AGUSTÍN MARCENARO.
Poeta, artista y realizador audiovisual argentino.
Nació el 24 de Febrero de 1986 en Buenos Aires. Es miembro del Staff internacional de letra de cambio y difunde sus escritos en la web: http://bubonbardo.blogspot.com.es/
Me titularon Agustín Marcenaro
Me titularon Agustín Marcenaro
cuando no imaginaban que usaría barba y pelo largo.
Me parió una santa buscando un santo,
un padre encontrándose con su hermano,
con mi tío revolucionario.
Agustín, obra que tiende a desaparecer,
en su cuelgue tan suyo y ajeno,
de sal y tan dulce.
Amante de pocas pulgas, de muchas lunas,
viudo divorciado con complejo de nene abandonado.
Soltero con anillo y tatuaje con la inicial de LA asesino.
Ningún sueño para el abuelo,
pesadilla para él si me viese leer al Che.
Flaco, de hambre con alas y muletas,
de caminos con suelos fruncidos, de alpargatas con tapones de aluminio.
Agustín, que se acuesta cuando amanece,
que duerme cuando sueña-
Viejo que se siente joven con dolores de rodilla izquierda.
De campera sin el botón que prometió coser ella.
Iluso pero jamás insulso.
Prolijo en su andar desprolijo.
Agustín, sello sin tinta, que cambia mejillas por bocas,
que esquiva pastores y misas para obviar mentiras.
Morocho de pelo rubio, de ojos sin fondo,
de latidos piadosos, de veredas con baldosas flojas.
King Kong sin Hollywood, sin isla, sin Manhattan,
en una larga caída rodeado humanos y otras trampas.
Loco de aspecto bohemio, de rayuelas sin cielo,
de espejos con dueños.
Agustín, granito de arena humillado,
que no sabe entender, que no entiende crecer.
Artista para no morir, para no ser, para no mentir.
Adicto a la pasión, al veneno y al remedio,
a lo sencillo y sus figuras, al laberinto que nos cruza.
Agustín, soñador melancólico y testarudo,
de ímpetu colorido y noches negras con matices grises.
Gigante en el placard,
con coraje de poeta
pero con miedos para alumbrar la noche de un desierto.
Yugular de perro sin domesticar,
casa de techo de chapa- con vista al mar.
Agustín no es ningún misterio,
me lo dijo él,
es un pez en su anzuelo.
BALAS Y DISPAROS
Jamás las balas escucharon el disparo...ya habían impactado....
Como balas que no escuchan los disparos, la gente no escucha al hambre que aturde en corazones fríos colgados del suelo árido de las tierras infértiles que el norte no deja florecer.
Silencio presente en recorridos ruidosos, callado en su centro se vacía por dentro, es un pozo de calles y cordones de veredas ambulantes con testigos mudos.
Fracciones de tiempo herido que van muriendo en plena vida, que van sangrando sus heridas con tragedia enriquecida.
Los consuelos tragan venenos de bichos espesos que crecen deformados con los puños lastimados de pegar a los pegados.
Esperanzas indefensas se pierden con la niebla que generan los que visten con orgullo la codicia.
Fantasmas de hielo derriten los huesos de envestidos guerreros, de quienes amaron la tierra y murieron por ella.
CHAU M.
Fierro helado golpea en mi nuca.
duele su destreza y como mueve sus uñas.
No me lo esperaba, tal vez por esto muestre otro veneno.
Es que siempre fui el ciego que miraba el otro suelo,
el suelo absurdo de la ternura que exportaba
mi alma galardonada por la patraña.
Capital de mis penumbras, ahí peloteaban los enanos dueños
del timbre mudo de las puertas del futuro.
Yo no apoyaba mi oreja para escuchar como defecaba en mi garganta
toda su valentía, ni levante la mirada para caminar por el mañana aburrido que me gritaba huevadas.
Fui un cerdo deseando convertirme en el jamón sabroso que jamás volverías a probar. y ahora soy el jinete que cabalga tus añoranzas, ya venidas a menos por las horas,
por el tiempo que paso entre tu prosa y mis versos.
La mentira levanta los brazos al cielo porque el miedo le vendió una
historia de planes perversos, cargados de la violencia que la ira
me solía mostrar.
Ella juega en la salsa de los ricos condimentos que
buscaba degustar, yo el mismo pimentón disfrazado de pimienta, para
saborear su lengua, para tocarle las tetas y sentirme el dueño
de su cama, de su cara y de su concha.
Le hago sentir que no va poder volver a sentir ese ardor, pero en
el fondo de mis ganas se esconde una idea igualitaria que destierra
la clave marcada por los dedos de mis sinceridades.
Chau m, llévate el postre en una bolsa, mis dedos y milongas y mi
carreta a punto de volcar los melones juguetones que no quisiste probar.
Chau m. anda a buscar un lugar donde la contractura de tus pies no te haga extrañarme, donde tus libertades prostitutas no se hagan las boludas y crezcan con fuerza al cielo de mi destierro.
chau m.
AIRE DE PLACARD
Me asfixio.
El aire es denso,
las nubes lo vomitan
Me quiero acorralar
para pasar a otra forma
Pisos blancos
de madera suave
-acarician-
Abrí esa puerta
del mismo color
-entré
-pasé
a oscuridad
-cerré
hay mas
-me abriga
no se ve
-Mejor!-
Mis rodillas
golpean mi rostro,
es peor
que golpeen de afuera
Alienado
embarco a la mente
Ropa y yo desnudo
-libre.
El aire al pene
excita
¿Que aire?
ni siquiera es viento
Milagro adentro
lo tomo
-exhalo
Necesitaba aire puro.
El aire de un placard.
COSAS
Nadie con la posibilidad de razonar un misterio:
se quedaría de brazos cruzados.
Nadie: podría ser yo.
Yo podría ser nadie.
Pero ni yo ni nadie, podría ser alguno-
aunque algunos podrían ser muchos.
Si quisiese ser más explicito lo sería.
Y si lo fuese, podría ser que no lo quisiese.
A veces creería que supongo demasiadas cosas,
Y otras veces creo que las cosas creen más en mí que cualquiera.
A las cosas les escribo poemas,
Y las cosas no agradecen, ni se emocionan.
Aunque para mí algo ocultan en su forma material,
tal vez sobredosis de sentimientos que les inyectamos- drogas - souvenirs que quedan acá-
Cosas, que son cosas, que son.
Están.
Estoy.
Estamos entre cosas.
Y la naturaleza, en su grandeza omnipotente, diosa inexplicable
si pudiese ser cosa, lo sería.
Y las cosas entre tantas cosas... sospecho: se mueren por llover.
A la naturaleza también le escribo poemas,
Y ella ni las lee, ni las siente.
Aunque dude, y vea en el tronco de esa palmera una sonrisa afectiva,
que me cuida y me mima como si fuese un nieto de mejillas gordas.
Sea como sea: es.
Es naturaleza todos los días. Lunas, estrellas, soles, flores.
Y las cosas todo el tiempo, ocupando espacios, sin ser menos,
Se guardan en ella, poetiza que cada noche recita ausencias
hambre sabor a cartón y su olor de amor masoquista.
Lo hace
para que beba de sus tetas de mujer: leche que me incite a creer en lo que no escribo,
en esos suspiros famosos que cada vez dicen menos y se ocultan detrás de todo lo que soy.
Importa:
Rodeado de cosas, no las hago menos.
Las invento, las escucho y no le doy los gustos que me deben.
Igualmente se que
si las cosas escribiesen, me escribirían poemas.
Letras –arañazos de expresión que
quizás ni siquiera lea, que quizás ni siquiera sienta; yo tampoco.
Pero no me juzguen,
¿quién podría entender a una cosa siendo uno: una cosa tan distinta, siendo uno: naturaleza creadora?
De tanto gotearles mi mente,
No mire al papel que recibe mi tinta sanguínea,
Y de golpe zarpazo, la hoja se me ha puesto a llorar.
Por lo menos:
Ahora que llueves cosa, ya no me tienes porque envidiar.
SE QUE HAY UN CALOR QUE NOS BUSCA
Al tiempo arrepentido de mi destino
no se le puede decir nada.
Él es una bola de ego rodando a través de mis ganas,
recorriendo paciente mis horas,
alimentándose de mis fracasos como si fuesen empanadas salteñas
Escribo pidiendo a ruido de silencio que la mañana no me despierte,
Que no me confunda con alguien más, que yo duermo de día,
Que sueño cuando los pájaros intentan hacer melodías como las que hacía Bob Dylan.
Y entre tanto discurso de amor,
entre tanto ídolo retorciéndose en su infierno,
entre tanta rosa venida a menos,
entre tantos cuerpos escasos de pasión,
entre tanta jaula pintada de libertad,
entre tantas manos trabajando para otras,
entre tanto suicidio masivo en colectivo a la hora pico,
entre tantas lágrimas buscando perdón, entre tanto,
se que hay un calor que nos busca, un calor similar al que logra una chinche al disfrutar de la carne bañada en sangre de algún pie distraído que pensó jamás merecer semejante dolor, un calor padre de Adán, hijo de Eva, un calor desnudo que se desnudaría frente al espejo de sus dudas, sí las tuviera.
risas
Y si la tierra gira es por el escalofrío que le da el ser parte del universo.
“Te explique unas 5 veces querida que ella es una amiga”
Le dice él recordando a Sabina y sus mentiras piadosas.
“¿Vos te pensas que vas a hacer lo que querés?”
Le dice el padre a su hijo, repitiendo lo que una vez su padre le dijo.
“Sos el amor de mi vida, sin vos no puedo vivir”
Me dijo ella creyéndose que lo sentía, haciéndome creer que lo podía sentir.
“¿Qué me decís?” te pregunto yo a vos, buscando una respuesta en tu mirada.
Solo en tu mirada, -SOLO- con tu mirada para que no me distraiga tu boca, para que no me distraigan tus palabras.
“¿Qué te digo?”
Te digo que tengo más de un sueño y que no los quiero soñar en una cama de dos plazas.
MI FRUTO
Te molestas,
distancia que deja crecer aire al zanco largo de tu belleza
Porque lo quieres, y la semilla es tu herramienta
Mi fruto, el que devoré y planté en mis entrañas
para que te hagas inmensa
Hechas raíz, te expandes al pubis
y no envenenas.
Careces de frente.
Olvidas a sus espaldas rancias
y no logras,
sabrás de imposible asunto, en un algún punto, en el tuyo-
Astuta mediante cordura bien disimulada,
autentica, de rostro fingido adherido a caras,
secas al alma,
amagas,
escapas de cada sombra rebelde que se refleja de ayer.
En mi espacio me libero de tu absoluta entrega buscando lo contrario,
abrazando a escondidas un deseo,
rogando que si te rascas no me hagas sangrar.
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