Ludovico Silva
Luis José Silva Michelena (Nació en Caracas, 16 de febrero de 1937 - Murió el 4 de diciembre de 1988), conocido como Ludovico Silva fue un escritor, ensayista, filósofo y poeta venezolano, considerado como uno de los más importantes intelectuales del siglo XX venezolano y uno de los principales pensadores marxistas de ese país.
Hijo de Héctor Silva Urbano y Josefina Michelena, sus hermanos fueron el sociólogo José Agustín Silva Michelena y el economista Hector Silva Michelena. Cursó secundaria en el colegio San Ignacio. Viajó a Europa donde estudió dos años de filosofía y letras en Madrid; un año de literatura francesa en La Sorbona y un año de filología románica en Alemania. En Madrid, un grupo de estudiantes lo bautizó como Ludovico, apodo que sustituyó su nombre, siendo conocido desde entonces como Ludovico Silva. En 1969 egresó Summa Cum Laude, de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela.
En la década de 1960 dirigió y produjo el programa radial La palabra libre. Entre 1964 y 1968 fue secretario general del Ateneo de Caracas, donde participó en la fundación de la revista Papeles, de la cual fue miembro del Comité de redacción. Colaboró en el periódico de tendencia marxista Clarín y en la revista literaria Cal, dirigida por Guillermo Meneses. Juntó con Miguel Otero Silva fundó la revista cultural Lamigal. En la década de 1980 mantuvo una columna en el diario El Nacional, titulada «Belvedere». Desde 1970 ejerció la docencia en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, actividad que compartió con la creación poética y la reflexión filosófica. En su obra filosófica sostuvo que las ciencias eran la materia prima de la filosofía, aunque el terreno propio de la misma era la lógica, ésta última en tanto instrumento u organon. La filosofía no debía centrarse en preguntas sobre el ser, sino ocuparse de los entes. De esta manera declaró la inutilidad de toda pretensión por explicar el universo en su totalidad mediante sistemas filosóficos cerrados. Se dedicó al estudio de los entes sociales, con una orientación marxista que interpreta lo que ocurre históricamente a los seres particulares. Esto le condujo a sostener una concepción contra la verdad universal, proponiendo cambiarla por la observación de verdades particulares, o lo que cada uno ve como hombre particular. En lugar de repetir o parafrasear a los grandes filósofos, de lo que se trata es de transformarlos, superarlos para adecuarlos a las nuevas realidades sociales. Dentro de esta posición transformadora y superadora, se dio a la tarea de redactar un diccionario del marxismo heterodoxo, tratando de mostrar la actualidad y vigencia de conceptos marxistas, a través de la aplicación de tales categorías a la realidad latinoamericana; conceptos tales como dialéctica, materialismo dialéctico, alienación o ideología. Según su interpretación, la dialéctica de Marx no era más que un método para la presentación de los hechos históricos según su dinámica estructural. Respecto al materialismo dialéctico, rechazó la idea de concebirlo como un sistema filosófico. En lo que atañe a la alienación, negó que fuese un factor antropológico, es decir, esencial a la naturaleza humana y propuso verla como un fenómeno histórico. Al ocuparse del concepto de ideología trazó una detallada historia del vocablo llegando a la conclusión de que la ideología es un sistema de valores, creencias y representaciones que generan las sociedades con relaciones de explotación; tales sociedades, con el objeto de justificar esa explotación, la consagran en la mente de los hombres como algo natural e inevitable, como algo esencial. Por el contrario, consideró lo ideológico como algo determinado por la estructura social, pero no mecánicamente, sino dialécticamente, lo que involucra su carácter reversible y cambiante. Por otra parte, abogó por una estrecha unión entre la filosofía y la literatura, y por superar la falsa dicotomía según la cual el literato se dedica al ser concreto y particular, mientras que el filósofo se compromete con lo abstracto y lo general. Algunas de sus obras han sido traducidas al italiano y al alemán. El 1 de mayo de 1996 se estableció la Fundación Ludovico Silva, presidida por su hermano Héctor Silva Michelena, la cual tiene como objetivo la difusión de las manifestaciones culturales venezolanas y latinoamericanas, y la proyección del pensamiento y obra del filósofo y poeta.(Benjamín Sánchez Mujica).
Su visión de la teoría marxista
Ludovico Silva representa para Venezuela lo que José Carlos Mariátegui para el Perú, es decir que probablemente es el autor marxista más respetado y que más contribuyó con el desarrollo teórico del marxismo en los años 60 y 70 en ese país. Ludovico tenía una visión distinta acerca de Marx en referencia a la Escuela Soviética (Academia de las Ciencias de la URSS) y de la Escuela Marxista Estructuralista Francesa. Para él no existía prueba alguna de que Marx teorizara el llamado Materialismo Dialéctico. Para Ludovico Silva esta herencia teórico epistémica del Marxismo Soviético proviene de las especulaciones clasificatorias de las interpretaciones de Plejanov acerca del pensamiento de Marx. Se opuso al dogmatismo y la ortodoxia y al llamado "Manualerismo" impuesto por la academia de las ciencias de la URSS a los militantes de los partidos comunistas alineados a Moscú.
Dice Ludovico Silva que deben tomarse en cuenta, para comprender lo fundamental de toda ideología, los aspectos no conscientes de la misma, dejando, como hacía Marx, la conciencia para cosas contrapuestas a la ideología, como la teoría y ciencia; pero esto le llevó a calificar de contradictorias y absurdas, desde el punto de vista de Marx, expresiones leninistas tales como "ideología revolucionaria", o "el marxismo como la ideología de la clase obrera".
En su obra filosófica mantuvo la tesis de que las ciencias eran la materia prima de la filosofía, aunque el terreno propio de la misma era la lógica. Asimismo, sostuvo que la filosofía no debía centrarse en preguntas sobre el ser sino que debería ocuparse de los entes. De esta manera explicó la inutilidad de toda pretensión por explicar el universo en su totalidad mediante sistemas filosóficos cerrados.
Como pilar fundamental de sus reflexiones se ubicaron los entes sociales, los cuales abordó con una orientación marxista que interpretaba lo que ocurría históricamente a los seres particulares. Esto lo condujo a sostener una concepción contra la verdad universal, proponiendo cambiarla por la observación de verdades particulares, o lo que cada uno ve como hombre particular. Según Ludovico Silva en lugar de parafrasear a los grandes filósofos, de lo que se trata es de transformarlos, superarlos y adecuarlos a las realidades sociales. Por lo tanto dentro de esta posición transformadora y superadora, redactó un diccionario del marxismo heterodoxo, tratando de mostrar en forma actualizada y vigente los conceptos marxistas, a través de la aplicación de esas categorías a la realidad latinoamericana y caribeña; conceptos como la dialéctica, materialismo dialéctico, ideología o alineación.
Según Silva, la dialéctica marxista no era más que un método para la interpretación de los hechos históricos según su dinámica estructural. Respecto al materialismo dialéctico rechazó siempre la idea de concebirlo como una teoría filosófica que explicara la realidad físico-natural, criticando con ello a Federico Engels y su dialéctica de la naturaleza. Para Ludovico Silva el método de Marx sólo era aplicable a la realidad histórico-social, entendiendo entonces el nombre adecuado para este como Materialismo histórico.
Con respecto a la alienación, siempre negó que fuese un factor antropológico, es decir, esencial con la condición humana por naturaleza y propuso verla como un fenómeno histórico. Cuando se ocupó del concepto de ideología, delineó una detallada historia de ese vocablo concluyendo que la ideología era un sistema de valores, creencias y representaciones que generan las sociedades con relación a la explotación; esas sociedades, con el objeto de justificar esa explotación, la consagran en la mente de los hombres como algo natural e inevitable, como muy esencial. Siempre consideró lo ideológico como algo determinado por la estructura social de cada país, a la que no se le puede aplicar mecánicamente, sino dialécticamente, lo que implica su carácter reversible y cambiante.
Silva abogó siempre por la estrecha relación entre la filosofía y la literatura, para los proyectos políticos, y por superar la falsa dicotomía según la cual el literato se dedica a ser concreto y particular, mientras que el filósofo se compromete con lo abstracto y lo general. Por eso en 1976 escribió el anti-manual, para no caer en el dogmatismo escolástico y copiar modelos de otros países, los cuales presintió que fracasarían.
Aportes a la teoría educativo-pedagógica
En su obra filosófica, Ludovico Silva sostuvo que las ciencias eran la materia prima de la filosofía y pedagogía, aunque el terreno propio era la Lógica. Así, como la filosofía no debería centrarse en preguntas sobre el Ser, la pedagogía pretendía explicar el universo docente en un orden cerrado, para así tener la oportunidad de explicar lo concerniente a los seres particulares.
La pedagogía constituye un fenómeno histórico porque nos revela valores, creencias y representaciones que generan las sociedades. Siempre estuvo en guerra contra el dogmatismo. Estudio el auge de los movimientos sociales en Latinoamérica y desafía el paradigma capitalista, donde los líderes del Estado deben construir una alternativa de poder, donde se incluya a los excluidos. Fue considerado como uno de los intelectuales más importante en Venezuela, dedico su vida a la reflexión filosófica. La literatura y el ejercicio a la docencia, manifiesta que tanto la burguesía como el proletariado llegara a la igualación social universal, bajo el principio marxista de cada quien, según sus capacidades para ahorrar. A cada quien según sus necesidades, para él, la pedagogía es el instrumento fundamental para lograr el desarrollo multilateral del individuo, teniendo como base, las coordenadas de consumo y ganancia. Como analista, una vez expreso que “La sociedad es una inmensa soledad gregaria, donde todos son ciudadanos y niños en edad pre escolar”.
La escuela –solía decir- le permite al pueblo ganar autoestima, dignidad y sobre todo esperanza por un porvenir que lo subyuga por una diversidad que lo subyuga y vivifica.
La pedagogía recolecta el material de estudio, los datos empíricos y se establece una organización del mismo, según una orden dada principalmente histórica. Esto es una necesidad a lo interno de nuestras luchas populares, organizar los elementos de estudio en torno a problemáticas históricas.
Como parte central de sus reflexiones, señaló que los entes sociales deben saber interpretar lo que ocurría históricamente a los seres particulares. El proceso de enseñanza aprendizaje se encuentra signado por dos funciones, una referencial y la otra emotiva.
La pedagogía debe ser el instrumento temático para conformar la estructura política y generar criterios antagónicos para llegar a una sola realidad, donde el educando se constituya en la figura central, porque la escuela va a cumplir expresamente una función socializadora.
Algunos de sus poemarios
Tenebra (México, 1964)
Boom! (Caracas, 1965)
In vino veritas (Caracas, 1977)
Cuaderno de la noche (Caracas, 1979)
Piedras y campanas (1979)
Crucifixión del vino (1996, póstumo)
Ensayos
La plusvalía Ideológica (Caracas, 1970)
Sobre el socialismo y los intelectuales (Caracas, 1970)
Teoría y práctica de la ideología (México, 1971)
El estilo literario de Marx (México, 1971)
Vicente Gerbasi y la modernidad poética (Universidad de Carabobo, 1974)
Marx y la alienación (Caracas, 1974)
De lo uno a lo otro (1976)
Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos (Caracas, 1976)
Contracultura (ed. Vadell Hermanos, Valencia,1980)
Dragón
Un dragón no es un
dragón hasta que un
poeta no lo decide.
Yo decido que hay un
dragón que no vomita
fuego, si no piedras.
Y que mira a un rostro de
mujer.
Extrañamente, como si
quisiera cantanr con ella
el coro de la luna.
Sus escamas de piedra
pesan sobre el mundo.
¡Oh dragón unicornio
de mis alucionaciones
nocturnas!
El sexo de los ángeles
Mis ángeles son ángeles con sexo.
Yo, nada teológico, pero erecto y divino
veo una mujer ángel en mis sueños.
Tiene espíritu y carne
y tiembla cuando la toco,
vuela en torno mío
como una mariposa de cristal
y se detiene en lo alto de mi torre
de mármol.
Como invitándome a escalarla.
Mi angelesa me cuenta, por las noches,
después de la tormenta del amor,
cosas acerca de la soledad de dios.
Dios está helado
en su propia memoria,
recordando a Lucifer
el ángel de la luz que lo alumbraba
cuando estaba prisionero
del tedio de la eternidad.
Mi angelesa me sigue a todas partes.
Como una mujer fiel.
Yo amo su sexo puro y hermoso
como el tiempo.
POEMA QUE TODOS PUEDEN LEER
Ellos creen que he muerto. Nunca se han desvivido.
Para tener recuerdos hay que saber de olvido.
Ignoran cuanto dicen, no saben lo que quiero.
El día que yo pacte conmigo mismo, muero.
Veo ríos que van hacia su mar, tranquilos;
veo arañas que urden, en soledad, sus hilos.
Veo paisajes crueles. Mares que se levantan
y enormes animales que todo lo quebrantan;
tumbas que se estremecen y expulsan siglos, dioses
que modulan, cantando, viejas y extrañas voces.
Voces del tiempo de la vida y de la muerte!
Qué tristeza, Dios mío, que yo no pueda verte!
He preferido el canto de los mares divinos
donde vivientes hablan misterios eleusinos.
El mar, donde los muertos flotan. Allí florecen
todos los sembradíos que en la tierra perecen.
Yo no he muerto, yo vivo -y esa es mi diferencia-
de estructura y verdades, y nunca de apariencias.
Si alguien dice que he muerto, que se muera leyendo
estas cosas extrañas que estoy escribiendo.
PÁJAROS
Sobre el horror del mar
danzan los pájaros,
místicas tijeras,
ángeles de este mundo.
Sobre el horror marino
vuelan mis soledades
como relámpagos en la memoria.
Trae el viento
aves del reino perdido,
recuerdos que giran
como signos extraños
sobre la mar de un tiempo recobrado.
Beatriz, tráeme un whisky
Después de tantas vueltas sobre un diamante loco
estoy otra vez en mi certidumbre
de animal condenado.
Beatriz, pásame el ,
tráeme la ginebra pura,
mátame de una vez
con mi propia daga,
anda chica,
vamos a escribir otra vez
In vino veritas.
Yo necesito, amor, cuello de alondra
para llegar al fondo de la botella.
Hay que cantar al hondo de uno mismo.
La vida está ya cansada
de que no la exista,
tengo Cristos que cantan en mis huesos,
canciones de alta mar,
dolores, ay, dolores de ultratumba.
Acércate, mujer, tráeme el Whisky
mas saboréalo primero
para tener la certeza
de que no es un veneno.
Mata en mí su recuerdo,
déjame con el puro presente
y ese futuro mío
que no se sabe si llegará.
Deja la pereza de los huesos,
elévate sobre tus muslos potentes,
rompe a cantar como el Nightgale
de Keats, o mírame como el Raven
de Poe, o como la cerveza de Anacreonte,
o el oinos de Homero,
sumérgeme en el Ponto color de vino,
húndeme en la caverna de mi conciencia,
arrástrame hasta mi propia memoria.
Caminando con las manos,
única parte de mi cuerpo
que aún sirve para algo,
llego todas las noches hasta tu lecho
y te imploro:
“Toma, mi amor, el cuchillo,
el grande, el de la carne
y tasajéame el espíritu”.
No vaciles ya más, muere conmigo,
bébete el último trago,
mi cicuta de ciudadano
extraño a los demás ciudadanos
incluidos los poetas
que me son cada día más extraños.
Aunque sólo sea como símbolo
tráeme un Whisky,
yo ya no quiero el vino de la verdad
sino el Whisky de la mentira
porque la poesía es una verdad
disfrazada de mentira,
porque la poesía es dolor
disfrazado de amor,
la soledad con máscara de todos.
Y ahora, ni tú ni yo somos lo mismo.
Tranquilo y embriagado, te espero.
Quién sabe donde estás, allá en tu sueño.
Debes descender de la cumbre
hacia estos prados inocentes
donde aún aliento y canto.
¡Quiébrame tu dolor como un espero
sobre mi catedral de sueños!
Trae ese trago final, esa materia
líquida y sangrante,
trae la soledad en vasos rotos
antes que las semanas y los meses
me devoren lo poco que me queda.
Yo canto en ti
como un pájaro en la arboleda,
me deslizo en tus aguas
como un pez ignorante de sí mismo,
y al fondo de tus prados
vibro como una torre herida.
Demasiado dolor esconde mi alma
para poderlo repartir.
Debo quedarme con mi Moira, mi porción
de dolor puro y ensimismado,
debo seguir estando en el ser puro,
a fin de que tú, mujer,
me traigas ese Whisky,
ese dolor de todos y ninguno,
tu soledad, tu alma, tus poemas
embriagados como yo mismo,
solitarios como yo mismo,
seres bajo el resplandor de la Nada.
De: Piedras y campanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario