Dorothea Tanning
Dorothea Tanning (Illinois, 25 de agosto de 1910, Nueva York, 31 de enero de 20121 ) fue una pintora, ilustradora, escultora y escritora estadounidense. Diseñó también decorados y trajes para ballet y teatro.
Nacida en Galesburg (Illinois), Tanning vivió en París durante veintiocho años. Conoció al pintor alemán Max Ernst en 1942 con quien se casó cuatro años más tarde (su cuarta esposa, tras Luise Straus-Ernst en 1918, Marie-Berthe Aurenche en 1927 y Peggy Guggenheim en 1942). Ernst la introdujo en el grupo de los surrealistas. Su obra más conocida, Eine kleine Nachtmusik (una oscura pintura llena de simbolismo, irónicamente llamada igual que la alegre serenata de Mozart), muestra sus vínculos con el grupo, aunque más tarde su estilo artístico pasó a ser impresionista.
En 1946 se casa con Max Ernst en una doble boda junto con la pareja Man Ray (fotógrafo) y su novia, Juliette Browner.
Vivió y trabajó en la ciudad de Nueva York donde también escribió poesía. Falleció el 31 de enero de 2012 en su casa de Manhattan.
Mujer saludando a los árboles
Lo normal es que nadie
se dé cuenta al principio.
Me ha dado por maravillarme
de los árboles del parque.
Algo puedo deciros:
son hermosos
y lo saben.
También están exhaustos,
cientos de años
atascados en el mismo lugar:
hermosos paralíticos.
Cuando estoy a sus pies
sienten que los observo,
miran cómo agito mi necia
mano, y envidian la alegría
de ser un blanco móvil.
Los ociosos que pueblan los bancos
empiezan a fijarse.
«Hay gente para todo…»,
se oye decir.
Muchos tienen los ojos
perdidos en el suelo,
como si de verdad no hubiera nada
que mirar, hasta que
ahí va esa mujer
saludando a las ramas
de estos viejos árboles. Alzad
la frente, amigos, mirad arriba,
puede que veáis más
de lo que nunca os pareció posible,
justo ahí donde algo
la saluda tal vez para decirle
que ha visto lo maravilloso.
Traducido por Jordi Doce
Woman Waving to Trees
Not that anyone would
notice it at first.
I have taken to marveling
at the trees in our park.
One thing I can tell you:
they are beautiful
and they know it.
They are also tired,
hundreds of years
stuck in one spot—
beautiful paralytics.
When I am under them,
they feel my gaze,
watch me wave my foolish
hand, and envy the joy
of being a moving target.
Loungers on the benches
begin to notice.
One to another,
"Well, you see all kinds..."
Most of them sit looking
down at nothing as if there
was truly nothing else to
look at until there is
that woman waving up
to the branching boughs
of these old trees. Raise your
heads, pals, look high,
you may see more than
you ever thought possible,
up where something might
be waving back, to tell her
she has seen the marvelous.
Cero
Ahora que la moneda legal
ha perdido su ternura,
y su legalidad misma
está tan a menudo en cuestión,
tal vez sea hora de considerar
el cero-
largas filas de ellos,
círculos vacíos, negros en grupos
de tres, presididas por un número
o dos.
Admirados, incluso venerados,
estos ceros
de dinero imaginario
capturan
la mirada abierta de los inocentes
como la visión de un paraíso terrenal.
Ahora el cero tiene
un nuevo nombre:
La Economía.
En cuanto que terrenal
paraíso- bien ...
Zero
Now that legal tender
has lost its tenderness,
and its very legality
is so often in question,
it may be time to consider
the zero—
long rows of them,
empty, black circles in clumps
of three, presided over by a numeral
or two.
Admired, even revered,
these zeros
of imaginary money
capture
the open gaze of innocents
like a vision of earthly paradise.
Now the zero has
a new name:
The Economy.
As for that earthly
paradise—well...
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