EDMUNDO FAROLÁN.
Edmundo Farolán Romero (Manila, FILIPINAS 30 de diciembre de 1943), es un profesor, poeta y dramaturgo filipino cuya lengua materna es la española. Actualmente, entre otras ocupaciones, dirige la Revista Filipina, publicación literaria trimestral en español.
Estudió Filosofía y Letras en el Ateneo de Manila, y posteriormente en la Universidad Central de Madrid y el Instituto de Cultura Hispánica, especializándose en la Universidad de Toronto.
Trabajó como profesor de español, en la Universidad de Filipinas de Manila, desde 1979 hasta 1983. Posteriormente enseñó en las universidades de Montreal y Vancouver.
Durante su larga estancia en Madrid tuvo contacto con la nueva generación poética española, que más tarde se denominó “novísimos”.
En los años setenta colaboró con los periódicos filipinos Nueva Era y Nuevo Horizonte en los que aparecieron muchas de sus composiciones poéticas. En 1981, publicó en Bogotá su obra poética Tercera Primavera por la que le concedieron el Premio Zóbel en 1982.
Otras áreas de interés son sus estudios sobre el chabacano que se publicaron en varias revistas.
Es miembro de número de la Academia Filipina de la Lengua, correspondiente de la RAE y director de Revista Filipina.
Obras
Hexalogia Teatral (2011)
Love, Travels and Other Memoirs of a Filipino Writer (2010)
Cuentos Hispanofilipinos: Palali y otros cuentos3 (Manila, 2009)
64 Solitudes (2008)
Itinerancias (San Francisco, 2006)
Nuevas poesías (2003)
2000 versos (2000)
Aguinaldo (1998)
Nostálgica (1997)
Rizal (1996)
Oh Canada! (Toronto, 1994)
Tercera Primavera (Bogotá 1981)
"Espanol para universitarios filipinos" (Manila, 1981)
Don Segundo Sombra: traducción tagala (Manila, 1979)
"Literatura Fil-Hispana: una antologia" (Manila, 1979)
The Rhythm of Despair (Manila, 1975)
Lluvias Filipinas (Madrid, 1967)
LA EXPERIENCIA FLUYENTE
Transcendemos la discontinuidad,
imitamos los arquetipos de Beckett, el imitador de Proust
y Jung siguiendo a Freud, Proust imitando a Descartes,
y en toda esta basura subconsciente, Fellini está,
putreficando con fantasías que son nada más que juegos de ping-pong,
repeticiones de la vida y la muerte,
como la teoría del indio Reddy, y la búsqueda de Dios, y el destino,
y las becas, y el trabajo: todos vienen como la muerte.
Sin saberlo.
Pero seguimos planeando como hormigas,
hormigas que construyen y reconstruyen,
queman hasta lo quemado,
y después de todo,
preguntamos si los construidores son los construidos,
y se repiten fórmulas,
palabras excretas,
mentes hechas en los cincuenta con Artie Shaw,
y a los sesenta con Sonny Rollins y Dave Brübeck,
y después de todo, se repite de nuevo,
otra y otra vez,
original e imitación,
primitivos pensamientos intelectuales,
interpretaciones, reinterpretaciones, y zeroísmos.
En el culo de la consciencia está el papier toilette,
excreción convertida en comunicación humana,
en los análisis y ejemplos del silencio y de la obscenidad.
¿Se puede aprender? ¿Se puede ir a los estudios empíricos? Quizá.
Pero siguen los disgustos: la burocracia, los asuntos capitalistas bien defendidos;
y las más calurosas hondas nacen y renacen...
no soy capaz de sentir disgustado:
yo rodeaba los puntos nirvánicos hasta llegar a ese punto de darse cuenta,
esa luz ni es luz ni es nada, la luz nirvánica, cristiana, Bahai,
completamente inateo...
el flujo me escapa pero vuelve otra vez para mostrar los sesenta y su misticismo,
los profetas de "La muerte de Danton" de Büchner y obras bien hechas
investigando la manera épica de Beowulf, parecido al aburrimiento y
luchas interminables de Bertolt Brecht...
ITINERANCIAS / comings and goings
Tengo que volver
Tengo que volver para juzgar esta confusión,
pureza confusa que intenta arrojarme
a difusos pensamientos de color amarillo:
¿Quién puede hablar de almas en búsqueda,
sentimientos poéticos que pasan de un pensamiento húmedo
para después proyectarse hacia una insensata creación?
Sé, lo sé que tengo que volver.
Para apuntar blancas letras en pizarras marrones,
sucias de tiza, corregidas por expertos
con lo que pierden ese toque de fantasía.
Las brisas torontonianas son húmedas y enfermas
con esta fría indiferencia veraniega.
Soy culpable,
culpable por estar siempre buscando vuelos,
por ser muy crítico de la esperanza y las mañanas de esta esperanza.
Sé que tengo que volver.
para oler la tibieza de las lluvias filipinas en junio.
para percibir el perfume místico de los pinos del norte
y fumarme un cigarro ilocano enredado con el humo de memorias.
Mi sombra quiere dejarme; ya no va a donde quiero ir;
se queda negra contra la blanca pared.
Soy romántico.
Veo las flores del naranjo, los arrozales,
las luces que mueren en la madrugada.
Siento el agua tibia del mar de Poro,
y oigo el sonido de la nube mojada
pegada contra el vidrio de mi habitación en Baguio.
Seis luces en medio círculo parpadean en la distancia.
Silencio.
Un silencio extraño.
Lejos, el ruido de la soledad.
Amargura
La amargura del tiempo pasajero
cuando los segundos y minutos se amontonan
en horas días, en semanas, meses, años;
cuando sienta después la amargura de la vejez,
recordando los años que se han amontonado,
donde la vaciedad, de que si todo fue útil:
los escritos, los amores, los viajes…
cuando algunos se acuerden del poeta
que vivía y escribía de todo lo que fue absurdo,
cómico, surreal, íntimo, aburrido y triste…
La amargura de los amigos que ya no están,
la amargura de esos recuerdos felices de la juventud
que ya no volverán...
Sólo quedan las cicatrices
las cicatrices de las playas de mi niñez
cuando el mar, el sol y la arena se mezclaban
para formar palabras, palabras de esperanza...
¡Si pudiera volver aunque fuera una vez más!
Para purificarme de estos años amargos,
años que al alma han torcido y dañado…
La amargura,
La amargura del tiempo pasajero…
I Have to Return
I have to return to judge my confusion
Pure confusion that tries to throw me
Into diffused yellow thoughts:
Who can talk about souls in search,
Poetic sentiments that go through humid thoughts
To later on project themselves in senseless creativity?
I know, I know I have to return.
To jot down white letters on brown blackboards,
Dirty with chalk, corrected by experts
Who have lost that touch of fantasy.
Toronto breezes are wet and sick
With cold summer indifference
Still I am to blame for being flighty
For being more critical about hope
And the tomorrows of this hope.
I know I must return to smell warmth
Shadowed by rains in June,
To pause and smell the mystic perfume
Of the pine trees of the north
And smoke me an Ilocano cigar
With its smoke
Entangled by memories.
My shadow also wants to leave me:
It no longer goes where I want to go;
It stays black against the white wall.
I am romantic.
I see orange flowers and rice fields,
Lights in dying dawn;
I feel the warm sea water of Poro Point
The sound of wet fog on my window pane in Baguio.
In the distance six lights flicker in semi-circle.
Silence. A strange kind of silence.
Far away, the sound of solitude.
Bitterness
The bitterness of passing time
When seconds and minutes pile up
Into days, weeks, months, years;
When I’ll then feel the bitterness of old age,
Remembering bygone years that have piled up,
Emptiness, wondering if it was all worth it:
The writings, the loves, the travels…
when some will remember the poet
who lived and wrote things that were absurd,
comic, surreal, intimate, boring and sad…
Bitterness when friends are no longer around,
Bitterness remembering the happy days of youth
That’ll no longer come back…
Only the scars remain,
the scars of the beaches of my childhood,
when sea and sand mixed
forming words, words of hope…
if only I could return once more!
To purify myself of these bitter years,
Years that have twisted and wounded my soul…
Bitterness,
Bitterness of time passing…
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