Francisco de Oraá Carratalá (1929-2010). Poeta, novelista, ensayista, traductor y editor cubano. Premio Nacional de Literatura.
Francisco de Oraá nació el 4 de julio de 1929 en La Habana. Niño aún, su familia se trasladó a Caibarién, en la provincia de Villa Clara, donde residió hasta 1960, año de su radicación definitiva en la capital del país. Cursó sus estudios de bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Remedios, en la propia Villa Clara. Adolescente, se inscribió en la Juventud del Partido Socialista Popular en 1943, y desde entonces desarrolló numerosas tareas como militante en el centro docente donde estudiaba. Muy temprano comenzó a mostrar vocación por las letras, pues colaboró en la revista de literatura para niños titulada Ronda, de circulación nacional, y hacia 1941 dio a conocer textos suyos en Archipiélago, de Caibarién, que se distribuía por América Latina. Por esa época colaboró también en El País Gráfico.
Más tarde, después de 1959, con trabajos de carácter político y ocasionalmente literarios, difundió su nombre en otras páginas: Hoy Domingo (suplemento literario del periódico Hoy, del Partido Socialista Popular), Revolución, Prensa Libre y El Mundo, periódicos de gran relieve en la vida cultural del país. Después de establecerse en La Habana en 1960, desempeñó la labor de bibliotecario en la recién fundada Escuela para Instructores de Arte, en la que además dirigió la superación obrero-campesina de los trabajadores del centro e impartió clases a empleados y becarios.
Tras varios años de labor en la biblioteca y en la docencia, empezó a trabajar en 1966 como secretario de redacción de la revista Unión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), cargo que desempeñó hasta 1996.
Durante estos tres decenios, hizo traducciones directas del francés y muchas versiones, a partir de transcripciones literales, de poemas de autores rusos, búlgaros, húngaros y de otros países del entonces campo socialista. Entre sus traducciones del francés se encuentra Cartas a Theo, de Vincent Van Gogh, editado por el Instituto Cubano del Libro. Ha colaborado con poemas, traducciones y ensayos críticos en las revistas Unión, Casa de las Américas, bohemia, La Gaceta de Cuba, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, Islas, Revolución y Cultura. Como parte de su vida literaria, Oraá fue jurado en el concurso latinoamericano Casa de las Américas, en el concurso nacional de la UNEAC y en los de talleres literarios de diversas provincias del país. Viajó a Bulgaria y a la antigua Unión Soviética representando a los escritores cubanos en el Festival Pushkin y en el Festival de las Literaturas Soviéticas. Su obra poética ha sido traducida al polaco, francés, ruso, búlgaro, yugoslavo, y se ha dado a conocer en revistas literarias y antologías tanto nacionales como extranjeras.
En 1995 participó con una ponencia en el Colloque International à José Martí, convocado por L' École Normale Superieur de Fontenay-St. Cloud, Francia.
En 1964 publicó su volumen de poemas Es necesario, que de inmediato lo situó como una voz singular dentro de su generación. La crítica juzgó este libro como la búsqueda angustiosa del yo poético, intuido como soledad insalvable, de un reconocimiento de sí mismo en los otros. Su segunda entrega, Por nefas (1966), resultó ser un desesperado afán por conjurar las fuerzas que lo envuelven en una realidad enajenante, de ahí que los temas fundamentales sean la soledad y la angustia. “Por nefas” es una expresión del castellano antiguo que significa “de cualquier modo”, “por un lado y por el otro”, “por lo bueno y por lo malo”, de acuerdo con el contexto en que aparece; así, en este libro, aparecen imágenes introspectivas o que remiten a la realidad de las cosas, pero siempre sombrías, en ocasiones oscuras, lo cual lo distanciaba con la línea coloquial de la mayor parte de sus coetáneos. En la solapa aparece calificada la intención estilística de los poemas: desaliño y desgarbo.
Casi todos los poemas que integran estos dos primeros libros fueron escritos durante la década del cincuenta.
Con figura de gente y en uso de razón (1968) se produjo un cambio en la perspectiva del sujeto lírico: hay un contrapunto entre la soledad y la solidaridad. El libro evidencia una maduración poética al consolidarse su voz, siempre metafórica, con avidez por la imagen, pero procurando una mayor comunicación. Este poemario muestra, por otra parte, el itinerario de la transmutación existencial del poeta y del hombre
Su siguiente libro, Ciudad ciudad, le mereció el Premio “Julián del Casal” de poesía 1978, de la UNEAC, y la crítica lo ha valorado como una prolongación temática de su obra anterior, expresión de quien ha sabido alzarse sobre la melancolía y el solipsismo para compartir el optimismo y la integración. Utilizando elementos líricos y épicos, la conformación poemática resulta cuidadosa, sin el desgarbo apuntado a su obra anterior, pero siempre como el resultado auténtico de una indudable necesidad de expresión.
En 1986 le fue otorgado el Premio de la Crítica, del Ministerio de Cultura, por su poemario Haz una casa para todos.
Otros libros de poesía posteriores (donde, incluso, hay un poemario dedicado a los niños: Mundo mondo, de 1989, Premio “La Rosa Blanca” de literatura infantil) continuaron esa depuración del habla poética, siempre anhelante de imágenes y símbolos, siempre interrogante con respecto a la vida y su sentido más profundo, enriquecida ahora y desdoblada (como en La rosa en la ceniza, 1990) por la presencia de un hijo.
Tanto en el ensayo como en la narrativa, Francisco de Oraá es siempre poeta. En su lectura de Martí plasmada en La espada en el sol (1986), nos encontramos frente a una interpretación profunda y sensible, esencial, de la obra martiana a partir de los textos mismos, a una interpretación inteligente y delicada expresada en una prosa acabada. No hay pretensiones de rigurosidad académica, ni de exhibicionismo categorial, todo lo contrario; sin embargo, el escritor, por su intuición poética, penetra en las zonas más hondas de la obra de José Martí y con ello contribuye a su mejor comprensión.
También de manera poética y creadora concibió La parte oscura (1997), novela que rompe con los moldes al uso en la década de los noventa para proponer un mundo con signos más trascendentes dentro de su aparente respeto a la tradición. Obra con buena dosis de introspección, llena de símbolos, de elementos oníricos, deja con su lectura una experiencia única en el panorama de las últimas décadas del siglo XX. La parte oscura fue traducida al alemán y en 1998 obtuvo el Premio de la Crítica.
Por la excelencia de su obra, por su contribución al enriquecimiento de la cultura cubana, el Ministerio de Cultura le confirió a Francisco de Oraá el Premio Nacional de Literatura en 1993.
Falleció en La Habana en el año 2010.
Poesía:
Es necesario, Ed. Belic, La Habana, 1964.
Por nefas, Ediciones Unión, La Habana, 1966.
Con figura de gente y en uso de razón, Ediciones Unión, La Habana, 1968.
Bodegón de las llamas, Antología, Letras Cubanas, La Habana, 1978.
Ciudad ciudad, Ediciones Unión, La Habana, 1979.
Desde la última estación, Antología, Letras Cubanas, La Habana, 1983.
Haz una casa para todos, Ediciones Unión, La Habana, 1986.
Bodas, Letras Cubanas, La Habana, 1986.
Mundo mondo, Poemas para niños, Gente Nueva, La Habana, 1989.
La rosa en la ceniza, Compilación, "Indagación e identidad en Francisco de Oraá", por Enrique Saínz, Ediciones Unión, La Habana, 1990.
A la nada que actúa, "De poesía en su situación límite", por Mario Martínez Sobrino, Ediciones Unión, La Habana, 2000.
Figurantes, Letras Cubanas, La Habana, 2008.
EL ÁMBITO Y LA ARENA
Adelanta tu ruido de luz por los cristales,
tu gruesa flor
en su delgado asiento, escondido de gracia,
y tu estandarte de centella azul,
tu dominio silenciador y tu cesta de ruidos:
Ténme bajo tus ojos en la estación de la tarde
con su luz jardinera, su miel
de color, su rocío
oscuro: todo
estante e infinito, para nunca moverse.
(Anterior a Es necesario, 1964.)
ESCRITO SOBRE EL MAR
Tu transparente nombre escrito en aguas
como el mar no termina;
tu llameante nombre puesto en aguas sigue ardiendo
como una rosa sobre el mar; vigila en noche
y puede hallarse en ciertas piedras rojas,
oírsete llamar por aves solas
averiguando la soledad;
no mueve el viento tu joven espejo
que entre aguas piensa, se transforma,
recuerda entre aguas, joven como el mar;
y tu espumosa
sonrisa se abre con la luz; hásete visto
nacer en día siguiente, se te ha oído
con los pies del tiempo andar:
tu sueño nace cada día escrito
en los ojos del pueblo.
Pero el traidor cae enfundado en noche.
(De Es necesario, 1964.)
CASA DEL TIEMPO
Palmar que desando a ver,
sus tablas son viejas conmigo:
cabaña de hojas de la noche,
de su blando vientre he salido
que me vistió con vegetales:
no quiero ya su femenino
hueco viniéndose en palomas,
agua de imágenes, y estoy sufrido
de que su voz muerda mi espalda,
de que me brinde en su hoja a un niño
entre cordones, platos de agua,
el árbol en aguas dormido
considerando piel al tiempo
y meditando ojos caídos
y que ha pasado a espacios frescos
la soledad de que agonizo:
huyo la noche de la boca
del manso espejo detenido,
miedo a que su impaciente luz
pegue en la boca su vacío
—renuente gusto a muerte: sus
astutos ojos elegidos:
noche que llama con mi ser—;
y el tiempo en tablas sigue liso,
contados árboles en su sitio
ya con sombrero de cocuyos,
festejo de ángeles su anillo a
la imagen, nacimiento de hijo.
(De Por nefas, 1966.)
EL SER IMAGINARIO
Entre papeles oscurezco, mis pasos envejecen hacia abajo, mi tiempo ¿dónde se ha escondido? Callo de ti, poesía. Pero en tus ojos no envejezco y guardo el tiempo fresco en el bolsillo. Pero respóndeme a esta
sola pregunta: Si tuve yo una vida imaginaria ¿también será mi muerte imaginaria?
Sea la realidad la casa de que partes y el parque adonde llegas, pero no sea tu camino. ¡Cuerpo que construimos con las palomas que un niño ha abandonado! Yo me alimento de palabras para responderme a esta sola pregunta: Yo y el mar, mis ojos en la noche, yo y el tiempo ¿qué hacemos en este huérfano mundo? Este mundo que veo mejor que nadie, porque los brincos son más hondos a la ventana de la fiesta.
(De Con figura de gente y en uso de razón, 1968.)
Esperado por la ciudad
al final de la calle sospecha mi destino
como escuchar campanas
la ciudad recibirá mi cuerpo llameante.
En la noche secreto mi ser anterior al nacimiento
la promesa en el agua
comprobación la luna de mi imagen.
Reticente la luz de luz los cuerpos
geometrizado sueño blanco
las columnas corintias a lo largo del mar
dispuesto como cuadro para oír mi canción
bajo unción de palomas.
Soy el testigo de lo que va a ser
siento al tiempo jugar con el secreto de esos rostros el único momento ha pasado por mí
y una vez me han alzado las estrellas.
(De Ciudad ciudad, 1979.)
3
Salimos antes que los pájaros
Aquí hubo herbazales una vez, y flores;
quedan sus miserables, voluntariosas briznas, polvorientos matojos cubiertos de cemento.
Mis compañeros son mis hermanos ahora y trabajar es su alegría. Son:
aquel a quien admiro por su intuición de obrero
y ayuda a las deficiencias de mis manos;
el que llaman Simplicio por su ignorante bondad
y es el punching bag en que la vida descargó su furia;
quien, por cualquier razón o falta de razón, conserva su pureza: el siempre niño;
el otro aquel que es el más viejo y que para el trabajo es el más joven; quien simplemente es bueno pues «no usa su maldad»; y el energúmeno que me hace sufrir,
y los demás.
Hacen su casa
y construyen una nueva ciudad en donde habrá jardines.
Volvemos con la silenciosa algarabía de las estrellas.
Ya tendré tiempo de mirar los árboles antes de morir.
(De Haz una casa para todos, 1986.)
2
Yo, que anduve en el mundo
solo, perdido,
buscando a tientas en los cuerpos
espíritu;
que por el humo supe
que estaba vivo;
en la noche que somos,
de todo sueño caídos,
en este hueco oscuro
de aparecidos,
mundo que continúa
dentro escondido, me pregunto qué máscara
usarás, hijo mío,
cómo será tu soledad,
qué espejo el escogido,
y qué tiempo tu ahogo
o tu respiro,
en qué absoluto sueño
tus ojos fijos,
de qué locura víctima,
a qué muerte nacido.
(De Bodas, 1989.)
CADENA
En aquel monte hay un árbol.
En el árbol, una casa.
La casa está bajo un techo.
El techo tiene una antena.
Sobre la antena hay un pájaro.
Pica el pájaro una rama. En la rama
hay una flor. En la flor
está un insecto. Sobre el insecto,
un comino. En el comino
hay un hueco.
Adentro gira una esfera.
Esa esfera tiene un monte.
En aquel monte hay un árbol.
(De Mundo mondo, 1989.)
HOMBRE ABIERTO
Ojos adentro, pájaros,
nubes, fulgores, aires.
Daba un cristal por sombra.
¿Dónde el aire es de piel?
Un núcleo transparente:
la huella de una imagen.
Soñolientas las brisas
dentro se borran, lejos, por su cristal mediante.
Una forma movida.
Se va en soplos de sueño,
en lo abierto apagándose.
Un hueco recordado.
Nada se mueve ya.
Y el aire es uno solo.
(De A la nada que actúa, 2000.)
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