HUILO RUALES HUALCA
Ibarra, ECUADOR 1947. Su obra abarca narrativa, poesía, teatro y crónica. En narrativa ha publicado “Y todo este rollo también a mí me jode”, “Loca para loca la loca”, “Fetiche y Fantoche”, “Historias de la ciudad prohibida”, “Cuentos para niños perversos”, “Maldeojo", "Esmog". en Poesía: “El ángel de la gasolina”, “Vivir mata” y Pabellón B. Tres de sus piezas han sido llevadas a escena: Añicos (Ecuador); El que sale al último que apague la luz (Francia); Satango (Francia). Sus crónicas se publican regularmente en varias revistas. Ha obtenido varios premios nacionales e internacionales. La versión alemana de Maldeojo fue seleccionada por Literatureklub del año 2000 (Colección en lengua alemana de literatura No-Europea). Consta en diversas antologías nacionales e internacionales. El poeta Andrés Villalba anota que en " la poesía de Huilo Ruales la palabra pira y aletea con un zumbido picaresco, dramático y estertóreo, que nos somete a la horca a carcajadas (…)El juego que propone es descabellado, cambia las reglas y apuesta a perdedor, para ganar (…) Asesino, prestidigitador, blasfemo, descuartizador del lenguaje. Hace lo que le da la gana con él. Y triunfa. La espina del delirio se esparce dejando huellas en el aire. Hay imágenes tan pulcras que deberían ser sodomizadas. Poesía elástica, como un chicle corrosivo que crea adicción. Poesía que redime y crea urdimientos que nos trastocan. De ella nos crecen alas untadas de gasolina para inflamarnos en un vuelo subterráneo…"
Poética
en lugar de artepoética: "Kekosaserá" (novelina)
1
Inane. Inmenso. Inabordable. Infierno. Innato. Inri. Así por el estilo, escribo cualquier palabra. Cualquier cosa, como alguien que se venda los ojos y dispara. Así por el estilo, en las mañanas, aunque ahora incluso en las noches, cierro los ojos como dos puños y disparo los dedos sobre el teclado y va dibujándose el texto disparatado, disparado al aire, a la diestra, a la siniestra, hacia el pecho. Palabras que hallo listas para servirme o borrarme o mentirme, es decir ocultarme. Es decir, pronunciarme de manera distinta a aquella que me propongo. Mierda. Eso es. Escribo lo que no quiero. No quiero escribir Mierda y lo escribo. O quiero escribir Ocaso En Llamas y no lo escribo sino por ejemplo Un caballo con el cuello herido irrumpiendo en una iglesia en el instante en que mi padre y mi madre se casan. Es terrible no lograr escribir lo que se quiere. No quiero escribir sobre la Lola que tenía una sonrisa de actriz mexicana y cuatro dedos en uno de sus pies. Pero termino escribiendo sobre la Lola y su sonrisa y sus cuatro dedos. Eso es terrible. Es como palpar a dos manos la cara y darse cuenta de que las manos o la cara no son ciertas, no existen. Como palparse las mejillas con una mano ortopédica y en esa mano no sentir nada, pero nada o, peor que eso, sentir que por esa mano metálica mi sangre circula hirviente.
2
Por lo general, el poema es la huella, venturosa o trunca, de que por allí pasó la poesía.
3
Me aterra cuando la poesía empieza a picotearme por todo lado. Es como si repentinamente se me entregara un mazo de llaves para todas las puertas y me impusieran abrir la única que no dé al vacío.
4
Entre poesía y poema hay una distancia abismal, como lo hay entre la montaña y el escultor Entre la eternidad y el tren Entre el viento y el pez Entre el dogma y el pájaro Entre el árbol y la culpabilidad Entre el soliloquio de Hamlet y el esperma solitario
5
El poeta es el Otro, dice el Uno. El poeta es el Uno, dice el Otro. Lo cierto es que hay dos que hacen el Uno. Lo cierto es que hay dos que hacen el Otro. Y, por lo general, los dos son uno al mismo tiempo. O, por lo general, el uno es dos al mismo tiempo. Pero también el uno puede ser Uno en su propio tiempo. Y en su propio tiempo el otro puede ser el Otro. De tal manera que cuando el uno sea el Uno, el Otro no lo sea. Y cuando el otro sea el Otro el Uno deje de serlo. Además hay un tiempo transitorio entre dejar de ser el Uno para ser el Otro. Entre el dejar de ser el Otro para volver a ser el Uno. Una ranura en el que no hay ni el Uno ni el Otro. Una ranura en el que no hay nada ni nadie. Ni tiempo, ya que en ese caso se trata de un no-tiempo. Una ranura por la que se atisba el destello de la poesía. Sola, absoluta, como un animal de mercurio. En la orilla, sigue fluyendo el tiempo: el Uno se acalla para que el Otro lance su arpón. El poema es la sombra arponeada de la poesía.
6
Me aterra la poesía. Es como si repentinamente tuviera que decidir la suerte del mundo y yo nunca he querido decidir nada, peor la suerte del mundo. Para esas cosas desagradables está dios. A mí, por dios, que me dejen tranquilo. No se diga en este sanatorio que es como un lago donde se reproducen las pesadillas de todos los hombres.
7
El amante perpetuo de la poesía es el silencio. O, para el jugueteo, los poetas que insolentes se permiten atravesar su jardín de cuchillos y algunos hasta intentan meterse entre sus sábanas. Ven, entra en mi carne que es tu carne, susurra gozosa la muy puta abriéndose al poeta aquel que tenemos derecho cada cien años. Y allí se los tiene en su ménage a trois - poesía, poeta y silencio- venciendo en su cancha a la misma Muerte.
8
La poesía y la muerte fulguran en todas partes pero son inaprehensibles. Ellas, por su cuenta, escogen el instante y la boca para estampar su impronta. Mientras tanto, cabe golpear la mudez de las palabras como piedra contra piedra, para hacer la chispa, el fuego, la perentoria luz. O para escuchar el golpe seco del alma, en medio de las tinieblas.
9
La poesía es movimiento. El resto es prosa (Nicanor Parra)
POEMAS
ME GUSTAN LAS CIUDADES NUEVAS
sus asesinos son alegres/ los niños se muestran particularmente eternos/ la noche es una tableta de chocolate con huellas de gatos blancos/ las puertas de los cementerios están abiertas día y noche tanto para entrar como para salir/ las mujeres sacan a pasear sus inauditos culos y los perros viejos y educados a sus amos viejos y educados
Me gustan las ciudades nuevas
Sus habitantes se saludan como si fuesen recién hechos desde hace mucho tiempo/ el calor tiene tanta sombra y el invierno tanto abrigado café con música de piano
Me gustan las ciudades nuevas
Por eso las atravieso –es decir, las penetro- y las huyo.
Las ciudades nuevas, repentinamente, suelen desnudarse/
y mostrar con impudicia, casi con maldad,
el complejo mecanismo de sus prótesis.
ASREVECIV
El hombre insufló de soledad al barro y nacio dios
desde entonces todo es viceversa
El abismo cae en el cuerpo y viceversa
El árbol siembra pájaros y viceversa
El cazador es un silbo en el ojo del jaguar y viceversa
Y viceversa es la locura del incendio que por fin halla sosiego en la ceniza
Todo es viceversa
La etapa uterina, la calvicie, la montaña que sube
la montaña que baja, todo es viceversa
La costumbre de huír desaforado de uno mismo
La gran ruta donde la palabra de Kerouac descubrió la ilimitada sed
El poeta negro de Artaud pendido como una estalagtita en el cielo
Todo es viceversa
Extirparse los ojos con las uñas y viceversa.
Arrancarse las uñas con los dientes y viceversa.
Todo es viceversa y eso tiene a la gente con los pómulos lilas
y parloteando en lenguas muertas. Viceversa.
Viceversa es tan natural como el amor y el espanto
Viceversa no se vende, se expropia, se hereda, se remeda
La angustia cunde en el mercado y viceversa.
Los encantos de la repostería crecen con la anorexia y viceversa.
Tanto viceversa ebrio, la boca loca despintada, las greñas como el sol
tiranizando las calles.
Viceversa en las camas o viceversa
Viceversa en los retretes públicos donde las arañas gozan su jacuzzi.
Viceversa en el olvido que erosiona la historia hasta volverla verosímil.
Lacán es un duende solitario en las bibliotecas de los manicomios. Viceversa.
Sus hijos pulcros y barbados como conquistadores deambulan por las comisuras de la zozobra, la gloria, la banca.
Tan alteregos, tan entelequias, sus hijos sin ojos, sus ijos sin hojos. Viceversa.
Antígona no necesitaba el silencio ni la muerte pero eso fue preferible al silencio y a la muerte. Albricias.
Caricias entre garfios y entre máscaras de cuero sin boquetes.
Es la matria de fiesta y viceversa y los culos de las doncellas subidos en las nubes defecan nafatalina de colores.
Hurra, dice Lezamalima, que entonan los poetas. Un hurra victorioso ante la muerte. Viceversa.
Foucault, además de frío, sigue teniendo la razón pero ese artefacto es dinamita en el paraíso del miedo. En la Organización Mundial del Spleen.
La realidad es una urdimbre de tobillos vistos desde abajo pero que se los ve desde arriba, desde donde no se ve. Viceversa.
El lenguaje castra, miente, mancha, factoría, estandiraza, vacía.
El lenguaje mata. Viceversa mata. La muerte lenguaja. El vacío nos lengua.
Malcolm lowry bebe con fervor de suicida sobreviviente que teme ser eterno.
A sus espaldas se espasmofilia la ciudad de los espejos en formas de cuchillos y crucifijos y sexos de tres cabezas.
La ciudad donde los muertos se casan, son felices, se matan, son cada vez más felices, hasta que se matan.
hasta que son felices roedores aterrados, construyendo con su humedad la ciudad subterránea. Viceversa.
Spiderman, todo un astro sin autoestima, huye por los tejados de la certeza, de la incertidumbre, de la revelación contenida en las iridiscentes palabras de Lamborghinni.
Lamborghinni o muerte. Perderemos.
Y viceversa tanto como Fiord que consiste en Eso Ke No se Dice puesto que no Hay Kómo.
El lenguaje es una piedra sobre nuestra tumba vacía. Viceversa.
Piedra ciega, magma, fósil del fuego, rayo ovillado en la sombra del alacrán. Viceversa.
El lenguaje es la pierna ortopédica del bailarín sobre hielo.
El lenguaje es el sexo de metal para la misa sodomita debajo del hielo
El lenguaje es un esqueleto con el teléfono pegado al orificio de la sien por donde penetró el silbo de la bala en fa menor sostenido. Viceversa.
El lenguaje es la montaña que aplastó a los pájaros
El lenguaje es la memoria olvidada de la Vida
El Lenguaje es la leche de la Muerte y de sus tetas chupan hasta la senectud los niños del futuro imperativo y del planeta de Viceversa.
LO QUE SUELE REPETIR EL HIJO CON CADA SILENCIO (O, LA KULPA)
Cuando uno nace se voltea y dice perdón me equivoqué de puerta
Me equivoqué de pasadizo de pabellón de acrópolis de planeta de universo
Perdón me equivoqué de dios de diablo de mito,
Perdón se dice y uno se voltea y decide entrar por donde se ha salido,
Perdón me equivoqué de historia, de reencarnación, se dice
y uno empuña la ensangrentada cuerda para trepar al corazón de la montaña
Pero te lo impiden los trescientos dedos enguantados y todos los colmillos del tiburón y los arpones y los frascos de formol y las agujas hipodérmicas y los pájaros ahorcados en el alambrado público
entonces uno empieza la primera batalla como todo samurai ante el dragón de la muerte
KOSMÓPOLIS
Hay la suficiente oscuridad, desazón y movimiento en las salas de bingo para la tercera edad. En Bagdad amanece a medianoche con música hebrea y estallido de cristales. Bajo el puente de Brooklyn los mutantes duermen convencidos de que van a despertar (y muchos lo van a conseguir). Nuevamente el imsomnio diurno se ha puesto en boga durante la noche. Al salir de prisión, la popstar es una desvalida creatura dentro de una burbuja de plata. Desde un contenedor de basura le mira enamorado un oso de felpa tamaño natural y con el vientre desecho. Detrás de ella corren las cámaras como si huyeran de otras cámaras que huyeran de los coyotes justicieros. La popstar metida en su teléfono de oro pide ayuda a sus amantes pero todos están para siempre en el museo de cera.Trata de despertarse con un cigarro. Trata de dormir con una jeringa. Corretea hacia su madre, que está intacta. Es la Faraona. La Gran Reina de Hatshepsut, muerta a causa del cáncer a los huesos hace tres mil años. Tiritando le cuenta –su madre, muerta y todo, parpadea- que la celda no era circular y además respiraba como el interior de un bisonte. El techo baboso tenía nueve ángulos que se multiplicaban conforme la celda se iba encogiendo hasta convertirse en un estuche de tuba en el que Ella cupo de manera fetal. La Faraona vuelve a dormirse para la eternidad por enésima vez.Los micrófonos ambulantes echan gases paralizantes. Las sirenas se disputan el aire y los intersticios. Los errabundos con sus abrumados coches de supermercado, llevan el inventario mental de los caídos. El neón anuncia el largo listado de los nuevos productos para ingresar sin hacer morisquetas en el Vacío. Otra vez la piscina de ácido sulfúrico. Otra vez los teléfonos de los depredadores.Y el amor. No todo, pero el amor.Chupándose el pulgar ante la televisión mundial la popstar balbucea: a la final, nunca he visto morir a nadie, así es que no lo creo. Sus fans, mordiéndose, arrancándose los ojos, la aplauden con frenesí.
OCURRIÓ ESTA TARDE, PERO HACE MUCHO TIEMPO
Leyendo a Gamoneda en el metro he visto que la gente sollozaba O se besaba entre desconocidos O colocaba con la palma abierta las manos en el pecho para que el corazón no se saliera
Naturalmente, me puse de pie en el medio y leí en alta voz
Había ventisca en el poema Y también nieve azulina Y una luna como un orificio de bala en la sien de la noche El poeta, que era viejo, recordaba el amor a su madre La madre, a causa de la fuerza de las palabras, dejaba la muerte Y volvía Y también desde el poeta volvía el niño Y los dos se encontraban. Pero, nuevamente, a causa de las palabras y la realidad, volvían a ser aquello que eran: Una muerta antigua, es decir nada Un viejo poeta huérfano, es decir nada. Y afuera el balazo de la luna como si nunca se hubiera ido
El metro llegó vacío a la última estación Salvo por una mujer ebria con el pómulo roto Y Gamoneda, que caminaba solo, como sobre nubes, en la tierra negra.
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