lunes, 7 de noviembre de 2011
5107.- NIKOS KAROUZOS
Nikos Karouzos (en griego Νίκος Καρούζος, Nikos Karouzos) fue un poeta griego.
Nació en Nauplia el 1926 y murió en Atenas en 1990. Inició estudios de Derecho y Ciencias Políticas, pero no los acabó. Durante la ocupación alemana de su país en la Campaña de los Balcanes tomó parte en el movimiento de resistencia.
Publicó sus primeros poemas en 1949. También se dedicó a la crítica literaria y escribió ensayos sobre teatro y arte . Considerado uno de los grandes poetas griegos del siglo XX, le fue concedido dos veces el Premio Estatal de Poesía, en 1972 y 1988.
Alguns dels seus reculls poètics més importants són: Possibilitats i ús de la parla (1979), Oblit recordatori (1982), Lògica de gran format (1989).
La brevedad del sueño
Corre durante el alba el venado,
mi dicha es semejante eco
aquí donde habito,
un pájaro asciende del humo al amanecer.
Ahí viene el Atrevido,
ha degollado el cordero en las fuentes de agua.
Nube triunfal, vehículo antiguo, ahí esta el Arrojado,
lo tiran caballos perforados en sus resplandecientes costados.
Me encuentro dentro del vehículo y voy
hacia mi destino desconocido.
(De Los poemas I, Ícaro, 1993)
Traducción: Alejandro Aguilar.
Cinco poemas en la Oscuridad
Regresa solo
a sus labios un silencio respirable por todos lados, como siempre,
sus cabellos de pájaros.
Pálido
con sueños arruinados, intacto,
agua corriente en las cunetas, griego pálido.
Siempre la calle, dentro de sus ojos
y el resplandor del fuego que hospeda a la noche.
Regresa solo
a sus manos una rama de olivo,
lleno de dolor se pierde en los crepúsculos,
siente que todo está perdido.
No le hablen, no está haciendo nada,
sus manos en sus bolsillos
son como dos granadas de manos.
(de Los Poemas I, Ícaro, 1993)
Traducción: Alejandro Aguilar.
Tocando esta juventud
Esperé toda la noche vestido de negro
había muerto una mujer
al amanecer
los desempleados con sus palas esperaban
en la plaza matutina del correo
aún quedaba un poco de oscuridad
y reinaba la calidez que da
un corazón infeliz junto a otro–
la luz del alba en el vapor de los cristales
de pequeños restaurantes.
El Ática tramaba el nuevo día en los ojos
los pasos dolían en la calles vacías
este profundo amanecer.
Antes la alegría era un río más profundo
con cristales solitarios en la superficie
con un dios claramente oculto
y árboles apenas
reflejados.
Un profundo río de clamores camino ahora
en la calle y la gente no tiene palabras
si hablara qué puede decir…
Mujeres pequeñas lánguidas madres limpiadoras
van a las viviendas silenciosas
con poca defensa al frío en sus ropas tan poca
en sus vestidos baratos sin flores.
Y otras mujeres en vano esperan
amor muerte papel moneda
es tarde la noche ha sido dura…
Doy el billete y me pierdo
me voy lejos no me llames
mi soledad es blanca sucia.
También otras mujeres lavan
las puertas por donde el diablo entrará
muy de mañana a su servicio se inclinan.
El infierno entonces es nuestra patria
pecado se levanta
el humo negro de las fábricas
alto en el amanecer.
Y sin embargo antes la alegría era el río.
No aquí en la tierra devastada sino en los mundos
celestiales ahí con mi alma solitaria.
1961
Pensando en la Grecia actual
Véase La Jornada Semanal, núm. 730, 1/III/ 2009
Versión de Francisco Torres Córdova
No hay comentarios:
Publicar un comentario