Pierre Louys
(1870-1925)
Poeta y novelista francés nacido en Gand, Bélgica, en 1870.
Cursó estudios en la escuela Alsaciana de Paris donde inició su carrera poética a los dieciocho años, interesándose por las escuelas parnasianas y simbolistas. Trabó amistad con André Gide con quien fundó la revista La Conque publicando en ella textos de renombrados poetas como Mallarmé, Valéry y Verlaine. Inclinado siempre por la poesía erótica de corte elegante, publicó la primera colección de poemas, “Astarté”, seguida en 1894 por “Canciones de bilitis” que lo elevó a la fama. La novela “Afrodita”, aparecida en 1896, rompió todos los record de ventas en Francia.
Divorciado de la hija menor de José María de Heredia, se retiró en 1914 a la aldea de Boulainvilliers, donde se dedicó a la meditación y continuó escribiendo poemas hasta su muerte, ocurrida en 1925
Bilitis
De lana viste la vecina ruda;
hay mujeres que lucen sedas, oro;
otras, con hojas cubren su decoro;
otra, las flores con primor anuda.
Yo no quiero vivir sino desnuda.
T ámame, amante, como voy. Adoro
de joyas y damascos el tesoro,
mas, no a Bilitis una gasa escuda.
Son mis labios de un rojo sin ardides;
es negro mi cabello, sin tocado,
flota libre en mi frente un solo rizo.
Una noche de amor así me hizo
mi madre. Tómame cual soy, amado:
mas, si te gusto, dímelo… no olvides.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Canción
Cuando lo vi, al regreso,
el rostro entre las manos oculté.
Él me dijo: “No temas, nuestro beso
¿quién, quién lo pudo ver?”
“Nos vio la noche” -díjele- “y la luna;
nos vio el alba, de fijo;
las estrellas, también.
Se miraba en el lago la importuna
y al agua bajo los sauces se lo dijo”.
“Lo contó el agua al remo
y el remo, a la barquilla;
y al pescador, la quilla.
Ahí no quedó todo, bien lo temo,
pues, ¡ay! el pescador lo contó a su mujer”.
“Si la mujer lo dijo a una comadre,
ya lo sabrá mi madre,
hasta mi hermana,
y la Hélade entera, esta mañana.
Todos, hasta mi padre, ya lo habrán de saber”.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Manual de Urbanidad para Jovencitas.
GLOSARIO
Hemos considerado inútil explicar las palabras: raja, coño, pipa, capullo, picha, rabo, cola, polla, joder, leche, empalmarse, menearse, chupar, lamer, bombear, follar, empinarse, enfilar, encoñar, encular, correrse, consolador, tortillera, vagina, sesenta y nueve, chocho, chochito, puta, burdel. Estos términos son familiares a todas las jovencitas.
EN LA HABITACIÓN
I
Si le sorprenden completamente desnuda, ponga púdicamente una mano sobre su rostro y la otra sobre su coño; pero nunca haga burlas con la primera ni se lo menee con la segunda.
II
No orine en la caldera. Vaya al cuarto de baño.
III
No cuelgue consoladores en la pila de agua bendita de su cama. Esas cosas se guardan bajo la almohada.
EN CASA
I
No se asome al balcón para escupir a los transeúntes; sobre todo si tiene semen en la boca.
II
No orine en el escalón más alto de la escalera para hacer una cascada.
III
Si no está completamente segura de que su coño no tiene viruela, no meta un consolador en la boca de un bebé para que mame la leche que queda en los cojones de goma.
EN LA COCINA
I
Cuando use un plátano para divertirse sola o para hacer gozar a la criada, no lo vuelva a poner en el frutero sin haberlo limpiado cuidadosamente.
II
No se la menee a todos sus amiguitos en una jarra de limonada, incluso si le parece que el refresco estará mejor condimentado con leche fresca. Los invitados de su señor padre podrían no compartir sus gustos.
III
Si vacía a escondidas la mitad de una botella de champán, no orine dentro para rellenarla.
IV
No insinúe al criado que se folle el culo de un pollo cocido sin haberse asegurado por sí misma de que el criado está sano.
V
No se cague en la crema de chocolate incluso si, por encontrarse castigada sin postre, está segura de no comerla.
EN LA MESA
I
Si se le preguntan qué bebe usted en las comidas, no responda: “Sólo leche.”
II
No meta y saque de su boca un espárrago mientras mira lánguidamente al joven que quiere seducir.
III
No lama un albaricoque partido en tanto que guiña a la lesbiana más célebre de la reunión.
IV
No coja dos mandarinas a fin de añadirle unos cojones al plátano.
V
Si se la menea a su vecino bajo su servilleta, hágalo tan discretamente que nadie se dé cuenta.
VI
Si su amiguita actual está sentada frente a usted, no le monte una escena de celos por encima de la mesa.
VII
Cuando una persona mayor cuenta una historia verde que las jovencitas no deben comprender, no se ponga a gritar como si se estuviera corriendo; incluso si la narración la excita muchísimo.
VIII
Si encuentra un cabello sospechoso en su plato, no diga: “¡Qué bien, un pelo del culo!”
IX
No esconda un consolador en el frutero para que las chicas se rían a la hora del postre.
X
Cuando le sirvan plátanos, no se guarde el más gordo en el bolsillo. Esto haría sonreír a los señores y, posiblemente, hasta a las jovencitas.
XI
Si es aún impúber, no se aplaste entre las piernas un puñado de fresas y a continuación vaya a enseñarle a todo el mundo que ya tiene la regla.
XII
Es de muy mal gusto poner bajo la servilleta de una señorita –y en lugar del panecillo- un consolador.
JUEGOS Y DIVERSIONES
I
Nunca pida permiso a una señora para irse a holgar con su hija. Diga “jugar”, que es más decente.
II
No invite a sus amiguitas a pescar pececillos de flujo en el bidet de su señora madre cuando jueguen a las comiditas.
III
Para echar a suertes, no le pida a una niña que se corte cinco o seis pelos; sobre todo si sabe que no tiene ni uno.
IV
Si juega al dedo mojado, no lo humedezca entre sus muslos, a menos que se encuentre en la intimidad.
V
Si propone jugar a “muéstrame tu polla y veras mi culo”, asegúrese de que los mayores no vigilan.
VI
Lo mismo cuando juegue “a ver quién mea más lejos”, sobre todo si los árbitros son unos jovencitos.
VII
Igual si juega “al parto” con una muñequita de porcelana en el coño.
VIII
También cuando juegue a ver “quién hace la cochinada más grande”. Es el juego favorito de las niñas, pero los padres nunca lo aprueban.
IX
A “adivina quién te dio”, si está de rodillas ante un muchacho, no le chupe la polla: no podría usted contestar las preguntas del juego.
X
Ponerse miel entre las piernas para hacerse lamer por un perrillo, está –en rigor- permitido; pero es inútil devolverle el favor.
XI
Nunca masturbe a un chico en la ventana. Nunca se sabe sobre quién puede caer eso.
XII
No se ponga a caballo sobre el cuello de un señor si no tiene las calzas abrochadas. Por poco excitada que esté, podría mancharle el cuello de la levita.
XIII
Levantarse la falda, sentarse sobre un bolo puesto en pie, meterlo por donde se imagina y correr sosteniéndolo con la sola fuerza del “cascanueces”, es un ejercicio muy indecente que una señorita bien educada no debe imitar, ni siquiera cuando lo haya visto hacer con éxito de crítica.
XIV
Si juega “al burdel” con varias chicas, no se pinte con carbón el vientre y los muslos para hacer de negra.
XV
Si juega “a la puta” con algunos chicos, no pida prestadas veinticinco ladillas a la hija del jardinero para hacerse un verdadero coño de tirada
XVI
Si, jugando al escondite, se encuentra usted sola con una jovencita en un escondrijo impenetrable, masturbe a su compañera: es la costumbre. Y si le hace remilgos, mastúrbese ante ella para animarla.
XVII
Si practica la equitación junto a un hermoso caballero y la montura le provoca de golpe una emoción desbordante, puede suspirar: «Ah!... ah!...», siempre que añada a continuación: “Lo hago por usted, señor.”
XVIII
Cuando juegue a la gallinita ciega, no rebusque bajo las faldas de su cautiva alegando que así la reconocerá en seguida. Esto la comprometería mucho.
XIX
Cuando le propongan jugar al “corre, corre que te pillo”, no se eche a reír. Cualquier broma con esto sería un chiste fácil.
EN CLASE
I
No dibuje en la pizarra el coño de la maestra, sobre todo si ella se lo ha enseñado confidencialmente.
II
Cuando se masturbe bajo el pupitre, no se limpie el dedo mojado en el cabello de su compañera, a no ser que ella se lo pida.
III
Si encuentra más cómodo hacerse una paja en el cuarto de baño, pida permiso sólo para salir; no diga el motivo.
IV
Si le preguntan qué era Pompeya, no responda: “Debía ser una polla”. Y si le preguntan qué personaje histórico le habría gustado ser, no diga mientras guiña: “Siempre he querido ser Perseo”. Estas bromas harán reír a sus compañeras, pero no a la maestra.
V
No afirme que el Mar Rojo se llama así porque tiene la forma de un coño ni que la Florida es la polla de América ni que la Jungfrau no merece su nombre desde que los alpinistas la remontan. Serían observaciones ingeniosas, pero impropias de la boca de una niña.
VI
No humedezca su pulgar en la boca o en el coño para pasar las páginas.
VII
Si le dicen que el hombre se distingue del mono en que aquél no tiene rabo, no afirme que sí tiene.
VIII
Es inútil que cite “follar” entre los principales verbos de la primera conjugación: yo follo, yo follaba, que yo folle, follando, follado. La conjugación de este verbo es interesante, pero le regañarán más por conocerla que por ignorarla.
IX
Si la suma que le manden da 69, no se eche a reír como una pequeña imbécil.
X
Si su profesor le pide una pluma, no simule creer que quiere una mamada.
XI
En el primer año de ingles, a veces salen frases ingenuas: “Tengo un lindo nidito. Tienes un gran capullo. A él o a ella le gusta las lenguas. Mi hermana tiene un buen cascanueces. ¿Quiere una paja? El húsar disparó dos veces. Busco los guisantes de mi tortilla. El cabrón tiene una hermosa cola. Mi hermano tiene zorras y mi padre vacas.”
XII
Ni se le ocurra traducir: “I have a pretty little cunt, You have a big clito. She likes to be tongued, etc...»
XIII
Si su maestra la lleva a su cuarto y la toma entre sus brazos con una gran turbación, levántese la falda con naturalidad y guíe su vacilante mano. Esto le quitará un gran peso de encima.
XIV
El primer día, no se acerque a una alumna mayor y le pregunte si se hace pajas. 1º Porque la pregunta es ociosa: ciertamente, se las hace. 2º Porque estaría tentada de mentirle. Llévala en secreto al fondo del jardín y entréguese delante de ella a sus deliciosas costumbres. Su ejemplo le hará sentir vergüenza por su disimulo.
XV
Si alguna de las mayores se burla de su juventud porque ella tiene unos bonitos pelillos y usted está rasa como la palma de la mano, no la llame oso peludo, Absalón ni mujer barbuda: aprenda una lección del enfado que siente y acuérdese de ser modesta cuando tenga el monte frondoso.
REGALOS
I
Si lleva en un medallón un ramillete de pelos rubios cortados del pubis de su amiguita, es preferible que diga que son cabellos.
II
No ofrezca nunca consoladores a una mujer casada, a menos que ella le haya contado sus infortunios.
III
Si muestra un lápiz automático, no eche miradas tiernas mientras saca y mete la mina.
IV
El regalo más hermoso que puede hacer una jovencita es su virginidad. Como la de delante sólo se puede dar una vez, dé en cien ocasiones la de detrás y hará una centena de cortesías.
V
Si una amiga le regala un anillo, póngalo en el dedo que use habitualmente durante sus soledades voluptuosas. Es un detalle muy delicado.
VI
Si regala una pluma gruesa a una amiguita inocente, enséñela a usarla o será un obsequio desperdiciado.
EN EL BAILE
I
Regla sin excepciones: jamás coja la polla de un compañero de baile a quien no se le empine por usted. Un vistazo a su pantalón le evitará meter la pata.
II
Si disfruta danzando, dígalo bajito. No lo grite.
III
Si ve una mancha en el vestido de una chica, no le pregunte si es de semen.
IV
Si su compañero de baile le pone la polla en su mano, pretende darle a esta galantería un carácter confidencial. No llame a todo el mundo para enseñar lo que coge.
V
Cuando, tras un mueble, un señor se corre en su mano, es más prudente chuparse los dedos que pedir una servilleta.
VI
Una niña bien educada no orina en el piano.
DE VISITA
I
Vuelva a ponerse los guantes antes de entrar si se ha hecho una paja en el ascensor.
II
Cuando la señora de la casa se incline para besarle, no le meta la lengua en la boca. Eso no se hace ante testigos.
III
Diga: “Buenos días, señora. ¿Cómo está usted?” Pero nunca pregunte a una mujer casada: “¿Folló bien anoche?” Porque lo más frecuente es que no tenga nada que contar.
IV
En un salón muy fino no tome jamás el pañuelo de un señor para limpiarse las partes pudendas, incluso si se ha mojado por su culpa.
V
Si una de las invitadas le gusta, puede sonreírle a hurtadillas; pero no vibre la lengua mientras refuerza el brillo de sus ojos. Sería expresar con demasiada evidencia una proposición que es preferible sobrentender.
VI
Si alguien le hace admirar una rosa, no le diga: “Me recuerda el coño de la señora X...” Pues sería un cumplido de ésos que más vale guardarlos para los momentos de intimidad.
VII
Si una señora modesta le dice: “Mi hijo trabaja peor que su hermano”, no le responda: “Sí, pero su leche es mejor.” Los elogios de este tipo no agradan a una madre cristiana.
VIII
Si ve una mancha roja en el bigote de un joven, no le espete delante de todos: “ ¿La señora X... tiene, pues, la cosa?” Se haría un silencio embarazoso.
IX
No pegunte a una actriz dónde pasó sus años de prostíbulo. Infórmese por sus amigas.
X
Si le dijeran que es “todo un chico”, no muestre su coño para probar lo contrario.
XI
Decirle a una señorita que tiene unos hermosos cabellos rubios, es una gentileza; es una indiscreción preguntarle en voz alta si los del pubis son del mismo color.
XII
Si está sentada en el borde de una silla, no se mueva demasiado adelante y atrás; la distraería.
XIII
Si una señora rechaza sentarse, no le dé consejos sobre el peligro de ser enculada por algún despistado.
XIV
Si al caballero que habla con su madre se le empina bajo el pantalón, no le llame la atención a gritos.
XV
Hay que decir siempre la verdad; pero cuando su madre recibe en el salón, la llama y le pregunta qué hacía, no responda: “Me lo meneaba, mamá”, aun siendo rigurosamente cierto.
SUPERSTICIONES
I
Se conquista a los hombres poniéndoles una pizca de sal en la punta de la polla y chupándola hasta que la sal se haya disuelto.
II
Por ser el viernes el día dedicado a Venus no tiene ninguna mala influencia sobre las citas amorosas. Al contrario.
III
Si son trece haciendo el amor sobre la misma cama, no mande a la más pequeña que se masturbe sobre la mesita de noche. Mejor llame a la hija de la portera y así serán catorce.
IV
Asimismo, si su amante le echa trece polvos en la misma noche, no lo deje irse hasta que no descargue por decimocuarta vez.
V
Si una joven morena le dice: “Las morenas vienen al mundo por el coño y las rubias por el ojo del culo”, puede responder sin vacilar que se trata de un falso rumor. Si usted es rubia, puede añadir una bofetada.
VI
Cuando pierda su virginidad, no recurra a San Antonio de Padua para recuperarla. San Antonio de la Tebaida meditó mucho sobre cuestiones sexuales; pero su homónimo no se complacía con estos asuntos.
VII
No se ate un cerdito de oro en los pelos del coño para que dé suerte a lo que cubran. Los caballeros que le levanten la falda podrían reírse con esta ocurrencia.
VIII
En el castillo donde sus padres reciben visitas, no se beba el agua de bidet de todas las chicas para conocer sus pensamientos.
IX
Antes de que le metan un consolador por el culo, no exija que haya sido bendecido por el obispo. Algunos se negarían a ello.
EN LA IGLESIA
I
Una jovencita que se despierta debe terminar de masturbarse antes de empezar sus oraciones.
II
Si fue insuficiente la paja de la mañana, no la concluya durante la misa.
III
No siga el oficio con un ejemplar de Gamiani, sobre todo si está ilustrado.
IV
Nunca arranque un botón del pantalón a su vecino en el momento de la colecta. Hágalo antes de entrar.
V
“Quienes conozcan algún impedimento para que este matrimonio sea celebrado, que hablen ahora o callen para siempre”, dice el sacerdote. Pero sólo es una fórmula. No se levante para revelar confidencias.
VI
Cuando esté al lado de una mujer que de rodillas saca el culo, no le pregunte si esta postura le trae dulces recuerdos.
VII
Al arrodillarse ante el altar, no invite en voz baja a su vecinita a acostarse con usted por la tarde.
VIII
El día de su primera comunión, si una señora grita al verla: “¡Qué bonita! ¡Parece una novia!” no responda: “Sólo me falta la flor.” La réplica sería considerada atrevida.
IX
Si se la chupa a un señor antes de ir a comulgar, no se trague la leche: ya no estaría en ayunas, como es preceptivo.
X
Durante la catequesis, si el joven sacerdote le pregunta qué es la lujuria, no le conteste entre risas: “Lo sabemos mejor que usted.”
XI
Durante la homilía, si el predicador parece creer en la “pureza de las jóvenes cristianas”, no se parta de risa.
XII
Si echa un polvo por la tarde en una iglesia de pueblo, no se lave el coño en la pila del agua bendita. Lejos de purificar su pecado, lo agravaría.
EN LA CONFESIÓN
I
Si su confesor le pregunta cuántas veces ha sido inseminada, no le responda: ¿Y usted?
II
No se masturbe en el confesionario para ser absuelta inmediatamente después.
III
Cuando le cuente todas sus cochinadas al buen sacerdote que la escucha, no le pregunte si lo oído se la pone tiesa.
IV
Si se confiesa en la casa de su director espiritual, no le pida jamás que le deje coger la polla para explicarle mejor lo que hace a los chicos ni tampoco le muestre su coño para que comprenda bien lo que le hace a las muchachas.
V
Si su director espiritual tiene por costumbre follarla, encularla o correrse en su boca antes de absolverla de eso y lo demás, manténgalo como amante si le gusta, pero cambie de confesor. Desde el punto de vista canónico, no da la talla.
EN LOS CAMPOS ELÍSEOS
I
Si tiene ya tetitas, no se las saque a tontas y a locas para darle el pecho a su muñeca. Esto está permitido a las nodrizas, pero no a las jovencitas.
II
No compre una varilla de aro para metérsela en el coño delante de todo el mundo. Hágalo en su casa.
III
Si un viejo verde le muestra su miembro en el recodo de una alameda, no está obligada a enseñarle su coñito para devolver la cortesía.
IV
No entre en los urinarios para ver mear a los caballeros.
V
Cuando, a pleno día, venga de joder entre los macizos, no se lave el culo en un tazón del Rond-Point. Eso la pondría en evidencia.
EN LA CALLE
I
Dar limosna a un pobre porque no tiene pan, perfecto; pero chupársela porque no tiene amante, es excesivo. De ninguna manera se puede considerar obligatorio.
II
Si le apetece acostarse con un caballero que pasa, no se lo pregunte usted misma. Hágale hablar a través de su criada.
III
No se enchufe jamás una manguera en sus partes íntimas. Estos instrumentos descargan demasiado fuerte para su pequeña capacidad.
IV
Si ve, al lado de una acera, un caballo terriblemente empalmado, no alargue la mano para aliviarlo. No es costumbre.
V
Si en una muchedumbre una mano misteriosa le toca el pubis, abra del todo los muslos para dar facilidades.
VI
No dibuje cipotes en las paredes, aunque tenga un gran talento como artista.
VII
No se la chupe a los caballeros en los urinarios antes de la una de la madrugada.
EN LAS TIENDAS
I
Si se hace chupar por una dependienta del Louvre en un probador, no grite que ha disfrutado; provocaría un escándalo espantoso.
II
Al salir de los servicios públicos, no pida una rebaja con el pretexto de que sólo se ha masturbado.
III
Nunca entre en un burdel para contratar los servicios de una tortillera si no lleva veinte francos.
IV
Si le falta algo de dinero para pagar sus compras, no proponga al vendedor chupársela a cambio de la diferencia; sobre todo si su mujer los escucha.
V
No entre en una peluquería pidiendo con desparpajo que le ricen los pelos del coño.
VI
No mande su consolador a la mercería para que le pongan unos lacitos.
EN EL TEATRO
I
No ponga la mano sobre el pantalón de su vecino para ver si el ballet lo pone cachondo.
II
Si ve que una bailarina tiene el cabello rubio y las axilas negras, no pregunte el motivo a gritos.
III
Tampoco diga en voz alta: “¡Esa morenaza es la que se acuesta con papá!” Especialmente si su señora madre la acompaña.
IV
Aunque tenga referencias fehacientes sobre los talentos de la compañía, no diga de forma que lo oiga todo el palco: “Ésa chupa como una chimenea; deja seco a quien quiere. Aquella otra funciona por el culo.”
V
Si escucha durante la representación algunas bromas picantes, alusiones, indirectas, no se las explique a los adultos, aunque parezcan no haberlas entendido.
VI
No pegunte tampoco por qué el bello tenor no se tira a la soprano, que canta todo el tiempo como si se estuviera corriendo. Eso no suele hacerse en el escenario.
VII
Si el papel de amante lo representa una mujer disfrazada no grite a través de la sala: “¡Sucia tortillera! ¡Lávate la lengua! ¿Dónde está tu consolador?” Y otras frases impertinentes que el público no escucharía sin protestar.
EN EL MUSEO
I
No se suba a las estatuas antiguas para usar las pollas. No se deben tocar los objetos expuestos ni con la mano ni con el coño.
II
No dibuje rizos negros en los pubis de las Venus desnudas. Si el artista representa a la diosa sin pelos es porque Venus se los afeitaba.
III
No pregunte al vigilante de la sala por qué el Hermafrodita tiene cojones y tetas. Eso se sale de sus competencias.
EN LA PLAYA
I
Si pasa al lado de un caballero que se está bañando, no le coja los huevos, por muchas facilidades que dé su indumentaria a los tocamientos.
II
No se masturbe mientras se hace la muerta; se notaría.
III
En el agua, no pida a los presentes permiso para hacer pipí. Hágalo sin autorización.
IV
En la medida de lo posible, no se encierre en su vestidor con un hombre. Entre con una jovencita: le lamerá tan bien, si no mejor, y no la comprometerá.
V
Si escribe obscenidades en los tabiques de la cabina, no las firme con el nombre de la señora que la precedió.
VI
Cuando por las rendijas de la madera vea en el vestuario de al lado a una señora que, creyéndose sola, se masturba; no golpee el tabique preguntándole “si ya viene”. En lugar de animarla, la turbaría.
VII
Si un caballero le pregunta por qué no se baña, no le responda: “Tengo la regla.”
EN EL HOTEL,
DE VIAJE
I
No llame al camarero a las once de la noche para pedirle un plátano. A esa hora, solicite una vela.
II
No pregunte a la gobernanta si la sirvienta sabe hacer mamadas. Interrogue a la interesada.
III
No llame a los transeúntes por la ventana, aunque tenga muchas ganas de joder y nadie para satisfacerla.
IV
Puede mirar por el ojo de la cerradura para saber por qué su mamá se encierra todo el día con un joven que no conoce, pero nunca grite: “¡Ánimo, mami! ¡Ya viene, ya viene!” En lugar de excitarla, le procuraría una lamentable turbación en sus tareas.
V
Si por el mismo método, ve que un turista se divierte con una criada del hotel, es inútil que grite en las escaleras para advertir a la gobernanta. Eso no es asunto suyo.
EN EL CAMPO
I
No haga anunciar al pregonero que perdió su virginidad. El hombre que la encontró no se la devolverá.
II
Si se encuentra en un lugar desierto con un vagabundo que la acosa, déjese follar. Es el medio más seguro para no ser violada.
III
No haga que siete u ocho campesinos se corran en un vaso para beber leche con azúcar. Esto le daría una pésima reputación en la comarca.
IV
Delante del jardinero que riega la tierra para que crezca el césped, no se moje el pubis para que le crezcan los pelos. Se reiría de su ingenuidad.
DEBERES
HACIA EL PRÓJIMO
I
Tenga por segura esta verdad: todas las personas presentes, cualquiera que sea su sexo y su edad, tienen el deseo secreto de hacerse chupar por usted; pero la mayoría no se atreven a decirlo.
II
Por lo tanto, respete ante todo la hipocresía -que se llama también virtud- y no diga jamás a un caballero ante quince personas: “Enséñame tu polla y yo te mostraré mi raja.” Ciertamente, él no lo hará.
III
Al contrario, si se encontraran completamente solos y en un lugar donde estuviera seguro de no ser sorprendido por nadie, no sólo le mostraría su cipote, sino que no se opondría a que se lo chupara.
IV
La mayor parte de los consejos que siguen derivan de los principios anteriores.
DEBERES PARA
CON SU PADRE
I
Si su señor padre, enfurecido, le dice: “¡No eres mi hija!” No le responda entre carcajadas: “¡Hace mucho que lo sabía!”
II
Cuando su señor padre se presente en su grupo, no diga: “¡Ya está aquí el cornudo!” O, si lo hace, que sea en voz muy baja.
III
Si bebe un vaso de cerveza en el billar de su papá, hace mal; si orina en la botella para que no se percate de la disminución, lo único que consigue es agravar la falta.
IV
Si se sienta en la rodilla izquierda de su señor padre, no frote su culo con su polla para excitarlo, a no ser que estén solos.
V
Si su señor padre le pide que se la chupe, no tenga el despiste de decirle que su picha huele al coño de la criada. Podría preguntarse por qué reconoce usted ese olor.
VI
Si su señor padre la lleva a un burdel para que sea lamida por unas putas hábiles, no dé su dirección a todas esas señoritas para cartearse. Una jovencita con mundo sólo va al prostíbulo en el más estricto incógnito.
VII
Si se está haciendo una paja cuando su señor padre entra en su habitación, párese: es lo más conveniente.
VIII
Si su señor padre se digna alguna vez a eyacular en su boquita, acéptelo con los ojos bajos y como su fuera un gran honor del que no es digna. Pero, sobre todo, no vaya a jactarse de ello como una estúpida al oído de su mamá.
DEBERES PARA
CON SU MADRE
I
No la llame jamás: “¡Vieja vaca! ¡Puta de urinario! ¡Tortillera de putas! ¡Loca por la leche! ¡Viruela ambulante! Etc...” Son expresiones que conviene dejar al vulgo.
II
Tampoco le diga nunca: “¡Vete a la mierda! ¡Que te den por el culo! ¡Me cago en ti!”
III
Y sobre todo: “¡Me sales del coño!” Pues, al contrario, es usted quien salió del suyo.
IV
Por la noche, cuando su señora madre vaya a darle un beso en su cama, espere a que se haya ido para hacerse la paja.
V
Si su señora madre le pregunta a quién le gusta más besar, no responda: “El culo de la criada”
VI
Cuando vaya a la casa del amante que tiene por costumbre encularla, no se maquille el ojete en el cuarto de baño de su madre con el lápiz que usa para sus labios.
VII
No se ciña un consolador para enfilar a su señora madre antes de que ella se lo pida.
VIII
No se ofrezca a su mamá para participar –por poco que sea- en sus voluptuosidades conyugales. Espere a que ella se lo pida.
DEBERES PARA
CON SU HERMANO
I
Nada más feo que una niña vea cómo se le empina a su hermano y no haga nada para aliviarlo.
II
Menéesela a su hermano en su cama; no en la de usted. La comprometería.
III
Cuando venga de chupársela a su hermano, no escupa la leche en la cara de su institutriz. Si se quejara, tendría problemas.
IV
La mayoría de las jovencitas se hacen desvirgar por sus hermanos, lo cual ofrece menos inconvenientes que si interviniera un extraño.
V
Si su hermano se le pone encima a las tres de la madrugada y le hinca gentilmente la polla en el culo, no le diga que tiene sueño.
DEBERES PARA
CON SU HERMANA
I
Los días que su hermana no vea a su amante ni a su amada, métale delicadamente la mano bajo la falda y pregúntele si quiere contentarse con usted.
II
Si le responde que prefiere hacerse una paja completamente sola, retírese con discreción.
III
Cuando su hermana esté orinando, no le quite la escupidera para que mee en el suelo; es una broma de mal gusto.
IV
Cuando ella -en camisón- esté de rodillas, váyase si ve que su hermano aprovecha esta posición para meterle la lengua en el culo.
V
Si ve a un caballero desnudo en la cama de su hermana, no vaya a cuchicheárselo a su señor padre. La visita no es para él.
VI
Si su hermana tiene pelos en el pubis antes que usted, no se los arranque con la excusa de que es una injusticia.
VII
Cuando su hermana salga para el baile, no escriba en la espalda de su vestido blanco: “Encúleme, por favor.” Absténgase de toda inscripción de este tipo.
VIII
Durante el noviazgo, no le diga a su futuro cuñado que su hermana chupa muy bien las pollas. Aunque vaya a disfrutar esa habilidad íntima, saberlo así no le va a hacer gracia.
IX
Si le preguntan qué hace su hermana en su habitación, no diga que se la menea; incluso si está segura de lo que dice.
X
No le cuente a nadie que su hermana se mete la almohada entre los muslos, se frota contra ella y la llama Gastón.
XI
Si su hermana se sirve varias veces seguidas de su consolador y no quiere devolvérselo, no se queje a sus padres. No cuente tampoco con su espíritu de justicia, cuando ella se niegue a lamerla. En ambos casos usted sería azotada.
XII
No se burle de su hermana si ella no quiere ser enculada. Una jovencita con mundo es completamente libre de dar un solo agujero a sus amantes.
XIII
Cuando su hermana mayor esté en camisón y de rodillas sobre el reclinatorio, no le chupe por detrás; la distraería.
DEBERES PARA CON DIOS
I
Todas las noches, antes de masturbarse, rece sus oraciones arrodillada.
II
Admire la bondad de Dios que da a cada jovencita un coño para recibir todas las pollas del mundo y que –para variar los placeres- le permite reemplazar la polla por la lengua, la lengua por el dedo, el coño por el culo y el culo por la boca.
III
Agradézcale la creación de las zanahorias para las niñas, los plátanos para las jovencitas, las berenjenas para las jóvenes madres y las remolachas para las señoras maduras.
IV
Bendígale por haber puesto en usted el deseo de correrse y creado mil medios para conseguirlo.
V
Si quiere un amante, pídaselo y se lo dará. Si es una tortillera lo que necesita, dígaselo sin vergüenza. Dios lee en su corazón. No podría engañarlo.
VI
No rece desnuda. Póngase un camisón, no se lo suba delante de los presentes. Si lleva un consolador en el coño, quíteselo.
VII
También si lo tiene en el culo.
VIII
Mientras reza de rodillas, si alguien pretende aprovecharse de esta posición para encularla, no se preste a esta inconveniencia.
IX
Antes de comulgar, si se la ha chupado a alguien, no se trague la corrida; no estaría en ayunas. Pero puede beberla en viernes. El semen, al igual que la leche, no se considera un alimento graso.
X
Algunas jovencitas muy vigiladas se compran un pequeño santo de marfil pulido y lo usan como consolador. Es una costumbre condenada por la Iglesia.
XI
En cambio, puede servirse a tal efecto de un cirio, siempre que no esté bendecido.
CON EL AMANTE
DE SU MADRE
I
Cuando una jovencita ha descubierto quién es el querido de su mamá, bajo ningún pretexto debe decírselo a su papá.
II
No diga jamás al amante de su madre que una chica se masturba pensando en él, sobre todo si ella es usted.
III
Si el amante llega pronto y su señora madre le pide que lo atienda, excítelo, pero no se la chupe.
IV
Cuando su madre vuelva de una cita, no debe preguntarle si le ha gustado, cuántas veces lo ha hecho, si el caballero follaba bien, etc. Estas preguntas sólo merecen la correa.
V
También está prohibido llevarse a parte al querido y preguntarle: “¿Se corrió dentro? ¿Es muy guarra? ¿La chupa bien? ¿Se traga la leche? ¿Se deja encular?” Etc, etc.
VI
Ni tampoco para decirle: “Papá se tiró a mamá anoche. Me lo ha dicho mi sirvienta.” Esta información no sería recibida con gusto.
VII
Si usted sabe que su madre espera a su amante en casa, no se esconda bajo la cama para gritar: “¡Sorpresa! ¡Soy yo!” mientras la saborea en su boca. Podría atragantarse.
VIII
No escoja, tampoco, ese momento para entrar en la habitación aullando: “¡Ya está aquí papá!” cuando sabe perfectamente que su señor padre está de viaje.
IX
Si éste se ausentara durante seis meses o un año, no se arriesgue, un día de adulterio, a esconder la jeringa de su mamá, de forma que se dé cuenta demasiado tarde. Podría tener consecuencias muy graves y la broma no sería apreciada.
X
Si descubre que es hija del amante y no del marido, no llame a este caballero “papá” delante de veinticinco personas.
XI
Es al esposo de su madre a quien debe llamar papá. Aun estando segura de que no les une lazos sanguíneos, no le debe decir al oído: “¡Te la puedo chupar, no eres mi padre!” La segunda oración destruiría todo lo que tuviera de agradable la primera.
XII
Si una visita llega cuando su madre está haciendo el amor y le han encargado que diga: “Mamá está indispuesta”, no dé detalles sobre la enfermedad. Si le preguntan: “¿Qué tiene?” No conteste: “Una polla en el culo.”
APARTADO ESPECIAL
PARA HACERSE DESVIRGAR
I
A partir de los ocho años, no es conveniente que una niña sea aún virgen, aunque lleve mucho tiempo chupando pollas.
II
Cuando tenga ocho años cumplidos, si le piden su virginidad debe darla; si no se la piden, debe ofrecerla educadamente.
III
Para que la desfloren, tiéndase en mitad de la cama, quítese el camisón o al menos súbaselo hasta las axilas, separe las piernas y ábrase los labios del coño con las dos manos. Si el caballero prefiere desvirgar su culito, ofrézcaselo inmediatamente: le corresponde a él escoger el camino que le apetezca.
IV
Si su desfloramiento se produjo sobre la hierba o en el banco de un parque o en un coche o sobre una taza de váter o en una bodega, sobre un tonel, o en el desván sobre una caja vieja, no se queje de la incomodidad. Se folla donde se puede.
V
Cuando la hayan desvirgado, guárdese de ir a contárselo a su señor padre. Eso no se hace.
VI
No se lo diga a su sirvienta, si tiene la costumbre de masturbarla todas las noches: ella descubrirá por sí misma el rastro del lobo.
CON UN AMANTE
I
Tenga todos los amantes que quiera, pero no cuente a los jóvenes lo que hace con lo viejos. Ni al contrario.
II
No olvide decir “por favor” cuando pida una polla ni “gracias” cuando se la den.
III
Cuando esté con un amante que la tenga tiesa a la altura de su cintura y se propone follarla, súbase en un taburete para que su coñito esté a la altura de las circunstancias.
IV
En general, es preferible que se ponga de rodillas sobre un sillón, se eche la falda sobre la espalda y abra las nalgas con ambas manos, de manera que queden a la vista sus dos agujeros. Así, el caballero podrá elegir su camino con toda libertad. Es la postura más cortés.
V
Cuando venga de chupársela a alguien, no vaya a la cocina para echar la leche en la olla. Le daría mala fama entre el servicio.
VI
Si su señora madre la acompaña a casa de su amante, deje que la joda primero, es la costumbre; cuando se la estén follando a usted, lámala para tenerla ocupada.
VII
Mientras sea impúber, puede hacer el amor con los negros sin ningún peligro, si eso la excita; cuando tenga la regla, pida a sus amantes negros que la enculen, pues un mulatito dañaría su buen nombre.
CON EL SERVICIO
I
Si es una jovencita muy folladora, si tiene siempre la camisa llena de lechigazos y las sábanas manchadas, masturbe de vez en cuando a la criada para que no diga nada.
II
No se la chupe nunca al ayuda de cámara en presencia de la cocinera. Sentiría celos y la denunciaría.
III
Al subir en el coche de sus padres, no bese en el cuello del chófer, aun estándole muy reconocida porque se la acaba de follar seis veces.
IV
No se queje a su señora madre de que la nueva sirvienta no quiere lamerla. Haga que la echen por otro motivo.
V
No encule por la fuerza a su camarera con el palo de una escoba. Podría hacerle daño.
VI
Cuando su criada inglesa esté dormida, no le corte los pelos del pubis para hacerse un bigote rubio.
VII
Si la cocinera le deja examinar su chocho con todo detalle, no eche en él polvo picapica.
VIII
Si sorprende a la ayudante de cocina a punto de hacerse una paja con el rodillo, no se lo diga a su señora madre. Cuando una pobre chica está caliente, coge lo primero que tiene a mano.
IX
No se la chupe a los criados. Es un servicio que puede exigirles, pero que no es conveniente devolverlo.
X
No entre jamás donde el servicio con la falda levantada hasta la cintura y gritando: “¡Metédmela todos!”: le perderían el respeto.
XI
Por muy grande que sea la venalidad del ayuda de cámara con quien folla, no le regale una joya de su señora madre cada vez que se la meta.
XII
No exija a su camarera que se lo chupe más de dos veces al día: no hay que cansar a los criados.
CON EL SEÑOR PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA
I
Solicitada para tener el honor de recitar un elogio ante el Presidente de la República, no le diga al oído cuando la bese: “Ven a casa y te la pondré tiesa.”
II
Igualmente, si ve que es un cliente habitual de la casa donde vendes tu boquita, no lo llame “gran bebé” delante de Estado Mayor.
III
No lo llame tampoco “viejo sátiro” cuando le reclame cien mil francos a cambio de su silencio.
IV
Si, por el contrario, se aparta discretamente con usted y se lanza sobre su grupa para satisfacer su lubricidad, nada la obliga a dejarse violar por el Jefe del Estado.
V
Si se acuesta con él de buen grado y le pide que orine en su boca, no le objete que este acto va contra el respeto que se le debe. Él conoce el protocolo menor que usted.
VI
Puede pedirle un mechón de sus cabellos como memoria de sus favores, pero sería indiscreto cortarle la picha para conservarla como un recuerdo suyo.
VII
Si durante una correría nocturna, se encuentra al Presidente de la República completamente borracho, tirado en un charco, hágalo llevar al Elíseo con los honores debidos a su posición.
VIII
Si el señor Presidente muriera súbitamente mientras usted saborea su leche, puede contar la anécdota a todo el mundo: no la perseguirán. Hay precedentes.
PARA CHUPAR
I
Nunca diga a un hombre de mundo: “¿Hay que chupársela?” Son las putillas baratas quienes hablan de esa forma. Dígale en voz baja, al oído: “¿Quiere mi boca?”
II
Si está con un caballero al que nunca se la ha mamado, no le haga sabias lamidas a lo largo de la polla y por detrás de los cojones. Tendría una mala opinión acerca de su pasado.
III
Métase modestamente la picha en la boca al tiempo que baja los ojos. Chúpela despacio. Preste atención a los dientes para no morderla y apriete los labios a fin de no babear.
IV
Cuando el caballero esté a punto de correrse, no lo interrumpa pidiéndole noticias de su madre, aunque haya olvidado hacerlo a su tiempo.
V
Cuando eyacule, tráguese en silencio hasta la última gota. A continuación diga alguna frase amable sobre el sabor de la bebida que acaba de tomar.
VI
Hecho esto, no le pida al caballero seis sous. Las jovencitas con mundo la chupan por gusto.
VII
Si está acostada con un hombre al que conoce muy bien y al que ya le ha proporcionado veinte corridas, puede -sin inconveniente alguno- chuparle el pellejo de los cojones y meterle la lengua en el culo como preámbulo; pero déjele creer que es el único a quien usted concede esos favores.
VIII
Si al caballero se le pone blanda entre sus labios, no lo achaque a su debilidad, sino a la inexperiencia de usted.
IX
Si muriera, abotone su pantalón otra vez antes de llamar a la criada y nunca diga en qué circunstancias entregó su alma a Dios.
EN LA CAMA
CON UNA AMIGA
I
Nada más acostarse con una amiga, métale la mano en el coño; no espere a que se lo pida.
II
No se burle de una chiquilla porque aún es virgen. Hay desgraciadas que nunca han hecho que alguien se empine.
III
Recuerde que en el 69 el lugar de honor es el de abajo. Una jovencita debe ponerse siempre arriba.
IV
Si su amiga no se lo chupa bien, sería de pésimo gusto orinarle en la cara como forma de mostrarle su descontento.
V
Cuando apague la luz y diga a su compañera: “Déjame que te llame Arthur”, no disimule que le está haciendo una confidencia.
VI
No avergüence a una jovencita que acaba de hacer sus más sabias lamidas en su ojete. Lo ha hecho ciertamente con la mejor intención.
EN LA CAMA
CON UN ANCIANO
I
Si los reveses de la fortuna obligan a sus padres a prostituirla antes de la edad legal, muéstrese digna de la confianza que han puesto en usted y pruébeles que no se equivocaron al jactarse de sus jóvenes talentos.
II
Encerrada con un anciano, no se desnude deprisa. Déjele buscar bajo su falda y deslizar sus venerables dedos hasta la parte de su cuerpo que le interese más.
III
No abuse de los títulos honoríficos cuando hable con su protector. “Excelencia, Monseñor, señor Vicepresidente del Senado” son expresiones que más vale dejar de lado. Por el contrario, no tema llamarlo “¡Cerdo!, ¡Cochinito!, ¡Grandísimo bribonzuelo!” Estos insultos dichos con una sonrisa serán siempre bien recibidos.
IV
En cualquier circunstancia, dar la espalda a un anciano es una descortesía. Sin embargo, una jovencita desnuda que enseña sus nalgas a un viejo vagabundo puede estar segura de no ser reprendida.
V
Si el caballero le pregunta acerca de sus costumbres, preséntelas peor de lo que son. Diga, por ejemplo, que se masturba cuatro o cinco veces al día, aunque no sea más que una; que chupa todas las noches el clítoris de su señora madre, aunque sepa que prefiere a su amante de usted.
DIGA... NO DIGA...
No diga: “Mi coño.” Diga: “Mi corazón.”
No diga: “Tengo ganas de follar.” Diga: “Estoy nerviosa.”
No diga: “Acabo de correrme como una loca.” Diga: “Estoy algo fatigada.”
No diga: “Me corro.” Diga: “Vengo.”
No diga: “Cuando tenga pelos en el coño.” Diga: “Cuando sea mayor.”
No diga: “Prefiero la lengua a la polla.” Diga: “Sólo me gustan los placeres delicados.”
No diga: “Entre comidas sólo bebo semen.” Diga: “Tengo un régimen especial.”
No diga: “Tengo doce consoladores en mi cómoda.” Diga: “Nunca me aburro sola.”
No diga: “Me importan un pepino las novelas honestas.” Diga: “Querría algo interesante para leer.”
No diga: “Cuando ella se corre parece un burro meando.” Diga: “Es una exaltada.”
No diga: “Cuando le enseñan una polla, se enfada.” Diga: “Es una original.”
No diga: “Es una jovencita que se hace pajas a reventar.” Diga: “Es una sentimental.”
No diga: “Es la mayor puta que hay sobre la tierra.” Diga: “Es la mejor muchacha del mundo.”
No diga: “Se hace encular por todos los que la lamen.” Diga: “Es un poco coqueta.”
No diga: “Es una tortillera empedernida.” Diga: “No es nada coqueta.”
No diga: “La he visto tomar por los dos agujeros.” Diga: “Es una ecléctica.”
No diga: “Se empina como un caballo.” Diga: “Es un mozarrón.”
No diga: “Su polla es demasiado grande para mi boca.” Diga: “Me siento tan niña cuando estoy con usted.”
No diga: “Se ha corrido en mi boca y yo en la suya.” Diga: “Hemos cambiado impresiones.”
No diga: “Cuando se la chupan, eyacula al momento.” Diga: “Es impulsivo.”
No diga: “Echa tres polvos sin sacarla.” Diga: “Tiene un carácter muy firme.”
No diga: “Folla muy bien a las jovencitas, pero no sabe encularlas.” Diga: “Es un poco simple.”
Evite las comparaciones arriesgadas. No diga: “Duro como una polla, redondo como un cojón, mojado como mi raja, sabroso como el semen, no más gordo que mi clítoris” y otras expresiones que no están recogidas en el Diccionario de la Academia.
El apogeo
Psiqué, hermana mía, escucha inmóvil, y tiembla.
La dicha llega, nos toca y nos habla de rodillas.
Estrechémonos las manos. Sé grave. Escucha aún… Nadie
es más feliz esta noche, más divino que nosotros.
Una ternura inmensa atrae entre las sombras
nuestros ojos semi-cerrados. ¿Qué queda todavía
del beso que se calma, del suspiro que se pierde?
La vida ha dado la vuelta a nuestro áureo reloj de arena.
Esta es nuestra hora eterna; eternamente grande.
La hora que sobrevivirá al efímero amor
como un velo impregnado de rosa y lavanda
conserva, cien años después, la juventud de un día.
Más tarde, hermosa mía, cuando noches ajenas
hayan pasado sobre ti, que ya no me esperarás,
cuando otros, acaso, amiga de las suaves manos,
celosos de mi nombre, rozarán tus pies desnudos.
Acuérdate de que un día vivimos los dos juntos
la única hora en que los dioses conceden, un instante,
a la cabeza inclinada, a la espalda temblorosa,
el puro espíritu vital que huye con el tiempo.
Acuérdate de que una noche, en nuestro lecho,
acariciándonos con deseos ansiosos de unirse,
cambiamos de boca a boca
la perla imperecedera en la que duerme el recuerdo.
Versión de L.S.
El árbol
A un árbol, desnuda, subí cierta vez:
la lisa corteza mis muslos asían,
en húmedo musgo fincaba los pies.
Tan alto que, apenas, las hojas mojadas
del sol me cubrían
con sombra discreta,
me puse a horcajadas
en cómoda horqueta
y balanceaba feliz, al desgaire,
los pies en el aire.
De lluvia temprana, besando mi piel
las gotas rodaban del fresco dosel;
de zumo de flores bermejas tenía
las plantas, y el musgo mis brazos cubría.
Y al soplo impetuoso
del viento -al empuje de fuerzas internas-
el árbol hermoso
tremaba de vida…
Lo sentí de pronto, toda estremecida,
y apreté las piernas
y posé, entreabiertos, los labios en llama
sobre la vellosa nuca de la rama.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
El bucoliasta
Entre los dedos ágiles la flauta estremecida
como femíneo talle, dócil a la ternura,
un enjambre de arpegios cautivos apresura
a hermanar del rebaño con la voz dolorida.
Al tañedor infante que a la canción convida
responde sólo el eco de la yerma llanura;
los dioses nunca amaron la pastoril ventura
que arrullan las cigarras en la noche transida.
Y el efebo así canta: ¡Oh Febo! Sé clemente;
soy bucoliasta y puro, de los dioses ferviente:
dáme el laurel ansiado que tu poder recata.
Y cuando me concedas tu indulgente sonrisa,
consagraré en el ara que la grama tapiza
mi rústica siringa a tu lira de plata.
Versión de Carlos López Narváez
El deseo
Ella entró, y apasionadamente, los ojos
cerrados, unió sus labios a los míos y
nuestras lenguas se conocieron… Nunca hubo
en mi vida un beso como aquél.
Ella estaba de pie contra mí, toda amorosa
y complaciente. Una de mis rodillas, poco
a poco, se colocó entre sus muslos cálidos,
que cedieron como para un amante.
Mi mano deslizándose sobre su túnica,
buscaba adivinar el cuerpo desnudo que curva
a curva ondulante se plegaba, donde se combaba,
se atiesaba con los roces de la piel.
Con sus ojos en delirio, designaba el lecho,
pero no teníamos el derecho de amarnos antes
de la ceremonia de nupcias y nos separamos
bruscamente.
Versión de L.S
El viejo y las ninfas
Un viejo solitario habita la montaña.
Hace muchos inviernos se cerraron sus ojos
por mirar a las ninfas -peligrosos antojos-.
Desde entonces el recuerdo de tal visión lo baña.
Vive de ese recuerdo. -Sí, las ví, me contesta.
Helopsikria y Limnantis, las de cabellos lisos.
Estaban en la orilla como para una fiesta,
junto a las aguas verdes del estanque de fisos.
Inclinaban sus frentes eróticos instintos
bajo la cabellera. Las uñas transparentes.
Los pequeños tesoros de los senos ardientes
eran maravillosos cálices de jacintos.
Paseaban sus largos dedos sobre las linfas,
engarzando nenúfares de tallos elegantes.
y en redor de los muslos ágiles de las ninfas
formaba el agua círculos cada vez más distantes.
Versión de Víctor Sánchez Montenegro
En la estela de Leconte de Lisle
Peregrino: en la estela que entre lauros triunfales
alza sobre mi fosa su funeral decoro
esculpió un lapidario la cigarra de oro,
la faz del astro rey y los pavos reales.
Canté las epopeyas, los héroes inmortales,
y la sagrada Atenas y el rutilante coro,
y exalté con visiones purpúreas el tesoro
del Trópico hechizante, sus golfos y corales.
He aquí mi sepulcro. No la natal comarca
con esplendor de sueños orientales enmarca
ni entibia con sus vahos mis despojos proscritos.
Pero el viviente triste ya es el muerto glorioso:
alado fue mi espíritu a res’catar ansioso
los nombres de los dioses y el alma de los mitos.
Versión de Carlos López Narváez
La amiga recién casada
Esta tarde casó Melisa, mi mejor amiga. Era propicio el signo: nuestras madres se hallaban
encintas. En la ruta del cortejo no se han marchitado aún las rosas; brilla aún en las antorchas la llama nupcial.
Deshago el camino con mi madre, y sueño, sueño… Tal como ella fue hoy, pudiera serlo yo. ¿Acaso no florece
mi infancia en pubertad?
Ese mismo fastuoso cortejo, las flautas, los aires nupciales y el carro florido del esposo, la pompa y la fiesta
-una tarde- será todo para mí, por mí, entre los gajos de olivo.
Y así como a esta hora Melisa se muestra desnuda ante un hombre, yo dejaré caer mis velos, y habré de saber,
en la noche perfumada y atónita, qué es el amor. Y más tarde, quizá, ansiosos pequeñines mamarán
de mis pródigos senos.
* * *
Confidencias
A la siguiente mañana
fui a su casa.
Tímidas amapolas,
las mejillas en brasa.
Y para estar a solas
me hizo entrar a su alcoba, muy ufana.
¡Tenía por preguntarle tantas cosas!
Pero al mirar su cíngulo ceñido
a la altura de las nuevas esposas,
¡por las diosas!
sufrí total olvido
y no osé ni abrazar su cuello erguido.
No ver cambio indiscreto
en su rostro me llenaba de asombro. Todavía
era mi amiga fiel, me parecía.
Pero desde la víspera nupcial, ese secreto
que me llenaba de susto reprimido,
mi amiga habría aprendido.
Súbito, me senté en su regazo;
en redor de su cuello puse el brazo,
y murmuré a su oído
como vivaz epodo,
las preguntas ansiosas.
Entonces ella, con las mejillas juntas, ruborosas,
-entonces ella me lo dijo todo.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
La cabellera
Me dijo: “Anoche tuve un sueño…
sentía alrededor de mi cuello tus cabellos
como un negro collar sobre mi pecho”.
“Los acariciaba… eran los míos”.
“Y estábamos ligados para siempre
así, por una misma cabellera; con las bocas unidas,
tal como dos laureles, a menudo, sólo una raíz tienen”.
“Me parecía que, lentamente,
los miembros de tal modo confundidos,
yo era tú misma.
que tú estabas en mí; ése fue el sueño”.
Cuando el relato terminó, las manos
suavemente posó sobre mis hombros.
Me miraba, tiernos los ojos, con amor tan hondo,
que yo bajé los míos
estremecida.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
La carta perdida
¡Ay de mí! He perdido su carta. La había puesto entre el estrofión y la piel, al calor del seno. Pero, he corrido
y ha debido perdérseme.
Desandaré el camino para buscarla, pues si alguien la encontrase, la llevaría a mi madre, y ésta me azotaría
ante la burla de mis hermanas.
Si la hallase un hombre, me la devolvería, y tal vez intentaría hablarme en secreto. En ese caso, creo saber
la manera de arrebatársela.
Pero, si es una mujer quien la ha leído, ¡oh, Zeus guardián, protégeme! Porque lo contará a todo el mundo,
o me birlará a mi amante.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
La copa
Lykas me vio llegar
a campo abierto,
vestida con una exómida de esclava
que me dejaba un seno descubierto.
¡Es tan abrumadora esta luz flava!
Luego él quiso mi seno moldear.
Hiñó en cercana fuente cristalina
un Puñado de arcilla suave y fina
y lo aplicó a mi piel, que acariciaba
la arcilla dúctil; mas, tan fría estaba…
Me sentí desmayar.
Una copa redonda, umbilicada,
con forma de mi carne moldeada
puso a secar al sol.
La decoró después en un diseño
de púrpuras y de ocres, con beleño
y con rojo ababol.
Fuimos luego a la fuente
que surge por ahí,
a las ninfas campestres consagrada,
y en su clara corriente
arrojamos la copa, ya colmada
con flores de alelí.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
La noche
Ahora soy yo quien lo busca.
Todas las noches, en sigilo,
salgo de casa, y por la fasca
senda voy al campo tranquilo
para contemplarlo dormir.
Sin una palabra decir
me quedo allí por largo instante,
dichosa al poder acercar
mis labios hasta su semblante,
por sólo su aliento besar.
Me extiendo sobre él, de pronto;
despierta en mis brazos el tonto;
y al no poderse levantar,
renuncia a la lid; y cual gamos
toda la noche así jugamos.
¡Ah, malvada claridad diurna!,
aurora cruel, ¿ya has llegado?
¿En qué gruta siempre nocturna,
o en algún subterráneo prado,
puede Amor haber olvidado
tu remembranza taciturna?
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
La tumba de las Náyades
Caminaba por el bosque arropado de escarcha. Mis cabellos, sobre la boca, florecían de carámbanos diminutos.
Casi no podía levantar las sandalias por el peso de la nieve fangosa que se les adhería.
Él me dijo: “¿Qué buscas?” “Voy siguiendo -le contesté- la pista de un sátiro. Las huellas de sus pequeños cascos
hendidos van alternándose como huecos en el níveo manto”. Él me dijo: “Los sátiros han muerto.
Ya murieron los sátiros, y las ninfas también. Hace más de treinta años
que no hacía un invierno tan crudo. Las huellas que ves son las de un macho cabrío. Quedémosnos aquí.
Junto está la tumba”.
Con su azada quebró el hielo del manantial en donde, en otro tiempo, reían las náyades. Cogió luego grandes pedazos
de hielo y, alzándolos a los ojos, miraba… miraba al trasluz el cielo pálido.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Los senos
Dulce, blandamente
la túnica abrió;
y como se llevan
al ara de un dios
vívidas palomas
de terso plumón,
con su mano leve
los senos me dió.
-Ámalos -me dijo-
con igual pasión
con que yo los amo:
son niños en flor.
A ellos me entrego
cuando sóla estoy;
arrullos y mimos
sé para los dos.
Con leche los baño
y rayos de sol;
y son mis cabellos
el lino mejor
que calca y enjuga
su rojo botón.
Entre finas lanas
triunfa su primor;
yo los acaricio
con trémula voz.
Como en mis entrañas
nunca habrá un dolor,
sé tú el pequeñuelo,
busca su pezón.
Y como besarlos
jamás podré yo,
dáles en mi nombre
mil besos de amor.
Versión de Carlos López Narváez
Los tres amantes
El primer amante
me ciñó un collar
de perlas nacidas
en ignoto mar;
con él, un palacio
y esclavas sin par
y un templo y un trono
pudiera comprar.
El segundo amante
dijo en mi loor:
-Si de tus cabellos
el negro esplendor
desatas, la noche
se esparce en redor;
y de tus azules
ojos al fulgor
la mañana enciende
su primer albor .
El tercer amante
-lo tuve hasta ayer-
de toda hermosura
tenía en su ser;
tan solo mirarlo
era ya un placer
que aún a su madre
hacía estremecer…
Su frente, su boca
-tibio rosicler-
sobre mis rodillas
venía a poner.
Tú, nada me dices;
tú, nada me das:
ni joyas, ni versos,
ni es bella tu faz;
nunca fina clámide
ceñiste quizás…
Sin embargo, túya
siempre me verás
cual los tres amantes
me vieran jamás.
Versión de Carlos López Narváez
Palabras maternales
Me baña mi madre en la oscuridad, me viste a cielo abierto y me peina al sol. Mas, si voy a salir en noches claras de luna,
me ciñe más el cíngulo y le hace doble nudo.
Y me ha dicho: “Juega con las vírgenes; danza con los niños; mas no te asomes nunca a la ventana, ni escuches requiebros
de mancebos; y duda, duda mucho de consejos de viudas”.
“Una tarde, pequeña, como a todas, alguno vendrá a llevarte en medio de fastuoso cortejo, de timbales sonoros
y de amorosas flautas”.
“Esa tarde, cuando te vayas, Bilitis mía, me dejarás tres odrezuelos de hiel: uno para la mañana, otro para el mediodía;
y el tercero, el de más amargo sabor, el tercero será para los días de fiesta”.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Remordimiento
Me quedé muda, en mi delirio;
mi corazón latía convulso;
y el batir loco de mi pulso
era en mis senos un martirio,
vivo rubor en mis mejillas.
Gemía “no, no”, al resistir.
No pudieron lograr el beso
sus labios, ni su amor obseso
franqueó con rudo insistir
la barrera de mis rodillas.
Perdón, después, él me ha pedido.
Besó mis cabellos; su aliento
quemaba mi rostro encendido.
Y luego partió… Sólo el viento
suaviza mi aflicción acerba.
Vacío contemplo el sendero.
La selva, sin vida, desierta;
la hollada pradera está yerta…
Y en sangre mis puños lacero
y ahogo mi llanto en la hierba.
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Rosas en la noche
Cuando la noche va cubriendo el cielo, el mundo es nuestro… y de los dioses. Él y yo erramos de las campiñas
la fuente, de la umbrosa arboleda a los sitios abiertos, dondequiera nos conducen nuestros desnudos pies.
Las estrellas, pequeñitas, dan claridad suficiente paracolumbrar las esfumadas, breves sombras que somos.
A veces, en el sigilo de la fronda baja, logramos sorprender una cierva dormida.
Más lleno de encanto, en la noche, que otro lugar o cosa alguna, es un sitio sólo por nosotros conocido,
que irresistiblemente nos atrae a través de la selva: un misterioso matorral, florecido de rosas.
Nada iguala en la tierra al perfume de las rosas en la noche. Antes, cuando vagaba sola, ¿por qué no me exaltaría?
De “Las canciones de Bilitis”
Versión de Enrique Uribe White
Último amante
Mancebo, no pases de largo
sin gustar mi amor:
desnuda en la noche, mi carne
recobra esplendor;
más sabio y feliz que cualquiera
frágil primvera
mi otoño te entrega su ardor.
No esperes placer de las vírgenes :
ese arte sutil
lo ignoran ingenuas doncellas,
no es cosa de abril.
Viviendo su rlto constante,
al último amante
dar quiero la esencia febril.
Mi último amante ha llegado:
eres tú, doncel.
Toma, pues, mis labios -cisterna
de ansioso tropel-.
y toma también mis cabellos
que aún guardan ellos
de Safo divina la miel.
Tendrás de mis cálidas vides
el jugo mejor;
aún los más hondos recuerdos
quemaré en tu honor.
Serán tuyas mis joyas más ricas .
la flauta de Lykas
y de Nasdyka el ceñidor.
Versión de Carlos López Narváez
No hay comentarios:
Publicar un comentario