Francisco Javier Silva Sánchez (Almendralejo, Badajoz, España, 22 de noviembre de 1961). Escritor extremeño.
Desde muy joven mostró una significativa inclinación hacia la creación poética, plasmada con la concesión a los 19 años del II Premio de Poesía “Matilde Martínez” del Instituto de Bachillerato Carolina Coronado donde cursaba sus estudios, y el comienzo de diversas colaboraciones en revistas literarias de su ciudad natal como “Hojas Sergas”.
A pesar de estos comienzos, su andadura literaria se rompe cuando a la muerte de su madre deja los estudios y comienza a trabajar, llevando esta situación aparejada el abandono momentáneo de la escritura, hasta que en el año 2002, la participación en el foro literario Sensibilidades del escritor Luis Enrique Prieto, sus consejos y enseñanzas, contribuyen decisívamente a enriquecer su capacidad creativa.
Desde entonces no ha dejado de escribir, obteniendo diversos premios por sus escritos.
Obra poética
“Los vértices del mar”. (2003)
“Las aristas del viento”. (2004)
“Abecedario con nombre de mujer”. (2005)
“¿Dónde estarán los pájaros?” (2006)
“Los márgenes del cuaderno” (Recopilación de primeros poemas). (2007)
“Rasguños en la solapa. Cuentos y prosa poética”. (2008)
“Los bordes de la luna”. (2008)
“He visto a una mujer a solas por mis calles”. (2010)
“13 rosas”. (2011)
Premios
Primer Premio de II Concurso de Poesía Matilde Martínez del I.B. Carolina Coronado(1980).
Primer Premio del Concurso de Poesía Semana de la Juventud de Almendralejo (1989).
Primer Premio del Concurso de Cuentos Semana de la Juventud de Almendralejo (1989).
Segundo Premio del Concurso de Poesía Semana de la Juventud de Almendralejo (1990).
Primer Premio XXVI Concurso de Poesía García Plata de Osma (2003), con la obra Los vértices del mar.
Finalista del II Concurso de Poesía Yoescribo.com (2003)
Finalista del II Concurso de Cuentos Yoescribo.com (2003)
Finalista del III Concurso de Poesía Yoescribo.com (2004)
Finalista del III Concurso de Cuentos Yoescribo.com (2004)
Finalista II Concurso de Poesía Amorosa del Círculo de Bellas Artes de Palma de Mallorca. (2004)
Finalista del IV Concurso de Poesía Yoescribo.com (2005)
Finalista del IV Concurso de Cuentos Yoescribo.com (2005)
Finalista I Concurso Internacional de Poesía del grupo editorial Pasos en la azotea. (2005) Querétaro (México)
Primer Premio del IX Concurso de Poesía García de la Huerta. (2006)
Primer Premio del III Certamen de Cartas de Amor convocado por la Universidad Popular y la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Villanueva de la Serena. (2008)
Primer Premio del VI Certamen de Poesía del Colectivo Ataecina. (2009)
¿DÓNDE VAN...?
¿Dónde van los ojos de los poetas cuando mueren?
Tal vez permanecen ausentes,
ocultos en su silencio y melancolía,
añorando el color de la jara y la retama
de los ejidos estremecidos,
sentados frente a las sementeras solitarias
que atalayan sobre la abatida nostalgia del horizonte,
acaso buscando un cielo rayado de esencias y aire.
¿Dónde van las manos de los poetas cuando mueren?
Quizás busquen el cálido tacto del tronco de las encinas
donde el día prende sus últimas cenefas de luz
dejando una cadencia de infinita ausencia
en las estancias del pensamiento,
para abandonar el alma en la poesía.
¿Dónde van los sueños de los poetas cuando mueren?
Posiblemente a verter sus brasas de bohemia
sobre los pámpanos empobrecidos
por los posos de amargura del frío de la mañana,
ansiando soñar veredas.
¿Dónde va la voz de los poetas cuando mueren?
Tal vez a vaciarse en el sonido que deja el viento
sobre los espinosos tamujos en los tortuosos cauces secos
que custodian la memoria,
tal vez a ser la voz que rescata el eco del olvido.
Pensamos que vivimos
Pensamos que vivimos
y, sin embargo,
sólo somos despojos, restos de cenizas,
cadáveres descomponiéndose por dentro,
abatidos caminantes incorpóreos
que deambulan como sombras por las calles.
La vida es el lúgubre sudario
que nos cubre,
la mácula condena que arrastramos
y nos convierte el alma
en un desierto de sal petrificada.
© las aristas del viento
EL FINAL
El final jamás será leido,
el final nadie lo conoce,
el final donde se pierde la lucidez
y germinan los cráneos,
el final donde la muerte
esparce su esperma en tu esqueleto
a cambio de un poco de vida.
Cuando llega el final
sólo soportas el peso del mármol,
y te vence la luz
con un rumor a poleas de sombras,
cuando llega el final sólo escuchas,
muy lejos, la geografía incorpórea
que deja el beso de la despedida.
© las aristas del viento
CUADERNO DE BITÁCORA
Cada playa recibe olas distintas
que acarician todos sus contornos.
El viejo faro atraviesa con sus ojos la noche
como testigo mudo que contempla la llegada del agua.
En la bruma descansa el deseo
de ser gaviota,
y de volar.
Las gaviotas vuelan trenzando la vida
entre blancas espumas y el rojizo poniente.
Las gaviotas llegan desde lejos,
buscando, con sus ojos de vida,
abrazos y besos.
Las gaviotas despiertan vida sobre el agua,
el agua puede caber en un beso.
En mi vida vuelan las gaviotas de tus abrazos,
las gaviotas de tus besos.
Sobre olas de espuma y colores
nadie ensombrece su paz,
sólo el viento se atreve con sus manos escapadas a tocarlo.
Vuela sobre el amanecer del mar de las lágrimas,
de las risas,
de la espera,
tendido en su aparente muerte,
dormido:
mi mascarón de proa.
Todas las playas a las que llegaré algun día,
todas las olas que habito,
todo el viento que desafía mis días de sonrisas y mis tristes horas,
guardan tu rostro, tienen tu nombre.
Rota la soledad.
El mar infinito donde sopla la brisa serena
y estalla el amor en giros pausados
que deshacen la niebla y el destino incierto,
guardan tu nombre, tienen tu rostro.
Rota la soledad.
Sigo meciéndome en las olas,
observando el vuelo de las gaviotas
que se deslizan sin pausa bajo el cielo,
sostenidas en las manos de los ángeles que vagan sin rumbo,
poetas desvelados,
voces perdidas que el viento sacude
donde van a perderse las mareas.
El mar inunda los contornos que tejen en la tierra mi soledad.
Seguirán las líneas de mis manos
llenando de mar sus rayes,
rompiendo ocasos en las sicigias
que ponen sal a las sirgas de mi rastro.
Proyecto el tiempo en cada pulso,
trazando velas
en las luces de mi norte errático,
reclamando mares que fecundar con agua.
Tendré en mi mar un corazón
sobre el que el viento soplará sin lapso,
lleno de vida.
Sus latidos acunarán mis madrugadas
compartiendo destinos,
descubriendo horizontes,
lleno de vida.
Desgranará su ternura
recogiendo alegría o tristeza,
según le dicten las líneas de la existencia,
lleno de vida.
Y cuando sólo sea una sombra gastada y nívea,
seguirá incendiando el aire con islas y barcos,
lleno de vida.
Encuentro en las palabras la voz del mar.
Una a una han de llegar las palabras,
imágenes de sal que rescato
de islotes de medusas,
como si fueran dedos que quisieran rozar
la voz que amanece hambrienta de mar.
Me disuelvo en tu presencia,
entre el hálito de mar y viento donde navego
sobre tu sangre, a embestidas de agua.
Estremecido me derramo en tus corrientes,
y encuentro en las olas tu adiós y tu llamada,
como un grito que escapa
y arrasa el corazón con sus latidos.
En las húmedas piras del crepúsculo
quema la tarde luciérnagas de sal.
La noche se vuelve ceniza.
Hay huracanes ocultos
en el alma de los barcos.
Nacen y agonizan
en las insondables rutas de la brújula.
Es tuyo mar
lo que nunca ha sido mío.
© Los vértices del mar
¿DÓNDE ESTARÁN LOS PÁJAROS?
La vida golpea sin sentido, y no entendemos lo que ocurre
a nuestro alrededor.
Hay veces que la vida no nos cabe en las palabras, que es
inútil escribir cuando hay humedad en nuestras manos
Hay veces que la vida no nos cabe en las palabras, que es
inútil escribir cuando hay humedad en nuestras manos
y el papel es una puerta para los adioses no deseados.
Pájaros sin alas que no encenderán más rosas a la primavera,
Pájaros sin alas que no encenderán más rosas a la primavera,
que en el día de ayer volaron, sin querer volar,
al cielo de los ausentes.
No hay consuelo.
(A los pájaros sin alas del vuelo JKK 5022)
“Y ante la nueva aurora me desvelo,
entre un batir ardiente, de ala en ala”
Antonio Gala
¿Dónde estarán los pájaros?
Está todo tan silencioso,
tan quieto,
tan yermo,
tan ajeno al rumbo que asedia las heridas,
que la tarde no se detiene en mis párpados
ni el ocaso en mis manos.
¿Dónde quedará el hálito que deja esta huida
si traspasa todas las fronteras
sin dejar huella
en el viaje sin retorno de mis ojos?
Hay tristeza,
hay... tristeza.
Una y otra vez, la ausencia se desgarra,
lacerándome la voz para siempre,
mordiendo el hueco y el vacío
de este dolor que tiñe la existencia,
dueña de todos los gritos
y todas las súplicas.
¿Dónde estarán los pájaros?
¿Acaso en la saliva,
en las derrotadas lágrimas,
en el dulce y atroz latido de las horas?
¿Estarán despiertos o dormidos?
Solo sé que cuando lleguen
las nuevas estaciones,
mi memoria de árbol me traerá
un indestructible batir de alas.
© francisco javier silva
¿Dónde estarán los pájaros?
SI ME QUITO
“Lo quiso todo o nada. Por eso dejó todo: para tenerlo todo”
(José Hierro)
Si me quito
las oscuras luxaciones que el dolor
me adhiere como escamas de luto
en la pesadumbre de los párpados,
los grafittis que trazo en mi lengua
para acuchillar los gritos imprecisos
que maduran como lúgubres crucigramas de silencio,
los verbos intransitivos que me sembraron otros,
las mariposas de cenizas que aún fosforecen
en los escaparates de rebajas de mi anoréxica memoria
como luces gangrenosas,
las vértebras carcomidas,
el moho, las llagas,
las lágrimas que se adentran y humedecen
el esqueleto de un alma casi extinta,
y las grietas por donde alguna vez
se asoma la alegría.
Si me quito
las distancias ojivales que las hojas del otoño
dejan en mi espalda
cuando barren las calles sin luz y sin penumbras,
la lluvia y el frío que se acumula en las fotografías,
nombre y apellidos,
y los recuerdos...
Si saldo mis deudas
y pago hasta el último euro por este tiempo
de vivir a renta,
y cuento la bruna plusvalía que firma
sobre mi piel las manos del verdugo,
me hallaréis desnudo,
sin nada,
preguntándome a solas
qué parte de mí muere en los cementerios
y qué parte sobrevive con las manos extendidas
a los árboles.
© ¿Dónde estarán los pájaros? – francisco javier silva
UN DÍA, DE PRONTO, TE DAS CUENTA
No hay consuelo.
(A los pájaros sin alas del vuelo JKK 5022)
“Y ante la nueva aurora me desvelo,
entre un batir ardiente, de ala en ala”
Antonio Gala
¿Dónde estarán los pájaros?
Está todo tan silencioso,
tan quieto,
tan yermo,
tan ajeno al rumbo que asedia las heridas,
que la tarde no se detiene en mis párpados
ni el ocaso en mis manos.
¿Dónde quedará el hálito que deja esta huida
si traspasa todas las fronteras
sin dejar huella
en el viaje sin retorno de mis ojos?
Hay tristeza,
hay... tristeza.
Una y otra vez, la ausencia se desgarra,
lacerándome la voz para siempre,
mordiendo el hueco y el vacío
de este dolor que tiñe la existencia,
dueña de todos los gritos
y todas las súplicas.
¿Dónde estarán los pájaros?
¿Acaso en la saliva,
en las derrotadas lágrimas,
en el dulce y atroz latido de las horas?
¿Estarán despiertos o dormidos?
Solo sé que cuando lleguen
las nuevas estaciones,
mi memoria de árbol me traerá
un indestructible batir de alas.
© francisco javier silva
¿Dónde estarán los pájaros?
SI ME QUITO
“Lo quiso todo o nada. Por eso dejó todo: para tenerlo todo”
(José Hierro)
Si me quito
las oscuras luxaciones que el dolor
me adhiere como escamas de luto
en la pesadumbre de los párpados,
los grafittis que trazo en mi lengua
para acuchillar los gritos imprecisos
que maduran como lúgubres crucigramas de silencio,
los verbos intransitivos que me sembraron otros,
las mariposas de cenizas que aún fosforecen
en los escaparates de rebajas de mi anoréxica memoria
como luces gangrenosas,
las vértebras carcomidas,
el moho, las llagas,
las lágrimas que se adentran y humedecen
el esqueleto de un alma casi extinta,
y las grietas por donde alguna vez
se asoma la alegría.
Si me quito
las distancias ojivales que las hojas del otoño
dejan en mi espalda
cuando barren las calles sin luz y sin penumbras,
la lluvia y el frío que se acumula en las fotografías,
nombre y apellidos,
y los recuerdos...
Si saldo mis deudas
y pago hasta el último euro por este tiempo
de vivir a renta,
y cuento la bruna plusvalía que firma
sobre mi piel las manos del verdugo,
me hallaréis desnudo,
sin nada,
preguntándome a solas
qué parte de mí muere en los cementerios
y qué parte sobrevive con las manos extendidas
a los árboles.
© ¿Dónde estarán los pájaros? – francisco javier silva
UN DÍA, DE PRONTO, TE DAS CUENTA
Cuando venga a buscarme,
díganle:
se ha mudado.”
(Oliverio Girondo)
Un día, de pronto, te das cuenta
que el viento mueve las sillas de tu casa,
tintinea en los vasos,
deshace tu cama
y desliza un gemido de pájaro herido
en los trozos de cal hollados por las uñas,
en las cortinas y los armarios,
hace saltar el pan del tostador
y fragmenta los besos en la saliva
que dejas en el cristal cuando apuras tu copa.
No tienes tiempo para arreglar la ventana
o limpiar el polvo de los muebles,
y caducan en los almanaques los copos de nieve
mientras se escapan tu mujer y el deseo
en los inviernos del jardín,
dejándote sin voz que teja canciones de cuna.
Un día, de pronto, te das cuenta
que el viento muda su piel de reptil
en los peldaños de la escalera,
y no reconoces ni el eco de tus pasos,
se hacen los pasillos más estrechos,
extraños y húmedos,
y agrupas axiomas en el sordo lenguaje del silencio,
se te llena la soledad de soledades
cuando los minutos dejan sin memoria
tu reloj de pulsera,
y sólo eres una sombra tras la luna del espejo
sin deseos de irse
sin ganas de quedarse.
Un día, de pronto,
cuando llegue la vida preguntando por ti,
encontrará que no hay mirillas en la puerta de tu casa
ni buzones con tu nombre,
y solo el viento,
ocupando tu sitio,
le dirá: “se ha mudado”.
Del poemario “¿Dónde estarán los pájaros?”
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