VÍCTOR HUGO TISSERA. (Fallecido el 19 de abril de 2009). Profesor de Castellano y Ciencias Sociales, Nació en Villa Eloísa, Santa Fé, ARGENTINA y radicado desde muy joven en Cañada de Gómez- Santa Fe.
Condujo los Talleres Literarios “Cora Cané” y “Nuestras Alas” este último en la localidad donde nació.
Fue director de la revista literaria “La Ciudad Distante” y presidente de SALAC (Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias) , filial Cañada de Gómez
Ha sido jurado de certámenes literarios, y obtenido más de cien premios en concursos del ámbito nacional e internacional.
Realizó recitales poéticos y fue convocado por el Ateneo de Montevideo a realizar el recital “Los Perfiles del Amor” con poemas de su autoría.
Ha publicado los siguientes libros de poemas: “Entre Senderos de poemas” 1992 – “Viaje Interior” 1993 – “Por si Vuelvo” 1994 – “Desde la luz y la palabra” 1999- y “Detrás de la mirada” 2005.
Transición
VIDA, hazme un favor.
No te arranques de mí,
no me abandones
donde abrevan las sombras
el líquido venal de lo inexplicable.
Déjame seguir un poco más
en este peregrinar que a veces duele,
y otras, es un cielo
de increíble ascensión.
Concédeme el milagro de tus horas
con los soles en la acodadura del viento,
para recoger la tempestad o la brisa
realidad de tu tiempo.
Deja que la piel se me racime
en el rostro anquilosado del invierno,
y que mis manos escarpadas de siglos
escriban sobre la transición del hombre
humanizado.
Sólo entonces VIDA, llévame a volar
junto a los pájaros de la noche,
después que haya dejado emancipado
el último poema de amor,
para mi pueblo amado.
“Detrás de la mirada” 2005.
Amo
Amo todo lo que tengo
que no es poco.
Amo el amor
porque el amor es todo.
Amo a los que amé
y no me amaron.
Amo lo que perdí
y ya es pasado.
Amo la plenitud
de los que aman.
Amo la sencillez
de la palabra,
y el silencio vitral
de la mirada.
Amo la vida
porque ella es canto.
Amo la noche
con su ataúd de plata,
y amo la muerte,
porque ha de llegar
y es mía.
“Detrás de la mirada” 2005.
Urdiendo vuelos
Amo la antigua mordedura
de la arcilla,
que respira los perfiles de mi sangre.
Destierro la prisión de la memoria
y toco la llave de la ausencia
que abre los secretos de tu nombre.
Ahora soy este espigar de carnes y de huesos
buscando que la piel estalle en una flor
de tiempos infinitos.
Tengo un ramo de lágrimas
con perfume de lloviznas entre las manos,
y este deseo de ser
un ave en los cristales de tu luna.
Bastaría que un ángel me rozara con el ala
para saber que puedo vivir
sin la desdicha de llorar los colores del crepúsculo.
Aquella transparencia que fue
brote y plenitud de sol en el verano,
es un cincel
que modela los costados de mis sienes.
Te pienso urdiendo vuelos
con tus ojos de lluvias en las esquinas,
porque después de renacer,
desde la brasa besada por el viento
no volveré a mirarte
con los ojos cargados de silencio.
“Detrás de la mirada” 2005.
EL OJO DE LA NOCHE
Anochece,
y en el hueco de mis manos
languidece el crepúsculo
su condena de espinas.
Veo la lágrima del ángel
rozar el ala de la luna,
en una plegaria que cruje
su territorio de llantos.
El beso rojo del ocaso
cincela el pudor de la tierra,
mientras las sombras
ebrias de libertad se entrelazan,
en un abrazo nupcial
de éxtasis y milagro.
Desciende el rocío nocturnal
como atávico desangre,
sobre el último vuelo de la luz.
¡Oh!, piadoso ojo de la noche
dame tu erial de lágrimas en lluvias
para saciar la sed de mis sequías.
Dame tu luz, tu lámpara de estrellas,
con el ritual sensible de tu boca
hasta encontrarme en el espejo de tus ojos
donde comienza y es tuyo el arco iris.
ECOS LEJANOS
A veces, necesito morir
para saber la edad de la inocencia.
Luego resucito,
cuando la lluvia bendice las raíces
con el abrazo de la abundancia.
En cada nacimiento
me desclavo de las cruces.
Redimido
contemplo el azul.
En éxtasis,
presiento que los signos del amor
reatauran las heridas
dejadas por el recuerdo.
Veo al ángel que nunca me dejó
plegar sus alas sobre la sombra
que camina a mi costado.
Sé, que tal vez nunca sea el elegido
para tocar la luz.
Por eso mis lágrimas
criaturas sin memoria,
son el preludio para aquella canción
del tiempo que se fue, y no puedo recordar.
A veces, necesito morir
y luego resucito,
para saber que aún vivo
en los ecos de la infancia.
“Detrás de la mirada” 2005.
HUMANIDAD DE BARRO
Han callado los himnos
que en el alma me habitaban.
Por eso vuelvo
con el grito del silencio
a buscar crepúsculos despiertos,
en las vetas anquilosadas de mis pasos.
Mi mirada es un océano de piedra
donde golpean los inviernos
sus placeres de triunfo.
Por mis venas
cruzan relámpagos de fuegos
como enormes cicatrices.
Estoy frente al sabor de la desdicha
con una cruz de llanto entre mis manos,
y el cansancio de la luz
desvaría sobre mi humanidad de barro.
Pero sé que aún desde las grietas
donde la muerte hace pactos con el cielo,
vendrá el abrazo apenas perceptible
desde la piel de un ángel sin rostro ni memoria,
que llenará de músicas mis lágrimas
para reconciliarme con Dios y con la vida
“Detrás de la mirada” 2005.
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