miércoles, 5 de septiembre de 2012

7707.- ESTHER M. GARCÍA






Esther M. García (Cd. Juárez, Chihuahua, México, 1987) Poeta, narradora y fotógrafa. Radica en Saltillo, Coahuila y es Licenciada en Letras Españolas por la UA de C. Ha colaborado en  periódicos y revistas como Espacio 4, La Palabra, Vanguardia, Día Siete, Plaza Ludens, Lóbulo temporal, palabrasmalditas.net y Pirocromo. Mención honorífica del concurso estatal ¿Por qué es mi consentido? (2004). Premio Nacional de cuento “Criaturas de la noche” (2008).  Es autora del libro de poesía La Doncella Negra ( La Regia Cartonera , 2010) y el libro de cuentos Las tijeras de Átropos (Editorial UA de C). Ha sido antologada en Los Nuevos Perros Románticos (Ediciones digitales Ohcultos de Lima, Perú); en México Lindo y Querido —Reunión actual de poesía mexicana con causa—  (Acequia va de nuez/UANL) y en Three Messages and a Warning , Contemporary Mexican Stories of the Fantastic (Small Beer Press).




La doncella negra

I.

Mi madre es como un perro rabioso
queriendo morder y destrozar
 mi alma con sus rabiosas palabras
a mi
la benjamina
la enferma
la tonta
la rosa que no tiene pétalos sólo espinas

Mi madre es la gran niña con la hoz negra
la gran devoradora de pájaros
escupidora de aves tornasoles
masticadas por el gran diente fervoroso de la religión

Así es mi madre
− ¿Verdad que sí doncella negra?−
Ni siquiera ha de imaginar 
que orino miedo por las noches
pensando qué pasará cuando ella muera
Ella sólo piensa “Dios mío Dios mío ¿porqué me habrás dado 
por hija a esta estúpida
maldita
      malditita
               malditilla
pendejuela?”

Mi amor por ti madre
es una flor hecha de vísceras secas







El suicidio de Dorothy Hale
(Frida Kahlo, 1938/39)

I.

Aquí huele a rojo:
en la habitación, en las bebidas, 
los gritos, la gente.
Adiós a la buena comida,
a los criados, la vida cara.

Aquí huele al vómito de la muerte.
La gente en la fiesta ríe,
mi máscara con ellos canta y
por dentro, el olor fétido
de quien sabe que la vida
ya no sabe a nada.







Paraíso Artificial

Primero cómprate las tetas de silicona más caras y
luego cambia tu rostro, en la clínica más barata, por uno más nuevo;
al fin y al cabo eres un sombra más caminando y 
soñando que es una modelo o estrella de cine
entre estas cerezas podridas del nuevo sueño gringo.

Inhala dulcemente el aroma agrio de la cocaína
hasta que tu nariz reviente en serpentinas rojas.
Métete- teté hasta el fondo de las orejas el poderoso
Do sonoro de las anfetas.

No pienses,
la televisión y el YouPorn
lo harán por ti
y gratuitamente te harán famos@
en esta nuez podrida.

Deja tu alma en los avatares de Internet
y olvida a tus amigos en los campos estériles 
de lo que era tu conciencia.
Compra coca-cola’s.

Demanda a Dios
Todopoderosohacedordeluniverso
por no cumplir sus promesas eternas
o córtale el cuello en la versión más moderna
del Playstation. No sientas pena;
desde el siglo XIX sabemos que “Dios ha muerto”.

Conviértete entonces en el súper-hombre-metrosexual:
depílate la ceja, bórrate la nariz, arráncate la boca; 
desaparece cual mago tus ojos, 
que no quede nada de lo que eres, eras, fuiste.

Aquí todos flotamos.
Somos pelusas en este aire tecnológico-cibernético
Donde las flores 
ya nacen muertas.





Dead woman´s city 

Cuento las estrellas en el cielo y 
pienso en los ojos de los muertos 
que se encienden como faroles para coronar la noche 
Pienso en Ciudad Juárez 
y en las bocas de sus mujeres y sus palabras secas 
resbalando por sus lenguas atemorizadas en la hora de la muerte 

Así brillan los ojos de las muertas de Juárez 
en las noches ebrias del Paso 
Brillan como luciérnagas moribundas 
que se apagan al salir de la maquila 
de la casa 
de la escuela 

Un panteón estelar me saluda desde “El chamizal” 
donde mi padre y mis hermanos quemaban hojas secas 
para ver en pequeña escala 
cómo podían hacer arder al mundo 

El panteón del cielo no es muy diferente al panteón en el desierto 
Basta con saber que 
al igual que no puedo calcular el número de estrellas 
no puedo calcular el número de mujeres muertas 
ni saber cómo 
ni cuándo 
ni dónde 
o en qué día 
fue que dejaron de brillar ante mis ojos 

Juárez es un Auschwitz moderno 
donde día a día huele a carne quemada 
flagelada violada 
o un campo de concentración en Atacama 
en donde las mujeres se secan como vísceras 
expuestas al sol 

Ni la policía mexicana 
Ni la border patrol 
Saben donde están sus huesos 
sus nombres 
el grito de su sexo pidiendo auxilio 
No 
Aquí en Juárez nadie escucha 

Todo es silencio 

Un arma puede volarte la tapa de los sesos 
durante una manifestación en una plaza 
todos vemos pero somos conejos paralizados 
Una madre muere 
Una hija muere 
Unaesposaunaprimaunatíaunahermanaunanovia 
Y nadie hacemos nada 

Yo miro desde aquí 
desde lejos 
el holocausto en que se ha convertido la ciudad en que nací 
He oído a gringos que moralizan penalizan y cuchichean 
El eterno Tío Sam diciéndome: 
“you’re just a simple browny speaking mexican” 
como si la sangre de las mujeres de mi patria no valiera 

Hay muchos que gustan de ver el mundo arder 
como las pilas de muertos en los campos de concentración alemán 
como en los desiertos de Arizona y sus migrantes muertos 
plantados como semillas secas que nunca van a germinar 

El mundo arde 
Y algunos ríen 
El mundo arde 
Y ellas mueren 
El mundo arde 
Y florecen los ojos de los muertos 
El mundo arde 
y los ojos de ellas 
brillan en el cielo de El Paso como grandes 
y pequeñas estrellas sin que nadie las vea 







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