JULIO FERNÁNDEZ PELÁEZ
22-09-1963. Manzanal de Arriba (Zamora)
Reside en Vigo (España).
inauditos(@)gmail.com
Actividades:
Dramaturgo, escenógrafo, poeta, novelista… Desarrolla su labor artística y literaria desde 1989. Ha participado en numerosos eventos de arte de acción y performance. Desde 2009 coordina el ciclo de poesía experimental ‘Poéticas para una vida’, en el Museo Verbum, de Vigo. Es fundador de la revista de artes escénicas NÚA.
En 2012 ganó el VI Premio El espectáculo teatral, para textos teatrales, organizado por la revista del mismo nombre.
Bibliografía:
2011. Filamentos de tiempo, Colección de Teatro de Ediciones Irreverentes, ISBN: 8496959934.
2010. Gomas de borrar resplandores. Edita T. ISBN: 8461309764
2009. 1+1 tendiendo a 2, Poemas en cerillas para la librería arrebato: ISBN: 84612608
2008. Poemas Avisuales, con el heterónimo Daniel Rojo, Edita T. ISBN: 8461211839
2008. K-mandra o la velocidad de los sueños, Edita T. ISBN: 8461169856
2006. La ciudad de los colores. Cuento para niños. Editorial: Diputación provincial de Cuenca. ISBN: 848731910
2005. La losa baila el agua, Edita T, ISBN: 8460953629.
2004. Poemas pequeños, con el heterónimo de de Emilio Zörn, ISBN: 8460954641.
2001. La risa del conejo, Edita T: ISBN: 846090668X
La poesía visual, constructora de mundos.
Es posible que pueda existir la poesía sin un sentido, sin una significación precisa, pero no sin lenguaje. La poesía es ante todo lenguaje, y en él habita, en su interior se sumerge y se expande. Pero el lenguaje, articulado con significantes y no con palabras, no siempre se nos ofrece blando, poroso, manejable. Con frecuencia, su profunda riqueza arcillosa es inexpugnable y negadora de símbolos convencionales.
Escribir, sin embargo, es otra cosa, escribir es impulso, gesto, impronta, pensamiento. Escribir, diría yo, es semejante a pintar. En el acto de escribir no se es necesario mover ni inventar signos para que el mundo pueda ser reinterpretado. La poesía, en cambio, tiene en sus raíces la materia innombrable de la música, su resistencia a formar parte de lo estrictamente conceptualizable.
La poesía visual posee, además, con su poder sinestésico de transportar significantes a lo largo y ancho del mundo de las emociones, la responsabilidad de vehicular discursos, dar forma a la mirada con la que tratamos de aprehender esa realidad adyacente que se nos escapa.
Su afilada ironía provoca nacimientos de nuevos seres, críticos y rebeldes que a su vez dan origen a nuevas miradas capaces de descubrir capa a capa lo que de manera codificada llega a nuestros sentidos. Sólo ella, desconfiada y atenta, es capaz de hacer girar a las palabras sobre sí mismas para que se revuelquen en el absurdo de lo que culturalmente se nos ha hecho creer que significan.
En su navegación sin rumbo en el imaginario de los signos, la poesía visual no efectúa un recorrido lineal de captura de imágenes y posterior representación. Ella no representa, se autodefine como imagen existente sólo en la imagen, en su sonoridad no audible.
Hace posible comprender un paisaje de un golpe de vista a través de un poema, hace posible ver una realidad social sólo con una inaudita combinación de elementos viejos, extraídos de la iconografía mercantil del arte, hace posible establecer paradigmas de cambio sociales, donde no sea posible bloquear la circulación libre de pensamientos porque las cosas dejan de significar lo que significan sólo con ser repensadas.
Su puntería a la hora de hallar la esencia de lo que somos es posible gracias a su rudimentario traje, en el que apenas hay técnicas que aprender, apenas collage, sólo una intención de búsqueda de lo concreto, aquello que con más fuerza da vida a los significantes para que entren a ser también ellos objetos sin materia, ideas con volumen y peso configuradores de mundo.
Julio Fernández Peláez
Fuego civilizado
Recorte de realidad
Oscuridad
Martillo
Océano
Alta velocidad
Equivocación fruto del silencio
Especulación
Aquí no yace nadie
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