lunes, 26 de septiembre de 2011

4819.- JULIO BEPRÉ


Julio Bepré: nació en Córdoba, (Argentina) en 1945. Abogado. Fue docente en la UBA. y Secretario General de la desaparecida Fundación Argentina para la Poesía donde dirigió sus publicaciones. Integra varias antologías y ha colaborado en publicaciones del país y del exterior. Ha realizado distintas traducciones de poetas italianos del siglo XX y ha sido traducido a dicha lengua. Ha publicado los siguientes libros: Año del inicio – El día y la advertencia (1974), Rastro de la proximidad (1981), Ráfaga o sueño 1984), Persistencia (1985), Nacer de olvido (1988), Demora en el mundo (1990), Antología breve (1991), El mar es una sed (1992), Palabra de mi boca (1993), No hay día sin noche (1996), Callejón de salida (2000), Antología breve (Traducción al italiano de María Spagnuolo) – (Caserta, Italia, 2001), Andante inmoderato (2002), Caducidad de la sombra (2005), y Arraigo Inasible (2006) e Instante iktaliano (2007). Tiene obra ensayística, narrativa y crítica. Para comunicarse con el autor: juliobep7@yahoo.com.ar






NO MÁS

Alguien debe ahora mismo deletrear
cada palabra perdida por el mundo

y afrontar toda ocasión y cuanto
arrima la verdad junto al silencio

aunque el día y la noche se asemejen
o los colores mueran en un negro infinito

aunque se ignore dónde y cuando
el tiempo añadirá otra inclemencia.

Sean los labios repentino roce
o simple inquietud por algo inexpresable.

En esta hora apenas basta ya
un murmullo de recatado origen

y no aquella clausura desolada
con su largo y desgarrado grito.






¿QUÉ ES?

Miraba desde lejos tu figura
apenas asomada en el balcón.

Luego arribó un suave canto
no escuchado jamás.

Es su voz me dije ensimismado.
Es tu voz resuelto te grité.

Tus ojos avivaban mis ojos
mas nada recompuso
la ruinosa visión

de este incauto y mísero
fervor de la memoria.

Confuso en este largo instante
no interrogo ni logro esclarecer

si el amor es volver al paraíso
o ingresar a un infierno

demorado en las llamas.







DUDA RESUELTA

Negra es la duda que me ciñó hasta ahora
pero todo es intenso en este otoño gualdo
porque pude llegar jadeando hasta estos años
haciendo mil preguntas por distintas razones.

Hoy en mi sangre cunde una memoria inquieta
y una dispar imagen se arrima en cuanto miro.
Establecí además con sorprendente calma
el motivo que impulsa los días y las noches.

Ahora puedo hablarme sin mayor pesadumbre
aunque poco sustenta mis pobres conclusiones.
Sólo creo que hay luz a la par de la sombra
porque al final regresas y tus ojos me miran.

No importa si me fui o estoy ya muerto.









ESTAS PALABRAS

concluirán siendo apenas
signos confusos
escritos en deshechos papeles
aislados de mi ser

desde hace tiempo
y sin ningún
afán propicio.

Los pisará la gente
apática y urgida
cuando cruce
por la húmeda calle.






SÚBITA CUESTIÓN

Mostraba las lógicas maneras
y revertía la furia del agobio.
Soberbio desgarraba un íntimo suceso
y arteramente cubría la repulsa.
Henchida de razones su palabra
desviaba el centro de la hora.

Corrió temprano en busca de la suerte
y allegó una rutina prolija y laboriosa
de cálculo y provecho. Halagado y urgido
fue nombre en medio de los hombres
y trajinó paises / enfrentó a la costumbre
e hizo del designio regalía.

Después de andar y retornar mil veces
sintió surgir en él una pregunta:
¿La muerte acaso alcanzará certeza
al lugar donde yazga mi destino?






SOSPECHA

No sé por qué ha llegado
repentina inquietud
y la insistencia crece
en mis febriles ojos.

Al acechar se anegan
espíritu y cerebro
de realidad furiosa
e impiedad infinita.

Más que nunca estremece
esta larga mirada
porque al mundo lo acosa
inacabable agobio.

¿Acaso Dios es quien
solitario nos llama
en el clamor profundo
de aquel sin voz ni llanto?







LLAMADO

¿Acaso es rastro de la espera
o el amor no deshecho
golpeándome la frente?

¿O bien este dolor
al que casi no sufro
si el olvido me asiste?

Quizá sea el avance
de la furia de un dios
emboscado en el viento

o sólo un vacilar
ante un llamado último
y una tardía prisa.







TRANCE

1
No fue a través de una fisura
como vi
tu más cercano entorno.

Acogí varias dudas
y dispar inquietud
semana tras semana.

Fulge ahora el vestigio
de una prisa deshecha
en cada nuevo pálpito
y en toda espera última.

Inmensa es mi vigilia
aunque ahora te sueñe.
2
Aquí escuche tu nombre
mas no aclaré el misterio
infundido en sus letras

pero entreví el color
del cielo en tu mirada.

La súbita certeza
arrimó tu perfil
y el tangible calor
no escapó de mis manos.
3
Pude advertir tu rostro
y una historia distinta.

Aguardé algún avance
del año cauto y pérfido.

Pero después la ausencia
se asentó en mis espaldas
cuando un odioso azar
anubló tu figura.
No descubro razón
de vivir este trance
sin hallar la salida.
4
Añorante es mi rumbo
y este virgen silencio.

No distingo la imagen
porque ya no eres tú
sino alguna presencia
no esperada y lesiva.

Dime pronto cómo eres
diferente de ti
en este mismo instante
y después o mañana
o en un año bisiesto.

Hoy mismo intentaré
dejar este lugar
por alguna salida

para de nuevo hallarte.






RETORNO A LA VIDA

¿Muere de mí algo en este instante
o simplemente aferro
un pensar errático e insomne?

Inmerso me hallo en una realidad
donde abunda el desánimo.
Como autómata observo. Rechazo
este frío desecho de existencia.

¿El instante me implica
y es la verdad completa de mis días
esta busca impaciente del amor?

Desnudo y silencioso miro
las brechas cansadas de mi frente
pero me cubre de luz el mismo sol
de aquel encuentro y de igual prodigio.

Y ahora esta nostalgia nueva
me acerca una voz abemolada
y tras ella su imagen. Sonríe.
Canta y todo resucita. Todo.

Es el retorno asible de la vida.






EXILIO

He arrimado a todos estos años
un fiel amor a la palabra.

He sostenido mi permanente adiós
en la errancia dispar
de pasos y maneras.

Pero no me despido.
Simplemente me alejo.

Expulsaré el vacío
posterior a tu llanto
desde esta huraña hora
negada por mis días.





EL POEMA

Arduo azar es todo en el poema
porque tiene desiguales voces
y de pronto enmudece.

Quietud concede a la mañana
y enmascara la tarde
y a veces abandona.

Mezquinamente esquicia
la poesía de hoy o la de ayer
y la que aún pueda llegarnos.

Porque desecha vida
al no encontrar su causa
erguida en el misterio.

Y tampoco es posible
cuando fue sólo intuido
sin forzar la palabra.

Trivial sonido nunca
y rauda sangre siempre
si ofrenda cada letra.







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