Anselmo Raguileo
Anselmo Raguileo Lincopil (3 de mayo de 1922 - 29 de febrero de 1992) lingüista , investigador y poeta mapuche, conocido por desarrollar un sistema de escritura para la lengua mapuche o mapudungun, llamado Grafemario Mapuche o Alfabeto Raguileo.
Anselmo Raguileo nació el 3 de mayo de 1922 en la comunidad Saltapura, CHILE ubicada 16 kilómetros al sureste de Nueva Imperial, IX Región. Sus estudios primarios los realizó en la Misión de Boroa y posteriormente en la Escuela Misional de Padre Las Casas. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela Industrial de Temuco, graduándose como Técnico de Oficio en Metalurgia.
Posteriormente se traslada a Santiago para estudiar Química en la Escuela de Artes y Oficios. Se gradúa como Técnico Químico en 1944. Durante los años 1952 y 1956, estudió lingüística y trabajó profesor de lengua y cultura mapuche en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
En 1973 se titula Ingeniero de Ejecución en Química en la Universidad Técnica del Estado.
Tras el golpe militar es perseguido y exonerado de su trabajo en Ferrocarriles del estado.
Retorno a Temuco
En 1980, Anselmo Raguileo retorna a Temuco, donde trabaja en el Centro Asesor Planificación y Desarrollo (CAPIDE). En esta institución, realiza investigaciones en comunidades mapuche de Malleco, Lumaco (Lonkoyán), Lautaro, Nueva Imperial, Osorno (San Juan de la Costa), Concepción y Panguipulli.
Grafemario Mapuche
En 1982, hace publica la creación del Grafemario Mapuche, un sistema de escritura del mapudungun. El alfabeto se caracteriza por la representación de los sonidos del mapudungun por una sola letra. Por ejemplo, la palabra mapuche, en alfabeto ranguileo se escribe mapuce. En este caso, el sonido postalveolar africado sordo /t?/, representado en español y otros alfabetos mapuche con el grupo consonántico o dígrafo ch, en el alfabeto raguileo se representa con una sola letra c.
LA POESÍA DE ANSELMO RAGUILEO
POR ERWIN QUINTUPILL
La fecha exacta en que escribió los pocos poemas que nos dejó – en total quince – no lo sabemos, aunque puede deducirse de modo aproximado. Me atrevo a pensar que algunos en la década del 50 y los otros en los 60, y no más; pues las principales preocupaciones de Anselmo Raguileo fueron:
- Superarse académicamente, en la etapa juvenil.
- Aprehender conocimientos que le permitieran habilitarse para el desarrollo de una propuesta – con base científica – de escritura del mapucezugun, durante la primera mitad de la década del 50.
- Sobrevivir junto a la familia. (Vivió varios períodos de cesantía. Su primera experiencia matrimonial duró aproximadamente tres años. Tuvo cuatro hijos y se casó dos veces).
- Trabajar para la organización política (Partido Comunista) a la que ingresó poco después de 1950.
- Dedicarse a la investigación científica para la consecución de un grafemario del mapucezugun (Primero en la década del 50 y después desde 1980 en adelante; aunque es sabido que dedicó muchos otros momentos a este empeño).
De modo, entonces, que entre las principales preocupaciones del lingüista no estuvo la poesía; sin embargo escribió un conjunto de poemas que adquieren importancia porque – en su mayoría – nos lo muestran ligado a su Saltapura natal y al pueblo que pertenece.
Iniciándose el 2004 se publica el trabajo realizado conjuntamente por Mabel García y Sylvia Galindo (“Poesía Mapuche. Las Raíces Azules de los Antepasados”. Depto. Lenguas, Literatura y Comunicación. Instituto de Estudios Indígenas. UFRO) que muestra “las obras desconocidas de los primeros poetas mapuches”. Se trata de Sebastián Queupul, José Santos Lincomán y Anselmo Raguileo). Al respecto el profesor Hugo Carrasco Muñoz escribe – en el trabajo mencionado de García y Galindo – “que la poesía de Anselmo Raguileo, producto por lo demás lateral o residual en sus preocupaciones intelectuales (…) se halla vinculada sólo en forma parcial a las preocupaciones del núcleo central de la poesía del grupo dedicado primordialmente a la tarea y quehacer de los poetas. Coincide con ellos sólo en la expresión de ciertos aspectos del sentir identitario mapuche,…” Agrega que es más cercana a la expresión poética de Sebastián Queupul[1] y de Pedro Alonzo Retamal.
Ignoro las circunstancias en que Anselmo Raguileo escribió poesía; pero se me ocurre que fueron similares a aquellas que nos motivan a registrar por escritos nuestras emociones cuando nos sentimos particularmente lejanos de nuestra tierra de origen.
Él contó a su hija Ruby que al llegar Santiago no conoció a otra persona mapuche con quien interactuar, que vivió solitario y – además – muy lejos del hogar[2]. En esas circunstancias ocurrió su primer matrimonio y por ello no prosperó, a pesar de los dos nacimientos acontecidos. Entonces, él no habría logrado integrarse satisfactoriamente a la sociedad no mapuche en ese tiempo; lo intentó, pero desprovisto de la fortaleza que el hábitat propio entrega.
Debió agigantarse en su espíritu la necesidad de la cercanía con Saltapura, su gente y su paisaje. “El boldo huacho” es un poema que nos habla de un boldo que existe desde tiempos que nadie recuerda. Todos los habitantes actuales de Saltapura lo conocen, pues se encuentra a orillas de un camino público y en el terreno que perteneciera al padre de Anselmo Raguileo. Es un patrimonio viviente.
El boldo huacho
Cuando lo he visto de nuevo
vienen a mi memoria
recuerdos de otros tiempos
que jamás podré olvidar…
La alborada
Con sus cantos broncíneos
los gallos del vecindario
están rasgando el silencio.
Atardecer en mi valle
El valle entero va cerrando
lentamente su párpado inmenso
y, las colinas allá lejos,
envueltas ya en su chal gris
acurrucadas esperan la noche.
EL PREGON DE LAS ARVEJAS
De madrugada salió Cacinta
a coger capis de arvejas.
La vieron las últimas estrellas
y también el viejo puelche.
Bajo sus pies desnudos
crujen los tallos rotos
y, el rocío de la noche,
cae como lágrimas de las hojas.
Sus ágiles manos se mueven
como aves cogiendo semillas.
Transporta ahora su bulto
como hormiga que arrastra su carga.
Al trote sobre su mansa “mulata”
va ensayando una canción pregonera
y las cintas de sus cabellos
se agitan como alas de mariposas.
Llega a la ciudad
aún soñolienta
y grita su pregón
con voz cantarina
repitiendo una y otra vez
en cada esquina:
alvirca, casera, alvirca,
alvirca, alvirca, alvirca a a.
ARAUCANÍA
Hoy he vuelto
a recorrer tus campos,
ascender tus cerros,
a respirar profundo
el aire perfumado de tus
montañas,
a contemplar extasiado
tus caudalosos ríos,
a conversar con mis hermanos
en nuestra lengua vernácula
y participar en sus fiestas,
a estar con los míos,
con aquellos seres
que me atan
lazos de sangre.
He querido henchir mi corazón
de inefable alegría.
Sin embargo,
una honda tristeza
embarga mi ánimo;
es como una nostalgia
o un vacío inmenso
de algo que fue
y hoy ya no es.
De pronto surgen en mi mente,
como torbellino de fuego,
crueles interrogantes:
¿dónde están los espléndidos
robles,
los sombríos laureles
y los retorcidos olivillos,
testigos milenarios
de esta fecunda tierra?
¿dónde están los poderosos
ulmenes,
los soberbios caciques
y los bravos toquis,
señores de la elocuencia
de la astucia y el coraje?
Como muda respuesta
queda flotando en el ambiente
un frío y letal silencio.
Ellos ya no existen
Araucanía llora,
llora su ausencia.
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