Mónica Sifrim
Nació en Buenos Aires en 1958. Es egresada de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Publicó Con menos inocencia (Nuevas Ediciones Argentinas, 1978); Novela Familar (Ultimo reino, 1990), Laguna (Bajo la luna nueva, 1999) y El mal menor (2008).
Nació en Buenos Aires en 1958. Es egresada de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Publicó Con menos inocencia (Nuevas Ediciones Argentinas, 1978); Novela Familar (Ultimo reino, 1990), Laguna (Bajo la luna nueva, 1999) y El mal menor (2008).
Sus poemas fueron traducidos al inglés, al alemán, al portugués y al francés y han sido editados en diarios, revistas y antologías del país y del extranjero. Recibió la beca del Fondo Nacional de las Artes para creación en poesía en 1997 y la Beca Fulbright en Letras en 1999, gracias a la cual residió seis meses en la ciudad de Berkeley, USA. A su regreso, fue convocada para coordinar las actividades literarias de la Dirección General del Libro y Promoción de la Lectura del Gobierno de Buenos Aires (2001). En 2002 organizó el ciclo “Flora y Fauna” en la Casa de la Poesía y fue invitada a participar del Festival Internacional de Poesía de Trois-RiviÈres, Québec, Canadá, en su edición 2005.
Durante veinte años ejerció el periodismo literario. Actualmente, coordina talleres de escritura creativa y lectura. El mal menor es su cuarto libro de poesía. Para su creación, contó con el apoyo del Subsidio para Autor del Programa de Fomento Metropolitano de la Cultura las Artes y las Ciencias de la Ciudad.
LO QUE MAISIE SABÍA
Para mirar los peces de colores
En el fondo del mar
Y no dejar de ver tus propios pies
Que siguen aleteando
Como pequeños
Animales de tierra.
Te han traído en barco
Desde la orilla hasta los arrecifes de altamar
Podés abandonar su vientre
De medusa
Pero nunca alejarte
De su campo visual.
No es el calor
Y no es la siesta
Y no es el plato de comida
Ni el hombre que te ayuda
Con sus brazos morenos
A escalar.
Un barco es como un prójimo
(Debería decírtelo al revés)
No quiero más bajar
Y no quedarme afuera
De tu catalejo.
Un barco es como un cuerpo
(Debería decírtelo al revés)
Donde esparcir despacio
Las monedas de oro que encontré
Cuando buscaba peces de colores
Que buscaban mis pies
Como pequeños
Animales de tierra.
ESCORZO
Hay hadas que se duermen de cuclillas
Oteando el horizonte.
Cuando haga frío
No tendrán morral
El ermitaño sabe administrarse
Cabe al oso retirarse a soñar
El hada sin embargo
Carece de prudencia
Cuando cae la nieve
La deshace
No ha guardado sustento
Desconoce
El arte de rotar y diluirse
En un súbito
Escorzo
Como el venado escapa
A una velocidad que desanima
Al cínico jinete.
En las alimonadas contorsiones
Del viento
Se diluyen las hadas.
Baila en la sintaxis
Como una chica más
Que va a pasar
El resto de su vida
En una temporada
Intraducible
Le han ligado las trompas de falopio
Con hilo de coser
Bastaría una risa estrepitosa
Para hacerla estallar.
Baila en la sintaxis
Despiadadamente
Canturrea:
Si me lo pedís/ Te doy un nido/
Si me lo pedís/ en voz más alta/
No te doy
Cuando mira la cúspide
No puede no desear
Que llegue arrodillada
En una flor de loto
Deslizando la base
Sobre el río
Y al llegar
Posar el pie
Como una prima dona.
Los años han pasado
Y yo no envejecí.
Sobre mi flor de loto
Pido verte
Porque llevo en la boca una canasta
Con una criatura que te llama papá
Destrozó la costura con berridos
De vida insatisfecha
Te lo traje por fin
No hay cuna que resista
Sus impulsos
Ni pecho que lo
Nutra
Suficiente
Hemos llegado al pico
De la tierra
Flotando
Sin dar un solo paso
Cuando miro hacia abajo
No puedo traducir:
“Acida y fría
Suave es la noche
Y tierna en los andamios”
Tuve que hacerlo. Yo también,
Hice un milagro para vos:
Y si vas a reírte/
No te doy un nido/
No te rías
Ya sé que soy una mujer añosa
El niño fue gestado en una
Nuez.
Pero tiene en los ojos tu mismísimo gesto de mortal
Si pudieras tomarlo
Como prueba de amor
Pero luego dejarlo rodar en los peñascos
Para verificar
Que toda posesión
Es transitoria”.
La voz del abandono
No es
La voz del animal
Que cruza el vado: es otra.
Les pedí: “por favor no me abandonen”
Pero si lo hacen que no sea
Demasiado temprano.
Sé de viajes como apuestas
Que duplican
La cifra
De los naipes
Porque se escabullen a la vez
Del antes y el después.
Viajes sin retorno
A la deriva
Al centro del infierno
Pero si otra vez me quiero ir
Que no sea por rutas conocidas
Que no sea en la víspera
Ni empuje al corazón
El torbellino
De una decisión
Implume.
Vi sobrevolar un cuervo
En la gramilla
Y dije: “cuando se acabe el grano
Volverá por mí”
Tuve al cuervo parado
En la muñeca izquierda
Mirándome a la cuenca de los ojos
Y pensé:”Cuando te mira fijo un ave de rapiña
Palidecen los hábitos
Mundanos”.
Pájaros y páginas
De un epistolario insobornable
Dejan asentado
Que el dolor a secas
No asesina
Si no es embebido por la miel
De la sabiduría
O velado en trágica opalina.
Las reverberancias
Del dolor
Las uvas del dolor
Preñadas
Y la piedra
Que arroja
Sus heridas
Concéntricas al agua.
Vamos, arañita,
Vamos, vamos, conciencia a tu redil.
Y vamos con el cántaro a la fuente.
Cuando venga el cuervo, tendrá hilachas.
De los lirios del valle
Mi Señor
Detesto al que se inclina
Sobre espejos de agua
De los cielos que dicen de tu gloria
Yo, Señor
Detesto
Los veranos
Y de tus enseñanzas
Odio
Las heridas
Que nunca cicatrizan
Sé que todo dolor perecerá
Pero crispa la espera
Si pudieras
Al menos
Darme ojos de tigre para ver
Tras el velo
Del tormento
El escandido
De una
Narración.
La promesa
De caer
Hasta el fin
Y no cansarse
(Esa promesa tiende a caducar)
He visto
Reinas
Agitar
Su abanico
En un gesto cansino
De claudicación.
He visto a un general
Cuando blandía
La bandera blanca.
“Vida –dije- somos pocas
Vos y yo para gastarnos
En la inútil contienda
De confiar eternamente
En algo que no existe”
“¿Y qué haremos ahora?”, me dirás.
No sé.
Quiero sacarme
Estos zapatos blancos
Y dormir un rato
En la banquina.
Ya es de noche. ¿Ves?
Cuando
No se cae
eternamente
Se disciernen los días
De las noches
CODA
Si es posible
Que una hebra
Atraviese el ojo
De una aguja
Por qué no
Arremete la artesana
Con su caja de gubias
La materia
Sosa
Para qué le entregaron
Al nacer
El látigo y el don
La durmieron cien años en la siesta
Hasta que la despierte
Un beso húmedo
Si la aguja se encuentra
En un pajar
Despacio. Con más
Razón
Con más razón
Aun
La pesadilla puede diluirse
En un golpe
De dados
O un capricho
De calidoscopio
No tenía esperanza
Pero sabía
Manejar el látigo
Como una domadora
Y el don de pe a pa
Cuando resiste
De una sala vacía
A otra sala
Un hilo tembloroso
Pende.
Ser leal a un
Hilo de palabras
Frágiles
Procurado por nadie.
Esa instalación no tiene
Dueño.
Si no la escucha el labrador de puentes
Si no la escucha
Y no es leal
Y no recoge
Con el borde mismo de su encía
Un leve acento
De alguien que bebió
Palabras sucias.
Ser leal al genio
Del oído
Y no trastabillar
Cuando cae de bruces
Y se rompe
Su magnificencia.
Aún así servirle de instrumento
Que en el arpa de tu cuerpo
El genio de oído
Escriba un “leit motiv”
Y que la claridad
No se arrepienta de arrimarse a vos
Como no se arrepiente la mañana
De rosados dedos
De yuxtaponerse
Al odio
De la noche.
EL MAL MENOR
La vía del cangrejo
No es cavilación
Sino
Rencilla
Cuando pierde
No piensa que es
Apenas
Un trozo de coral
Perdido en
Un montículo
De arena
Dice que la otra
Carretera
Ofrecería
Menos
Resistencia
Y allá va
Con el zig zag
De un corazón trabado
En la derrota
Piensa que
La izquierda
Será más
Luminosa
Mientras deja la diestra
Acongojado
Pero el cangrejo
Sabe reconocer
El mal menor.
Poema 1
Si tu voz
Me apela por mi nombre
Todos los sonidos
Se levantan.
Hay que ver
Lo bien que suena
Así
El nombre de nacer
No duele
Tanto.
Vamos Adán:
Hay que ponerle nombre a las abejas
A los arroyos grises
Y a los copos de nieve.
A la encina que se llame así:
“Encina, encina”
Y al maíz doblado por el viento,
Una palabra grave: “Movimiento”
Y cuando nos
Cansemos
De llamar a las cosas
Por su nombre
Y en el séptimo día
Reposemos
Todo se llame igual
A su inocencia
El bosque simultáneo
De su bosque
El ave en su avedad
La rosa, rosa.
Poema 7
Una lengua extranjera
No es
Un alfabeto
Morse
De las grullas
Ni tampoco
Un nido de cigüeñas
Es un nido
Para quien
Cruzó los dedos
En la cruz.
Una golondrina sola
Puede cobijarse
En un dedal
Pero no
Dar cauce
A su deseo.
Inútilmente
La canción de cuna
Se resiste
Al golpe
De un bongó
Una lengua hablame
Pero con la
Música hasta el cuello.
No el aturdimiento
Sobre la canción del asesino
En la ruta a Shangai.
Como Góngora en la fuente hablame
Pura sinestesia
Zoo de cristal.
Una lengua extranjera
Tiene siempre
Su elefante de vidrio
Su jirafa a pintas
Y una grulla
De opalina
Para ver pasar y preguntarse
Si eso
En realidad
No se llama
Cigüeña.
De una sala vacía
A otra sala
Un hilo tembloroso
Pende.
Ser leal a un
Hilo de palabras
Frágiles
Procurado por nadie.
Esa instalación no tiene
Dueño.
Si no la escucha el labrador de puentes
Si no la escucha
Y no es leal
Y no recoge
Con el borde mismo de su encía
Un leve acento
De alguien que bebió
Palabras sucias.
Ser leal al genio
Del oído
Y no trastabillar
Cuando cae de bruces
Y se rompe
Su magnificencia.
Aún así servirle de instrumento
Que en el arpa de tu cuerpo
El genio de oído
Escriba un “leit motiv”
Y que la claridad
No se arrepienta de arrimarse a vos
Como no se arrepiente la mañana
De rosados dedos
De yuxtaponerse
Al odio
De la noche.
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