miércoles, 14 de diciembre de 2011

5385.- LÍBER FALCO


Líber Falco (* 4 de octubre de 1906, Montevideo - † 10 de noviembre de 1955, idem.) poeta uruguayo.
Liber Falco nació en el año 1906 en Montevideo, en el barrio Villa Muñoz.
Sus primeros versos los escribió a la edad de dieciséis años.
Siendo hijo de un peón de panadería, alternó por distintos trabajos, entre los que se encontraron el de empleado de imprenta, peluquero, vendedor de pan y luego corrector de pruebas de diarios y libros. Contrajo matrimonio a los 29 años y no tuvo hijos.
Sus intereses literarios fueros variados, destacándose algunos escritores rusos como Dostoyevski y Tolstói, franceses como Romain Rolland y gran parte de la poesía latinoamericana, en particular la del último César Vallejo.
A pesar de que la edición de sus textos se realiza en la década de 1940, es considerado integrante de la denominada "Generación del Centenario" (término referido al centenario de la independencia uruguaya, es decir a la generación de artistas que florecieron en 1930). A esta generación pertenecen Emilio Oribe y Sabat Ercasty entre otros.
Sus comienzos literarios pueden ubicarse hacia 1937 cuando asume la dirección de la revista Banderín de la cual se editaron solo cinco números. Años después participa también en varias publicaciones literarias, como la revista Asir.
Su obra está contenida en los libros Cometas sobre los muros de 1940, Equis andacalles de 1942 y Días y noches de 1946. El libro que había comenzado bajo el título de Tiempo y tiempo quedó inconcluso debido a su fallecimiento. El mismo fue editado como una obra recopilatoria por un grupo de sus amigos de la revista "Asir".
Sus poemas ejercieron una gran influencia en generaciones posteriores de artistas uruguayos. Asimismo, los mismos han sido fuente de numerosas canciones interpretadas por artistas de la talla de Eduardo Larbanois y Mario Carrero, Abel García, Eduardo Darnauchans, Jorge Lazaroff, Jorge Bonaldi y Daniel Viglietti entre muchos otros.

Obra literaria
Cometas sobre los muros (Imprenta Stella, 1940)
Equis andacalles (1942)
Días y noches (Imprenta Herculina, 1946)
Tiempo y tiempo (Ediciones Asir, Montevideo, 1956)











Invitación

Tengo un atajo en el cielo
por donde sólo yo paso.
Pero hoy tú vendrás conmigo,
conmigo vendrás del brazo.
Tú, muchacha, y mis amigos,
todos iremos del brazo.

Tengo un atajo en el cielo.
Vendrás tú, iremos todos.
Todos iremos del brazo.

(de "Tiempo y tiempo" - 1938)









A Pedro Piccatto

Te veo un ángel,
de hueso, piel y carne florecido,
ojos de lince y aldabón de sienes
golpeando en las puertas del olvido.

Y más lejos te veo,
en una tarde azul y proletaria,
de blusa azul
con tus ojos ya claramente azules,
hablando con muchachas
de blusa azul,
y azul de fondo el cielo.

Luego te vas por una calle solo,
y en la cuarta, quinta o sexta puerta
preguntas por un niño
que no nació, y nacerá mañana.

Ese niño eres tú. Y te vas alegre.
Porque mañana es Mañana,
y detrás de las puertas
definitivamente,
contestan camaradas.











Canción por la España obrera

A la memoria de Julio César Grauert.
Cruzados el alba nueva
son los obreros de España.
Cantando cruzan la Noche
Noche oscura y luna negra
(sotana y borrón de frailes).

Cantando cruzan la Historia.
Grito y gemido en el canto.
Que nunca parió una madre
sin el bautismo del llanto

Cruzados el alba nueva
son los obreros de España.
Cantando cruzan la Noche
Noche oscura y luna negra
(sotana y borrón de frailes).

En la Noche negra Noche:
los fusiles proletarios.
Cada fusil un candil
que empuja a la Noche afuera.

Oh! fusil de proletario.
Dos brazos de luz
te escoltan.
Y una luz alta en la frente
señala caminos claros.

Octubre 1936.











Canto a la invisible amante

Dónde te escondes tú?
Acaso, en esta ciudad enorme
cuando posan las noches
que incuban a mis sueños?

En las calles sin rumbos
que descubre mi anhelo,
se ha curvado mi pecho de ternura
llamando sin palabras por tu nombre

............................

Ya los gallos eslabonan
un collar de cantos a la aurora.
Dónde te escondes tú?
No te veré en la luz...
Sólo en la Noche alientas.










Canto a Rafael Barrett

¿Titilaban acaso las estrellas
y oír pudiste
sus melopeas de solitarias?

Campanero del posible ensueño.
Hermano nuestro.
Tú tocaste un Angelus
fraternal y rebelde.

Asucultando la noche
del Cosmos y del hombre,
con el badajo rojo de tu corazón
llamabas.

Era viril tu canto
y la tónica de tu canto era el Amor.

Hermano, es ya la hora de la gesta
que amamantó tu anhelo.
Tras el alba nueva
renacerá en el hombre su primer sonrisa.
Y no estarán tan solas las estrellas!









Decadencia

Qué milagro el día.
Y cada día –entonces– qué milagro.

¿Cómo diré ahora que te amaba,
si pasó tanto tiempo
si apenas lo sabía entonces?

¿Cómo diré que tú vivías,
que yo te ví
y que otros te miraron?












Evocación

Es triste por una calle, a solas,
es muy triste pensarte lejos
y que en verdad estés lejos.
Si pudiera, si pudiese
si hubiera podido en la vida
encontrarle un sentido a las cosas,
y estas tranquilo y se humilde y pobre y bueno
porque alguien allá arriba me lo pide
y porque es bueno al fin, y necesario
estar asido a algo o a alguien
que como tú acaso nos comprende.











He visto a una niña triste...

Madre, esta llama mía
que a tí te inquietara un día,
sigue madre y hoy me abrasa.
Y es roja, madre, de día
y por la noche es azul.

Madre, tus ojos azules,
siempre azul vieron mi llama.
Pero yo sé que ella es roja
a la clara luz del día.

A la clara luz del día, madre,
yo he visto a una niña triste
contradiciendo a la vida.
–Vestidito de percal,
moña anudando un ensueño–
estaba la niña triste.

–San Pilatos de las niñas,
de las niñas sin zapatos.
Para mí, si encuentras novio,
esta moña te desato.
–Dice la niña– ¡Pero no tiene zapatos!

Madre, tus ojos azules
siempre azul vieron mi llama.
Pero yo sé que ella es roja
a la clara luz del día.











La moneda

A Carlos Denis Molina.

Mira cómo los niños,
en un aire y tiempo de otro tiempo,
ríen.
Cómo en su inocencia,
la Tierra es inocente
y es inocente el hombre.
Míralos cómo al descubrir la muerte
mueren, y ya definitivamente
ya sus ojos y dientes
comienzan a crecer junto a las horas.

Deja que ellos guarden sin saberlo,
el secreto último de su inocencia
nuestro último sueño, ya olvidado.

Cuando todo termine,
deja que un niño lleve
nuestra única y última
moneda.










Parábola

Es de noche y la ciudad dormida,
duerme.
Y el mar espera.
Y la noche espera.
Y en el cielo una sola estrella
sola espera.
Zumba de pronto un tranvía.
Zumba que zumba en la vía.
Sube la cuesta de una calle
se balancea, zumba, cabecea
y cae
y sube
ya fuera de la vía, sube
un tranvía.
..............................
En la línea del mar,
donde el mar es mar y es cielo,
en una isla, en la línea más alta del mar,
un guarda y un motorman se abrazan,
se restregan las manos
se suben a los árboles
se miran y sonríen.
... En una isla
en la línea más alta del mar.

Uno dice:
"Qué bellas naranjas color de oro".
y el otro alborozado:
—El oro es un color ahora, camarada.
El sol también es Sol
y el agua, agua.
Un color más tiene la vida ahora.
Y nosotros más vida
y menos muerte.











Secreto

Pienso si habrá muerto.
Con sus manos de tiza
definitivamente y en las faldas,
hablaba de amor.
Y una lenta caravana
de mariposas negras,
le agujereaba la boca.

Como alguien sonrió indulgente
y como ella riera,
recuerdo ahora,
cómo la pobre
debió llorar, lejana.









Sobre los muros

Hoy subo veinte cometas.
¡Sobre los muros
veinte cometas!

............................

Debajo de un muro triste
estaba mi corazón.
Como un avaro oculto contando su dinero,
estaba mi corazón.
¿Como un avaro o como un prisionero?
Ah...

¡Júbilo marinero!
no más muro carcelero
ni corazón prisionero.
Ya sobre los viejos muros,
está mi corazón.
Y sobre el muro que el hombre
puso al hombre
está mi corazón.

Sube mi corazón, cometa mía.
Roja lágrima mía, encendida en el día
y en el día latiendo amaneceres.
¡Sube! Mi corazón...!










Tres apuntes


I

¿Era aquel un hombre?
Me acerqué y le dije:
¿Ha visto que tiene usted
la cara de papel?
Me miró con odio,
pero alzó una mano; allí.

¡Ah! Oí crujir su rostro,
quebrársele la nariz
y rodar sus ojos por el suelo.

Quedó detrás del mostrador;
espantoso!
Yo me fui,
triste.


II

El hombre me miró de costado.
Como viese que era yo
lo que era, lo que soy,
me miró de costado...
Luego de frente, y me dijo:
Váyase!
Retrocedí.
Dí contra una pared.
Reboté hacia él
y desesperadamente,
le escupí mi asco.

Ahora...
ando calles.


III

No parecía que aquel ojo viese.
Pero estaba ahí, mirándome.
Sin brillo, sin sentido.
Ojo de perro muerto.
De cosa que Dios no ha creado.
De bestia inédita.

Estaba el hombre mirándome.
Abrió su boca, rió.
Y con sus dientes de oro
mascó mi corazón,
como si fuese un trapo.












Visita

A esa hora de la madrugada,
hora en que los enfermos mueren,
en que los cristales se enfrían,
en que Dios nos olvida,
a esa hora la ví.
Una lenta lava triste, caminaba su cara.
Mano de hueso, pie de sombra oscura,
la boca manándole negruras,
junto a mi cama estaba.










Volver

Ya cantaban los gallos.
Ya sonaban las campanas
y él buscábase la frente
hada la madrugada.
Sobre calles y suburbios,
sobre la ciudad toda,
en un coro de gallos
levantado y triste,
él, desasido,
se buscaba la frente
hacia la madrugada.

Y ya en el día
pudo decir alegre el renacido:
Oh tierra. Oh nave solitaria,
soy tu hijo fiel
y no te olvido.

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