jueves, 29 de septiembre de 2011
4841.- JUDITH LÁZARO MOYANO
Judith Lázaro Moyano
Nació el 8 de febrero de 1994 en Barcelona. Desde muy pequeña, sintió la necesidad de escribir todo lo que veía y todo lo que pasaba por su mente (para poder retenerlo, mantenerlo con la mayor veracidad posible), así que no tardó demasiado en desarrollar una gran pasión por la escritura y la lectura.
Pasaron los años, y su curiosidad por leer a los más grandes autores literarios fue creciendo con rapidez, al igual que su habilidad para representar en prosa la realidad tal y como la veía. No tardó demasiado en leer a Dante, Petrarca, a filósofos existencialistas alemanes, o cualquier libro que pasara por sus manos.
Actualmente, estudia bachillerato en el Prat de Llobregat (ciudad en la que ha vivido y crecido), cosa que no impide que siga dedicándose plenamente a sus escritos
En un futuro, su deseo es terminar alguna que otra carrera y dedicarse a un trabajo que le guste y le llene emocionalmente, pero siempre teniendo en cuenta la escritura como algo que forme parte de su vida, una parte demasiado importante como para dejarla de lado.
Es fundadora y administradora del blog www.plataformapoetasinbrazos.blogspot.com, dedicado a la "memoria histórica" y, en particular, al poeta Federico García Lorca."
CRUCIFIXIÓN
Hay dos enormes manos rezando
en las luces de neón
que fotografían la noche.
Entonces se hizo la luz,
pero ya nada es sagrado.
("La cruz ya no es sagrada",
repiten las manos que rezan
cuando la luz se apaga.)
Hay dos manos sin rostro
pero con miles de ojos que lloran
la desgracia de la cara ausente.
Hay dos manos y millones de ojos.
Pero no hay ni una sola boca
que amaine el incesante llanto
que se derrama por las calles.
("La Biblia ya no es sagrada"
repiten las manos que rezan
cuando el vino se derrama.)
Hay dos manos sin rostro
acompañadas de miles de manos que rezan
por la misericordia de la cara ausente.
Hay millones de ojos y manos
Pero no hay ojos en el invisible rostro
que contemplen la sangre vertida
en su creación olvidada.
("La iglesia ya no es sagrada",
repiten las manos que rezan
cuando ya nada es sagrado.)
Hay dos manos y un billete
crucificado entre ellas,
mientras de estas gotea la sangre
de aquellos que rezaron esperando el milagro.
Y el milagro a estas alturas
es el silencio de ese rostro,
todopoderoso que, desde arriba,
nos manipula y observa.
La gran obra divina acabó hace tiempo
pero los títeres siguen rondando
en este escenario polvoriento.
Ahora sólo quedan dos manos,
dos manos que se cierran,
juntas, firmes, abominables,
que con dinero y su Santa Mentira
ahogan los gritos de las gargantas profanas.
BREVE GUIÑO A LA VIDA
El cielo se está ahogando
a medida que nosotros respiramos.
Nuestras manos creadoras
no crean; destruyen,
oprimiendo con ellas cada molécula
de oxígeno esparcido
en el vómito de la contaminación.
EL PESO
El peso de la realidad
cae, como una catarata
y no sé cuánto tiempo más
aguantará mi espalda.
El peso suele ser intenso
aunque a veces amaina.
Algunas veces me pregunto
qué es lo que lo produce,
qué es lo que lo desvanece
y por qué nunca hay respuestas.
El peso impone su justicia
y desequilibra la balanza,
el peso es caricia,
el peso es lanza.
Y cada vez lo notaremos menos,
irá apartándose de nuestra espalda
hasta que un día
ya no quedará nada.
GRITO
La sangre está brotando
desde lo más profundo de la herida
de este folio,
y la tarde ya no es más
que un grito esperanzador y anaranjado
entre colinas de negros árboles
calcinados en las llamas de la opresión.
Ese fuego se derrama entre mis manos
y arden las palabras de tinta que en ellas
reposaron esperando tiempos mejores.
Un grito. Sólo uno.
Ese que surge del carámbano de mi cabeza
goteando frío y sereno,
como la lluvia que refresca y mata.
Ese grito no es la voz que nace
ni el dolor que reside
ni la pena que asesina.
No es la tarde que duerme
esperanzadora y anaranjada
en las ramas de los árboles quemados
por las llamas de la libertad.
Esa voz se derrama entre mis manos
haciendo arder las palabras de tinta
que con insomnio esperaron otra noche en vela.
Ese grito no es la voz que nace.
Ese grito es la voz que muere
ahogada entre las cenizas del vasto monte
de nuestras vidas que caminan
cruzándose entre la niebla.
LARGO INVIERNO
(A Daniel Merino Miró)
Siento una opresión
de hielo en el pecho
como una serpiente que se tensa
lentamente a mi alrededor.
Y no es temor lo que siento
hacia su mordedura en mi corazón;
es pánico por su veneno
en el tuyo, largo invierno.
Y este dolor me sigue
como el frío a diciembre,
y ya no es temor lo que siento
hacia su lluvia de sueños;
es pánico por sus tormentas
en tus noches, largo invierno.
Que el veneno que te acosa,
se evapore ante este Sol,
luminoso y sereno que, casual, nos arropa.
Pero que ese hoy no sea ayer,
y que ese hoy no se adelante
al mañana que te espera.
Aguarda en calma, primavera,
que aún nos queda un largo invierno.
MUERTE
Era una noche fría y difusa
y los charcos de agua podrida
llegaban hasta las rodillas.
(El mundo se replegaba
sobre todas sus esquinas,
y los charcos de agua podrida
llegaban hasta las rodillas)
Era una noche mustia e invernal
y los pájaros alzaban el vuelo
por no echarse a llorar.
(El mundo se replegaba
como quien un papel decide arrugar,
y los pájaros alzaban el vuelo
por no echarse a llorar)
Era una noche rota y abismal,
y el llanto en los balcones
se oía sin cesar.
(El mundo se replegaba
como un infierno terrenal,
y el llanto en los balcones
se oía sin cesar)
Y esa noche de frío invierno
la muerte rompió su silencio
para componer el silencio eterno.
(Y esa noche de frío invierno
la muerte apareció en mis ojos
como un rayo de puro hielo)
Era una noche quimérica y teatral,
como la resquebrajada sonrisa
que se cuela entre mis dientes.
(Aire frío, desdeñado,
cálido bien para mi suerte
desde que el mundo sabe a llanto
y mi llanto sabe a muerte)
MIEDO
El miedo no es
una realidad.
No.
El miedo que reside
en tejas polvorientas
y en noches de invierno
no es más
que punzadas en el pecho
no es más
que lluvia en los tejados
y tambores en las venas.
El miedo
no es.
No.
EGO
Egocentrismo a bocanadas,
recogido con manos de cieno
y guardado en un pecho vacío.
Egocentrismo de humo y viento
rozando el césped de la noche
y la cima del deseo.
Todas las lunas eran tuyas,
todos los soles, todas las ramas,
todos los árboles de nudos
aferrados al puerto de la Tierra.
Todo era tuyo y no lo era,
porque no sólo el egocentrismo
era ráfaga en tu alma.
Todos los vientos eran tuyos,
todo lo efímero, todo lo fugaz,
todo aquello que arrastraba a tu ego
te cogió de la mano.
Y luego, un hálito de vida,
eso quedará en tu pecho
donde antes gritaba tu codicia,
donde ahora duerme leve tu silencio
CANTO I
Las voces llenan los oídos
y recorren las callejuelas,
los parques y el cielo.
¡Las voces llenan los oídos!
¡Qué efímero, amor, qué miedo!
¡Qué tranquilo era el mundo
sin la dentadura de Cerbero!
Y ahora, poco a poco se llenan las calles
de un canto que suena en silencio:
- Tan, tan, tan...
Las voces vienen,
las voces van.
Tan, tan, tan...
Se escurre rápida la muerte
intentándolas atrapar.
El silencio de los muertos
es la futura voz del mundo
y en los muelles mojados de dudas,
y en las luminosas y llenas avenidas
sólo habrá polvo y voces mudas.
¡Voces mudas, amor,
y palabras desnudas en el viento!
Las mismas que sangraban en silencio
empañando el recuerdo de viejos tiempos:
- Tan, tan, tan...
Los tiempos vienen,
los tiempos van.
Tan, tan, tan...
Se escurren rápidas las sierpes
intentándolos atrapar.
CANTO II
En silencio se abraza la arena
a las olas tímidas que se acercan.
Amor efímero, amor de nadie,
amor que constantemente se aleja.
Y mientras, el aire observa a lo lejos
(aunque cerca) los susurros leves que se dejan.
Y yo sigo aquí sin mis alas,
viendo castillos de arena mojados en el aire.
Amor perdido, amor constante,
amor efímero, amor de nadie.
¡Pero yo sigo aquí sin mis alas!
Y esta vez soy yo... ¡yo!
Sin máscara ni engaño en este baile.
Y tú en cambio sigues aquí,
laberinto sin luna, perdiéndote en mi sangre.
En silencio se abrazan las estrellas
a las nubes tímidas que se acercan.
Amor por siempre, amor de aire,
amor que nunca se aleja.
Y yo sigo aquí con tus alas,
eterna calma herida de la fuente de mi alma.
Y tu mano amiga junto a la mía para siempre.
Siempre.
Como un destello de vida en este mar de muerte.
Amor radiante, amor exánime,
amor efímero, amor de nadie.
Revista "Horizonte de Letras"
http://media0.webgarden.es/files/media0:4d1379843ce5d.pdf.upl/N%C2%BA%205.pdf
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