martes, 10 de enero de 2012

JUAN CARLOS FLORES [5.613]


Juan Carlos Flores 


Nació el 29 de octubre de 1962 en la Ciudad de La Habana. Murió el 14 de Septiembre de 2016.

Poeta primero, de formación autodidacta.

Fundador de OMNI-ZONAFRANCA. Tiene publicados, "Los pájaros escritos" (Premio Uneac y de la Crítica, 1990), “Distintos modos de cavar un túnel”.
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14-SEPTIEMBRE-2016. VILLA CLARA, Cuba.- En la madrugada de hoy, después de largo y doloroso periplo entre hospitales psiquiátricos y medicamentaciones, se ahorcó el poeta de “Las Vegas” y “Alamar”: Juan Carlos Pérez Flores.

Nacido en Ciudad de la Habana en 1962, se dio a conocer a través de una antología publicada en 1989 y que marcó escuela de nuevos creadores: “Retrato de Grupo”.

En 1993 fue premiado por jurado del concurso Los Pinos Nuevos de la AHS, integrado por Eliseo Diego, Fina García-Marruz y Roberto Fernández Retamar.

En ese poemario intitulado “Los Pájaros Escritos”, ya se vislumbraba al autor de poética singular y contestataria.

Cuatro años después se pudo apreciar ―por fin― al más polémico poeta de su generación, según dicta la fecha de impresión en pleno período especial e interioridades póstumas de la escasa crítica.

El libro obtuvo otros dos premios nacionales en ese entretiempo, El David de Poesía (1990) y el de la Crítica Literaria (1994).

En 2002 resulto también agraciado con el Premio Julián del Casal de la UNEAC con otro título sugerente: “Distintos modos de cavar un túnel”.

El Jurado estuvo presidido por Reina María Rodríguez, amiga y albacea del finado, quien fue secundada por Enrique Saínz y Jesús David Curbelo.

Desde 1995 Juan Carlos fue figura meridiana en el Proyecto Independiente OMNI Zona Franca de Alamar, junto a Amaury Pacheco y otros poetas performáticos.

En 2008 el Proyecto Torre de Letras publicó en antología única “Un hombre de la clase muerta”, título que nos remitía a sus angustias existenciales.

En 2009 el ICL, a través de su colección de poesía de la Editorial letras Cubanas publicó “El Contragolpe”, título previamente editado por la misma Torre un año antes.

Juan Carlos fue un hombre difícil, lleno de incertidumbres cósmicas, pero con un enraizamiento terrenal que lo devolvía, cada día y tras nuevo golpe, a su maltrecho entorno natal.

Esta tarde de miércoles 14 de setiembre del 2016, será su sepelio a las 5:30 p.m., en una Habana atribulada e inmersa en sus propias miserias que, a duras penas, le extrañará.

Para eso quedaremos quienes le conocimos.

Descansa por fin en la anhelada paz, admirado Juan K.

Amigo.





Idea de la poesía


Tomada sea la muy púdica
no pedida sino tomada.
Convertida en cuerpo, en espejo,
es dos un hombre que se mira.
Convertida en árbol,
han de luchar la serpiente y el pájaro.
Convertida en relámpago, en muelle,
un niño tira de un cordel a la luna,
viene la madre y corta con tijera el cordel.
Si ascendemos la máscara, si descendemos el túnel.
No me encuentro, me busco, estoy ahumado.
La poesía en el duermevela
como el ave de la resurrección
a cada instante nace, se aniquila.
La palabra una mitad, el silencio la otra.
El poeta en una orilla, el escucha en la otra.
El poeta es el escucha, el escucha el poeta.
El acto poético es amor
y presupone una fe y una más allá,
sillar, isla que no se alcanza.
Adentrarse en la poesía.
Como se adentra un santo en el nirvana,
como se adentra un cuerpo en otro.
La libertad, timón hacia la poesía,
la poesía, timón hacia la libertad.
Agua y tierra y viento y fuego
es el poeta, es el escucha.
El sueño y la realidad dialogan, se rechazan
se engendran, se aniquilan:
una bocanada de luz, una paletada de tierra.
Intuimos a Dios y comenzamos a morir,
intuimos a la mujer y queremos la inmortalidad.
Me intuyo, luego soy poeta.
Te intuyo es una puerta, un vaso, si lloviera.
Qué cansancio en los ojos de perro,
una herida en el muslo y nos creemos dispuestos
para habitar nuevamente el paraíso.
Tomada sea la muy púdica
no pedida sino tomada.
El cadáver de un rey flota en el pasto.



Virgilio Piñera


Animal de tiro o de parábola
cargaste todo el peso, en omóplatos lo propio y añadido:
polvo y polen y lo que no se ha reducido en círculos.
Extraño mercader,
tus paños el más exacto, alucinado mapa del país
y un espejo no apto para los cazadores de fantasmas.
Algo ejemplar: aún te vieron sonreír de orilla a orilla
con la malicia de un niño o un ratón ante la adversidad
entregarte al prohibido, devorante amor anfibio
como una dama impúdica, como querías
como que todo al final no es más que una gran broma,
un carcajearse escamando entre las sales.
Oscar Wilde tuvo su estancia gélida, el aislamiento pudo ser la tuya.
A la hora anunciada por los especialistas en posteridad
te convertiste en una isla, isla hundida
en que profundo y olvidado mar oscuro.
Dispersas están las cosas que fueron prometidas,
así en la cita bíblica: debajo de la casa un tesoro, un alimento.
Nos decían que no, que no nos acercáramos
nos mandaban a leer a Pita, a Guillén, a cualquiera de los otros
nos decían que no y tuvimos que escoger, que adelantarnos
a estrella o muro empezar la partida, el naipe de los desorejados,
aunque tuviéramos que introducir toda la escala
en el dormido paladar de los prudentes.
Hombre, mujer, isla o coágulo que anuda el paraíso:
entre líneas andamos buscando, preguntándonos.




Oración por Roberto Friol


Roberto Friol es un poeta muy menor.
Su llama me aseguran, es la de un fósforo.
En una antología de poetas menores (los del 50, en Cuba)
no aparece.
Si alguna presentara su candidatura a esa piñata, el Nobel
lo tomarían por loco.
Si un niño le regalara una flor, como a Casal
lo tomarían por niño, eso en el menor de los casos.
Estoy seguro que en torno a él no revolotean
las muchachas, las noctícolas, las buscadoras de.
En su vejez sin fama ha de estar solo
o lo que es lo mismo ha de estar náufrago cloqueante
y le abrazará la sed, a él, amolador que repartió
cuál mano le alcanzara la copa, la para aciervados labios.
Yo lo he leído en las noches, y en el atardecer cianótico
cuando el país es una gota de sangre en mi mantel.
Su palabra me dijo el resplandor de la estrella de Cristo
que había olvidado y está ahí como él dice
brillando sobre el polvo, matando sobre el polvo,
pedernal o brújula o resaca con que frotarse el pecho.
No soy cristiano, ni burro, ni bueno
pero algo se podrá hacer con esa luz
a la hora de construir una casa.


Alzo sus libros a la altura de un monte, en el estante del alma


y eso es más que suficiente para que Friol
se iguale a Homero, a Dante, a Shakespeare, a Friol.



PEQUEÑO CALIBAN

El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero mirar, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que mira, hay un niño cuyo nombre es Rachiel. El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero mirar, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que mira, hay un niño cuyo nombre es Rachiel. El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero escribir, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que escribe, hay un niño cuyo nombre es ya nadie.





The jockeys

Máximo Guiardinú, cuando picaba su caballo, sobre la hierba fresca del hipódromo, sentía la sensación dorada, dinámica y al mismo tiempo estática que otros llaman la felicidad, (Máximo Guiardinú, es Máximo Guiardinú, de la misma manera que Virgilio Piñera es Virgilio Piñera, José Lezama Lima es José Lezama Lima, Nicolás Guillén es Nicolás Guillén), Máximo Guiardinú, cuando picaba su caballo, sobre la hierba fresca del hipódromo, sentía la sensación dorada, dinámica y al mismo tiempo estática que otros llaman la felicidad, (Máximo Guiardinú,no es un heterónimo, pero pudiera serlo, JCF, no es un escritor, pero pudiera serlo, Máximo Guiardinú, no es un escritor, pero pudiera serlo, JCF no es un heterónimo, pero pudiera serlo), Máximo Guiardinú o alguien, o nadie, cuando picaba su caballo, sobre la hierba fresca del hipódromo, sentía la sensación dorada, dinámica y al mismo tiempo estática que otros llaman la felicidad.



Maratones Terry Fox

Por la vereda tropical, las mascotas pasan y sonríen frente a las cámaras de la televisión, (Sócrates, nada sabía, aunque el conjunto de mascotas, cree saber lo que es el cáncer circular, el conjunto de mascotas, ignora lo que es el cáncer circular, porque son un conjunto de mascotas, no la célula del cáncer circular, la célula, celulizando), por la vereda tropical, las mascotas pasan y sonríen frente a las cámaras de la televisión, (Santa Teresa, oraba, aunque el conjunto de mascotas, cree saber lo que es el cáncer circular, el conjunto de mascotas, ignora lo que es el cáncer circular, porque son un conjunto de mascotas, no la célula del cáncer circular, la célula, celulizando), dos dimensiones tienen las mascotas, el cáncer circular, no es una broma, por la vereda tropical, las mascotas pasan y sonríen frente a las cámaras de la televisión.



La conversación con el monje

Los amigos de hoy, no son los amigos de ayer, lo mismo un perro San Bernardo sol, que un perro San Bernardo luna, que un perro San Bernardo mitad sol, mitad luna, necesidad de tener un perro San Bernardo, los amigos de hoy, son los amigos de ayer, lo mismo un perro San Bernardo sol, que un perro San Bernardo luna, que un perro San Bernardo mitad sol, mitad luna, necesidad de tener un perro San Bernardo, la epilepsia, es una enfermedad, frase gramatical simple, la epilepsia, es un don, aunque la medicina moderna afirme lo contrario, frase gramatical compleja, lo mismo un perro San Bernardo sol, que un perro San Bernardo luna, que un perro San Bernardo mitad sol, mitad luna, necesidad de tener un perro San Bernardo.



Ardillas

Las ardillas juegan sobre el árbol indiferentes a nosotros/ los que venimos para admirar a las ardillas/ porque necesitamos algo en qué depositar nuestra capacidad de admiración/ las ardillas juegan sobre el árbol indiferentes a nosotros/ los que venimos para admirar a las ardillas/ porque necesitamos algo en qué depositar nuestra capacidad de admiración/ sí somos hombres hermosos y somos seres deformes/ las ardillas juegan sobre el árbol indiferentes a nosotros/



Antílopes

He soñado con antílopes: sobre el plano policromático se desplazaban y eran felices y eran libres. Yo que con frecuencia tengo las atroces pesadillas de vulgar novela policíaca y escribo para hacer más tenue, más llevadero el horror de vivir, puesto que entre mis pesadillas y lo real hay un vínculo. He soñado con antílopes: sobre el plano policromático se desplazaban y eran felices y eran libres.



Patinadores

"los patinadores cruzan rápido sobre el asfalto y desaparecen con la misma velocidad con que aparecen". (las patinetas se fabrican en serie y no se diferencian las unas de las otras, las personas se fabrican según método antiguo antes del nacimiento de la industria y son muy diferentes las unas de las otras). "los patinadores cruzan rápido sobre el asfalto y desaparecen con la misma velocidad con que aparecen". (grupo, no pertenezco a ningún grupo y no me reconozco en ningún grupo, mi verdadero y único amigo es dios ausente, la sensación de soledad se haría más intensa si yo saliera a caminar y me detuviera frente a la iglesia tamaño caracol). "los patinadores cruzan rápido sobre el asfalto y desaparecen con la misma velocidad con que aparecen".


DÓLARES CANADIENSES


Tener o no tener dinero, esa es la cuestión. Por la misma época de Arthur Rimbaud, hubo, en Canadá, un joven inmigrante francés, que dijo llamarse Arthur Rimbaud. Casó con la joven Emily O´Hara, hija de emigrante irlandés y juntos fundaron una granja en Whitehorse, a orillas del gran río Yukon. Hoy, sus descendientes, son prósperos granjeros y ciudadanos comunes y pacíficos.
Ser poeta es una enfermedad y ser francés es otra enfermedad: Rimbaud, al escapar al África, trato de curar de la enfermedad que es ser poeta y de la enfermedad que es ser francés. De la enfermedad que es ser poeta curó y ahí están sus magras cartas a la hermana Isabel, desde el África, de la enfermedad que es ser francés nunca pudo curar y ahí está su retorno a Marsella y su muerte en hospital de Marsella.


Tener o no tener dinero, esa es la cuestión. Por la misma época de Arthur Rimbaud, hubo, en Canadá, un joven inmigrante francés, que dijo llamarse Arthur Rimbaud. Casó con la joven Emily O´Hara, hija de emigrante irlandés y juntos fundaron una granja en Whitehorse, a orillas del gran río Yukon. Hoy, sus descendientes, son prósperos granjeros y ciudadanos comunes y pacíficos.



LA EXCAVADORA EN LA MINA


Los mutilados de las guerras del mundo sienten nostalgia por las partes perdidas, al que perdió las piernas, le faltarán para siempre las piernas, al que perdió los brazos, le faltarán para siempre los brazos, al que perdió los ojos, le faltarán para siempre los ojos, al que perdió los dientes, le faltarán para siempre los dientes, cada cual recordando lo que hacía con su parte de menos, al que perdió las piernas, le faltarán para siempre las piernas, al que perdió los brazos, le faltarán para siempre los brazos, al que perdió los ojos, le faltarán para siempre los ojos, al que perdió los dientes, le faltarán para siempre los dientes, y si juntásemos cada parte perdida, haríamos el inventario de la ausencia del hombre.



¶ piedras, nada más que piedras

Juan Carlos Flores es un extraño escritor, su poesía parece decirnos que las palabras sobran. La economía de la letra se impone, se vuelve mineral, bajo un tranquilo fluir de las páginas. ¿He dicho bajo? Más bien ha sido inverso, diagonal, cual una superposición de vigas. Libro-galería, Un hombre de la clase muerta, antología poética personal –selección de sus tres cuadernos de poesía– compromete un despliegue topológico atravesado por incipientes zonas de lectura. Los trazados se entrecruzan y engañan, los planos desaparecen. Lector y escritor se topan continuamente con la posibilidad de encontrarse, perderse de vista o desvariar. Ambos visitantes de una extensión finita, aunque múltiple. Flores conforma sus libros, y en especial esta antología recién publicada por Editorial Torre de Letras, en tanto estructura móvil, arquitectura de la potencia. Bajo una inspiración que parece prefigurada desde las cercanías a un Cornelius Escher, la aparente precariedad de los cortes laterales o el murmullo seco del constante levantar de paredes ciegas, no escatima la escritura de superficie, escritura de la inmanencia. Galerías y más galerías: las habitaciones permutan, las paredes desaparecen. Se trata de hacer un recorrido, de entrar y salir.

Así, en el primer libro tenemos toda una galería dedicada a poemas marginales, mientras en El Contragolpe aparecen la galería mujeres o la galería artistas. ¿Pero quién puede nombrar en verdad estos espacios, asentar trayectorias? Cuando decimos “se está cerrando un círculo…”, hay un círculo que se abre en las inmediaciones de aquel. El círculo permuta. Entrar o salir a un(os) territorio(s) de un poema es correr el riesgo de no salir, de hacerse otro. Aún más, leer poesía es asumir ese riesgo, propiciarlo. La materia poética se resiste a nuestra necesidad de abolir el ritmo.

Como Pound o Withman, Juan Carlos Flores echa de menos una tradición. Pero esto no le abruma. Bebe de aquí y de allá, digiere lo que puede. Como ya hemos dicho, se alimenta de piedras (1). En Flores la palabra no se “oye con los ojos”, como en Brull, sino que se reduce a piedras. Tampoco hay “sabor del saber”, como en Armand. En Juan Carlos es movimiento geológico, intestinal: la piedra es a la boca lo que a los ojos: piedra y nada más que piedra. El culto a la abundante comida o a las sabrosas sorpresas de la letra, tiene su dique aquí. No se espere juego, lucidez, belleza intelectual, entendidas como la entiende la ciudad literaria, o su resaca. A este poeta le molestan dichas maneras; la alegría autocomplaciente, contenida en las tres, es la que define esta ausencia. Su poesía es moderada, y no tiene danzas o marchas: arrastra los pies. Gusta de manifestarse con los signos de la misma decadencia (ruina) que la palabra manifiesta. Ya no las ruinas de Mariano Brull, ni las que encuentra Octavio Armand en Lezama. Es una Troya desierta, sacudida solo por esa risa tenue, persistente, que crece en nuestras barbas.

II 

¿Humor en Juan Carlos Flores? Al traspasar el umbral de Un hombre de la clase muerta nuestro cuerpo se encoge, se agrieta la experiencia. Somos mofetas, saltamontes, hombres-leopardos, un viejo, una gorda peninsular, el repartidor de biblias. Hemos entrado al territorio del sarcasmo. Al territorio de la experiencia común. ¿Cuánto tiempo tardaremos en reír?

Juan Carlos Flores no narra a una sola Troya. Describe Troyas, muchas Troyas que se suceden ante la mirada estupefacta. Son los restos de una guerra, de una Troya, pero a la vez estos se inscriben sobre las tantas ruinas dejadas en la experiencia cotidiana. Las pequeñísimas Troyas que componen la vida de un hombre cualquiera. El ciudadano, fastidiado del César. El hombre, cansado de las ciudadanías. La escritura es menor, busca llenar las bacinillas vacías del hospital literario con un poco de saludable orín. O de enfermo orín. La enfermedad, esa zona subyacente a la vida y que toda escritura social pretende mantener desterrada. Cierto es que cuando Trotsky habla de un “emigrado interno”, parece que nombrara alguna suerte de padecimiento fisiológico; el padecimiento fisiológico que sufre un Estado. Sólo que ninguna ideología de Estado hasta hoy se ha alimentado de La enfermedad como camino… 

Para Juan Carlos Flores no hay poeta de la Revolución cubana. La Revolución en nuestro país no ha dado abejas reinas que produzcan su miel a partir de las libaciones sociopolíticas desencadenadas en el proceso histórico. Reinaldo Arenas, dice Flores, lo ha sido un poco desde la narrativa. Asentimos: un enorme abejorro perturbador. Mucho enjambre, poco abejar. Desde el poema, sólo yo me he atrevido, continúa Juan Carlos, hay que ver el carácter eminentemente revolucionario de mi poesía. Cíclica, giratoria del hecho poético, mis textos llevan a cabo incesantes, convulsas “revoluciones”. Tantas revoluciones por minutos, el “no-cumpleaños” de Carroll, celebrado hasta el cansancio en un reino fuera del tiempo. En este caso, el poema. 

Reinaldo Arenas es también el individuo atrapado por el Estado, incapaz de sustraerse de sus redes, calado hasta los huesos por estas. Arenas no pudo librarse del régimen del que escapó físicamente. Su lucha para con este duró lo que su vida adulta, dentro o fuera de Cuba. Es la angustia de un individuo frente a un sistema, que se revierte en producción literaria, gigantesca parodia, pero también monstruosa agonía que en el texto vuelve a erigirse como máquina demoledora del sujeto que escribe.

Kafka, quien supo mantenerse a salvo pero huyendo de sus magníficos castillos de tinta y papel, poseía ese humor sarcástico, casi un pus de la lengua enferma, que supo ver Kundera y que es reconocible a su vez en las páginas de Flores, especialmente en su libro El Contragolpe. 

Es sencillo el tejido, pero apunta en su avanzar tranquilo, sosegado aunque adolorido, a las zonas más vulnerables, más blandas, del cuerpo nacional. 

III

Un hombre de la clase muerta es un libro que permite vislumbrar ciertos itinerarios. En poemas como El viejo (2), de su primer libro Los pájaros escritos, están presente con claridad los síntomas que explicitan luego sus posteriores cuadernos: la circularidad como progresión del texto, o más bien, como modus operandis; las reiteraciones; el poema en prosa a la manera francesa de un René Char o un Frances Ponge (la prosa es presentida desde su primer cuaderno; ya entonces no son versos sino líneas, y el fraseo se constituye según oraciones gramaticales); la economía mineral del lenguaje; una voluntad de utilizar la página en tanto espacio para distribuir sobre ella ciertas intencionalidades gráficas. En el primer libro, la puntuación es aún deficiente y arrítmica respecto del texto (lo que puede verse en particular claridad en El viejo), y aún persiste entre corredores cierta elocuencia, que aunque se muestra ya agotada, engalana, como para lecturas de salón, la sequedad innata de los textos. La segunda versión de este poema, que aparece en su segundo libro, titulada para entonces La silla (otra lectura, otra versión) (3), marca las diferencias que van de Los pájaros escritos a su segundo libro Distintos modos de cavar un túnel, publicado diez años después. Aunque este poema resulta aún deficiente, consideramos una lástima el que sea suprimido de la antología, teniendo en cuenta que su presencia hubiera servido al lector para apreciar la transición del primer poeta, aún en ciernes, al poeta de hoy. 

Si algo caracteriza a esta antología es su carácter de anti-antología, ya que el criterio de selección de los poemas no se basa tanto en la calidad de los textos –aunque si lo observa, lo que comprobamos en el chapeo oportuno que hace de los tres cuadernos–, ni en un sentido de mapeo de la obra abarcada. Los poemas son tratados al igual que en sus otros libros, como piezas de una pieza menor, estancia circunstancial, habitáculo. Cual si fueran los últimos poemas que vieron la luz, escogidos desde esa mirada circunstancial, para armar el libro más reciente. En este sentido creemos que esta antología viene a ser un cuarto libro del poeta, donde el relato de los textos seleccionados es una reescritura más que una compilación. Ello tiene un valor, un valor que sólo puede adquirir una antología poética si es hecha por su autor. Es visible además la apretada síntesis del libro, que apenas cuenta con transiciones, ni con poemas malos o flojos. La antología ha sido desyerbada con ahínco y se extrañan esas malas hierbas que pudieran provocar la contingencia, algún accidente en la lectura. Es por ello que Un hombre de la clase muerta amenaza con parecer una única galería, la galería de un museo, donde vemos los cuadros almidonados y tensos en su postura de sostener la pared y totalmente eclipsados por una curaduría monótona. A nuestro entender, no llega a tanto, aunque cierto hedor a ambientadores casi nos hace presentir la rigidez en la espalda de un vigilante de obras de arte. Poemas que saltan a la vista del lector en El Contragolpe, son sencillamente pasados por alto en la antología. En el dojo (4), texto de radicantes autobiográficos, donde se roza oblicuamente la automarginación en el contexto de una sociedad en crisis, sumida en los dictámenes de un régimen que clasifica, en términos maniqueos, la experiencia, a nombre de partidos u orientaciones de Estado. También falta la excelente pieza Días de 1834 (5), en que la prosa se vuelve notablemente eficiente y singular. Así mismo Tren a Vegas (6), que toca su última estrategia ante la vida y la poesía, la del retirado de la “ciudad criminosa”, y su acercamiento a cierto ethos de la idiotez. O el poema El Contragolpe (7), que finaliza y da nombre al libro, y que contagia al lector de ese “humor” presente en toda su obra; la ironía punzante, autoparódica. 

Celebramos esta nueva aparición de Juan Carlos Flores, “escribano de las minucias”, hombre de la clase muerta: 

(…) ser quien escribe o quien habla es habitar en un cementerio,
pero dentro de una fosa común. (8)

Reseña publicada en el número más reciente de la revista Encuentro de la cultura cubana (51/52, Madrid, 2009).

NOTAS

(1) Lizabel Mónica. Texto de presentación a El Contragolpe, el 23 de octubre de 2008, en Torre de Letras. Inédito.
(2) Juan Carlos Flores. Un hombre de la clase muerta. Antología poética (1986-2006). Editorial Torre de Letras. La Habana, 2007. p. 40.
(3) Juan Carlos Flores. Distintos modos de cavar un túnel. Ediciones Unión. La Habana, 2003. p. 32.
(4) Juan Carlos Flores. El Contragolpe (y otros poemas horizontales). Editorial Torre de Letras. La Habana, 2007. p. 76.
(5) Ibíd. p. 88. 
(6) Ibíd. p. 82.
(7) Ibíd. p.103.
(8) Juan Carlos Flores. Poemas encontrados. Un hombre de la clase muerta. Antología poética (1986-2006). Editorial Torre de Letras. La Habana, 2007. p. 127.

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