ORLANDO GALLO
Nació en Medellín, Antioquia, Colombia, en 1959. Abogado de la Universidad de Antioquia. Ganador del Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia en 1983 con el libro |Los paisajes Fragmentarios y ganador también del séptimo Premio Eduardo Cote Lamus en 1990 con su libro |La próxima línea, tal vez. Ha publicado, entre otros, los libros: |Siendo en las cosas (1984) y |Todas las cosas es lo único que dejamos (1999).
Cita
El color negro de su ropa ha propiciado que hoy en nuestro
encuentro mamá se recorte indefensa contra el rudio callejero.
Demasiado tardía para hacer luto por su viudez, la decisión
de vestirse así la hace repentinamente femenina a mis ojos,
y el deseo de protegerla es de pronto también la evocación inevitable
de las últimas palabras de papá, que la incluían por encima
de todo lo que el mundo pudiera significar en ese instante.
Tesoro
Lugares a los que arribamos buscando la sombra para el amor.
Lugares no resaltados por ningún mapa de turismo,
repentinamente ubicados en el centro del universo.
Lugares irrepetibles cuyas rutas de acceso nos hemos encargado
de dinamitar, como quien entierra un tesoro con su pasión
incluida, con su probable fantasma.
Adiós
Hoy mi hija ha trazado en el aire
un incipiente adiós
dirigido a mí por sobre el hombro de su madre
Le hemos celebrado largamente
ese primer gesto elaborado
aunque vaya acompañado de una dura comprobación:
La vida nos entrena bien temprano
para las despedidas.
Rating
Aquella canción
escamoteada imposiblemente
al dial de mi pequeña grabadora portátil
aguardada en la nerviosa certidumbre
de que un disc-jockey también podría equivocarse
y dejarla deslizar para mí
en la más alta vigilia
fue mía hasta ingresar al rating.
EN EL ALBA
El hombre que acuchilla reses en el alba,
acostumbrado a beber la sangre caliente
a la que atribuye su buena salud,
palmotea antes las ancas goteadas de rocío.
Algo en lo certero de su rito
augura un día provechoso para todo el poblado.
TRADUCCIONES
Para Antonio Urrello
Como los mínimos sucesos locales
de una pequeña ciudad lejana:
San Salvador, Algeciras,
Punta del Este,
escuchados en la onda corta,
la noticia de Antonio Machado
en los versos de Raymond Carver.
También a altas horas
ese inesperado encuentro
en que el borracho de Oregon
me presenta al “hombrecillo mayor que se vuelve a enamorar”
rescatándolo así del anaquel
al cual yo lo tenía confinado
junto a otras lecturas forzosas del bachillerato.
Para Antonio Urrello
Como los mínimos sucesos locales
de una pequeña ciudad lejana:
San Salvador, Algeciras,
Punta del Este,
escuchados en la onda corta,
la noticia de Antonio Machado
en los versos de Raymond Carver.
También a altas horas
ese inesperado encuentro
en que el borracho de Oregon
me presenta al “hombrecillo mayor que se vuelve a enamorar”
rescatándolo así del anaquel
al cual yo lo tenía confinado
junto a otras lecturas forzosas del bachillerato.
DOCE AÑOS
Y de pronto, en medio del juego del escondite decidiste que era tonto regresar.
Que la húmeda tierra negra contra tu espalda y las nubes vislumbradas entre las acacias eran un hermoso lugar para dejar de correr.
Nada desde entonces ha podido perturbar el silencio solemne de ese momento; pero nunca tampoco ha dejado de estar el mundo al fondo, como la ansiosa algarabía de tus primos, de tus hermanos.
Y de pronto, en medio del juego del escondite decidiste que era tonto regresar.
Que la húmeda tierra negra contra tu espalda y las nubes vislumbradas entre las acacias eran un hermoso lugar para dejar de correr.
Nada desde entonces ha podido perturbar el silencio solemne de ese momento; pero nunca tampoco ha dejado de estar el mundo al fondo, como la ansiosa algarabía de tus primos, de tus hermanos.
MAESTRO
Enseñaré español en el lejano Turkestán.
En medio del silencio que impondré en el aula, diré una y otra vez “esta es una ventana” y mis palabras, como un acorde extraño, serán a sus atentos oídos albergue de la poesía.
Enseñaré español en el lejano Turkestán.
En medio del silencio que impondré en el aula, diré una y otra vez “esta es una ventana” y mis palabras, como un acorde extraño, serán a sus atentos oídos albergue de la poesía.
AGUAS CLARAS
En ese solitario paraje el hostelero sacude el polvo de las mesas.
Obstinado repite una ceremonia vacua para un solo comensal: la niebla.
Sin saber si suya o heredada, la costumbre de la espera es en él la banqueta de cuero recostada a una tapia que mide la luz de la tarde.
En ese solitario paraje el hostelero sacude el polvo de las mesas.
Obstinado repite una ceremonia vacua para un solo comensal: la niebla.
Sin saber si suya o heredada, la costumbre de la espera es en él la banqueta de cuero recostada a una tapia que mide la luz de la tarde.
TU VOZ EN LA MAÑANA
Tu voz en la mañana
mientras te paseas del joyero al tocador
y alisas la falda que te pondrás,
como un rezago de lo soñado,
como un guiño de tu alma,
deshoja para mí,
muy lentamente,
tus pesares y tus dichas,
tus amores y tus odios,
eso que hace tus días.
Podrás decir que olvido,
que no presto atención a cuanto refieres,
pero jamás
que su música misma no me sea imprescindible.
Tu voz en la mañana
mientras te paseas del joyero al tocador
y alisas la falda que te pondrás,
como un rezago de lo soñado,
como un guiño de tu alma,
deshoja para mí,
muy lentamente,
tus pesares y tus dichas,
tus amores y tus odios,
eso que hace tus días.
Podrás decir que olvido,
que no presto atención a cuanto refieres,
pero jamás
que su música misma no me sea imprescindible.
LA PELOTA DE CAUCHO
Por sobre el caprichoso entramado de las tejas
apenas azul, apenas entrevista
desde el vagón del metro
la pelota de caucho.
¿Qué goce interrumpió
su excedido rebote?
¿Qué murió en ese patio?
Por sobre el caprichoso entramado de las tejas
apenas azul, apenas entrevista
desde el vagón del metro
la pelota de caucho.
¿Qué goce interrumpió
su excedido rebote?
¿Qué murió en ese patio?
DIVORCIADA
Sorprendida todavía
de tu firmeza
frente a la sentenciosa jerga
del juez que,
agitando sus manos de prelado
y en acatamiento de la ley,
intentaba
sin énfasis alguno
“preservar la unidad de la familia”
entras al ascensor
como a una nube.
En la calle
el desamparo de no ser de nadie al fin
te sobrecoge
y tiemblan bajo la falda de satín
intactas tus rodillas.
Mientras decides
cuál cafetería escoger
cuál autobús tomar
esculcas en tu bolso
buscando el lápiz de labios
que se oculta
tras esa edicioncita rústica
de Madame Bovary.
Sorprendida todavía
de tu firmeza
frente a la sentenciosa jerga
del juez que,
agitando sus manos de prelado
y en acatamiento de la ley,
intentaba
sin énfasis alguno
“preservar la unidad de la familia”
entras al ascensor
como a una nube.
En la calle
el desamparo de no ser de nadie al fin
te sobrecoge
y tiemblan bajo la falda de satín
intactas tus rodillas.
Mientras decides
cuál cafetería escoger
cuál autobús tomar
esculcas en tu bolso
buscando el lápiz de labios
que se oculta
tras esa edicioncita rústica
de Madame Bovary.
ADIÓS
Hoy mi hija ha trazado en el aire
un incipiente adiós
dirigido a mí por sobre el hombro de su madre.
Le hemos celebrado largamente
ese primer gesto elaborado
aunque vaya acompañado de una dura comprobación:
La vida nos entrena bien temprano
para las despedidas.
*
Soy el huésped ingrato
que huye al amanecer,
pero este es mi recado,
esta es la nota que garabateo en la penumbra
y que encontraréis bajo el florero de la casa:
No tengo un paraíso que oponer a vuestras ruinas.
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/
Revista/ultimas_ediciones/88_89/gallo.html
Hoy mi hija ha trazado en el aire
un incipiente adiós
dirigido a mí por sobre el hombro de su madre.
Le hemos celebrado largamente
ese primer gesto elaborado
aunque vaya acompañado de una dura comprobación:
La vida nos entrena bien temprano
para las despedidas.
*
Soy el huésped ingrato
que huye al amanecer,
pero este es mi recado,
esta es la nota que garabateo en la penumbra
y que encontraréis bajo el florero de la casa:
No tengo un paraíso que oponer a vuestras ruinas.
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/
Revista/ultimas_ediciones/88_89/gallo.html
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