Gerardo Burton, nació en Buenos Aires, Argentina en 1951.
Desde 1986 reside en Neuquén.
Publicó hasta la fecha, en poesía, poemas iniciales (botella al mar, 1979); con la esperanza delante y 18 poemas azules para maría (de la unidad, 1981); los juegos ocultos (la lámpara errante, 1985); infierno sin umbral (1989); aire de penumbras (1995) y radiofotos (2004,lLos tres en último reino).
Editó cinco plaquetas: cuatro sonetos (1992); elegía clara (1993); corazón perdido (2002); nunca un bolero (2006) y endecha (2009).
Su obra poética editada hasta 2004 está recopilada en el volumen "obra junta", (municipalidad de Neuquén, 2007).
También publicó en antologías del país y del exterior y participó de festivales, congresos y encuentros de poesía y de literatura.
XII
te escribo mientras escucho la lluvia
tan deseada por los árboles y mi piel;
te escribo porque la magia del agua,
con sus canciones
con sus murmullos
parece anunciar tu llegada
si supieras tan sólo
qué grande se hace la sombra
qué gigante es el silencio
hasta que aparecés
si pudiera ahora
tocar mi frente, decir mi nombre
y venir desde las entrañas del agua
si solamente estuvieras aquí
un instante
no necesitaría estas palabras
dibujadas en el aire
y comprimirlas
y amasarlas
para decirle cómo el amor
enciende nubes, horizontes
(poemas iniciales, ediciones botella al mar, 1979)
4
a las tres y veinte de la tarde
del día miércoles
sólo deseo que desaparezcan los rastros del trabajo,
huir de la oficina y buscarte por la ciudad
hasta encontrarte donde estés
y proponerte, silenciosa pero firmemente
abandonar la fiebre y el vértigo que sellan cada día
y, eligiendo un rincón profundamente nuestro,
dedicarnos,
como si hubiera cosa más importante,
a hacer el amor
(dieciocho poemas azules para maría, ediciones de la unidad, 1981)
XIII
a ojos cerrados
te oigo llegar a la pieza,
tosés, murmurás,
la ropa cruje y susurra al despegarse de tu piel
-tu deseada piel, lejana y tan al lado-
entrás a la cama y desde tu tibieza,
ese olor a mujer que tanto conozco,
el rito comienza
apagás la luz y girás como para mirarme
y tus manos se mueven para que las busque
y tu respiración se va haciendo sólida
hasta confundirse con el bramido de la lluvia
tras la ventana
(los juegos ocultos -1982-1983-)
casi al alba
la noche es una soledad entre helechos en la costa
una sombra que acaricia
sin nieblas ni canciones
las viejas deudas negadas al rescate
mientras duerme sueños celestes la oscuridad
un pájaro atraviesa el aire suspendido
huye la noche, huyen las almas de los peces y las olas
en el río desaforado
desmoronan la ribera que los amantes nunca
alcanzarán
(infierno sin umbral, último reino, 1989)
POEMAS DE “LUZ MALA”
sus nalgas eran la literatura
francisco urondo, “luz mala”
1
tanguito
yo no quiero
que
nadie
a mí me
diga
que ella no
vuelve
que no hay
nadie
que todo
es soledad
2
ella mira
descubre sus piernas
en un oasis, sus amados
pies tan seguros, ese
andar que llegó
entre un beso
y los labios
sedientos sobre la
añorada carne
es la
noche, y no cesa
en su deseo
que lo ignora
y deja ir el río, la turbia
marea
las naves hacia el fin
donde nada es dado
3
la grupa sedienta
relumbra
en la noche
luna de luz
multiplicada
en el río inmóvil
del espejo
4
sonrisas y luz
atravesada por la miel
que en los ojos
habitaba
un suspiro del azar
devolvió al tacto
vientre, pezones
oscuros senderos salobres
y la marea
sin margen posible
5
cerezas quiere
para su boca
ocultar, luces para
que esconda estrellas
el alma y acaso busque
algún pétalo, jazmín
o camelia
porque su piel relumbra
esta noche oscura sin fin
6
al sur, al viento
que no cesa
donde puede haber un mar
alado
puede ser el vacío inmenso
del viento y la meseta
o la guerra sin fin
de cuerpos extenuados
o el doloroso júbilo
o el latido
o la lágrima, en fin
puede ser un beso, mil
besos y mil más
y siempre algo
falta
7
mudos el aire y el fuego
en la noche del rito
cada beso extiende
el oleaje
desde las piernas a la muerte
un dolor, el desconsuelo
y el tibio destello
del agua que viaja
hacia un amor que no cesa
rastros de ardor
donde la herida de unos labios
detuvo el aire
en vano fue el navegar
un lecho a la deriva
8
que se discuta
la orografía, esos tiernos
detalles del relieve
las fallas y fracturas
que en los ojos no dejan huella
una sombra azul
en el lecho
9
todo es una piedra
sin fulgores
un translúcido
pellejo de dolor
y ella, que duerme
que aguarda
los besos olvidados
de años en un naufragio
continuo
10
un otro
que está
que es
más allá, aquí
después y antes
ese otro siempre
aunque el tiempo
concluya
aunque
él mismo
muera
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