SANTIAGO AZAR (Santiago, CHILE 1976)
Poeta y abogado. Nace en la capital de Chile en Enero de 1976. En 1992 obtiene el primer lugar en el Concurso Iberoamericano de poesía " Paz y Cooperación ", organizado por la comisión Quinto Centenario, del Gobierno Regional de Madrid, España, por su obra "Punta de Tierra en Tinieblas".
En 1997, Editorial Mosquito, edita su primer libro " El Pez Inquieto", cuya primera edición se encuentra agotada. Desde 1999 a la fecha dirige talleres literarios en la Universidad Católica del Maule, pasando a integrar la planta de talleres artísticos del Instituto de Estudios Generales de la casa de estudios mentada.
El año 2000 publica el libro "Canto a la Colorina y otros poemas"; y comienza a dirigir la Revista literaria “El jinete de palo”, dependiente de la Universidad Católica del Maule. El año 2004 es invitado a colaborar en el periódico literario español “Etcétera” de manera permanente y participa con ensayos y estudios sobre poesía para revistas como “Hojas de Luz” de Pontevedra, España; como así también para la revista venezolana “Arquitrave” y otros medios en Argentina, Brasil y Colombia.
Su poesía ha sido recogida por las más prestigiosas publicaciones internacionales en internet. El año 2004, sus poemas son integrados en la 4º edición de la antología “Nueva poesía Hispanoamericana”, Lord Byron Ediciones; dirigida por el poeta peruano Leo Zelada; Este mismo año, Mosquito Comunicaciones edita su tercer libro “Inventario Solemne” y el músico chileno Mauricio Alfaro compone la banda sonora de aquél. Para fines del presente año, se espera la publicación de una antología literaria de su obra en España, a cargo de la académica Carolina Merino Risopatrón. Reside actualmente en la ciudad de Talca.
Me han llamado
el mal nacido de todas las madres,
el ateo que corre por fuera de las iglesias,
uno de los más canallas en el corazón
limpio y claro de mis damas,
el estiércol vivo que danza por las calles,
la melodía salvaje de las flores,
el patrón de la soledad y la amargura,
el patán perezoso de nuestra querida sociedad,
aquél que ni siquiera un capital puede producir.
De tantas formas me han llamado
que casi termina en mi olvido.
Yo sólo reconozco mi irreverencia
ante el ruido feroz de la modernidad,
mi aliento de huracán enfurecido,
la capa fresca de mi corazón,
mis ojos como dos fogatas ardiendo,
mi cuerpo que no tiene dueña.
Soy un irrespetuoso de las campanas del Domingo,
indiferente a las reuniones de los señores,
militante del viento y la marea,
soñador de la mesa para todos.
Qué nuevo puedo anunciarles!
ustedes me llaman de tantas formas,
el mal nacido de todas las madres!
Yo sólo digo que soy Santiago Azar,
el pez inquieto que está haciendo temblar
la inmensidad del océano
con todos sus marineros y habitantes.
Soy poeta
Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos.
Con cien pesos en las manos
Otra vez la lágrima,
de pie a cabeza me recorre la nostalgia,
de las rosas doradas de nuestros ojos.
Mis queridos compañeros,
les pido que junten cien pesos
en cada mano y levantemos dos cervezas,
así un brindis de espuma y calor,
desfilará como primavera entre los sueños.
Volverán nuestras risas de tarde en tarde,
los juegos y el caballo de bronce en el polvo;
las historias jamás terminadas.
Yo me traje de todos un poco,
el tren desde Santiago venía despacio
y no alcanzó a devorarse los recuerdos.
Me traje tus camisas, Edgardo,
tus botas que gritaban, Diego,
tus páginas y revistas, Oscar;
me traje toda una vida revuelta,
porque éramos tantos y sólo uno.
Fueron muchas las noches de sueños con versos perfectos,
muertos que volvían de sus tumbas a saludarnos,
porque la poesía nos conocía y nos besaba.
Nosotros éramos un poema que quedó inconcluso.
Volverán las cosas, las risas, los llantos,
tras los años en una lejana puerta,
ese dichoso abrazo de fuego;
un amigo en la distancia: un lucero.
Tras los años, en alguna puerta lejana,
la propia juventud tras nuestras canas;
tras los años en alguna casa lejana,
con cien pesos en la mano y
el eterno brindis de seis muchachos
entre espuma, calor y sueños.
De Inventario solemne (Mosquito Comunicaciones, 2004)
DOMINGO DE VISITAS
-Adelante señores, tomen asiento,
aunque no me crean les tengo un enorme respeto.
Hace tanto que los espero y
sin embargo, ahora que aquí los tengo
me viene a tiritar la voz.
-Nosotros también te conocemos hace mucho
-dijeron los muertos que me visitaban-,
hemos sabido de tu nombre en reiteradas ocasiones,
lo han publicado en listas alrededor del mundo,
eres buscado a cambio de una buena recompensa.
-¿Y cuál es la recompensa?-les dije-.
-No volver a leerte jamás-me dijeron a carcajadas.
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL POETA
Ya que nos encontramos todos aquí reunidos sépase:
Todo poeta o constructor de cielos infinitos
tiene a su merced los siguientes derechos irrenunciables:
A que no le quiten ni una sola estrella de sus manos,
a que se le revelen los milagros de la hormiga,
a regalonear en las faldas de un abuelo muerto.
A todo poeta se le debe dejar armar uvas con los dedos,
investigar sobre la sabiduría alfabética del búho,
descubrir en la boca del latido, cien mujeres sonriendo.
Tiene derecho a ser recogido de su miseria,
a compartir el pan en los días feriados,
a desfilar en primera línea frente a los gobernadores.
A cada uno de estos muchachos se les debe abrazar como en la distancia,
que no se le destruyan sus voces de sables rojos,
que se le respete su militancia con palomas subversivas,
que no se le encadene a la biblioteca de los mudos.
Él es más naciente que un diente de leche,
y a la vez un niño que toca los timbres del alma
para luego salir corriendo a escondidas.
Esto no es sólo una cuestión de travesuras,
nuestros sueños son más que una apuesta quinceañera.
Permítase de igual modo, levantar por encima de los deseos
un grupo de banderas destinadas a la paciencia,
hacer penitencias siempre y cuando todos se desnuden,
ya que reiteradamente este albañil lo entrega todo,
lo da todo, como una adolescente que se enamora por primera vez,
como una carta que se espera venciendo la lágrima,
como una madre que extiende sus pechos al mundo.
Déjese entonces, a este ilustre habitante de varias soledades,
roncar durante las mañanas para despertar a los pájaros,
recitar en los velorios de las amistades más cercanas,
vigilar el amanecer de un pueblo tomado de la mano.
Por esto y por lo otro, que se escriba de arriba abajo,
con panfletos pegados en la esquina de la espera,
que aquí están los derechos universales de todo poeta
que se respetarán de aquí en adelante
hasta por la última de estas rebeldes estrellas.
EL OTRO
Me propongo muy fielmente amar al otro;
al otro yo que no es más que este insistente fantasma.
Tal vez allí se aloja el solo muerto que cargo,
la sola lluvia que desvanece mis huesos.
Pero no podemos, somos tan distintos.
Aquél me enrostra cada vez que puede mis debilidades,
lo que no he hecho y lo que nunca haré,
mi nefasto carácter que ahuyenta a las hormigas.
Pero lo necesito, aún así, lo busco desde que despierta,
porque sé que es mi muerte más amigable
y recita mis poemas, al revés, de arriba a abajo.
Nadie como ese otro maneja mejor mis heridas,
por eso cuando nos enfadamos soy blanco fácil,
me despedaza desde mis cuchillos de infancia
hasta a aquellos besos por los que sufrí anoche.
Sin embargo, este otro no es original,
me copia, me imita la firma, los gestos,
todo lo quiere hacer igual a mí,
beber lo mismo, en iguales cantidades.
Cómo decirle que se vaya, si lo necesito,
porque en mis días tristes ahí está,
en la derrota del cansancio, es horizonte.
A mí, que me digan lo que quieran,
que ya no tengo de qué escribir o hablar !,
que me estoy apagando como una vela pobre !
Yo amo a este otro y lo defiendo a muerte,
con él, me imagino que el mundo no ha nacido.
HAYDEE ME VISITA
Hace diez años que no conversaba con mi abuela:
Recordar su crujiente sonrisa como otoños de madera.
Sus manos de ángel pobre, pero inmenso.
Hace diez años que no hablaba con mi abuela,
diez años que pusimos una flor en su pecho
y quedamos caminando solos de retorno a casa.
Porque fue anoche que ella volvió,
se colgó con sus chales en el ombligo de mis hielos,
se paseó con sus zapatos de trajín por mis oídos,
me abrazó inmensamente por toda esta distancia,
lloró al ver que era hombre al niño que había dejado,
se sentó a los pies de la cama para coger las frazadas
e ir tapando uno por uno todos mis dolores.
Luego volvió a leerme a Emilio Salgari
y pude quedarme dormido con Julio Verne.
Allí dijo adiós, para tranquilizar mis realidades,
que desesperadas, lanzaron gritos para vencer al tiempo.
Luego se levantó y caminó derecho a la puerta de la muerte
para quedar saltando por siempre en el despertar de mi memoria.
UNA MUJER LLAMADA SOLA
...........................A Sola Sierra
Mujer, te han recibido los muertos
porque siempre fuiste de ellos:
Te reciben con sus banderas al tope,
te hacen una guarida en sus almas,
y al fin aparecen, ahí están, vienen marchando,
los desaparecidos de ayer, los de hoy,
y te llevan en andas y repiten Sola,
porque tu nombre lo aprendieron de memoria,
conocieron tu rostro hace tantos años,
que nadie, ni Dios, podrían confundirte a lo lejos.
Mujer, todas las heridas han vuelto a su origen,
ya no más, ya no más llanto sobre un hueso de los siglos,
ya no más caminar por las calles
sobre las alas de una triste mariposa caída;
tú sabes que te han recibido en fiesta:
pronto estaremos en la patria del infinito,
el viento de un canto se escuchará en los desfiles,
porque será Sola que vendrá de la mano
con el hombre perseguido en sus sueños
y entre las multitudes hablará en el podium tu recuerdo,
como un pájaro final que resucita al olvidado.
EL JUICIO ES DE LOS MUERTOS
Porque aunque hubiese sido sólo uno:
el vientre abierto en los dominios del corvo miserable,
el muchacho caído al océano inmundo
lanzado desde el avión de los infiernos.
Aunque hubiese sido una la mujer borrada en los cuarteles
o uno el pecho que no habitó en la boca del infante.
Aunque hubiese habido el solo grito en el eco de los cielos,
en la búsqueda del padre recitando memorias de sangre,
aunque no hubieren desaparecido mil o un millón,
sino nada más que uno de aquellos nombres,
de todas maneras aquél o aquélla
desde la incierta oscuridad de un día gris
habrían reclamado uno por uno
sus propios huesos que tanto les pertenecían
igualmente habrían arribado desde sus rostros destrozados
pidiéndome que cantara, que dijera sus apellidos,
igual habrían secuestrado a la alegría
porque fue de ellos muchas veces,
de esta forma, seguro cortarían la cara al olvido
dejándolo marcado por toda su existencia.
Todo esto, porque el juicio les pertenece
porque mañana nos pasarán la cuenta de las heridas
y no tendremos con qué vidas pagar estos silencios
y quedaremos tan endeudados con sus esqueletos
que los hijos empeñarán nuestras sucias almas
para que así se pague centavo por centavo
el perdón que nunca merecimos.
DD. DD.
Vamos a reinventar la tierra,
vaciar el océano tan infinito,
respirar ese aire sin nubes
y ver si los árboles me dicen algo,
si guardan secretos en sus raíces,
si en primavera tiritan de espanto
y las flores devuelven los rostros tragados por años.
Cómo es posible que a estos muchachos
se les vele en el sonido metálico de los cañones
y hagan una corona los gritos
enfilados de uno en uno
como marchando en una mañana de uniformes.
Y estos muchachos, y las balas en la nuca!
Quién me dice dónde están?. Aquí los quiero,
como en aquellos días con una espada para el porvenir.
Y se me aparecen, pero no los tengo,
porque son tantos, son como el dolor repartido e inmenso,
en la sombra más amarga de quedar sin aliento.
Quién me puede decir dónde está esta memoria robada
para traer de vuelta a los pájaros de la mesa compartida?
Tráiganlos por nombres, sin importar orden,
en brazos, caminando o cantando.
Ellos están más vivos que yo,
ninguno fue superado por el cuervo devorando el tiempo,
se armaron con puños y apretaron los dientes
y la muerte salió corriendo asustada por la valentía
y los muertos hicieron realidad el sueño de la resurrección en una boca.
Tráiganlos a todos, que no falte ninguno,
que hable la espalda que esperó los balazos sin piedad,
que hable la jaula que se lleva a cuestas,
que hable la primavera coja en una mañana de humos,
que se le dé la palabra a los que perdieron la lengua.
Se los suplico, mírenme a los ojos derretidos por una lágrima,
díganme dónde están, como si en verdad fuese una llama,
tan inocente, tan tierna como libro de escuela.
Se los suplico a ustedes, enterrados en el patio trasero,
en el aliento de las caracolas de la miseria,
en los desiertos de un corazón amarrado,
háblenme sílaba por sílaba,
al principio de la vocal de la vida,
en la guitarra nueva con las cuerdas de un pueblo levantado.
Háblenme, muchachos, aquí estoy, soy de ustedes,
mi alma les pertenece, tiene vuestras pisadas gigantes,
levántense donde quiera que estén, vengan a mi casa,
he preparado el mejor de los almuerzos,
hay vino en todas las copas y un brindis esperando,
o si quieren yo los recojo y unto la boca en el océano,
o golpeo puerta por puerta, aquí en los campos,
en la indefinibles piedras de los ríos,
en los estadios inundados de rosas muertas,
en los cuarteles del hambre donde hicieron fe los lobos.
Pero aquí los espero, con toda la paciencia de una enfermedad que no para,
y estos besos de vuestras madres, y lo de mañana,
y el hijo clavado en la soledad de un apellido roto,
todos esto les pertenece, así como mis extremidades, mis miembros,
porque las estrellas de este Chile desatado,
se hincarán cuando pasen gritando al infinito sus nombres,
y verán que todos estaremos esperando vuestra llegada, ya no importa cómo,
porque por primera y única vez
la bandera de la patria flameará hacia los cuatro vientos
y un suspiro de descanso permitirá llorar este diluvio.
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