sábado, 17 de diciembre de 2011
5430.- ABEL ROBINO
Abel Robino (Pergamino, ARGENTINA 1952)
La poesía de Abel Robino me es particularmente familiar. La he visto nacer, crecer y desplegarse hasta alcanzar – como lo confirma la presente selección – un depurado esplendor. La he visto, también, mudar de piel, trasplantarse de un continente frustrado a un continente agotado y, sin embargo mantener vivo et pathos de origen. Pathos nada común en esta época posmodernista, "alejandrina", en cuyo contexto es preciso ubicar estos textos de Robino pertenecientes a su libro Hiel por Hiel – Tierra Firme, Buenos Aires, 1977 – que producen un notable impacto : el de esa gota de agua que da título a uno de los poemas y que atraviesa el bloque de lo real.
Esa gota de agua es, podríamos aventurar, una metáfora del canto, de la palabra poética, pero no de cualquier palabra sino de aquella que – como lo dice el autor – nace de la lengua desgarrada por el escorpión de la muerte.
Sólo así es posible horadar ese bloque, "desinfectar el misterio" y asomar ileso por el otro lado donde esperan, en el colmo de la desdicha, también tinieblas. Se trata de un proceso dramático, que exige una serie de metamorfosis : cuervo, lobo, escuerzo, cerdo, la liendre evocadora de John Donne, el gato negro y finalmente, ese pájaro de la India cuyo máximo canto es "un silencio que sacude las plumas". Tan someramente, el sentido último – o uno de los sentidos – de esta poesía llena de imágenes deslumbrantes, recursos melódicos, desolada grandeza y, sobre todo, dueña de una patética belleza que cumple con el sabio precepto : "¿ Lo bello es terrible!".
Horacio Castillo
Miembro de número de la Academia Argentina de Letras
Gota a gota
Y ahora soy la gota de agua,
por siglos caigo sobre el mármol,
lo que digo ya a sido por otros dicho,
lo repetido tantas veces repetido.
Atravesar el bloque un día es mi destino
y no ser la huella, la incisíon, la marca,
palabras frecuentes entre todos,
sino lo que ha escapado de la piedra :
infinito, desperdigado, impossible.
(De Hiel por hiel, 1997)
Extraído del carnet de las reencarnaciones
Como cuervo: atravesé algo sin límites
el cielo y los augurios, en un ridículo
mecanismo emplumado, menudo, cerrado;
dispuesto a seducir al mundo como víctima
de una belleza negra, de un pasajero temor.
Como lobo: creí poder nacer de mis dientes
y de mi baba, descansar en una garganta abierta,
correr con algunas vísceras, sorprendidas, humeantes
y nunca morder el corazón que ama,
repleto de llanto de opaca enfermedad.
Inserto en cada porción mortal desgrané
uno a uno los días del escuerzo, la liebre y el cerdo.
Pronto mi destino será un residuo de cosa viva
que desde las ávidas sombras del planeta espera
una certeza más del desamparo.
Ahora, como liendre, aspiro a recalentar mi sangre
en otra sangre, a poner fin a mi aventura en el más
dulce de todos los venenos.
(De Hiel por hiel, 1997)
Seco ramillete de lilas
Ninguna fresca voluntad reparó su dilatada plenitud
mientras desprendía en su perfume la perfecta convicción
de un sentimiento para todos ;
el apacible desafío de un violeta enfermizo.
Hasta tropezar con su formato seco,
las filosas migajas de una sombra paralela.
los tallos gomosos, el sufrimiento ocre
y toda esa apariencía deshilachada
que tanto se parece a nuestra dignidad y a nuestra fortuna.
Ahora, la pérdida excita la imaginación a destilar
un aéreo y sin culpa estuche de lilas,
un cambio estratégico de la ilusión,
servirse de los inevitables dientes podridos
de un justo porvenir
para merecer el derroche de cualquier esplendor.
(De Hiel por hiel, 1997)
Arte poética
Lo invisible es fácil de ver y yo diré la verdad :
en mi juventud, escudriñé el cielo con un ojo fanático
mitad cólera, mitad estupor
esperando que de lo alto se anunciase el día
y me descubriese así la boca abierta al infinito.
En la edad sin razón, siguiendo consejos llegué a probar
con un escorpión sobre la lengua,
qué otra cosa que unas pocas tinieblas a descubrir
se le puede pedir a la delicada virtud de un aguijón.
Con los años y las ruinas de la ilusión intenté
vislumbrar algo, arrancando de mi mente todo convencimiento
de lo real y tan solo agité la cabeza en un largo sí,
en un largo no.
Desahuciado visité la muerte en la fosa de los elefantes
donde oí decir de nada sirve venir a enumerar huesos
perdidos mientras lo singular y desconocido,
como una pulga, salta entre nosotros.
Lo invisble es fácil de ver y yo diré la verdad :
solo es necesario desinfectar el misterio
y larga vida a las promesas,
y larga vida a sus inocentes.
(De Hiel por hiel, 1997)
Naufragio de un gato negro
Hacia aquel lugar
para que rebalse de dolor el costado izquierdo,
acarreamos a una fosa fresca un gato muerto
(o para mejor anunciarlo, caído en aguas desconocidas).
Hacia aquella abertura estrecha y en su honra
arrojamos cartas, dibujos, jardines
(todo el sin sentido del amor, costumbres y peripecias).
Hacia aquel lugar
donde aun se explican lo hechos
con palabras, se habla de un misterio ágil
que entra en un misterio que detiene.
se habla de las extrañas causas de la vida
cobrando ardor ante la ingravidez de este cuerpo menudo.
Hacia aquel lugar
por esta cercana pasión ahogada,
por un amanecer sin uñas, sin elasticidad ;
cuando nadie previó en nuestro cariño
una oportunidad doméstica;
en esta emboscada de presa
sin suerte, a flor de piel.
Hacia aquel lugar,
siempre nosotros, los de la tristeza cultivada,
los de la pausa al hablar a solas,
los de esa manera de acariciar con los recuerdos.
Hacia aquel lugar.
(De Hiel por hiel, 1997)
Ultimas imágenes de un jardín argentino
Para que el sanguíneo circuito de los recuerdos no quede
en blanco añado últimas sensaciones de un jardín
perdido, un frágil instante ayudado por unos pétalos
que casi rozan el azul.
Aquello fue una ofrenda sobre finas hierbas en la brisa
mientras los restos de confianza que nos quedaba por rendir
se inclinaron ante el fresco placer a la deriva.
Lejos de esta pausa terrenal, lo cotidiano se esmera
y ensombrece en cada sacrificio y mira hacia atrás
donde los geranios abandonados crecieron
más altos que aquel anhelo y me repito antes de dormir
si un último placer nos sería otorgado, que sea
el de un regreso a aquel error justo, floreciendo a ciegas,
mostrando que todo estilo propio estalla en soledad para nadie,
dispuesto a la demagogia de quién sabe qué
temblorosa inquietud.
(De Hiel por hiel, 1997)
Canción del exilio
A Sandra Rossi
Salve la prédica:
no hay lugar en la tierra libre
de nostalgias, pues viene con nosotros.
Salve la lava de nuestra ira
y que no te alcance.
Salve los enemigos perpetuos
pues la venganza
alarga los días de quien la trama.
Salve los que no han perdido el rumbo
el camino impalpable sin más huella
que el olor a punición y a suerte.
Salve quienes dormidos repiten
hiel por hiel.
Y salve también la que no nos olvidó
la que ya no huye a las fieras de la congoja
la que simula el tétano de la muerte para
que la asquerosa bestia de los recuerdos
no le descubra la herida en la que,
atada, viaja mi juventud.
(De Hiel por hiel, 1997)
Pájaro de la India
Un pajaro que en la India nace invisible
al tacto torpe de nuestra mirada, al ancho
ademán de los escrúpulos occidentales,
un fulgor insospechado,
insertido en los clásicos y monótonos
latidos de la especie,
que vive de arroz seco, yema de huevo
y una cucharada de miel
y que amanece sin confusiones ni recelos.
Alojado en una jaula de color furia
se lo deja oír grabaciones
de los más grandes tenores,
esos que han hecho cimbrar el mundo
así, este ser transcurre sus días agrandando
un poco más las diferencias sobre la tierra
y cuando la muchedumbre implora
a gritos por oír su canto una cadencia nueva,
una pieza legítima del fondo de sí,
con la fatalidad clavada en el ruego,
quiebran la nuca
ante un silencio
que se sacude las plumas.
(De Hiel por hiel, 1997)
Drogas
El rojo aceite de atardecer.
El digno olor a papel sin marcas.
Y la tierre ausente,
siempre de regreso
en las tragedias que lavan :
el llanto o la lluvia.
Encontrada la poción,
deshojar miserias,
es la mejor manera de embriagarse.
(De Hiel por hiel, 1997)
Graffittis en tierra de desaparecidos
Se nos podría presentar así:
Nos hundieron la cabeza
en vinagre, graza o aserrín.
En otros casos podriamos decir:
Muerte por agua de letrina,
aceite o kerosene.
Y no faltaron restos de estopa
o loza molida obstruyendo
el agujero pulmonar.
De qué hilo de vanidad colgó
nuestra falange de creyente
mal cortada por ley.
Que se proclame :
sobre nuestras tumbas
no crecerán las violetas.
Alto, bien alto el pellejo
que inflamos de esperanza,
cuerpo de ocasión.
Se nos podría presentar así:
nos desangraron a cuatro venas.
(De Hiel por hiel, 1997)
En la carnicería
En la carnicería,colgada
desde un indeleble rojo desollado,
aquella cabeza de ternera que parecía sonreir
(y ese atinar a cruzar los dedos para darnos chance
bajo aquel impacto de carne expectante,
cabeza que envidiábamos
-no más vacía,no más porosa que la nuestra-
por haber encontrado esa gracia mesurada
al enfrentar la hora del gancho),
tiesa en la memoria,
mira un mar de imitadores:
bien o mal todos compañeros.
Stalkeriana
A Horacio Castillo y César Cantoni
Nos acercamos tocando la bocina de los automóviles,
con alaridos de estadio, insultando como se debe
a un adversario que no conocíamos.
Nos acercamos a aquel lugar
inalterado, oscuro, insondable,
con la única intención de provocar a lo que allí vive,
y el horror nos heló la espalda,
ante aquella fuerza despabilada, echándose sobre nosotros.
Nos desbaratamos como pudimos.
Algunos recurrieron, para contarlo, al periodismo,
al pasaje donde un Sansón bíblico toma una quijada de asno
y arremete a hachazos contra los filisteos.
Pero la verdad es que nadie había visto
más que la cara de su propio miedo.
Todos los domingos volvemos a mirar aquel lugar desde lejos,
pensando que es posible morir felices;
quizá sea un estratégico lugar el más allá
donde se arenga sin voz,
donde se gesticula sin brazos,
donde se podría derrotar a lo invisible con lo invisible.
El cine y la poesía argentina, selección y ensayo de Héctor Freire,
Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011
vvv
ResponderEliminaralguien puede decirme cuando se suicido este poeta raro
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