Fernando Sanmartín (Zaragoza, 1959) es escritor. Estudió Derecho en la Universidad de Zaragoza, en la que también fue profesor. Ha publicado los libros de poesía Manual de supervivencia -consejos inútiles- (1993), Noches de lluvia en el embarcadero (1994), Antes del hielo (2001), Infiel a los disfraces (2008) y El llanto de los boxeadores (2012). En prosa ha publicado Apuntes de París (Xordica, 2000), La infancia y sus cómplices (2002), Viajes y novelerías (2004), obra con la que obtuvo el XI premio Café Bretón, y los dietarios Los ojos del domador (1997), Hacia la tormenta (2005) y Heridas causadas por tres rinocerontes (2008). Dirigió con Adolfo Ayuso la revista literaria La expedición.
Obra
Manual de supervivencia -consejos inútiles- (Poesía, 1993)
Noches de lluvia en el embarcadero (Poesía, 1994)
Los ojos del domador (Dietario, 1997)
Apuntes de París (Libro de viajes, 2000)
Antes del hielo (Poesía, 2001)
La infancia y sus cómplices (Memoria, 2002)
Viajes y novelerías (Libro de viajes, 2004)
Hacia la tormenta (Dietario, 2005)
Heridas causadas por tres rinocerontes (Dietario, 2008)
Infiel a los disfraces (Poesía, 2008)
El llanto de los boxeadores (Poesía, 2012)
SÉ QUE NO LLAMARÁS
Aprendo, pues,
el lenguaje del desierto.
CUANDO NO ESTÁS
la noche
es un gavilán disecado
en un cubo de basura
Del libro Manual de supervivencia (consejos inútiles)
Ed. PUZ, Zaragoza 2003.
EL HOTEL ESTABA JUNTO AL MUELLE.
Lo había elegido ella.
Pero cuando se besaron,
la vieja amistad dio paso
a otra cosa.
Y volvieron a la ciudad
en coches separados.
Desfigurándose.
APENAS TE CONOZCO
y me sorprendes
como una palabra
que nadie ha pronunciado.
Y hay veces
que te observo
para descubrir
si eres
página de un libro
enterrado en la nieve
o extraña domadora
de gaviotas
que conoce
la mirada del miedo.
Apenas te conozco
pero los trenes
pasan
a lo lejos
cuando tú
te has dormido
y la noche dibuja
en tus pómulos
un cofre perfumado
en el que guardas
alces
con las patas heridas.
Apenas te conozco
pero quemaría
los mejores poemas
que tuviera a mi alcance
si tú me lo pidieras,
pues tus caricias
no llevan
esparadrapos viejos
Y aún amas a Hölderlin,
lo sé,
como a ninguno.
LEO en un avión a Dostoyevski.
Colabora en el New York Times.
Lo leo como si fuera una despedida
y sé que pronto
le darán el premio Pulitzer,
algo que no podía imaginar
cuando iban a fusilarlo.
Pero todo es un acertijo.
Igual que cada uno
de nosotros.
BENEDICTO XVI tiene miedo.
Ha leído
por la noche,
dentro del Vaticano,
a Edgar Allan Poe.
Tiene miedo
y espera que amanezca pronto.
Pero el deseo
es un quirófano sin luz,
la antesala de la distancia,
las cenizas.
UNA vez
creí perderlo todo.
Desde entonces
escribo
desafiándome.
Lo irreal son mis cifras.
TE LLAMÉ una noche
desde Berlín,
junto al hotel Kempinski,
con la espalda apoyada
en los carteles
de una banda de rock,
mientras un juez,
Garzón,
leía a Neruda
en los islotes
para disminuir,
como tú,
las distancias.
POR LA TARDE
ha escrito
un texto
sobre Óscar Domínguez,
ese pintor canario
que se quitó
la vida en París.
Por la noche
se ha buscado
en los asientos
traseros de un coche,
dejándose acariciar
bajo su falda.
Se obstina en conocerse
o en alejar los presagios.
Aún no sabe.
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