Roberto Armijo (Chalatenango (El Salvador), 13 de diciembre de 1937-París, Francia 23 de marzo de 1997) fue un poeta salvadoreño. Armijo es la voz lírica de su generación, bautizada como «Generación Comprometida» por Ítalo López Vallecillos.
Biografía
A los diez años, se trasladó a la capital para proseguir sus estudios. Siendo un joven, se vinculó a los intelectuales del Círculo Literario Universitario (Roque Dalton, Manlio Argueta, Tirso Canales, José Roberto Cea, entre otros).
Como muchos de sus colegas de generación, Armijo fue exilado reiteradas veces por los gobiernos militares. En 1972, se encontraba en París disfrutando de una beca otorgada por la Universidad de El Salvador, entidad en la que se encontraba trabajando, cuando fue el golpe militar de ese año. No pudo regresar a su país, sino hasta veinte años después, cuando el FMLN y el gobierno de Alfredo Cristiani firmaron los acuerdos de paz. Durante esas dos décadas, Armijo se vinculó al mundo académico francés, gracias a su amigo, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias. En Francia desplegó una importante actividad intelectual y política, sobre todo en la década de los 80, cuando fungió como representante del FMLN en Francia.
Falleció el 23 de marzo de 1997, como resultado de un cáncer. Su obra incluye poesía (El libro de los sonetos, Cuando se enciendan las lámparas, La noche ciega al corazón que canta), teatro (Jugando a la gallina ciega) y novela (El asma de Leviatán), aunque el género por el que fue más reconocido es el ensayo (Rubén Darío y su intuición de mundo, Francisco Gavidia y la odisea de su genio, T. S. Eliot, el poeta más solitario del mundo).
Publicó desde 1956; su obra está marcada por un lirismo íntimo; en otras disciplinas del pensamiento sí se complica con la inmediata realidad. Ahí están sus ensayos literarios como uno realizado sobre Rubén Darío y otro que realizó junto a Napoleón Rodríguez Ruiz sobre Francisco Gavidia. También escribió teatro. Apareció en "De Aquí en Adelante" (muestra poética de cinco poetas salvadoreños).
Fue profesor de la Universidad de París en literatura latinoamericana.
Algunas de sus obras son:
La Noche ciega al corazón que canta, (poesía) 1959.
Seis elegías y un poema, (poesía) 1965.
Jugando a la Gallina Ciega, (teatro) 1970.
Trilogía de Teatro de Roberto Armijo, (teatro) 1990.
El Asma de Leviathán (narrativa).
Los Parajes de la Luna y la Sangre (poesía) 1996.
Cuando se Encienda las Lámparas, (poesías) en prensa 1996.
Murió en 1997, en París, víctima de cáncer.
EMBRIAGUEZ
Sólo son los ángeles
del vino que estrujan sus esponjas
y nos llevan a instantáneos laberintos
dnde arden las lumbradas del vómito.
Solo es el vacío,
lo inasible que nos besa los ojos,
siluetas de ceniza que nos beben por instantes
la tristeza.
Solo es la sorpresa,
el júbilo;
despúes la soledad,
el horror que nos beso, la piel,
que es latido en los cabellos,
que se nos mete en los trajes,
en la cartera,
en los zapatos,
niebla que nos invaden el alba
y nos vuelven tristes,
con una sensación que llega y no se sabe
si es tristeza...
DESOLADA CANCIÓN
Ven, mis ojos ansian tu silueta:
tus manantiales buscan mis venados
cómo a los vientos ávidas y veleta.
Mis latidos se vierten desolados.
Soy un acongojado peregrino
que se perdió buscando tus vallados.
Camino taciturno en mi camino.
Sediento bebo el agua y no la bebo,
la hallé muy tarde.....lo deseó el destino.
Aunque beberla con ternura debo
porque mi corazón la necesita,
desesperadamente no me atrevo.
En mi sangre la angustia precipita
un torbellino atroz que me enajena
el corazón que enloquecido grita,
cuándo tu piel de cálida azucena
el pulso de mis labios atormenta,
porque despierta la pensante pena,
de que jamás mi mano macilenta
echará en tus mantillos la semilla
de éste amor que en tus besos se sustenta.
ANGELUS
Incógnitos ángeles
trazaban el agua insomne del miedo
en mis lentos ojos de niño
y trémulo buscaba la cabellera de mi madre
en el ángelus
cuando las sombras hinchaban el sonido de los árboles
y resbaladas luces muertas caían en la estancia
donde mí abuelo auscultaba el corazón antigua de la Biblia.
La tarde era en mis ojo un inmenso silencio
con pequeños elfos que temblaban en los vidrios
mirándome con desolada tristeza
El temor a la noche me invadía
y solitario buscaba el corazón en los ojos de mi madre
porque yo desde que fui un soplo
tuve miedo al misterio iluminado de la noche
y en mi cuarto tembiaba al escuchar el viento en los ramajes
y hundía en la almohada la cabeza en congoja
porque creía que una mano
que unos ojos en las tinieblas me buscaban
y que un roce helante me besaba los labios
y me dejaba la piel húmeda de tristeza,
INSOMNIO
Este esperar
en !as estepas hondas del silencio
las aguas lentas
con que nos besa el sueño.
Este esperar que, se nos vayan los ojos
y que las sombras
con sus sueltas cenizas
nos invaden hasta quedarnos
buscando en el vacío
nuestras lágrimas...
Este sentir la raíz
fugaz por la cual sollozamos, en lo remoto,
en lo intangible,
en lo profundo de un cuarto;
donde sólo hay abismo,
recuerdos en las sábanas,
nombres clvidados que nos miran con tristeza en las esquinas,
cadáveres de besos en el aire
y el olor lejano
a montaña,
a manantial
de la mujer que un día fué una flor en el alma.
Este estar temblando en el silencio,
muriendo lentamente en el edrón de la almohada,
resbalando de su centro
sin comprender la huída,
y llegar cansado,
marchito.
a los paisajes inertes de los libros.
Este salir de la piel hacia afuera,
romper las amarras que nos atan los ojos
y no ser el grito que rechaza el eco.
Volver de nuevo a inaugurar la vida;
a estrenar otros nombres y otros trajes.
Llegar a lo invadido de las calles
a sentirse solo
y no realizar morir en otros seres.
Salir con la obsesión
de dejar tal vez en una calle,
en una esquina como un charco sin sombra la tristeza.
EJERCICIO EN FORMA DE LIRA
Hondo desasosiego
en mi quimera es tu querer. El mundo
en tu piel es de fuego
y en tus ojos, profundo
por tí he sido y seré meditabundo.
Silencioso buscaba
tus pasos en el polvo, el agua, el viento;
y en el sueño te hallaba,
solamente. Sediento
perseguí la estela de tu aliento.
Amandote sedienta
en su tristeza en flor la llama viva
crecía turbulenta;
mi frente pensativa
te sentía en el tiempo, fugitiva.
Eres volcán, tu lava
en llamaradas trémulas me hería;
y mi ansiedad esclava
de la melancolía
en su amargura dilatada ardía.
Soñaba tu cintura,
su delgadez de orquídea perfumante,
la dulce linea pura
de tu cuerpo albeante
y tu mirada limpia, penetrante.
En mis sueños veía
tu silueta lejana inenarrable;
el mar reverdecía
tus ojos de inefable
dulcedumbre. Eras flor inabordable.
Desesperadamente
llegué a tu sombra, para mi lejana,
mi corazón ardiente
que manantiales mana
te lo abrí, y fue una aurora mi mañana.
Hoy mi boca, desnuda
deja sobre tu piel su dulce llama.
Jubilosa se escuda
en tu amor, y se derrama
alucinada el ansia que la inflama.
Hoy que vivo escuchando
el mundo en tu desnuda cabellera,
que vivo palpando
como una enredadera
bajo el milagro de tu primavera.
No quiero que al instante,
ni el mañana te aleje de mi sombra.
Serás la eterna amante
que a mi quimera asombra
y que temblante mi palabra nombra.
Y otros vendran, sus besos
sepultarán los míos, el olvido
atroz sobre mis huesos,
apagaran el latido
del corazón que se quedó dormido...
ES LENTO MI SANGRAR POR LO QUE HICISTE
Es lento mi sangrar, ¿Por lo que Hiciste?
Por qué las piedras de tus hondas dieron
en los flacos del alma y conmovieron
mi corazón, ¿Que en soledad Heriste?
Por qué a mis sueños sin querer viniste
en inefables olas que cubrieron
mi ansiedad de esperanzas que se fueron
en la pura amistad, ¿Que me Ofreciste?
Que gima y que me halle en el segundo
más hondo de éste agonizar profundo
donde mi corazón abandonaste.
Quiero encontrarte siempre en el encuentro
de mi sueño y tu ausencia, eterno centro
del lascerante amor que me dejaste.
Son Cuatro Inviernos
Son cuatro inviernos de agonía hermana.
De amanecer el corazón abierto.
Quisiera ser, pero el futuro incierto
me ensombrece la senda del mañana.
Cuatro años de penumbra cotidiana.
De presentir vivir, viviendo muerto.
De abrir el corazón, sentirlo yerto,
sin escuchar su musical campana.
El dolor es espina en mi sonrisa.
Aunque nací para cantar, presiento
ser un gorrión fugaz hacia la brisa.
Esta acerba dolencia me acongoja.
Soy un árbol que lento se deshoja
y voy de paso con mi hermano el viento.
(1957)
Antonio Machado
Vi
un ramito de violetas
brotó el llanto
Pensé en Darío agonizando en su Nicaragua natal
Pensé en todos los herederos de Cervantes
que no fueron laureados
ni amados
Lloré por Góngora loco
por Vallejo enfermo
por Gavidia anciano
Maestro
tu prosa
tu verso
me alivian
Nabucodonosor no fue perdurable
El fariseo de Carter lo será menos
El Poeta Extranjero
El poeta extranjero camina en la ciudad extranjera
Mira el río las barcas los pájaros saltando en la nieve
En el vago espectáculo se sienta a ver la tarde
los vehículos que pasan las palomas que pasan
y fumando su cigarro se hunde en el invierno
-puñado de frío excitación de la piel tos necesaria
El poeta extranjero se levanta se cala el sombrero
tose otra vez
y se pierde en la noche extranjera.
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