Carolyn Forché
Carolyn Forché (Nacida el 28 de abril 1950 en Detroit, Michigan- EE.UU.) es poeta, editora, traductora, y defensora de los derechos humanos.
BIBLIOGRAFÍA:
Women in American Labor History, 1825-1935: An Annotated Bibliography (Michigan State University, 1972), with Martha Jane Soltow and Murray Massre
Gathering the Tribes (Yale University Press, 1976), ISBN 0-300-01983-1
History and Motivations of U.S. Involvement in the Control of the Peasant Movement in El Salvador: The Role of AIFLD in the Agrarian Reform Process, 1970-1980 (EPICA, 1980), with Philip Wheaton
The Country Between Us (Harper & Row, 1981), ISBN 0-06-014955-8
El Salvador: Work of Thirty Photographers (W.W. Norton, 1983), ISBN 0-86316-063-8
Against Forgetting: Twentieth-Century Poetry of Witness (W.W. Norton, 1993), ISBN 0-393-03372-4 (ed.)
The Angel of History (HarperCollins, 1994), ISBN 0-06-017078-6
Writing Creative nonfiction: Instruction and Insights from Teachers of the Associated Writing Programs (Story Press, 2001), ISBN 1-884910-50-5 (ed. with Philip Gerard)
Blue Hour (HarperCollins, 2003), ISBN 0-06-009912-7
SERVICIO SELECTIVO
Nos levantamos de la nieve donde estuvimos
acostados y llevados por el aire como niños,
desde el dibujo de alas perfectas y trajes de fiesta,
y nos tambaleamos con aliento a vino, hacia la ciudad
donde la gente está construyendo
sus ejércitos de nuevo, pocos años después
de las bolsas de cadáveres, de los incendios. Hay un hombre
al que he llegado a amar después de los treinta, y tenemos
nuestros rituales de café, de aeropuertos, la pena.
Después del amor, fumamos y dormimos
con unas revistas, dos copas
y el colapso negro y blanco de las horas.
¿En qué tiempo vivimos que es tan tarde
para tener chicos? ¿En qué lugar,
que sólo pensamos diversas formas de abandonarlo?
No hay lugar desde hace tiempo
para una tarjeta de servicio selectivo destruida
durante un combate, la prisión que viene luego,
una bandera desgarrada por el viento en su palo
y los muchachos enviados a casa en bolsas de basura.
Les diremos todo. Están en la edad de aprender fracciones.
Les diremos todo sobre las fracciones.
La mitad de nosotros están muertos o callados
o perdidos. Dejen que hablen por sí mismos.
Nosotros nos echamos en los prados y dejamos atrás
los cadáveres de ángeles.
(Traducción de Jorge Aulicino)
QUITÁNDOME LA ROPA
Me quito la blusa, me exhibo ante ti.
Rasuré el vello de mis axilas.
Enrollo mis pantalones,
raspé el vello de mis piernas con un cuchillo,
me quedaron blancas.
Mi cabello tiene el color del sicomoro recién cortado.
Mis ojos son oscuros como porotos cocinados en el sur.
(Minas lunares de carbón sobre colinas deshechas.)
Mi piel pulida como un jarro Ming
ostentando sus grietas de sangre, su edad.
Cientos de nombres tengo para la nieve,
para esto ellos mudos.
En la noche voy hacia ti y me da pena
malgastar mis más íntimos escalofríos
contra el muro de un hombre.
Reconoces a los extraños,
piensas que has sobrevivido a la destrucción.
No puedes explicarte esta noche, mi rostro, tu recuerdo.
¿Quieres saber lo que yo sé?
Tus dos manos mienten.
The Country Between Us, HarperCollins Publishers, 1981
Versión de J. Aulicino
EL CORONEL
Lo que has oído es verdad. Estuve en su casa. Su mujer llevaba
una bandeja con café y azúcar. Su hija se limaba las uñas, su
hijo salió esa noche. Había periódicos, perritos, una pistola
sobre el cojín a su lado. La luna se mecía desnuda con su
cuerda negra encima de la casa. En la televisión daban un
programa policíaco. Era en inglés. Había botellas rotas
empotradas en la cerca que rodeaba la casa para arrancar las
rodilleras de un hombre o cortar sus manos en pedazos. En
las ventanas, rejas como las de las tiendas de licores. Cenamos
cordero a la parrilla, un buen vino; una campanilla de oro estaba
sobre la mesa para llamar a la criada. Ella nos trajo mangos
verdes, sal, un pan especial. Me preguntaron si me gustaba el
país. Hubo un breve anuncio en español. Su mujer se lo llevó
todo. Luego se habló sobre lo difícil que ahora resultaba
gobernar. El loro dijo “hola” en la terraza. El coronel le dijo
que se callara, y se levantó pesadamente de la mesa. Mi amigo
me dijo con sus ojos: no digas nada. El coronel volvió con
una bolsa de las que se usan para traer comestibles a casa.
Esparció muchas orejas humanas sobre la mesa. Eran como
orejones dulces partidos en dos. No hay otra manera de decirlo.
Cogió una en sus manos, la sacudió en nuestra presencia y la
dejó caer en un vaso de agua. Allí revivió. Estoy hasta las
narices de tonterías, dijo. En cuanto a los derechos humanos,
dile a tu gente que se joda. Con su brazo tiró todas las orejas
al suelo y levantó en el aire el resto de su vino. Algo para tu
poesía, ¿no?, me dijo. Algunas orejas del suelo recogieron este
retazo de su voz. Algunas orejas del suelo fueron aplastadas
contra la tierra.
LAS CONJURADORAS. SEIS POETAS NORTEAMERICANAS.
Introducción y traducción de Noël Valis. Esquío-Ferrol, 1993.
Travel papers
CAROLYN FORCHÉ
Traducción: DANIEL ARANA GARCÍA DE LEÁNIZ
CUADERNOS DE VIAJE
Al silencio de aquella que permite soñar.
—René Char
En barco a la isla de Seurasaari (1), donde
los peces pequeños se llaman corégonos.
Un hombre sopló un corno de abedul
hacia el mar sin noche.
Queda todavía la voz. Fuego que no es fuego.
Más allá, años desconocidos aún por vivir-
Las campanas de la torre tañidas todas de
golpe, luego una por una, las horas. Fuera
(de modo fugaz) nosotros mismos-
En un espejo inmóvil, comienza en un azul
interno, soñándose a sí mismo, este
viaje terrenal
que pensó en ser desde lo oculto hasta el final de lo visible.
Montañas delante y detrás,
brezos y líquenes, aquilea, aulaga,
luego, una villa marinera de hojas de chartreuse (2).
El combustible gastado, viento
quemado, cisnes en silencio.
Condujimos por la línea de abedules
de la autopista desde Dresde
a Berlín, detrás de coches
blindados al atardecer, diecinueve de junio,
pasando la nube negra de un tren de carga
de Budapest.
Entre pueblos fantasma,
caballos de un pasado que pacen campos desvanecidos.
El año anterior a tu muerte, América
fue a la guerra otra vez al
otro lado del mundo.
Así es como la tierra se convierte,
dijiste, en una gruta de esqueletos.
En las ruinas de la estación: una cama empapada,
sillas rotas, una estufa muerta.
El tiempo en blanco, la tiza y el basalto,
frailecillos, fucsia y una historia del disparo
a través de las partículas
del reconocimiento: ésta
humedecida con gasolina
y después incendiada, y la otra bebiendo
cuarenta rondas, aquella
apareció once años después en un pantano.
En la comisaría, mapas
imaginarios, humo que persigue el viento,
un registro de las llegadas, cuadernos de
bitácora de barcos fantasma y unos pocos
diarios de presidio escritos en papel de seda.
¿Recuerdas los lirios azules?
¿La gruta, la escarcha, el friso?
A través de las ventanas de vidrio soplado
antes de la guerra, un abedul deja caer la nieve
a través de sus miembros sobre otros abedules. Ramitas de abedul en el viento a
través del cristal.
¿De qué íbamos en esos tiempos? ¡Menuda
carcajada al arrancar la mañana
su luz de nosotros!
Dijiste que estaban los cementerios llenos de voz
como si se trenzase el viento entre sauces -los campos
floridos pero en silencio, sin saltamontes ni abejas.
¿Qué quieres entonces? Tú y tu…
siempre nunca (3), desconocido,
tu libro de cosas, tú
con los años a punto de ser vividos.
Tu padre cree que te llevó
con él y que estás
en una urna al lado de tu madre dormida
pero yo estoy escribiendo aún con tu mano,
mientras perseveras en tus palabras encendidas.
Es tal la tristeza del piano y la luz de luna del rifle.
Las escaleras recuerdan tal y como lo hacen las puertas, pero no las ventanas.
no, al despertar, mirar por una ventana
si deseas recordar tu sueño
Un dolor de esperanza ya que volverás-
la bandada que grazna no es tu venida.
¿Has flotado hacia Salzburgo? ¿Un viento
en los campos de mostaza?-o en su lugar, caminado junto
a mí, a través del manicomio en Cracovia?
Horas después de tu muerte parecías estar
en todas partes a la vez como las golondrinas al atardecer.
Ahora tus momentos son nubes
en una fotografía de golondrinas.
En la hora abierta
entre el día y la noche
bajo las lluvias de Perseidas
nos abrazamos por una última vez.
Muerto, susurraste ¿dónde está el camino?
Allí, a través de la última de las sentencias, justo allí-
a través de la última de las sentencias, el camino -
TRAVEL PAPERS
Au silence de celle qui laisse rêveur.
—René Char
By boat to Seurasaari where
the small fish were called vendace.
A man blew a horn of birchwood
toward the nightless sea.
Still voice. Fire that is no fire.
Ahead years unknown to be lived—
Bells from the tower in the all-at-once, then
one by one, hours. Outside
(so fleetingly) ourselves—
In a still mirror, in a blue within
where this earthly journey dreaming
itself begins,
thought into being from the hidden to the end of the visible.
Mountains before and behind,
heather and lichen, yarrow, gorse,
then a sea village of chartreuse fronds.
Spent fuel, burnt
wind, mute swans.
We drove the birch-lined
highway from Dresden
to Berlin behind armored
cars in late afternoon,
nineteenth of June, passing
the black cloud of a freight
truck from Budapest.
Through disappearing
villages, past horses grazing vanished fields.
The year before you died, America
went to war again on the other
side of the world.
This is how the earth becomes,
you said, a grotto of skeletons.
In the ruins of a station: a soaked
bed, broken chairs, a dead coal stove.
White weather, chalk and basalt,
puffins, fuchsia and history shot
through with particles
of recognition: this one
wetted down with petrol then
set alight, that one taking
forty rounds, this other
found eleven years later in a bog.
In the station house, imaginary
maps, smoke chased by wind, a registry
of arrivals, the logs of ghost
ships and a few prison
diaries written on tissue paper.
Do you remember the blue-leaved lilies?
The grotto, the hoarfrost, the frieze?
Through the casements of glass hand-blown
before the war, a birch tree lets snow drop
through its limbs onto other birches. Birch twigs
in wind through glass.
Who were we then? Such
a laughter as morning peeled
its light from us!
You said the cemeteries were full in a voice
like wind plaiting willows—fields in bloom
but silent without grasshoppers or bees.
What do you want then? You with your
neverness, your unknown,
your book of things, you
with once years ahead to be lived.
Your father believes he took you
with him, that you are
in an urn beside your sleeping mother
but I am still writing with your hand,
as you stand in your still-there of lighted words.
Such is the piano’s sadness and the rifle’s moonlight.
Stairwells remember as do doors, but windows do not—
do not, upon waking, gaze out a window
if you wish to remember your dream
An ache of hope that you will come back—
the cawing flock is not your coming.
Did you float toward Salzburg? A wind
in the mustard fields?—or walk instead
beside me through the asylum in Krakow?
Hours after your death you seemed
everywhere at once like the swifts at twilight.
Now your moments are clouds
in a photograph of swifts.
In the hour held
open between day and night under
the meteor showers of Perseid
we held each other for the last time.
Dead, you whispered where is the road?
There, through the last of the sentences, just there—
through the last of the sentences, the road—
SAN ONOFRE, CALIFORNIA
Nos hemos adentrado en el sur.
Allende, las más viejas desgranan
habas sobre sus negros chales,
Talla su nombre Portillo en las
paredes, entre las finas cenefas de
meado, los chicos acarician el lodo.
Si seguimos, podríamos parar en
la calle, en el lugar exacto donde
alguien desapareció y oiríamos
aquel ¡Ven con nosotros!. Si eso ocurriese,
viviríamos maniatados el resto de
nuestras vidas. Por eso
nos basta con escuchar cómo
mece el suave viento los limones, o
masca un perro una rodillera amarilla
sobre la terraza, sabiendo que mientras
eternamente se dirijan hacia el norte
los pájaros y el tiempo cálido, los lamentos
de aquellos que desaparecen pueden
tardar años en llegar hasta aquí.
SAN ONOFRE, CALIFORNIA
We have come far south.
Beyond here, the oldest women
shelling limas into black shawls.
Portillo scratching his name
on the walls, the slender ribbons
of piss, children patting the mud.
If we go on, we might stop
in the street in the very place
where someone disappeared
and the words Come with us! we might
hear them. If that happened, we would
lead our lives with our hands
tied together. That is why we feel
it is enough to listen
to the wind jostling lemons,
to dogs ticking across the terraces,
knowing that while birds and warmer weather
are forever moving north,
the cries of those who vanish
might take years to get here.
EL MUSEO DE LAS PIEDRAS
Aquí tienes tu museo de las piedras, dispuestas en latas y cajas de cerillas,
recogidas a la orilla del camino, en la alcantarilla y el viaducto,
el campo de batalla, el trilladero, la basílica, el matadero,
piedras que los tanques soltaron en las calles
de una ciudad cuyo plano primario se hizo en tinta sobre lino,
piedras de un patio de escuela en la mano de un cadáver,
el guijarro del oui (4) de Apollinaire,
la piedra de la mente dentro nuestro
portada de un silencio a otro,
piedra del crónlech y del túmulo, esquisto y pizarra, hornablenda,
ágata, mármol, muela y ruinas de coros y astilleros,
tiza, marga y lodolita de templos y tumbas,
piedra de la hierba plateada junto al cadalso,
piedra del túnel forrada de huesos,
lava de la sepultura de la ciudad,
lasca del faro, muro de prisión, del escriptorium,
piedras del pavimento salidas de las manos de los que enfrentaron
al ejército,
piedras de donde fueron a caer las campanas, de donde volaron
los puentes,
de las que se arrojaron contra las ventanas y las peticiones sensatas,
feldespato, cuarzo rosa, pizarra, esquisto azul, gneis y calcedonia,
escombros de un monasterio al atardecer, roca silícea de un dedo
del Buda dinamitado en Bāmiyān (5),
piedras del monte de las tres cruces y el sepulcro,
de la chimenea en la que las cigüeñas chillaban como humanos
recién nacidos,
piedras recién caídas de las estrellas, quietud de piedras, corazón,
altar y linde de piedra, poste y vasija, escayola primaria, veta y granizo,
piedras del puente y otras para enlosar y hacer callar,
piedra de manzana, piedra de afilar, terrón, grano, quebrantapiedras,
piedra de zarza, piedra de helecho, liquen, hepática, camuesa y raíz,
concreción del cuerpo, tan ciega como fría y sorda,
la tierra una cantera, trabajo de toda una vida, rostro pétreo, tranca de piedra,
con la esperanza de que este acervo, considerado en su conjunto,
llegue a ser capilla o lugar santo, osario, fijo y sacro,
como la piedra que marcó la ruta del sol cuando accedió al amanecer
de lo humano.
THE MUSEUM OF STONES
This is your museum of stones, assembled in matchbox and tin,
collected from roadside, culvert, and viaduct,
battlefield, threshing floor, basilica, abattoir,
stones loosened by tanks in the streets
of a city whose earliest map was drawn in ink on linen,
schoolyard stones in the hand of a corpse,
pebble from Apollinaire’s oui,
stone of the mind within us
carried from one silence to another,
stone of cromlech and cairn, schist and shale, hornblende,
agate, marble, millstones, and ruins of choirs and shipyards,
chalk, marl, and mudstone from temples and tombs,
stone from the silvery grass near the scaffold,
stone from the tunnel lined with bones,
lava of the city’s entombment,
chipped from lighthouse, cell wall, scriptorium,
paving stones from the hands of those who rose against the army,
stones where the bells had fallen, where the bridges were blown,
those that had flown through windows and weighted petitions,
feldspar, rose quartz, slate, blueschist, gneiss, and chert,
fragments of an abbey at dusk, sandstone toe
of a Buddha mortared at Bamiyan,
stone from the hill of three crosses and a crypt,
from a chimney where storks cried like human children,
stones newly fallen from stars, a stillness of stones, a heart,
altar and boundary stone, marker and vessel, first cast, lode, and hail,
bridge stones and others to pave and shut up with,
stone apple, stone basil, beech, berry, stone brake,
stone bramble, stone fern, lichen, liverwort, pippin, and root,
concretion of the body, as blind as cold as deaf,
all earth a quarry, all life a labor, stone-faced, stone-drunk
with hope that this assemblage, taken together, would become
a shrine or holy place, an ossuary, immovable and sacred,
like the stone that marked the path of the sun as it entered the human dawn.
SERVICIO SELECTIVO
Nos levantamos de la nieve donde estábamos
acostados y al vuelo como niños,
desde la huella de alas perfectas y trajes de fiesta,
nos tambaleamos con aliento a vino, hacia la ciudad
donde la gente está construyendo
sus ejércitos de nuevo, pocos años después
de las bolsas de cadáveres, de los incendios. Hay un hombre
al que he llegado a amar después de los treinta, tenemos
nuestros rituales de café, de aeropuertos, añoranza.
Después del amor, fumamos y dormimos
con unas revistas, dos copas
y el colapso en blanco y negro de las horas.
¿En qué época vivimos que es tan tarde
para tener hijos? ¿En qué lugar,
que sólo pensamos en diversas formas de abandonarlo?
No hay censo desde hace tiempo
para una tarjeta de servicio selectivo arrugada
durante un combate, la prisión que viene luego,
una bandera desgarrada por el viento en su asta
y los muchachos enviados a casa en bolsas de basura.
Les contaremos todo. Están en la edad de aprender fracciones.
Se lo diremos todo sobre las fracciones.
La mitad de nosotros están muertos o callados
o perdidos. Dejad que hablen por sí solos.
Nosotros nos tumbamos en los prados y dejamos atrás
los cadáveres de ángeles.
SELECTIVE SERVICE
We rise from the snow where we’ve
lain on our backs and flown like children,
from the imprint of perfect wings and cold gowns,
and we stagger together wine-breathed into town
where our people are building
their armies again, short years after
body bags, after burnings. There is a man
I’ve come to love after thirty, and we have
our rituals of coffee, of airports, regret.
After love we smoke and sleep
with magazines, two shot glasses
and the black and white collapse of hours.
In what time do we live that it is too late
to have children? In what place
that we consider the various ways to leave?
There is no list long enough
for a selective service card shriveling
under a match, the prison that comes of it,
a flag in the wind eaten from its pole
and boys sent back in trash bags.
We’ll tell you. You were at that time
learning fractions. We’ll tell you
about fractions. Half of us are dead or quiet
or lost. Let them speak for themselves.
We lie down in the fields and leave behind
the corpses of angels.
NOTAS
(1) Isla de Helsinki, conocida principalmente por ofrecer un museo al aire libre.
(2) Se trata de las plantas aromáticas, de color amarillo verdoso, con las que se elabora el licor homónimo, por los monjes cartujos del monasterio de Saint-Pierre-de-Chartreuse, en Isère, Francia.
(3) Se ha tratado de reflejar el sentido de la propia autora, pero sin inventar un nuevo vocablo castellano, habiendo elegido pues la variante en nuestra lengua que más se acerca al original.
(4) Aparentemente, una cita al comienzo de un poema de Apollinaire, escrito en forma de carta a su amada Lou.
(5) Forché se refiere a las famosas cuevas con estatuas gigantes de Buda, situadas en Afganistán y que datan del siglo V, destruidas por los talibanes en 2001.
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