Margarita Belandria. Poeta, filósofa, jurista, escritora de novela, ensayo, cuento y poesía.
Margarita Belandria nació en Canaguá, capital del Municipio Arzobispo Chacón del Estado Mérida (Venezuela) el 12 de marzo de 1953.Escritora de ensayo, cuento, novela y poesía. Jurista y Magíster en Filosofía. Profesora Titular de la Universidad de Los Andes (ULA) en el área de Filosofía, Lógica y Hermenéutica. Autora de numerosos ensayos publicados en revistas impresas y electrónicas. Entre sus diversas actividades se pueden señalar las siguientes:
Coordinadora de la Maestría de Filosofía. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad de Los Andes.
Fundadora del Grupo de Investigaciones sobre Lógica y Filosofía del Lenguaje adscrito a la Maestría de Filosofía. ULA, junto con los profesores Pompeyo Ramis y Andrés Suzzarini.
Invitada de honor al V Encuentro Internacional de Escritores en el Caribe, Playa del Carmen. Estado de Quintana Roo. México (2003),
Participante Invitada en el Recital Poético de la VI Bienal de Literatura “Mariano Picón Salas”. Mérida 2005.
Jurado del Tercer Concurso de Poesía “Simón Darío Ramírez”, convocado por la Asociación de Escritores de Mérida (Venezuela), 2007.
Jurado del IV Concurso de Narrativa Antonio Márquez Salas, convocado por la Asociación de Escritores de Mérida (Venezuela), 2008.
Jurado en varias oportunidades del Concurso de Narrativa (DAES-ULA)
Vicepresidenta de la Asociación de Escritores de Mérida, electa el 15 de febrero de 2008.
Fundadora, junto con Mayda Hocevar, del Grupo de Investigaciones Filosofía, Derecho y Sociedad (G-SOFID), adscrito al Centro de Investigaciones Jurídicas. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la ULA. En el año 1995.
Directora fundadora de la Revista Dikaiosyne, editada por el G-SOFID (ULA), fundada el 3 de diciembre de 1997, en la cual se publican, semestralmente, artículos de autores nacionales e internacionales que versan sobre temas relacionados con la Filosofía práctica, esto es, sobre los diversos fenómenos del obrar humano: éticos, jurídicos, políticos, etc.
Ponente invitada en el I Coloquio Nacional de Lógica celebrado en el marco del V Congreso Nacional de Filosofía. Universidad Central del Venezuela. Caracas. 1999. Título de la poencia: Reflexiones acerca de la enseñanza de la lógica en los estudios jurídicos.
Ponente invitada al Segundo Simpósium Internacional: construcción del conocimiento en América Latina y el Caribe. Universidad de Quintana Roo. Chetumal, México. 25 al 27 de noviembre de 2002. Título de la ponencia: El saber en peligro.
Publicaciones literarias
Novela ‘Qué bien suena este llanto’ (coedición del CENAL y la Asociación de Escritores de Mérida. Mérida, 2006), novela ésta que recibió Mención Honorífica en el I Concurso de Narrativa Antonio Márquez Salas, convocado por la Asociación de Escritores de Mérida, septiembre de 2004. Portada del pintor Emiro Lobo. Esta novela fue objeto de estudio en el "Seminario sobre escritoras iberoamericanas" en la Maestría de Literatura de la Universidad de Los Andes y ha sido reseñada por distintos escritores españoles y venezolanos, entre ellos José Calvo González, Eduardo Casanova Sucre y Ricardo Gil Otaiza.
Libro de poemas ‘Otros puntos cardinales’ (coedición del CENAL y la Asociación de Escritores de Mérida. Mérida, 2006). Portada del pintor Emiro Lobo.Este poemario obtuvo Mención de Honor en el II Concurso de Poesía Simón Darío Ramírez, convocado por la AEM en el año 2005.
Selección de poemas publicados en la I Antología de Poesía de la Asociación de Escritores de Mérida. Mérida, 2005; III Antología de Poesía, AEM. Mérida 2006; en la Revista La Palabra No. 8, (INBCYBA), Barinas-Venezuela, 2006.
Cuento ‘En Totumos’ publicado en la III Antología de Narrativa, AEM. Mérida, 2006. En la Revista electrónica Paradojas (México D.C) y en la Revista Electrónica “Letras en Rebeldía" de Mérida,(Yucatán,México).
La yerba de las rosas
Despido sin duelo los festines.
Un aplauso sacude los huesos de mis manos,
las que retiran la yerba de las rosas
y tiemblan al rumor de los clamores
maldiciendo al colmillo enrojecido
que muerde el dolor de los corderos.
Manos para siembras afanadas,
para tantear oleadas de palomas
que olvidadas de nidos y algodones
muy lejos se alejan arrullando.
Sur
La puerta de mi casa mira siempre al Sur,
donde las aguas escurren a morir,
y los pájaros caen como ceniza.
Oigo el seco crujir de los geranios
por el silbido que baja de las nubes.
Vivo solamente si me dueles,
si ardes como antorcha entre mi carne.
Ríos que braman siempre al Sur.
Siempre al Sur,
hacia donde la puerta de mi casa mira.
Sublevación
A Pepe Barroeta
Has hecho mis ojos para mirar la nada,
mi lengua incapaz de pronunciarte,
mis oídos sordos a la sinfonía de las esferas.
Abro la puerta por donde salió la ausencia:
los árboles gritan su caída;
las piedras, su silencio.
Los corazones golpean furiosos en los pechos afanados,
y un alcatraz vigila el eco de su corazón dormido.
Mi alma delgada de tristeza se subleva.
Clama en el áspero color de los desiertos,
en el grueso sabor de la tiniebla.
Como yo aquel día
has puesto un silbido en el roto corazón de la calandria,
y un nidal secreto en cada bosque de la Tierra.
Desde esta tierra querida de la muerte
lenguaradas se alzan en busca de tu nombre.
Callado el cielo oscurece herbolarios tropicales,
borrando de tristeza ciertas tardes,
aquella esquina no mirada.
Por ti los lirios cayeron de rodillas
y una barca ligera se arriesga en profundidades marinas.
En la tarde postrera regresas una nube a la niña que juega con zafiros.
Velo
A María Dolores González-Hocevar
Que ande yo como ahora
sin las venas palpitando;
sin un hilo de voz
entre este bosque de alaridos.
Yo, que durante siglos velo
el ronco sonido de la noche,
he mirado con estos pobres ojos
el llanto mudo del parto de las perras,
y la orfandad de cuanto habita
bajo el cielo arrodillado.
Yo, que yazgo sobre tierra fría
oyendo caer la ceniza de los muertos,
me pierdo a las cuatro de la tarde
en sopores estivales
y siento una enorme punzada
al recordarte.
Agua calma
A Rosa María Hurtado
Como agua calma
miro las tardes alumbrar.
Ovillando los recuerdos
asoman mocedades
en los resquicios del tiempo.
Desempolvo el espejo
que guarda mi memoria,
y sólo consigo mi nombre
y este destino inexplicable.
Sin nombre
A Arnulfo Quintero López
Entró igual que un águila
volando a través de las cornisas.
Enrumba alas y memoria
hacia las casas agachadas
en la cresta del barranco
que antes fuera la colina más alta.
Otea.
Escarba el hedor de los corrales
despeñados hace tiempo.
Muy lejana se oye la voz de un campanario.
Con el mismo impulso
sale en estampida a buscar otros aires,
y su rastro queda
enlos ojos aguados
de los perros sin nombre.
Albricias
A Iraida Moleiro
Noches de espeso latido mineral.
Noches enteras ovillando soledades,
mirando la estatua de mis huesos
pálida de tantos resplandores.
Imposible amordazar
al tiempo, su alarido;
reclamar las albricias
de tanta brevedad.
Con la tristeza al hombro
A María Alejandra Belandria Juárez
Quise despedir
tristemente a mi tristeza.
Vagué por calles grises
en busca de un lugar
para tirarla.
Pero ella
acarició mis ojos,
se enroscó en mis labios
y, como gota de hiel,
se instaló en mi garganta.
En la tarde
¿Por la simple levedad de tu sonrisa
debo desgarrar la vida mía?
¿A dónde fueron los besos
que echabas a volar hacia los míos?
Camino y desando el vecindario.
Nada me indica el sendero que te lleva,
¿hacia otros brazos amados igual como los míos?
La cuerda cruel se ajusta en mi garganta.
Mis labios solos ofician su canto al beso prometido.
Me mira la tarde con su cara triste,
y con la misma tristeza yo también la miro.
¡Quisiera olvidar hasta el sonido que te nombra!
¿Quisiera olvidar ese sonido?
Otros tejados
A Alexis Márquez Rodríguez
Cuando los aguijones de la soledad
se claven en nuestros aposentos
estarán nuestros ojos
en espejos desteñidos,
en tejados diferentes.
Otras puertas
se abrirán a nuestras sombras.
Mañanas menos tibias.
Crepúsculos más pálidos.
Otros puntos cardinales.
Porfía
Dijo un día que no invitara a nadie a nuestra casa.
Alguien terminaría escribiéndonos un cuento en el corazón,
poniendo en él una canción, susurrando en él,
porfiando en él. No escuché nada.
Ahora un piélago separa nuestras casas.
En los potreros solos crecen abrojos cada vez más altos
y plantas que despiden al sol de las ventanas.
Las soleras del techo son pasto de termitas;
un polvillo de madera hace un montón sobre la cama
donde sólo duerme bajo las cobijas el recuerdo de una canción
que alguien musitó en el corazón, cuchicheando en él,
porfiando en él.
Destino
A Gladys Portuondo
Salí una tarde
por la rendija más angosta;
puertas y ventanas
habían sido clausuradas.
Vago sin memoria,
derramando una brisa diminuta
sobre geranios
que ya no olerán para nadie.
Algo me convoca
a descifrar los presagios,
pero yo sólo conozco
los bramidos
de las calles descalzas.
Hoy prefiero
pagarle al mundo
cada una de mis deudas,
echarme toda la tierra encima
y borrar los horizontes
del destino que me asedia.
Leo
La luna te va soñando
con sus granitos de arena,
con sus ojitos llorosos,
llorosos de pura pena.
Al río se fue a bañar,
se fue a bañar Leonardo,
en sus manitas morenas
dormían bromelias y nardos.
Traías la risa del río,
traías aromas del viento,
y en tu corazón traías
ramitas de pensamientos.
Vienes volando a caballo
con un lucero en la frente,
ojitos de flor de mayo,
aromas de cal y fuentes.
Sentado estás en la plaza.
Ya fuiste a jugar al río...
¿Por qué tus ojitos llorosos,
llorosos como los míos?
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