sábado, 17 de septiembre de 2011

4740.- RICARDO OPAZO



RICARDO OPAZO
Poeta y profesor nacido en Huaquén el 1º de febrero de 1955.
Estudió en el Liceo de Hombres de Talca y en la Universidad Técnica del Estado, sede Talca, recibiendo el título de Profesor de Estado en Historia y Geografía y Licenciatura en Educación.
Matías Rafide lo incluye en “Diccionario de autores de la región del Maule”, Talca, 1984, a pesar de ser -a esa fecha- un poeta rigurosamente inédito.
Más tarde publica “Poemas para naufragar en tu piel”, Talca, “La casa abandonada”, Talca, 1995; “Solo de niebla”, Talca, 1999; “Estación del olvido”, Talca, 2002, y “Heridas de tierra”, Talca, 2004.

Ha participado en diversas antologías tales como “Travesía por el río de las nieblas”, antología de la nueva poesía maulina, Talca, año 2003, y “Faluchos, 30 poetas maulinos”, Santiago, año 2004, ambas obras de Mario Meléndez., y en “Nueva antología poética del Maule. Cien años de poesía”, de Matías Rafide y Enrique Villablanca, Curicó, año 2001.

Aparece también en la obra: “lírico enjambre hispanoamericano”(500) poetas de Alfonso Larrahona Kasten .Frente de afirmación hispanista ,a.C. además en la obra “El mar en la poesía Chilena” del mismo autor en el año 2007.
Y ha sido publicado en España.





Mis terrores

Puedo remediar este silencio
con fantasmas que nos visitan nocturnos;
sentado mastico lentamente mis terrores
niega la luna su luz
para ponerse velos grises
y caminar entre el viento
que eleva la noche
a su invariable avidez
suplico a ecos de una sola vacía
que se desprende de mi sombra





Paisaje

Una gaviota
picotea el sol
y derrama
el amanecer
sobre la playa.





Casa en playa solitaria

Muere la ola en otra ola;
una gaviota
rodea la casa solitaria
reflejando su imagen
en grandes ventanales,
esperando visitantes
que llegan en barcos de la noche.
Arenas cubre la puerta;
nadie abre
y sus postigos oxidados
ni siquiera suenan en la mañana
porque el sol escondió la llave
para depositarla en la playa
donde sombras de lluvia
son apiladas por el viento.
Pasamos bordeando la casa
como la infancia
que se ha ido llevando sus quimeras;
pasamos como el recuerdo vago
de los cardos florecidos
en el campo de luz;
pasamos como procesión de barcos lentos
que se olvidaron de puertos
para quedar en el océano helado y solitario,
pasamos mientras tazas esperan en la mesa
otros vientos, otros fríos,
otros seres que ya olvidaron
la casa donde gaviotas
elevan su eterna luz
para esconderla en la arena.





Quiero viajar en tren

Escucho nocturno el sonido
de acero y luces lejanas,
mientras enfermo y cansado
acumulo años en el polvo de muebles
que crujen anclados a estas paredes.
Quiero salir de este carro de carga
donde observo pájaros
al borde de fantasmas,
ese tren largo
con un pito ronco
que vence la lluvia,
y derrota al invierno.
Sólo aquel viaje recorrerá
mis días de gloria.
El tren se aleja
mientras hojas caen secas
a los pies de mi cama





Magdalena

Esa mujer
se pinta la cara
y con una mueca
fugaz deshace
la escarcha
de los siglos





El suicida

Me mato, dijo,
y subió al árbol de la vida.
Adán a los pies,
manzanas podridas
en el huerto del Edén.
Miró desde lo alto,
bajó y subió
como tren a vapor
entre resoplidos
y calentura;
los ojos saltaron
hacia el trampolín
de la lengua
llegando a la tierra
nunca prometida,
donde Eva
recoge flores
sentada
en la serpiente
moribunda.





Alzheimer

Anclado en cama
mientras la familia acompaña
conversan, escuchan música,
salen ... entran ...
mi padre pasea por el cementerio
en busca de recuerdos.
Encuentra a su madre orillando la lejanía,
aconseja a su hermano ya muerto;
a la virgen interroga por su seriedad,
pasea por los rincones de Curepto.
La cama se transforma en camión
donde transporta sus fantasmas;
de repente, salta al mar
y se hacen gaviotas los muebles
que se mueven lentamente
al antojo de sus sueños.
¿Está enfermo de olvido?
Es la soledad de los que ayer fueron sus amigos
y ya hoy olvidaron su risa
ante el dolor de verlo arrinconado
en esta habitación de horas largas.
Mi padre, que siempre fue mayor,
juega con osos de peluche
en la estación feliz de su niñez.





Huerto

Te quiero demostrar
que aún bajo la tierra
están limpias
las cebollas





Estación Olvido

El rincón más gris de tu lejanía
trae pájaros de escarcha;
era la casa donde regamos el jardín
con brotes de mitología griega.
Por sus raíces desfilaba Jasón
con argonautas disfrazados de olvido;
todo fue una primavera de aguas
que vertía por desfiladeros;
en la cumbre, grandes rocas
esperaban cercenar nuestras cabezas.
Olvidé viejas mariposas
en libros hurtados a la luz;
ya no recuerdo las estrellas
ni aquella medialuna árabe
de turbantes escapando
hacia la oquedad de la tierra.
Se diluye el gran cometa
que pulveriza el siglo;
tendidos estamos bajo una noche
que abandona lerdos cuerpos
rodeados de cíclopes.





Profesor

En la sala de clases
yace
Prometeo encadenado.
Un águila
le come las entrañas.





La Anciana

Ella era hermosa
como Ruth espigando en su viudez,
podrá vagar por estrechas calles
buscando a la Beatriz de Dante
entre ventanas de bienvenida
o bailar como Salomé
en noches de alegría e incertidumbre.
Ella mira el cielo
resignada de estrellas negras
esperando la llegada de dioses mitológicos.
Levántate de esa cama de bronce
para destruir fantasmas
que el Quijote no logra dispersar,
o contemplar el Nilo verde
de la Alejandría del Magno Conquistador;
ven a rescatar los jardines colgantes
de la Babilonia moderna;
no permitas que el mundo
sea una herida en tu costado esencial ...
Detrás del velador de mármol
la humanidad consume su historia
en los huesos cansados de la anciana





Partida

Me fui
en este amanecer
cuando la hoja otoñal
moría arrastrada por el viento.
Yo esperaba la fría noche;
espesa bruma
impedía a la luna
asumir expresiones.
Yo sé que muero,
no te importe;
siempre soñé la niebla
consumiendo sombreros.





Hago una fiesta a la orilla de tus ojos

Hago una fiesta
a la orilla de tu vestido.
Mujer, en tu cuerpo
se congregan los pueblos;
todas las razas pasan por tus senos
amamantando profetas y guerreros.
Hago una gran bacanal
a la orilla de tus ojos
que llenaron la prehistoria
compleja de nuestra especie
y sembraron astronautas
siguiendo la deriva cósmica.
Por ti los hombres
han desfilado entre llantos y flores
naciendo una y otra vez.
Hago una fiesta
en tu vientre
donde todos somos niños.





Zapato en el pasto

Ese zapato
a la deriva de los hombres,
recordando
sus pedestres aventuras,
ha varado en el pasto
donde una lombriz
pasea
la eternidad
de los cordones.





Avenida Manuel Larraín

Esta calle era un río
y aún despierta con olor
a peces antiguos,
el fondo se fue llenando
de adoquines y golondrinas;
por aqui pasaba un auto negro
con parachoques y espejos brillantes,
tan a los lejos, como flores
que amarillas descansaban
en sus laderas.
Hoy escucho ruidos de micros
saltando sobre el asfalto caluroso,
lleno de voces,colegios y risas...
Sí,aún risas en esta calle
que entre piedras pasea
en busca de ranas y juncos
que salen de viejas puertas.





Ramal ferroviario abandonado

Los rieles apenas contienen
una margarita entre hierba seca.
El tiempo
jardín vacío a la orilla
de espectros sin nombres.
Aquí la impaciencia
tiene las puertas cerradas,
porque ellas contienen
seres anclados
en cosas cubiertas de polvo pretérito,
como mirando a los hombres
encorvarse con el peso de la nostalgia.
¿Acaso la ausencia
es otra dimensión del tiempo?
no hay colores sobre el horizonte,
sólo mariposas dormidas de estío.
Abejas zumban monotonía
posándose en muros de adobe,
rayados con clavos oxidados
mostrando nombres como heridas resecas.
En una estación olvidada
el pitazo de un tren
puede despertarnos a la eternidad.





Capilla

Sentado,
escuchando la liturgia,
siento el roce de tus dedos.
Y hacia el sol
saltan ángeles.





Viento

El viento es el mismo
de épocas pretéritas;
aquí siempre vuela
trayendo de todos lados
paisajes de rostros amados.
El viento nunca es distinto,
pues lleva los techos de las casas
dejando arena entre muebles.
Unos dedos buscan entre el polvo
secretos antiguos
y encuentra cenizas
acumuladas en el alma,
y si pasa entre los árboles
hace una mueca y silba
porque siempre sopla
porque es eterno.
Entre cruces
de un olvidado cementerio
se esconde un cántaro
que lo absorbe
cuando se escapa
de las manos
del viejo molinero sentado
triturando el tiempo.





Cuando hablan de ti

Si me preguntan por ti
hablaré de juncos
que olvidaron la orilla
y canciones de grillos nocturnos;
Invocaré la presencia
de materiales cósmicos
arrancando con sus luces
de castillos con ventanas destrozadas,
descubriré la lluvia turbia
que no deja acercarse al estanque
de cisnes con su cuello negro
oteando el horizonte
y se esconden en el fango.
Si me preguntan por ti
les hablaré de la arena
que aparece en mis ojos
cuando me miro
dentro del espejo de tus sueños,
y si vuelven a preguntar
miraré la raya del horizonte
mientras del cielo se descuelgan
pájaros escarchados
contra un sol que agoniza
en el vientre de la tierra.





El cartero

El cartero vació mariposas
en mis manos,
desbordó los grises de mi sombra
apareciendo difusa las imágenes
que me atan a tu cadencia.
Puedo rasgar este paisaje ya olvidado,
pero colores pintan nuevamente
tus desbordes de ternura.
Pasos previos danzan risas
que aún acuden a este llamado
del cartero
que se aleja
con su canasto de sueño.





Motel

El amor
muere en una habitación
asesinado
por una puñalada
de mil pesos





Poema de amor

Yo le llevaba una flor;
Me la tuve que comer.
Hojas humilladas en mi boca…
desde entonces,
cuando la veo,
me duele el estómago





Mi abuelo las amaba

Mi abuelo
entraba al salón
con terno a raya,
corbata y
alfiler de oro.
En días fríos
usaba bastón
para dar vueltas
Calles adoquinas;
Las vecinas sonriendo
agitaban sus manos
al verlo pasar.
El abuelo
traía un carnaval
de dulces y flores
en los bolsillos.
Bajo a la lluvia
(y confundido
con la tierra)
aun las espera
al pie del arcoíris





Rutina

ella trae un oso de peluche,
y el una pulsera;
Dan vueltas por la pieza
pájaros agoreros
en torno a siluetas
de porcelana.
una fuente
madura de niebla;
Espera el paso del amor
para empaparlo
de fantasmas.
ella se esfuma
en el vaho de la tetera,
y el enciende un cigarrillo
mirando
el horizonte


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