sábado, 3 de septiembre de 2011

JAVIER GARCÍA CELLINO [4.547]


Javier Garcia Cellino 


Licenciado en Derecho y en Geografía e Historia por la especialidad de Historia del Arte, Javier García Cellino es secretario del Ayuntamiento de Caso y miembro de la Asociación de Escritores de Asturias y de la asociación cultural Voces del Chamamé, dedicada a la publicación de autores noveles. Además de ser colaborador habitual de prensa, García Cellino es autor de poemarios como La ciudad deshabitada , premio Gerardo Diego de Santander 1994; Disposición de la materia , que fue premio Leonor de Soria en 1997; Sonata de un abecedario , que obtuvo el galardón Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez en 2005 y Esta luz tan breve (Poesía, 1988-2008).


El Parnaso, 1510-11
Rafael

Como arrebatadas cucharas
de vapor,
como la fuerza de las cooperativas
de sal y los imprevisibles relojes
de Dalí,
como la lejía iluminadora de todos
los compromisos históricos,
como esgrima planetaria en la alta
claridad de la mañana,
así los poetas.


LA TELA DE ARAÑA

A fin de cuentas,
la memoria sólo sirve
para atraparnos un poco más.
Septiembre, por ejemplo:
sillas alrededor
de las terrazas blancas,
algún paraguas al atardecer
y, sobre todo, una inmensa
cautela para el amor.

(Del libro, “La ciudad deshabitada”)




PARA VIVIR FELIZ

olvídate de los sueños
y aprende el camino
de todas las derrotas.
Sólo así comprenderás
que los dioses ya no existen
o acaso un mal día
te abandonaron a tu suerte.

(Del libro, “Cuaderno para un viajero solitario”)



NO TODAS LAS PALABRAS

vienen siempre de un mismo lugar, ni la distancia
tampoco es el olvido,
a pesar de que en tantas ocasiones
nos engañaron con la letra de esa canción.

Espejos manchados de sangre,
como Lucrecia sin amor,
sólo vienen del sur.

(Del libro, “Cuaderno para un viajero solitario”)



EXALTACIÓN DE LA LUZ

Silenciosa,
te colocas en el centro del orden,
y ajustas las estatuas,
para que así, de nuevo,
la vida se parezca a un homenaje.

(Del libro “Disposición de la materia”)




ÉXTASIS

Mas, si no amor,
¿cómo nombrar la risa,
peces de oro,
este calor en los huesos?

(Del libro “Disposición de la materia”)


SOLEDAD

Quien habita la estancia, sabe que no es su dueño.

Ese silencio, que es quietud y deseo de vida a un tiempo, soplo, reposada dicha cerca del amor, finalmente le acompaña.

(Del inédito, “Los misterios de Eleusis”)


Dame la fe en el ojo de los perseguidos, en el fruto maduro de la hoguera, en la mujer enamorada y en los ciegos que guardan coplas en sus bolsillos con la misma confianza con que otros atesoran el estaño dorado de sus sueños.

No me des la fe del crédulo por horas, ni las falsas monedas que se agotan en la soga del ahorcado, ni digas que es amor todo lo que reluce debajo de tus párpados.

No mires hacia atrás. Camina. No hagas como la mujer de Lot. No te conviertas en estatua, ni busques en el espejo otro cuerpo distinto al tuyo.
Camina si quieres que la vida te regale una tregua para el amor.

(Del libro “Sonata para un abecedario”)


Zahorí que inclinas tu cuerpo hacia la gravedad nocturna de la fiebre, acompáñame a mi cuarto. Allí te mostraré los dientes del león ucraniano, el delirio de las porcelanas y el cuchillo de durazno con el que asesiné a mi caballo.

Y, por qué no, te regalaré el mercurio de mis horas.
Porque no pretendo abolir imperios, ni teñir la raíz de los besos, soy apenas un mendigo de ocasión, un limosnero venido a menos; así que acompáñame para que pueda regalarte la soledad de los aljibes, el vómito de los caracoles, la última infamia del escenario.

Zahorí que procedes del azúcar y del canto verde de la lluvia. Y por eso te quiero.

(Del libro “Sonata para un abecedario”)




Elegía

(A mis padres, In memoriam)

Bien sabéis todos, cuánto celo,
a la ausencia, añade el dolor.
O cómo la carne se vuelve
floja, y tal vez más libre.

Mas quien vivió
con humildad, y no puso un excesivo precio
a la codicia humana,
entre nosotros permanece siempre.

Y por eso tú estás ahí, y sabes del mundo,
y en él te mueves a tu antojo.

Como quien respira,
y es dueño de la noche,
y desde más adentro
delata su presencia
en el exacto centro de las cosas.

“Territorio para el fuego”, Ediciones Vitruvio, Madrid 2012





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