de jefes de Estado le pone a la narración un ruitmo casi demencial: se suceden así el Guía Providencial, es decir su Excelencia Matela-Péné Loanga Marc François, Henri-de-Corazón-tierno, Jean-Oscar-Corazón-de-Piedra, Félix-el-Tropical, Mallot-hijo-del-Tigre, Mariane-de-la-Cruz, Jean-Sin-Cora, Jean-Duro, entre otrios.
El retrato del Guía Providencial puede ser examinado de cerca dado su carácter ejemplar. Uno se asombra al descubrir sus orígenes. Se ufana de tener trescientos sesnta y dos antepasados. Fue ladrón de ganado antes de devenir jefe de estado vitalicio de la República de Katamalanasia. Perteneciente a la tribu payondo, tiene un ejército de noventa y dos mil primos. Se nombra finalmente Su Majestad Cezama 1°, confundiéndose alegremente la presidencia vitalicia y la monarquía. Su apariencia física no deja de llamar la atención, tiene un mentón como mango de hoz, un cuello largo, ojitos sembrados desordenadamente por el rostro y que giran en vastas cavidades. Está a menudo desnudo pues quuiere impresionar con su cuerpo peludo como el de un viejo gorila y con su enorme máquina de procrear”.
Estos jefes de estado simbolizan a los Bokassa, Idi Amin Dada y otros tiranos del África central que redujeron a sus países a verdaderos cementerios:
«Se veían cabezas sin ojos, manos sin carne ni piel que continuaban asiendo el aire, piernas que ya no caminaban. Los grillos eran numerosos, las ratas también, que cavaban a veces sus cuevas en el cadáver. El sol incendiaba las arenas aceitosas –hedía, hedía- un pasto ralo se volvía amarillo, introduciendo sus raíces en el barro de los muertos. Pera la tierra era sobretodo calva, triste, amarga, afligida”.
Las putas
Las putas
En lo de Faignon1
Beben
Como barriles
sin fondo
Con la boca
Rosa
Que da
vida
Al vino
Sacándolo
De las cosas
Parece presa
De preocupaciones
ardientes
Que la parten
En dos
Y la buena salud
lentamente
se evapora
en el sol poniente de los Sovincos2
Me pregunto
Que le hace al mundo
Que tomen como barriles sin fondo
Nuestra noche muere del pecho
Tosió toda esta noche
Ahora tam-tam hacia adelante
Suena la sangre
En el busto aceitoso
De las vírgenes pura sangre
Bailan palmeras pura savia
En un viento puro
La aurora de la conciencia
En el cielo del pigmento
Borra la sombra colosal
De los cascos coloniales
Et cela gicle au visage de l’âme
cavando a fondo
el silencio de la vida
Bum bum dum Bum bum dum !
¿Qué podemos decir, tam-tam ?
Tam-tam de piel tendida sobre madera
¿Muerte? ¿Tam-tam puro-sonido ?
¿Qué podemos solamente decir, tam-tam?
Cuando
Cuando
entendrai-je
el ruido
tan esperado
de un mundo
quebrado
en diez
en cien
en átomos
Cuando
Me sentaré
sobre los escombros
de universos
triturados
Cuando sobre carcasas de estrellas acordándome del Hombre
¿Cuando
Pensaré
sobre pedazos
de espacio
fulminados?
¿Cuando? cuando diré
A Dios que pasa: «¡Eh !
Abuelo ! ¿De paseo ? »
Mentirosos
tansi_sony_labou3
Qué pueden entender
De mis intenciones de vinagre
De mis sueños de vino tinto
De mis caprichos de tinta china
Mentirosos
Mi historia de carbón de tierra
Tío petróleo
Abuelo Manganeso
Hermana Potasa. ¡Qué saben ustedes de ello!
Mentirosos
Qué saben
De mi corazón de pólvora de caza
De mi lengua materna de sal de cocina
Mentirosos
Tomo envión para gritarles mentirosos
Cuando conspiran la lana
De los cocodrilos
Qué pueden entender
De mis instituciones de vinagre
De mi moral de petróleo bruto
De mi cortesía de vino de palma
De mi vergüenza de aceite de acedera
Mentirosos
De los buenos días
Los trusts de los signos
Los cartels de los rostros
Pero todo esto
partió – muy bien partido
¡Ah! su vida depositada
en el banco
Escena 3
En casa del señor Perono. Inmenso chalet. Ruido de un pequeño grupo electrógeno. En la sala, máscaras, objetos de arte africano, todo tipo de colecciones. En el fondo de la sala, una inmensa mesa para comer. Todo nada en un lujo insolente.
Perono cena apaciblemente. De la cocina llega un apetitoso perfume de papas fritas.
Bruscamente :
Perono: (Tose con fuerza) Karibou! Karibou!
(Tose y mueve una mano desesperada hacia un recipiente vacío)
Karibou!
Karibou: (acude) ¿Sí, patrón?
Perono: ¡Agua! (Tose) ¡Agua!
(Karibou corre a buscar agua al refrigerador y no encuentra, corre a la cocina, tampoco)
Karibou : Olvidé decirle, patrón, que el motor del agua está descompuesto.
Perono, rojo de cólera. ¡Sí! ¡Sé! ¡Sé! (Tose) ¿Por qué no me consultás antes de poner tus porquerías de bastardo en mi comida? (Tose)
Karibou: Pero, patrón…
Perono : Por lo menos traé un jugo… en vez de… mirarme como… (tose) envenenador.
(…)
Niño : Buenas noches, señor Perono.
Perono: Buenas noches, niño.
(A Mallot)
¿Es el nuevo maestro, imagino?
Mallot : Sí señor.
Perono: Salvator Perono.
Mallot: Mallot Bayenda.
(Se dan la mano)
Perono: Siéntese, por favor
Mallot, sentándose: Gracias.
Perono : ¿Whisky ? ¿Cinzano ? ¿Martini? ¿O Primus, señor maestro?
Mallot : Nada, gracias.
Perono : ¿Un nada de veras o el nada de los pigmeos?
Mallot : El verdadero.
(…)
Mallot : Es un feo lugar.
Perono : ¿Mi paraíso?
Mallot : No es muy exigente, señor Perono.
Perono : ¡Sí! Me conozco. Lo soy y bestialmente. Pero aquí no me falta nada, (Un tiempo) Los extranjeros vienen a mi casa por petróleo, ¿me equivoco?
Mallot, con una risa : No.
El niño: Eh, señor Perono, ¿usted es más ginecólogo que el padre Arthur?
Perono : ¿Ginecólogo?
Mallot : Quiere decir generoso.
Perono : ¡Ah!
(Risas)
Aquí, vea usted, señor maestro, yo soy todo. Absolutamente todo.
Mallot, dispuesto : Casi todo.
Perono : Absolutamente todo.
Mallot, con una risa : No es imposible.
Perono : Soy la bandera, la ley, la libertad, el derecho, la carcel, el diablo y Dios, por fín. Ya lo ve –todo tout (Un tiempo) De tal modo que toda la región me escucha y me obedece, digamos enceguecida.
(Silencio de Mallot)
Creo que le hablé de mí.
Mallot , dudoso : No por así decirlo.
Perono : ¡Qué desgracia!
(Pide un Martini)
Perdió mucho tiempo. Porque usted también…
(Toma un trago)
Tendrá que obedecerme.
Mallot : Bromea, señor Perono.
Perono : ¡Ah! ¿Le parece? ¿Qué tipo de maestro es usted si no puede darse cuenta de algo que es evidente?
(Silencio de Mallot)
Mallot, pensativo: No tengo suerte.
Perono : ¿Cómo?
Mallot : Vengo de demasiado lejos para no tener que decirle…
Perono : ¿De dónde viene exactamente?
Mallot : ¡Oh! Señor…
Perono : ¿Ni siquiera sabe de dónde viene?
Mallot : Jo venía… ¿De dónde quiere que salga un hombre que siempre comió migajas sino del fondo de su olor?
Perono : Me distrae, maestro. ¡Otra copa ?
(Rechazo de Mallot)
¿Sabe que me distrae?
Mallot : ¡Si usted es tan simple!
Perono : ¿Simple? No del todo. Me parece buen chico. Tiene clase. (Un tiempo) Desde hace años que no había conocido un pigmeo con su solidez.
Mallot : No soy pigmeo.
Perono : ¡Oh! Para mí lo es. (Un tiempo)
Hace mucho que sólo tenía vacío delante de mí. Vacío en frente. Un vacío virgen. El vacío pone nervioso. (Un tiempo) Usted es el único que va a obedecerme porque mando. Los otros, por Dios, son nada. Obedecen por pereza. A usted lo festejo. Por lo menos tendré uno, sí, por lo menos uno que obedecerá por convicción, entonces tiernamente.
Mallot, divertido: No se obedecer.
Perono : No se preocupe, aprenderá y allí es donde esto se vuelve seductor. Los otros saben, desde su nacimiento, que no me necesitan. Usted sí. ¡Oh! A veces encontré pequeñas excepciones. El enfermero, por ejemplo, un pibe que antes de llegar había leído a Mao. Al comienzo, protestaba. Pero terminó por entender que el petróleo no se puede parir. (Bebe). Otro hijo de puta, el italiano. Un cierto Ottelini. Irréductible. Pero hice cerrar su negocio con toda rapidez, con órdenes venidas de Hozana. Y el finado cura, un ruandés imbécil que se divertía excitando a los pigmeos : los gorilas lo mandaron en pedacitos al paraíso.
(Bebe)
Aquí nadie me resiste. Nadie. Distribuyo el derecho y el oxígeno. Aplasto a todo el mundo. Pero hay que entenderme. Esa sed de poder, la necesito para fabricar mi propia manera de respirar ; la necesito para funcionar. ¡Sí! Toda mi carne y toda mi sangre me piden ahogar a los otros.
Mallot : Odio a los héroes. Pero usted me produce como una pequeña necesidad –une suerte de tentación. Huele deliciosamente como un animal.
Perono, calmo : Me insultó, maestro.
Mallot : Ya veo. Estamos hechos el uno para el otro. Hace un rato usted evocaba el vacío de enfrente. Me ocurre también algo así. Desde la muerte de mi padre, ya no tengo a nadie delante de mí. Hacen ya quince años. Nadie enfrente. O más vale títeres, cifras, vac´pio que movía el vino y las mujeres. La bonita elite del Lebango, la elite de los carroñeros. Las cajas de mierda. Y eso le pica la conciencia. Araña, rasca.
Perono : ¡Usted es una especie de poeta?
Mallot :Sí. Y le canto a usted. Porque es verdadero. Todos los otros son falsos cobardes o falsos valientes – falsos diablos o falsos dioses. ¡Ah, si supiera! Allá en Hozana, me gastaron como sal de cocina, enjuagado como ropa –enjuagado y chupado. ¿Pero quién chupaba? Sombras. El vacío como dice usted. Terminaron por hacerme un Dios. Desgraciadamente, pero un Dios de todos modos. Hacen ocho años que trabajo ; y desde entonces me desplazaron quince veces. ¿ da cuenta? Parece que huelo a chino. Y es ese olor el que usted despertó.
Perono (risotada) : Esas son ideas, señor maestro. Me cago totalmente en las ideas. Me detengo sólo con el ruido del oxígeno en mi carne. Quiero u odio. Y entre lo que odio están los negros. ,
(Bebe)
Yo no soy Dios. Soy un resto, un naufragio de la sociedad de consumo. (Risa) Sí, seño maestro. Soy la ruina. ¡Y no puede pedirle a la ruina tener ideas como esas! Tengo plata, millones, billones y los usos para desinflar a los otros. Porque eso es lindo. La razón-naturaleza.
Sony Labou Tansi – Le chantre de l’énormité
Sony Labou Tansi, né en 1947 à Kimwenza, à l’époque Léopoldville, et mort à Brazzaville en 1995, est un nouvelliste, romancier et dramaturge qui a été couronné plusieurs fois au Concours théâtral interafricain, notamment avec les pièces Conscience de tracteur en 1973, Je soussigné cardiaque en 1976, La parenthèse de sang en 1978, La coutume d’être fou en 1980. Ces titres révèlent sa volonté de choquer, de heurter les esprits. Il en est de même des nouvelles, parmi lesquelles, Le malentendu a obtenu le deuxième prix du quatrième Concours radiophonique de la meilleure nouvelle de langue française en 1978 et Lèse-Majesté, le deuxième prix de la même épreuve en 1979. Mais Sony Labou Tansi a surtout montré son talent dans ses romans. La vie et demie (1979) relate l’histoire époustouflante et épouvantable de l’imaginaire Katamalanasie. La farce et la caricature triomphent dans L’Etat honteux (1981). L’anté-peuple (1983) : une société corrompue y tente et perd un homme intègre, soupçonné d’être vertueux. Dans Les sept solitudes de Lorsa Lopez (1985), la dignité, la fierté et l’honneur s’opposent au totalitarisme insensé. Dans Les yeux du volcan (1988), la topographie est fort étrange. Son roman posthume Le commencement des douleurs, publié en octobre 1995, met en exergue une nature exaspérée au sein de laquelle l’extravagance des projets d’un savant ne l’emporte en rien sur le caprice, la désillusion et une certaine forme de démence. Ainsi, la déconstruction des systèmes, des concepts, des règles préside souvent à la création littéraire chez Sony Labou Tansi
Comme dans tout texte baroque, les décors sont nombreux dans La vie et demie.
La nature joue un rôle capital dans l’atmosphère et dans le déroulement de l’action. La forêt agit presque comme un personnage à part entière. Elle est un refuge; elle a aussi sa vie:
«Là le monde était encore vierge, et face à l’homme, la virginité de la nature restera la même impitoyable source de questions, le même creux de plénitude, dans la même bagarre, où tout vous montre, doigt invisible, la solitude de l’homme dans l’infini des inconscients, et ce désespoir si grand qu’on finit par l’appeler le néant et qui fait de l’homme un simple pondeur de philosophie»
Dans La vie et demie, tout ce qui concerne la vie des personnages verse dans la disproportion, l’énormité, l’abus, la frénésie, le débordement, l’intempérance et la cruauté.. Quelques comparses blancs se font remarquer, notamment le docteur Granicheta qui ne veut pas donner à Félix-le-Tropical les organes de Jean Apocalypse, et le colonel américain Greenman qui est chargé de la sécurité personnelle du Guide. La succession des chefs d’Etat rythme la narration d’une façon quasi démentielle : se suivent ainsi le Guide Providentiel, c’est-à-dire Son Excellence Matela-Péné Loanga Marc François, Henri-au-Coeur-Tendre, Jean-Oscar-Coeur-de-Pierre, Félix-le-Tropical, Mallot-l’Enfant-du-Tigre, Mariane-de-la-Croix, Jean-Sans-Coeur, Jean-Coriace, entre autres
Le portrait du Guide Providentiel peut être examiné de près, vu son caractère exemplaire. On est stupéfait dès que l’on se penche sur ses origines. Il se glorifie d’avoir trois cent soixante deux ancêtres. Il a été voleur de bétail avant de devenir chef d’Etat à vie dans la République de Katamalanasie. Appartenant à la tribu payondi, il possède une armée de quatre-vingt-douze mille cousins. Finalement, il se nomme Sa Majesté Cézama 1er, la présidence à vie et la monarchie absolue étant allègrement confondues. Son apparence physique fait de lui un repoussoir de premier ordre: il a un menton en manche de houe, un long cou, de petits yeux semés au hasard du visage et tournoyant dans de vastes cavités. Il est souvent nu, voulant toujours impressionner par son corps broussailleux comme celui d’un vieux gorille et par «son énorme machine de procréation»
Ces chefs d’État symbolisent les Bokassa, Idi Amin Dada et autres tyrans de l’Afrique centrale qui réduisirent leur pays à de véritables cimetières:
«On voyait des têtes sans yeux, des mains sans chair ni peau qui continuaient à saisir l’air, des jambes qui ne marchaient plus. Les grillons étaient nombreux, les rats aussi, qui creusaient parfois leurs trous dans le cadavre. Le soleil incendiait les sables huileux – ça puait, ça puait-, une herbe rare jaunissait par endroits, mettant ses racines dans la boue des morts. Mais la terre était plutôt chauve, triste, amère, affligée»
Les putains
faignond
Les putains
chez Faignond1
Boivent
comme des tonneaux
sans fond
La bouche
Rose
Qui donne
La vie
Au vin
En l’ôtant
Aux choses
Semble en proie
À des soucis
cuisants
Qui la fendent
En deux
et la belle santé
lentement
s’évapore
au soleil couchant des Sovincos2
Je me demande ce que cela
Fait au monde qu’elles boivent
Comme des tonneaux sans fond
Notre nuit est morte de poitrine
Elle a toussé toute cette nuit
Maintenant tam-tam en avant
Sonne le sang
Dans le buste huileux
des vierges pur-sang
dansent des palmiers pure-sève
dans un vent pur
L’aurore de la conscience
au ciel du pigment
chasse l’ombre colossale
des casques coloniaux
Et cela gicle au visage de l’âme
creusant à fond
le silence de la vie
Boum boum doum Boum boum doum !
Que peut-on dire, tam-tam ?
Tam-tam de peau tendue sur du bois
Mort ? Tam-tam pur-son ?
Que peut-on dire seulement, tam-tam?
Quand
Quand
entendrai-je
le fracas
tant attendu
d’un monde
brisé
en dix
en cent
en atomes
Quand
m’assoirai-je
sur des plâtras
d’univers
broyés
Quand sur des carcasses d’étoiles me souvenant de l’homme
Quand
Songerai-je
sur des morceaux
d’espace
foudroyés ?
Quand ? quand dirai-je
à Dieu qui passe : « Holà !
Grand-père ! On tourne ? »
Menteurs
Que pouvez-vous comprendre
Dans mes intentions de vinaigre
Dans mes rêves de vin rouge
Dans mes caprices d’encre de chine
Menteurs
Mon histoire de charbon de terre
L’oncle pétrole
L’ancêtre Manganèse
La sœur Potasse. Qu’est-ce que vous en savez !
Menteurs
Que savez-vous
De mon cœur de poudre de chasse
De ma langue maternelle de sel de cuisine
Menteurs
Je prends mon élan pour vous crier menteurs
Quand vous conspirez la laine
Des crocodiles
Que pouvez-vous comprendre
dans mes institutions de vinaigre
dans mon moral de pétrole brut
dans ma politesse de vin de palme
dans ma honte d’huile d’oseille
Menteurs
Des bonjours
Les trusts de signes
Les cartels des visages
Mais que tout cela
Est parti – très bien parti
Ah ! votre vie virée
En banque
Scène 3
Chez Monsieur Perono. Immense villa. Bruit d’un petit groupe électrogène. Au salon, masques, objets d’art africain, collections de toutes sortes. Au fond du salon, une immense table à manger. Le tout nage dans un luxe insolent.
Perono dîne paisiblement. De la cuisine vient un appétissant parfum de frites.
Brusquement:
Perono: (Il tousse fortement) Karibou! Karibou!
(Il tousse et promène une main désespérée vers un récipient vide)
Karibou!
Karibou: (Il accourt) Oui, patron?
Perono: De l’eau! (Il tousse) De l’eau!
(Karibou court chercher de l’eau au frigo et ne la trouve pas ; il court à la cuisine, toujours rien)
Karibou : J’ai oublié de vous dire, patron, que le moteur d’eau était en panne.
Perono, rouge de colère. Oui ! ouais! Ouais! (Il tousse) Pourquoi est-ce que tu ne me consultes pas avant d’enfoncer tes sales bataclans de bâtard dans ma nourriture? (Il tousse)
Karibou: Mais, patron…
Perono : Apporte au moins un jus… au lieu de… me regarder comme un… (il tousse) empoisonneur.
(…)
L’enfant : Bonsoir, monsieur Perono.
Perono: Bonsoir, mon enfant.
(À Mallot)
C’est le nouvel instituteur, j’imagine ?
Mallot : Oui, monsieur.
Perono: Salvator Perono.
Mallot: Mallot Bayenda.
(Shake hands)
Perono: Asseyez-vous, s’il vous plaît.
Mallot, s’asseyant: Merci.
Perono : Whisky ? Cinzano ? Martini? Ou Primus, Monsieur l’instituteur?
Mallot : Rien, merci.
Perono : Le vrai rien ou le rien des Pygmées ?
Mallot : Le vrai.
(…)
Mallot : C’est un sale coin.
Perono : Mon paradis ?
Mallot : Vous n’êtes pas exigeant, monsieur Perono.
Perono : Si ! Je me connais. Je le suis et bestialement. Mais ici, je ne manque de rien. (Un temps) Les étrangers, chez moi, c’est le pétrole qui les amène, je me trompe ?
Mallot, avec un rire : Non.
L’enfant : Hein, monsieur Perono, que vous êtes plus gynécologue que le père Arthur ?
Perono : Gynécologue ?
Mallot : Il veut dire généreux.
Perono : Ah !
(Rires)
Ici, voyez-vous, monsieur l’instituteur, je suis tout. Absolument tout.
Mallot, dispos : Presque tout.
Perono : Absoilument tout.
Mallot, avec un rire : C’est pas impossible.
Perono : Je suis le drapeau, la loi, la liberté, le droit, la prison, le diable et le bon Dieu, enfin. Vous voyez bien – tout (Un temps) Si bien que toute la région m’écoute et m’obéit, disons avec aveuglement.
(Silence de Mallot)
Je crois que je vous ai parlé de moi.
Mallot , hésitant : Pas pour ainsi dire.
Perono : Quel malheur !
(Il commande un Martini)
Vous avez perdu beaucoup de temps. Parce que vous aussi…
(Il avale une gorgée)
Vous aurez à m’obéir.
Mallot : Vous plaisantez beaucoup, monsieur Perono.
Perono : Ah ! Vous croyez ? Quel genre d’instituteur êtes-vous, si vous ne pouvez pas piger un truc qui crève les yeux ?
(Silence de Mallot)
Mallot, rêveur : Je n’ai pas de chance.
Perono : Pardon ?
Mallot : Je viens de trop loin pour ne pas devoir vous dire…
Perono : D’où venez-vous au juste ?
Mallot : Oh ! Monsieur…
Perono : Vous ne savez même pas d’où vous sortez ?
Mallot : Je sortais… D’où voulez-vous qu’un homme qu’on a toujours grignoté sorte sinon du fond de son odeur ?
Perono : Vous me distrayez, instituteur. Encore un sirop ?
(Refus de Mallot)
Est-ce que vous savez que vous me distrayez ?
Mallot : Si vous êtes si simple que cela !
Perono : Simple ? Pas tout à fait. Je vous trouve bon enfant. Vous avez du ton. (Un temps) Depuis des années je n’ai pas rencontré un pygmée de votre solidité.
Mallot : Je ne suis pas pygmée.
Perono : Oh ! Pour moi vous l’êtes. (Un temps)
Depuis longtemps je n’ai jamais que du vide devant moi. Du vide en face. Un vide vierge. C’est énervant le vide. (Un temps) Vous êtes le seul qui allez m’obéir parce que je commande. Les autres, nom de Dieu, c’est de la foutaise. Ils obéissent par paresse. Vous, je vous fête. J’en aurai au moins un, oui, au moins un qui obéira par conviction, donc tendrement.
Mallot, amusé : Je ne sais pas obéir.
Perono : Rassurez-vous, vous apprendrez et c’est là que ça devient séduisant. Les autres savent –depuis la naissance, ils savent- ils n’ont pas besoin de moi. Vous, si. Oh ! J’ai parfois rencontré de petites exceptions. L’infirmier, par exemple, un gosse qui avant de venir avait lu Mao. Au début, il rouspétait. Mais il a fini par comprendre qu’on ne peut pas enfanter du pétrole. (Il boit) Un autre salaud, c’est l’Italien. Un certain Ottelini. Irréductible. Mais j’ai fait fermer sa boutique en quatrième vitesse, avec des ordres venus d’Hozana. Et jeu Monsieur l’abbé, un imbécile de Rwandais qui s’amusait à exciter les pygmées : les gorilles l’ont envoyé par petits morceaux au paradis.
(Il boit)
Ici personne ne me résiste. Personne. Je distribue le droit et l’oxygène. J’écrase tout le monde. Mais il faut me comprendre. Cette soif de puissance, j’en ai besoin pour fabriquer ma propre manière de respirer ; j’en ai besoin pour fonctionner. Oui ! Toute ma chair et tout mon sang me prient de suffoquer les autres.
Mallot : Je hais les héros. Mais vous me donnez comme ça un petit besoin –une sorte de tentation. Vous sentez délicieusement l’animal.
Perono, calme : Vous m’avez insulté, instituteur.
Mallot : Je vois. Nous sommes faits l’un pour l’autre. Tout à l’heure, vous évoquiez le vide d’en face. C’est un peu cela pour moi aussi. Depuis la mort de mon père, je n’ai plus eu quelqu’un devant moi. Quinze ans bientôt. Personne en face. Ou plutôt des guignols, des chiffes, du vide qui remuait le vin et les femmes. La belle élite du Lebango, l’élite des charognards. Les boîtes à merde. Et ça vous gratte la conscience. Ça vous griffe, ça vous griffone.
Perono : Vous êtes une espèce de poète ?
Mallot : Oui. Et je vous chante. Parce que vous êtes vrai. Tous les autres sont des faux lâches ou des faux courageux – des faux diables ou des faux bons Dieux. Ah, si vous saviez ! Là-bas à Hozana, on m’a dépensé comme du sel de cuisine, rincé comme du linge – rincé et sucé. Mais qui suçait ? Des ombres. Le vide comme vous dites. Ils ont fini par faire de moi un Dieu. Malheureusement, mais Dieu quand même. Huit ans que je travaille ; et depuis, ils m’ont déplacé quinze fois. Vous vous rendez compte ? Paraît que je sens le Chinois. Et c’est cette odeur-là que vous avez réveillée.
Perono (grand rire) : Ça, c’est des idées, monsieur l’instituteur. Moi, je me fiche totalement des idées. Je m’arrête au seul bruit de l’oxygène au fond de ma viande. J’aime ou bien je déteste. Et dans ce que je déteste, il y a les Noirs.
(Il boit)
Je ne suis pas le bon Dieu, moi. Je suis un reste, une épave de la civilisation de consommation. (Rire) Oui, monsieur l’instituteur. Je suis la ruine. Et vous ne pouvez pas demander à la ruine d’avoir des idées comme ça ! J’ai des sous, des millions, des milliards et je m’en sers à dégonfler les autres. Parce que c’est beau. La raison-nature.
https://lachansondelacigale.wordpress.com/2015/07/
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