martes, 17 de abril de 2012

6515.- ANDRÉS UTELLO


ANDRÉS UTELLO nació en Buenos Aires en 1962. Reside en San Marcos Sierras, Provincia de Córdoba. Es creador y organizador del “Congreso Internacional de Poetas y Escritores en San Marcos Sierras”, en sus cinco ediciones entre los años 1997 y 2005, que fueron declarados de interés Municipal, Provincial y Nacional. Obra poética: Entrecuerpos (1984), Lunario (1986), La danza del sol (1990), Relámpagos (1996), Hojas elementales (1999), Aguafuerte (2002), Enebro (2005), El Ultimo Padre (cuaderno de poesía, 2007), Mandala (2009).




Serena ríe entre los árboles

Mis magias son serenas,
simples
como el fuego
o tenderse en la hierba.
Hacen la mañana
repleta de pudor
de un ardor
que perfuma el aire.
Mis magias son serenas
cuando abre la flor
en el agosto de los espinillos
y el monte se levanta
en una marcha
repleta de colores
y de nostalgia.






Encuentro con Pancho
en Fiambalá

Querido amigo:
Mi pensamiento salta más que un gato
y llega hasta el cielo, rojo,
picante.

El poeta Acuña
ha dicho que vendrá
zarzamora y ajenjo
para tanta alegría
que arda sobre los cerros
la mansa piel
Transcurre un silencio
verde en el monte.
Toda espera es eterna
pero él ha dicho que vendrá .
Que tiemble la muerte
si lo enarbola
Que se estremezca
el llano si lo retiene
Que se pudra
toda la albahaca
de esta tierra,
si el poeta no dijo la verdad.
Traigan más vino
los infelices
Su saco blanco
recitará a Li Po.
Llorará sobre las ruinas.
Dirá: madre, Fiambalá,
ternura.

La misma luna
que lo llama.
El poeta Acuña
ha dicho que vendrá.





Una mujer echa las cartas

Lo que yo era
no tenía nombre
en mi casa,
afuera existía el mundo
adentro, el universo
de la madre
haciendo feliz el día
para que llegue la noche.
No había un nombre
Clara, me lo dijo
una tarde de colegio.
Nombrarlo todo
para conocerlo todo.
El viento azul
de la mañana
sobre la fastuosa
soledad de mi pecho.
Cuatro lugares
donde ir
ninguno
demasiado lejos.






La causa de la herida

Estamos atados a este clan
disueltos
en sensaciones tercas
de floresta.
Y claro que un dolor
forjó la espada
la guerra que emulamos
bajo esta piel viajera.
La misma cicatriz
el mismo tacto
el padre que no regresará
la araña madre
que teje el laberinto.
Y claro que llueve
entre nosotros
un río de frescura
insuperable
somos ese viento
en la quebrada
un cordón azulado
en el desierto




Viajero

Para que partas
para que ahora
no queda otra noche
mas que esta noche
envuelta en el perfume
de tu mano.




Soy un capitán de arena
y ya no queda en mí
nada del miedo
con el que fueron creados
mis mayores.
Soy un capitán de arena
y ante las letras de mi nombre
tiemblan todos los hombres.
Morí, nací, viví
en la urgencia del valor,
de la batalla.
En la efímera tarde
que se deshace
bajo los ojos de los pájaros.
Sonriente y cruel
altivo y victorioso
a la deriva
a merced del viento
conquisto el mar todas las noches,
todos los días
me aleja este desierto.




Símbolo y cicatriz
son lo mismo.
Herida y paisaje
por donde uno
finalmente
recuerda la trama.
El camino se extiende
y regresa.
Ese sol
que vuela de tu mano
es esta luz
que llega.






Por el desierto
arenoso de tu pecho
he perdido el rumbo
que le da lo sensato
al que anda en camino

Cansado de repetir
el artificio,
ciego de sed
me dan tristeza




Yo cuidaré tus pasos
pintaré de azul
ese dolor
el miedo de tocar
el mundo,
las ganas de correr.
Soltaré perfumes en la siesta
vinos de néctares prohibidos
cardo santo y azúcar de naranja.
Yo cuidaré tus pasos
mar que rueda
en tus orillas
océano profundo,
ese viejo dolor
ardiendo en la madera.




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