Laureano Albán es un escritor nacido en Turrialba, Costa Rica, en 1942. Posee amplio reconocimiento internacional como poeta. Se desempeñó como representante de la República de Costa Rica ante la UNESCO de 1998-2002.
Laureano Albán nace en Turrialba, y en esa ciudad, ya en el colegio, conoce a Jorge Debravo, mayor que él, y con quien empieza a compartir su poesía. Así, fundan el Círculo de Poetas de Turrialba. Ya en los años sesenta, siempre junto a su amigo Debravo, funda en San José el Círculo de Poetas Costarricenses, el cual vendría a influir en la poesía de esa época y en las generaciones posteriores. El grupo se dedica a hacer talleres, publicar sus obras con los mínimos recursos y siempre con la ayuda mutua. Lastimosamente, Jorge Debravo muere en un accidente automovilístico en 1967. Aun así, el Círculo se mantuvo y continuó publicando. Pero la labor de Albán no se detendría ahí. Con varios poemarios y un esbozo crítico de la poesía tica publicados, en 1974 lanza, junto con los poetas Julieta Dobles, Rónald Bonilla y Carlos Francisco Monge, el Manifiesto trascendentalista, en el cual expresan su visión del quehacer poético. Desde entonces, la polémica creció, ya que es la primera vez que en Costa Rica se creó un Movimiento Literario. En el año 2000 funda en Madrid el grupo Literario Trascendentalista de Aranjuez, el cual se mantiene activo en la península bajo la cooordinación de la poeta española Monserrat Doucet.
España, el Adonais y su carrera internacional
En 1979 Laureano Albán viaja a España, donde obtiene el Premio Adonais de Poesía por su libro Herencia del Otoño. Al año siguiente, Costa Rica le otorga su Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en el área de poesía y gana el concurso de poesía "Una Palabra", de la Universidad Nacional, por su poemario La voz amenazada.
Premios
Premio Adonais de poesía, Madrid, España, 1979.
Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría, San José, Costa Rica, 1980.
Primer Premio de Cultura Hispánica, Madrid, España, 1981.
Premio Hispanoamericano de Literatura, Huelva, España, 1982.
Premio Internacional de Poesía Religiosa, Burgos, España, 1983.
Premio Único de la VII Bienal de Poesía, León, España, 1983.
Premio Columbia University Translation Ccenter, New York, EE. UU., 1983.
Premio Centroamericano de Poesía Walt Whitman, Centroamérica, 1986.
Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, Madrid, España, 1989.
Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría, San José, Costa Rica, 1993.
Premio Nacional de Cultura Magón, San José, Costa Rica, 2006.
Otras actividades, cargos académicos y diplomáticos
Presidente del Círculo de Poetas Costarricenses (fundado en 1960).
Fundador del Movimiento Literario Trascendentalista (1973).
Ministro Consejero, Embajada de Costa Rica, Madrid, 1981-1983.
Embajador alterno ante las Naciones Unidas, New York, 1983-1986.
Embajador plenipotenciario de Costa Rica, Israel, 1987-1990.
Profesor del curso Teoría y Práctica de la Creación Literaria, Universidad de Costa Rica, 1990-1998.
Embajadro de Costa Rica ante la UNESCO, París, Francia, 1998-2002.
Miembro permanente de número (D) de la Academia de la Lengua (correspondiente de la Española).
Influencia
Laureano Albán ha publicado más de veinte libros y recibido más de diez premios, tanto nacionales como internacionales. Desde los años noventa impartió el curso "Teoría y práctica de la creación literaria" en la Universidad de Costa Rica, del cual surgieron algunos de los poetas más destacados de las últimas generaciones. Su carrera ha estado marcada por la polémica, pues siempre ha sido un duro crítico del medio cultural costarricense.Sin embargo, también hay quienes afirman su calidad y reconocen la impronta de su obra, razón por la cual, en el año 2006, por fin recibió el Premio Nacional de Cultura Magón, máximo galardón de la cultura costarricense.
Obras más importantes
Herencia del otoño, 1980
La voz amenazada, 1981
Geografía invisible de América, 1981
Autorretrato y transfiguraciones, 1983
Aunque es de noche, 1983
El viaje interminable, 1983
Biografías del terror, 1984
Infinita memoria de América, 1987
Todas las piedras del muro, 1989
Suma de claridades, 1992
Los nocturnos de Julieta, 1993
Enciclopedia de Maravillas, Tomos I,II,III, 1995
El libro de los sabios que jamás han existido, 2005
El peor de los pecados, 2006
Enciclopedia de Maravillas, Tomo IV, 2010
Hacia otra Luz
A Ruth y Carlos Bousoño
El otoño se enciende ante mi puerta
como un manso misterio
invocando cegantes lejanías.
Yo reconozco en él lo que no ha sido.
Es casi una pasión transfigurándose
en la móvil frontera de las cosas.
Es un vencido mar que baja al polvo.
En su dormida voz
se agita el tenso límite
de la piedra y la luz
El otoño nos deja la pureza,
nos salva del dolor por milagro.
Arde su luz en nuestra voz incierta
y vence sin herir, sin corromper,
transmutando los sueños
como un espejo de infinita calma
en donde nos miramos reflejados
en otra eternidad.
Los ínfimos crepúsculos
A Conchita Rafael Morales
Amo las cosas que gastadas brillan
como si los crepúsculos se hubieran
quedado en ellas para siempre ardiendo.
Los bordes de las sillas afinados
por la devoción clara de los dedos.
Los vasos transparentes de servir
manantiales destantes.
Los pisos sometidos a la sombra.
Los trajes deshilados por el aire.
Amo su fatigada servidumbre
de diamante apagado,
la sumisa pasión de sus silencios.
Amo su alma de otoño que fue alta
y compartió los ojos del milagro.
Su manera de darnos el olvido,
sin llanto ni violencia,
como una sabia cercanía brillando,
como la mano del amor sin nadie.
Amo los libros viejos
manoseados por la luz,
los guijarros que caben en la mano
donde brillan paisajes lejanísimos.
Porque va hacia el adiós su lenta música
se abrazan a la sombra sin gemir,
callando como el fuego olvidado de las lámparas
que quedan solas al llegar el alba.
Revenar
A Justo Jorge Padrón
Después de haber bebido
el trago largo, espeso, de la furia.
Cuando la mano acepta su destino
de empuñadura de los sueños solos.
Y se alcanza la inútil y vidente
beatitud del mar.
Cuando se entiende
la voluntad total de la mañana.
Y la luz agotada
de las lámparas ciegas de la tarde
nos arrastra, deslumbra y precipita
hacia las consecuencias últimas del llanto.
Es preciso vencer,
ganarle la partida al vínculo perenne
del alma con la muerte.
Restañar los clamores
heridos del recuerdo,
sin más propósito
que el de permanecer
ardiendo, ardiendo.
Claridad Agonizante
A José Luis Cano
El otoño se muere
sin un solo esplendor.
En los árboles raudos de la tarde
permanece su aliento conmovido
como una claridad agonizante.
Es el veloz destino del misterio
apresado en las ramas de la muerte.
De pronto, el viento se distiende y calla
como en un estertor,
sube el frío nocturno hasta los sueños
crispados de las hojas,
caen remolinos de silencio hiriente,
volátiles espejos de la lluvia,
alas nunca soñadas
se apagan y se encienden en el alma,
rostros amados finge el horizonte,
y como si pasara el mar,
el mar más imposible,
se detiene el otoño
y surge la verdad
conmovida del sueño del invierno.
Certidumbre de polvo
Somos una verdad a medias,
por eso algo nos duele siempre demasiado.
¿Y la mirada? Ahí habita el llanto
y un esplendor de ingógnitas cenizas,
insaciable y tenaz como la sombra.
Damos un paso: tiento de tinieblas
al borde del veloz abismo diario,
del furor de la muerte que se apresta
certera a darribar el corazón.
Por eso vuelvo a ti
con tu nombre brillando entre los ojos
contra el vacío sin dios,
y me detengo, certidumbre
de polvo enamorado
ante la muerte que se va llamándonos.
Certezas de la Tierra
A Leopoldo Azancot
La muerte es el perdón. Es el otoño
devolviendo a la sangre su hermosura.
Detiene los relojes del aliento.
Hace bajar los párpados pesantes
de oscura verticalidad,
como un paisaje terminado tarde
alrededor del corazón.
La muerte no corroe, sólo salva
la pureza imposible de las cosas.
Es un gastado espejo
que reflejara apenas los milagros.
Devuelve el fruto a su caída y fija
de un modo permanente
la impermanencia de vivir.
La muerte emprende el mar cada mañana,
le impone un horizonte drrotado,
lo llena de pequeños escombros apagándose.
Y mezcla en él al hombre con sus lágrimas,
al cielo con su precipitada lejanía.
Preserva todo
en la alta urna rota del otoño.
La muerte justifica, da sentido
al sueño que decae entre los ojos.
Es el blanco apagado
en donde acertaremos parasiempre.
Vestigios más allá del otoño
A Francisco Brines
Cuando ya no te queda sino el viento
segado en una mano
y en la otra la luz arde callando,
pues lo has gozado todo, sin quererlo,
como un niño perdido en una fiesta,
y el mundo pende de tus ojos,
sueño vencido por el tiempo,
y te puedes morir transfigurado
sin despertar ni una oración ni un pájaro.
Ya has ganado el silencio,
no el corrupto, el pedestre silencio del olvido,
sino el alma mayor de las palabras
gastadas totalmente.
Has pasado el umbral
y habitas la sagrada zona última.
Has llegado hasta el límite indefenso,
a la altura agotada por los vuelos.
Y debes sonreír, como una máscara
que sube al sacrificio,
siendo temor, difusa pesadumbre
de sueñor que se adentran en la muerte.
Cierras los ojos y entras como un niño
a los lentos rescoldos del otoño,
más allá de lo puro y lo destruído,
salvado tras el último silencio.
Nocturno de tu boca
Hay lunas en la sombra
que vienen del silencio.
Lunas de sólo sed
que me celan besándome.
Lunas que el espejismo
de vivir me dejaron
para siempre empapado
de verdades tan húmedas, y tan fieras,
como la antigua sombra
del cuerpo sobre el cuerpo
en los ríos de la gloria.
Ven y dame la luna-profecía de tu boca.
Su humedad tan secreta que la vida la sueña.
Su pulpa bendecida
por todas las campanas del ayer.
Ah, tu boca, lentísima
como el tiempo en las horas
primeras del olvido.
Bajando a las raíces
como buscando lluvias,
subiendo a los dinteles
del día enarbolado
por la mano del día.
Entre todas las lunas
-espejos de las vidas-
las lunas que un instante
de niebla son verdad
porque el beso las finge
para siempre perfectas.
Entre todas las lunas
que en la noche se mecen,
agoreras, voladas
y anunciando su lenta
pasión contra el olvido.
Entre todas las lunas,
yo prefiero y escojo,
aquí junto a los mares
que me ignoran soñándome;
yo prefiero la luna
de espejos infinitos
de tu boca y tu boca
enfrentando la copa
del olvido del mundo.
Que besar es un viejo
ejercicio de asombros,
que heredamos de todas,
tantas fugas vividas...
Y tú besas. Tu boca
besando dice -¡díme!-
la verdad vencedora
de los besos del tiempo.
Hay lunas en la sombra
que vienen del silencio.
Lunas de sólo sed
que me celan besándome.
Lunas que el espejismo
de vivir me dejaron
para siempre empapado
de verdades tan húmedas, y tan fieras,
como la antigua sombra
del cuerpo sobre el cuerpo
en los ríos de la gloria.
Ven y dame la luna-profecía de tu boca.
Su humedad tan secreta que la vida la sueña.
Su pulpa bendecida
por todas las campanas del ayer.
Ah, tu boca, lentísima
como el tiempo en las horas
primeras del olvido.
Bajando a las raíces
como buscando lluvias,
subiendo a los dinteles
del día enarbolado
por la mano del día.
Entre todas las lunas
-espejos de las vidas-
las lunas que un instante
de niebla son verdad
porque el beso las finge
para siempre perfectas.
Entre todas las lunas
que en la noche se mecen,
agoreras, voladas
y anunciando su lenta
pasión contra el olvido.
Entre todas las lunas,
yo prefiero y escojo,
aquí junto a los mares
que me ignoran soñándome;
yo prefiero la luna
de espejos infinitos
de tu boca y tu boca
enfrentando la copa
del olvido del mundo.
Que besar es un viejo
ejercicio de asombros,
que heredamos de todas,
tantas fugas vividas...
Y tú besas. Tu boca
besando dice -¡díme!-
la verdad vencedora
de los besos del tiempo.
Laureano Alban es EL Poeta de todos los tiempos. El mayor de los honores para Costa Rica.
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