martes, 26 de julio de 2011
4307.- PAUL BÉLANGER
Poeta y editor, Paul Bélanger nació en Lévis, CANADÁ, 1953. Desde 1978 se estableció en Montreal. Es autor de Projets de Pablo, ilustrado por Normand Poiré; Retours, con tres fotografías de Johanne Tremblay; de Minuit, l’aube; L’oubli du monde; Fenêtres et ailleurs; Périphéries; Les jours de l’éclipse; Nous voyagerons au coeur de l'être, bajo la dirección de Bélanger (autores: Aline Apostolska, et al.), sobre Hélène Dorion; entre otros.
Su obra ha sido publicada en diversas antologías, además de ser traducida al español e inglés. En 2006, participó en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino. Es miembro de la Unión de Escritoras y Escritores Quebequenses (UNEQ).
Actualmente es director literario de Éditions du Noroît; y desde 1998 forma parte del Comité de redacción de la revista Liberté. Interesado en la docencia, imparte cursos y talleres de creación literaria en la Universidad de Quebec, en Montreal (UQAM). Además de organizar, desde hace varios años, lecturas de poetas y escritores en Montreal; y de publicar poemas en revistas de Quebec y del extranjero.
Traducciones de Silvia Pratt
Origen de los meridianos
Qué pasos escucharán el silencio
de la tarde, qué sonidos
del más grave al más agudo
sembrarán en la tierra infértil
las flores ilusionadas por el día
la agitación que huye de las alas
de las aves en la piel del aire
qué bocas absorberán el río
aproximándose a sus labios como un cáliz
qué horas de amargura enterrarán
tus huesos, pensaba yo.
Frente al hielo sin fin
donde sólo resplandece un pálido sol
ese mito de una superficie
sin fin descubres tú acaso la raíz
luminosa de un nombre aún oculto
la historia muda de su canto
cuya sangre y ceniza esparcidas
en los campos de Europa regresan
* * *
la vocal maldita de un tren
atravesando lo insostenible
el aullido insomne de la noche
mientras que la orgullosa imagen
obstruye la certeza de tus raíces.
* * *
Hasta qué grado percibes que el tiempo
abre frente a ti el paisaje
imperceptible de tu espera; qué esperas
de la declinación de los crujidos
en los leños
—como la expresión de tu conciencia.
¿Bebes un agua tan clara?
La corneja volaba hábilmente, pero
será que de verdad pasó
de igual modo escribes tú en la noche
vigilado por el reloj
que desplaza las palabras y crea
una líquida montaña.
El ave desafiaba tu memoria
y el paisaje más hacia el este
se transformaba sin tropiezo
emergiendo de lo oscuro.
Estabas vacío,
sin aliento; sin embargo
ante tus ojos la bóveda constelada
permanecía visible y familiar
en tu caos interno.
* * *
Balbuceas insultos
y embrollas hasta el origen
tus meridianos
en un anhelo depredador
que te sorprende.
Los gemidos del intruso
surgido del azar de las calles
los saboreas en tus resquicios.
El ojo se agranda fuera de tu voluntad
en todos lados, puertas se abren
si caemos en el fondo de las aguas.
El alba quemaba los labios
del joven ahogado
en la introspección que aflora dentro del alma
un silencio pleno.
Desde antes le concederías acaso a la mañana
su máscara azul, la tierra
sellada en sus brocales,
la desaparición
de tu nombre en su piel.
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