Roque Javier Laurenza (PANAMÁ, 1910-1984)
Nació en la ciudad de Chitré, el 3 de diciembre de 1910. Aficionado a las letras desde adolescente, ávido de novedades, logró tal suma de información que en 1932 el Dr. Méndez Pereira pudo decir de él: "tal vez el más enterado aquí de literatura de vanguardia". Investigador y estudioso de las más trascendentes expresiones culturales, fue también un creador del quehacer literario tan exigente consigo mismo que redujo rigurosamente la cantidad de sus obras publicadas. Murió en 1984.
Laboro inicialmente en el periodismo, pero se convirtió en el centro de un movimiento innovador en el campo de la literatura cuando leyó en el Aula Máxima del Instituto Nacional, el 17 de enero de 1933, una conferencia titulada "Los Poetas de la Generación Republicana". Publicado en un pequeño tomo de poco más de cien páginas como parte de las Ediciones del Grupo Pasaje, la conferencia estimuló las inquietudes intelectuales de la juventud de la época e influyo apreciablemente en la apertura de nuevas corrientes artísticas especialmente en la poesía. Ejerció varios cargos diplomáticos. Vivió casi una década en Rio de Janeiro, varios años en España y finalmente permaneció casi tres lustros al frente de la representación panameña de la UNESCO, en Francia.
Poseedor de una vasta y profunda cultura, en su casi totalidad fruto de sus propios afanes de superación, Laurenza adquirió dominio de varios idiomas, especialmente inglés, portugués y francés. Ello le permitió traducir, con singular acierto, algunas importantes obras poéticas, y a la vez enriqueció sus naturales capacidades críticas.
Parco en su producción, hombre que llego a sentir "el pudor de la palabra", es dueño de una obra breve, pulida y brillante. Su alerta disposición para consigo mismo, el afán de superación que lo caracterizó han dado a su poesía y su prosa una indudable calidad. Y todo por virtud de su inteligencia y de su empeño, porque fue autodidacto.
La obra de Laurenza se encuentra dispersa en periódicos y revistas nacionales y extranjeras. Entre los escritos más importantes podemos mencionar:
El Panameño y la Nación. Revista Lotería. No. 348-349 (mar-abr. 1985).
Muerte y transfiguración de Emiliano García. Revista Lotería . No. 348-349 (mar-abr. 1985).
Andre Malraux: Un contemporáneo capital. Revista lotería. No.257 (jul. 1977).
El Caudillo de Levita (Por la muerte del Dr. Porras). Revista lotería. No. 56 (ene. 1946).
Rubén Darío (Biografía mínima del poeta Rubén Darío). Revista lotería. No. 124 (marzo. 1966).
Vituperio de un Verso famoso
Por caprichoso destino, los versos más célebres de la poesía panameña sirven de tácita justificación de nuestros males:
Oh Patria tan pequeña, tendida sobre un istmo...
Quizás fuiste tan chica para que yo pudiera
Llevarte por doquiera dentro del corazón...
Si no fuera mutilar a la Musa Panameña, habría que encerrar a estos sonoros alejandrinos bajo siete llaves, como pedía Ganivet que se hiciera con el sepulcro del Cid. ¿Quién puede negar que el panameño lleva la patria en el corazón? Lo grave- y ello constituye nuestro problema- es que el hombre típico está dispuesto a morir por la patria y no sabe aún vivir para la nación! Y necesitamos que, así como responde, unánime, a la cita con la patria, responda al llamado de la gran patria que es la nación. Porque no hay nación sin patria, claro está; pero la patria es un camino hacia la nación, una etapa decisiva y fundamental en la conciencia que crea el complejo histórico nacional, pero una etapa, un medio, no un fin. Y ahora se trata de la nación; y si la patria se lleva en el corazón, la nación se lleva en la cabeza, que es el centro de las objetivizaciones axiológicas con las cuales se concibe y levanta la nación.
Fragmento de: "El Panameño y la Nación"
Por Roque Javier Laurenza
Publicado en la Revista Lotería Nº 348-349, de marzo-abril de 1985.
Como un homenaje al escritor, donde reproducen cinco de sus trabajos más representativos.
Obras de Roque Javier Laurenza
Los Poetas de la Generación Republicana, Ediciones del Grupo Pasaje. Panamá. 1933
Campo de juegos. 1973
Oda simple
Parcus dorum cultor....
Horacio: Odas, 1-34
A tu claro caudal vuelven mis aguas
después de las tormentas. Sometidas,
las olas apaciguan
hasta ser un rumor de caracoles;
un rumor de recuerdos musicales,
de rostros y palabras,
que me llega del fondo de los años
en el Morse preciso de las venas.
No eres vino fuerte del orgullo
de los viejos blasones
que amarillos guardianes funerarios
conservan, cuidadosos,
entre sedas y sables de museo.
Eres lo que me dice la memoria
y el ritmo de la sangre:
la fraterna presencia del amigo,
la sencilla bondad del pan seguro
y la virtud elemental del agua.
Eres la rumorosa, la constante
colmena de las plazas
y los terribles odios pasajeros
de los ásperos diálogos civiles.
Y eres también dolor de litorales,
de campos y caminos
al destino del mar encadenados,
donde la voz del viento se convierte
en sonoro silencio de prisiones.
Ahora siento los ecos de tu nombre
en un libro de cármenes latinos,
cantando, repitiendo
la verdad que los años olvidaron
bajo el polvo de tierras extranjeras.
Y otra vez mis lebreles reconocen
el rostro de su dueño,
los morenos perfiles de sus flancos,
el ademán resuelto que domina
por la ley del amor irrevocable,
y de nuevo sujetos
a los perennes númenes nativos,
humildemente lamen,
para calmar la sed de su destierro,
un recuerdo de mieles y tinajas
con sabor de tamal y tamarindo.
(Otros dirán los himnos consagrados
a tus posibles glorias
y otros también te ofrecerán guirnaldas
de sáficos cantantes y rotundos,
exámetros soberbios,
pero mi voz no tiene tal adorno
de ritmos ni se viste
de rutilantes vestes ditirámbicas,
sino del pobre manto de nostalgias
con que vuelve cubierto el hijo pródigo.)
Quiero, pues, las más simples y propicias
palabras de cristal para brindarte,
Patria de sol y palmas coronada,
mis sílabas filiales.
Una ofrenda de amores mantenidos
en el aire más puro de mi vida
y que vienen volando por mis sueños
con temblor de palomas mensajeras.
Panamá, 1862
Revista Lotería, Noviembre 1962, No. 84
Declaraciones
I
¡Oh efímera artificio de los ritos,
débil columna para tanto cielo!
II
Arder, arder como la llama pura
sin temor de la sombra y la ceniza.
III
Ni reposados causes de palomas,
ni angélicas visiones inefables,
ni mármoles invictos me conmueven.
IV
Yo quiero la pasión, quiero la vida,
las amargas raíces de la sangre
y la roca de Sísifo del sueño.
V
Nadie vive sin mancha. No conoce
la verdad de los frutos quien no sabe
del barro elemental que los sustenta.
VI
Todo queda lejano si no tiene
una voz milagrosa que lo nombre
con los roncos acentos del deseo.
VII
Lejos de mí la lumbrera de la estrella,
los intactos cabellos de Herodías,
las cimas del suspiro y las promesas
que no alcanzan las manos redentoras.
VIII
Dame el instante, vida. No prometas
azules espejismos a quien siente
rodar las estaciones presurosas
sobre escombros de frutas y pasiones.
IX
Lagunas de silencio, densas nubes
de amarillo desdén forman la gloria.
Adornarán la frente de la estatua
las lianas de los años, y el cenizo
polvo de tantos sueños y palabras
cubrirá la derrota de los mármoles.
X
No ganarán la palma del recuerdo
los apacibles ángeles que forman
el coro sin pecados. La corona
será para los huérfanos del júbilo,
para los foscos siervos de la ira,
para los tristes huéspedes del llanto.
XI
La sangre es la verdad, y las orillas
de sus terrestres límites de fuego
son la Tule postrera de mis manos.
Última Tule de los sueños. Tierra,
fatal nodriza de punzantes mimos,
hacia tu piel de larvas y luceros
vuelven mis manos su pación de tacto.
¡Tú eres la paz y el reino de los hombres,
tú la victoria, y el laurel, y el cielo,
y la secreta envidia de los dioses¡
Tierra Firme, Nº 3.
Diferencias sobre un Viejo Tema
Agradece al pintor Mario Agostinelli el envío de un retrato suyo comenzado en Florencia en 1948, terminado en Río de Janeiro en 1950 y que el poeta vuelve a ver al cabo de muchos años y mudanzas íntimas.
...Falsos silogismos de colores.
Sor Juana
Specchio di veraci detti,
Mostrani in corpo e in anima
qual sono...
Alfieri
Protegido del arte de tu mano
mi rostro evade la verdad futura
y entre las sombras y la luz procura
burlar la ley del tiempo soberano.
¡Inútil pretensión, empeño vano
del espejo falaz de la pintura,
si relámpago breve que perdura,
invierno disfrazado de verano!
Gracias te doy, pintor gentil.
Las horas
van disputando al arte la jornada
del fatal y temido jaque-mate.
¡ Y, mientras tú la decisión demoras,
el tiempo vencedor con terca espada
y en dura esgrima a tu pincel combate!
Del libro: Campo de Juegos
Elegía
Hija de Alcestes. resignada y dócil
al sacrificio de tu diaria muerte,
pozo en que vuelcan sueños y deseos
las dominantes venas de los hombres,
¿qué flecha de crueldades renovadas
¿hirió tu corazón de corza leve?
¿Qué Dios de voluntad inapelable,
sordo a tu queja y a tu rostro ciego,
te castigó, terrible, con la dura
cadena del amor que no se nombra?
En tus insomnes ojos se reflejan
horas sin nombre, rostros sin futuro,
amargos simulacros donde el alma
muere del mismo bien que la sustenta.
Y tu cuerpo, que pródigo se ofrece
al anónimo tacto de las sombras,
como estatua de arena deleznable
al tocarlo y gozarlo se consume.
¡Oh la perenne sed y la tortura
de tus ardientes labios dolorosos
al borde de la fuente donde nace,
sin brotar nunca, el agua codiciada!
Ninguna boca buscará la tuya
lejos del rito inmemorial del lecho,
espejo de tinieblas luminosas
donde rostro ninguno se contempla.
Tú no tendrás quien baje a los infiernos
a rescatar del fuego tu memoria,
ni lograrás, Eurídice salvada,
perdones de los dioses por la lira.
No llorarán los ojos de los castos
la repetida muerte de tus sueños,
ni una corona de palabras puras
te ofrecerán los otros, lujuriosos.
¡Oh milenaria víctima de Admeto,
cordero de callados sacrificios,
perpetua pasajera, te conozco!
En el silencio elemental del goce,
yo supe tu verdad irrevocable.
Llora por ti, ruega por ti. Las mieles,
los recónditos frutos de tu seno,
el jugo de la sangre detenido
sin llegar a los surcos de tu vientre
__ricos mendigos de sus propios dones,
de tus tesoros imposibles, ávidos__,
se agotarán, inútiles, intactos.
¡Adiós¡ Tu sombra fugitiva queda
un instante no más en la memoria
como el ala del pájaro en el lago,
como canción que volverá mañana
sin que podamos recordar en dónde
su conocida música aprendimos.
"Sur", Buenos Aires, N° 160
Publicado en febrero de 1948
Carta
La mano que esto escribe renacerá
del mismo vientre...
Borges.- La Noche Cíclica.
Yo recuerdo esta noche los paisajes nativos,
el rostro de mi madre, los ritmos familiares,
y el vaivén soñoliento de los altos palmares
en espera de justos ciclones vengativos.
¡Oh tú que de los años el regreso proclamas
cual fatídica norma de segura medida,
ojalá que las horas más dulces de la vida
dibujen nuevamente sus viejos anagramas!
Resurgirán los fuegos sagrados del instinto
(Ariadna de ojos verdes ha de cuidar mis pasos)
y venciendo peligros y desatando lazos
recorreré mi propio secreto laberinto.
Vendrán las escapadas del colegio, temido
por mi horror de teoremas y palabras en ando...
¡Oh gerundio soberbio que llegas cabalgando
a lomos de la frase de ritmo sostenido!
El corazón de nuevo sentirá los temores
de la primera cita con la verdad del beso,
y el orgullo y el miedo de ver mi nombre impreso
e ignorar si las Musas me darán sus favores.
Renovaré las noches de fiestas marineras
en las islas sonoras del moreno Caribe,
donde Afrodita, criolla, su desnudez exhibe
entre sones de Güiros y maracas rumberas.
Bajo la Cruz del Sur, he de encontrar la verde
promesa de unos ojos de frescor submarino,
pero fiel a los signos del arquero divino
haré como quien gana la fortuna que pierde.
¡Oh tú que vaticinas el regreso del día,
a través de las noches, a la aurora primera,
ojalá que la limpia mañana brasilera
encienda las cenizas de mi melancolía!
Después, junto a las fuentes musicales de Roma,
y en un París de fiebre y una Londres de bruma,
la juventud radiante derramará su espuma
bajo la invocación de la sensual paloma.
Y llegará la angustia del por qué de las cosas,
las enormes preguntas y las flacas respuestas,
y el saber que por siempre llevaremos a cuestas
tantas indescifrables verdades misteriosas.
Luego dirá de la vida, cabe Nuestra Señora:
¡Poeta, ya es el tiempo de la vendimia, paga!
Ya se agotó la viña cuyo licor embriaga
al pródigo del día, del minuto y la hora.
¡Oh platónico terco, vidente que predicas
la parábola cósmica del Retorno seguro,
ojalá que la vida, con su gesto más puro,
renueve los asombros de ayer que pronosticas!
Mas si el tiempo no puede desandar su camino,
ni repetir su misma deliciosa metáfora,
que me sirva el recuerdo como débil anáfora
de las ineluctables promesas del destino.
Porque pueden los hombres imitar a Odiseo
si regresan un día de los mares lejanos
a la tierra que nutre con sus jugos humanos
el vigor renovado de los brazos de Anteo.
"Tierra Firme", N°.3
Publicado en marzo de 1952
Dos sonetos a Rogelio Sinán
Como respuesta a otro de agresivas rimas.
(Hace unos veinte años, el poeta Rogelio Sinán no pudo soporta una broma de su viejo compañero de luchas literarias, hecha con motivo de unas moscas que invadieron a Panamá, y respondió con un soneto cuyas difíciles rimas –las mismas que se emplean aquí- le obligaron a ser más duro de lo que se proponía).
I
Dejo la chanza y sigo mi provecho.
Quevedo.
Tomo la rica rima con que inicia
tu numen ofensor golpe derecho
que alcanza y hiere mi desnudo pecho
y lo deja a merced de tu sevicia.
Item más, ya descubro tu malicia
al hacerme salir por tan estrecho
canal donde, si bogo con provecho,
debo remar -rimar- con gran pericia.
Mas valga lo ocasión propiciadora
si el díptero tenaz, que martiriza
tu frente de laureles coronada,
Cesa su vuelo. iY queda la jornada
en llama de rencor vuelta ceniza
y en Caja de amistad la de Pandora!
II
Si cual Góngora y Lope sinanizas
con retóricos áspides mordientes,
si me clavas tus férreos fieros dientes
y en barroco soneto me eternizas,
Gracias te doy, Sinán, porque suavizas
mis duras soledades inclementes,
haciéndome murmullo de las gentes
por el asta verbal donde me izas.
y en pago de tan pródiga clemencia,
convoco a son de trompa las ligeras
legiones del moscón y el moscareto.
¡Y dejo con galana reverencia,
al pie de tus gongóricas banderas,
los catorce moscones de un soneto!
1951. Panamá.
Del libro: Campo de Juegos
Tarjeta postal a Carlos Enrique Adames,
con la letra para un pasillo
Llorarás, llevarás por las veredas
de un mundo insomne, gris y desolado,
tu tristeza de nardo fatigado,
de viejas cartas y amarillas sedas.
Solo en tu sola soledad te quedas,
a la orilla del tiempo, esperanzado,
por si vuelve el amor desde el pasado
y nuevamente entre su red te enredas.
Llora ese amor y entrégalo al olvido.
Con nuevas lluvias tus rosales riega,
que es sólo polvo y sueño lo que ha sido.
y quien, sonriendo, con sus penas juega,
ha de salvar su corazón herido
del viejo amor y del amor que llega.
1940. Panamá.
Del libro: Campo de Juegos
Llorarás, llevarás por las veredas
de un mundo insomne, gris y desolado,
tu tristeza de nardo fatigado,
de viejas cartas y amarillas sedas.
Solo en tu sola soledad te quedas,
a la orilla del tiempo, esperanzado,
por si vuelve el amor desde el pasado
y nuevamente entre su red te enredas.
Llora ese amor y entrégalo al olvido.
Con nuevas lluvias tus rosales riega,
que es sólo polvo y sueño lo que ha sido.
y quien, sonriendo, con sus penas juega,
ha de salvar su corazón herido
del viejo amor y del amor que llega.
1940. Panamá.
Del libro: Campo de Juegos
No hay comentarios:
Publicar un comentario