lunes, 7 de noviembre de 2011
5099.- PEDRO VICUÑA NAVARRO
PEDRO VICUÑA NAVARRO
Santiago (Chile), 1956. Nací en Santiago en el año 1956, un 24 de diciembre. Soy actor de profesión y poeta de vocación. He vivido casi doce años entre Grecia, España e Italia ejerciendo como actor y como traductor al castellano de poesía griega, algunas de ellas publicadas en España. Soy vástago de una familia de intelectuales y artistas; mi padre el poeta José Miguel Vicuña Lagarrigue y mi madre la poetisa Eliana Navarro; premio de poesía de la Academia Chilena de la Lengua; mis tías las escultoras Rosa y Teresa Vicuña, mis primos la poetisa Cecilia Vicuña, el pintor Carlos Arias Vicuña, mis hermanos el poeta Miguel Vicuña Navarro, la fotógrafa Leonora Vicuña, la filosofa Ana Maria Vicuña, sólo por nombrar algunos. He recibido en mi vida algunos premios tanto actor así como poeta. Y la preocupación por lo social me viene de mi abuelo Carlos Vicuña Fuentes, quien además fue Diputado de la república por aquellos años 1932-1936.
“Bitácora del Otro Mar (Pfeiffer ediciones) reúne una selección de 40 años de la poesía de Pedro Ignacio Vicuña. Incluye “Famagusta” (premio Alerce 1999), poemas inéditos, otros que circularon en pequeñas ediciones y algunos publicados originalmente en griego y que aparecen por primera vez en español.
Y es que Pedro Vicuña es, además de poeta, traductor. Ha traducido a los premios nobel Giorgos Seferis y Odyssea Elytis, a Eurípides y ahora prepara un taller acerca de la tragedia griega clásica.
Como actor, ha trabajado en teatro, televisión y cine; en este último con directores como el recientemente fallecido Raúl Ruiz.
No hay obviedades ni lugares comunes en esta voz tan original dentro de la poesía chilena por la cantidad de dimensiones que transita y la finura con que lo hace. Una voz que clama al cielo y se llena de metáforas y símbolos religiosos en su ansia de absoluto, a la vez que se goza en la tierra, abriendo el mundo como un abanico que se despliega para que lo observemos en la belleza de sus detalles y confirmemos que “todas las cosas están llenas de dioses”.
Poesía marina es la de Pedro Vicuña, ola serpenteante que acaricia o golpe duro de sal y algas texturadas por la ira, siempre en azul; pero además, el agua es en ella una presencia permanente que toma forma de mar, de lluvia, de lágrima; el agua como incertidumbre, carencia de tierra firme, como señal de cambio permanente; patria, en fin, que lo pone en la senda de Heráclito.
En los poemas de Pedro Vicuña se une la mística, la sensualidad y la delicadeza del lenguaje. Como le dice Carla Cordua, premio Nacional de Humanidades 2011: “Tanto tu lenguaje refinado como la originalidad de tu manera de decir, hacen de tu poesía algo sustraído a la popularidad fácil que encuentran los poetas menos exigentes”.
Mapocho
Este rio que parte la ciudad en dos
No es un rio,
No la parte, la divide
Este rio que divide la ciudad
No es un rio
No la divide, la segmenta
No la segmenta, la segrega
No la segrega, la disemina
Este rio que atraviesa la ciudad
No es un rio
No la atraviesa, no la disemina
No la despedaza
La raya
La raya la escribe la inscribe
Con una tinta de mierda.
Este rio que cruza la ciudad, no la cruza
La crucifica
Este rio no es un rio
Es un torrente
Este rio que transita la ciudad como un torrente
No es un torrente es una cloaca
Es un desguazadero
Este rio que raya la ciudad
Es una guarida
Este rio de mierda que rueda en la ciudad
Es un vertedero de la sangre.
A LA LARGA
A la larga, nada es lo que parece ni lo que se sueña.
Las nubes de la tarde esconden una luna incierta
Que no acierta a inclinar la balanza
y las horas huyen desbocadas por la ruta del silencio.
Cae el aceite sobre la sal de un vago tiento.
¿Cómo será vivirte el día a día? ¿Envolver de a dos la mañana
En el aroma del café? ¿Navegar en las cavilaciones de lo ignoto
Con la escarcha del invierno acechando la templanza
Y el jugo del tomate humedeciendo los no sé?
Cae la noche.
Desde la Osa hasta la Cruz la retina rayando del magín
Con el peso viscoso de lo que no tiene nombre
Y ya no sé por dónde habitas, ni qué río navegas
Ni si es mi aliento signo entre tus días
Ni si es mi sangre rayo que desguaza la muerte.
A la larga, mete siempre la huesuda su sombra
Hasta en el más luminoso de mis días.
ESPEJO
Luna de mil ochocientos sesenta
entre las líneas del azogue
el alma mira su temblor en el temblor de otras pupilas.
Todo vibra en el temblor del miedo
la carne en su raíz de polvo
el flujo espeso de otra vida arrinconada
en el destiempo
la parsimonia de un tic tac
aleve
el tiento apurando de la muerte.
Partieron los muchachos
el invierno
¿recuerdas? arañaba sus retinas
partieron
del sueño hacia la nada
por otros arenales derramando la queja
la vieja jerigonza que se hizo ya congoja.
Todo vibra en el temblor del miedo
el espejo de azogue craquelado
con la luz de un cielo amanecido
la cara devuelve de otro sueño.
El limonero calla en la memoria
con sus pájaros de niebla.
CASANDRA
Atenta el cielo una conjura
La sombra aleve aleteando su mácula disipa
el sulfuro de su abrazo y de la nada se escurre una melancolía
Hasta el soplo primero del deseo regresa el viento del inicio
todo derramando un nuevo tiento la saliva toda de tu aliento el aroma de tu vientre en el sueño desboca pájaros de niebla la sangre combando hasta tu centro
toda la luz debo decir iniciando un día que no cesa llamarada en el ojo del Auriga.
Cómo habitando tu volumen la dura ensoñación del mar el desmenuzado tiempo de una derrota inmensurable la lucha con el otro ángel que cae y se empecina.
Y entre tanta mordedura el hueso quebrantas del silencio en que me agoto.
Vaticina tu piel otra geografía tu mirar desde las sombras que desentraña el cielo tu palabra que aquieta la congoja el agua toda que te habita
en el bauprés de mis desvelos mece la garúa de mis días hacia adentro.
Sueña la tarde un pálpito de cielo
A tientas la arboladura deletreo de tu tacto.
SELENE
A LA MEMORIA DE MI PADRE CON QUIEN VI POR PRIMERA VEZ
UN ECLIPSE DE LUNA EN AQUELLOS AÑOS DE MI PRIMERA
INFANCIA EN EL FUNDO “LOS ALPES”
Luna de febrero, ay, luna coja,
Que en mi sangre agitas la memoria
Luna que alumbraste la congoja
Cuando no sabía qué era gloria.
Luna, ay, luna con tu cara roja
Dibujando fantasmas en la noria
A la hora en que el sueño se deshoja
Le inventabas a mi pena historias
Luna silente de febrero, luna
Todo ha muerto a viles manotazos
Ocultando tus juegos en la niebla.
Tu luz plateada que alumbró mi cuna
Espero que aparezca con su mazo
Y acabe con la pena que me puebla.
VACÍA VA LA TARDE
Para Natalia Roa
Vacía va la tarde en este día
Ajeno el cielo hundido a ramalazos
Ajena el alma en esta medianía
Y el paso torpe hecho de retazos.
¿Qué será del tiempo en que vivía?
¿De esas sendas hoy hechas pedazos?
¿De esas voces que en la lejanía
Cubrían este cuerpo en los abrazos?
Cumplido está el circuito del Tirreno
El fin en las entrañas señalado
Con hacha y con garrote sobre el lecho
Ya sé nada del pálpito sereno
Ni de vientos atroces ni de hados,
Sólo entiendo que todo está deshecho.
Felicitaciones Gran Pedro, no se te conoce mucho en éste ámbito, donde tus sentimientos talento y emociones acompañados de una fina y sensible pluma, van sellando maravillosamente tu envidiable imaginario......Un abrazo
ResponderEliminarGrata sorpresa encontrarse con estas palabras. Muchas gracias por ellas, en verdad, muchas gracias, Alberto.
EliminarDon Pedro, leo sus poemas, y me dio la impresión que el tiempo se detuvo, como un instante prisionero en sus palabras. Cada poema suyo conduce a esos momentos de contemplación. Saludos
Eliminar