domingo, 24 de julio de 2011

RAFAEL DEL CASTILLO MATAMOROS [4267]



Rafael del Castillo Matamoros

Tunja, Colombia 1962

Es un poeta, editor y ensayista crítico de Colombia. Es fundador y director de la revista de poesía Ulrika y del Festival Internacional de Poesía de Bogotá. Además, coordinó talleres de la Casa de Poesía Silva y algunas universidades. Su poesía se reconoce por el tono conversacional, urbano, de corte existencial en un lenguaje abierto, próximo a la intimidad.

Obras

Canción desnuda (1985)
El ojo del silencio (1985)
Entre la oscuridad y la palabra (1991)
Presencia viva de la poesía (Antologías del festival de Bogotá, 1993, 1995,1996,2002,2003)
Rostros de la palabra (Antología de poesía colombiana, 1990-1995)
Colombia, antología poética (1998)
Animal de baldío (1999)
Pirómana (Antología, 2002)
Desde la otra orilla, poesía española contemporánea (2003)
Pura vida, poesía costarricense contemporánea, 2004)
Palabras escuchadas en un café de barrio (2005)

Premios

Premio Babel de poesía, Universidad Nacional de Colombia, 2002
Beca de Creación Francisco de Paula Santander, Ministerio de Cultura, 2003
Premio Internacional Caza de Poesía, Moradalsur, 2008





Un signo

Camino por el campo de la batalla
buscando entre los escombros
un indicio de vida
una palabra extraviada en el aire
el zumbido de una mosca…
Tal un animal hambriento

Escarbo la tierra ansiosamente
en pos de un trozo de vida que llevarme a la boca
de un signo que saborear acuclillado
entre las piedras






Animal de baldío

Entre piedras sin gracia
entre piedras que nunca han sido pulsadas por la mano
de Dios
junto a matojos
al pie de los más infelices brotes vegetales
el animal de baldío
se detiene un instante a ver el sol
a beber un poco de agua estancada
a mirar al trasluz
su propio corazón...
Abandonado
o solo
el animal de baldío,
ese bastardo del tedio
y de la muerte,
bordea una lata de cerveza,
escucha el eco de la risa de los hombres...







Vuelo de palabras

Qué dirán los pájaros de los cantos de los hombres
No del terrible ruido que hacen los motores de sus máquinas
Ni de los gritos de quienes han sido atacados por una
voraz enfermedad y no se resignan a abandonar un
mundo que ayer no más maldecían una y otra vez:
Qué dirán los pájaros
Cuando parados sobre las ramas de los árboles
O sobre los cables del alumbrado
Se nos quedan mirando
De repente absolutamente silenciosos...
Cuando se agitan inquietos
En sus palcos
Mientras afinamos acuciosos las palabras:

Qué dirán los pájaros del canto de los hombres







Abolengo

Del polvo
de las cenizas turbias
de los huesos roídos por el tiempo
de la carne que se deslíe mordida por los venenos de la tierra
de esos versos que desmenuza Dios
yo vengo





Los silencios

Pero la poesía no
sólo el doloroso caer de la lluvia
un poco de alcohol,
el verbo inerme

Sombras, silencio, miedo,
Tiempo para un poco de alcohol...
Pero de la poesía nada
el verbo especta
y de la poesía nada
nada hoy
que llovizna tan cruel y el hombre tiembla...

Hay quienes acuden pese al mal tiempo a su trabajo,
se va a las prostitutas hacer señas a los transeúntes silenciosos,
alguien enciende un cigarrillo contra el viento:
fuego particular que a nadie da calor
que a ninguno ilumina...





Canción

Todos los días se parte
todos los días se deja atrás un muelle
una casa desde cuya puerta se te dice
adiós
y acaso se te quiere unos instantes.

Todas las noches alguien te recuerda
y baja por la escalera de su corazón
hasta la hoguera que encendió
contigo.





EL CADÁVER

II

Yo muero dolorosamente en cada despedida
pero ella necesita tocar con sus dos manos cuanto existe
y hace maletas
y emprende largos viajes
de los que regresa cargada de rumores
de voces extranjeras
y nostalgias
que va colgando en todas las paredes
que guarda entre sus libros y
sus cofres



III

Pienso
que tal vez
sin darme cuenta
estoy preso en uno de los cofres de la casa
que soy algo más de lo que guarda como recuerdo de sus viajes
algo que saca de cuando en cuando de su encierro
algo que mira
que acaricia como a un gato
algo que un día se perderá entre tantas cajas
entre tantos papeles
entre tantos objetos que el olvido va adoptando
entre tanto cadáver. 




¿DE QUÉ BORRACHOS HABLA, SEÑOR BLADES?

                                                 El borracho está convencido
                                                De que a él, el alcohol
                                               No le afecta los sentidos
                                                                          R. Blades

Cuando usted dice
Que el borracho está convencido
De que a él,
El alcohol
no le afecta los sentidos
Y choca contra el mundo en su automóvil
O es el hazmerreir de los hipócritas,
De qué borracho me habla, señor Blades:
Ese no es un borracho, ese es un necio.
Un hombre inteligente que se embriaga
Sabe muy bien qué busca:
Va por la liberación de los sentidos
- sin reglas, sin cuadrículas, sin muerte -
Pues él, como el poeta,
quiere ver la belleza donde nadie
Se atreve o tiene el valor de descubrirla,
donde nunca
La podría encontrar
un hombre simple y sobrio.
Sabe
que todas las mujeres son hermosas
(con el poeta, ha descubierto que así es siempre),
lo demás son las trampas de la moda y sus modelos,
las tretas del cambiante cristal de los espejos, los trucos de las luces
y las sombras o en fin y al fin y al cabo
el fingido verdor del maquillaje…

El hombre,
Al desbordarse,
palpa la suavidad en toda piel
quiere a su Dulcinea del Toboso
con tanto amor
como ya Don Quijote…

Y ansía que en lo oscuro esté la luz
y se inmola por ello
en el alcohol
Busca el sentido del gusto
enaltecido
Y se inventa sabores y sabores
que en medio
del delirio ritual
ya son saberes:
el dulce vino,
el vino seco, el coñac estridente,
el champán borboteante
que es ya celebración
en su espuma
en su nombre,
la efervescencia alegre que zumba en la cerveza,
el golpe seco que nos da el tequila,
el remezón del vodka,
el latigazo amable del mezcal
o el beso familiar de la chicha sagrada…

De qué borrachos habla, señor Blades
Si un sibarita alegre y achispado
No ve nunca catálogos de autos,
Y sí
cuando ellos y ellas
los hojean
Babosos, masturbando,
Masturbándose, disimuladamente…

Cuando los ebrios
por necesidad, por placer, por cansancio,
suben a un automóvil
nunca van al volante:
El volante esclaviza…

De qué borrachos habla, señor Blades.
Si no sabe de qué habla,
Mejor cante…

Como no sé cantar
Como yo aúllo
Ebrio
como Cesar Vallejo
yo le digo:
En el mundo de la salud perfecta
Está es la perspectiva en que me ahogo…







SIN TÍTULO

Ella no sabe dónde está mi alma
la busca entre las mantas y las sábanas
tantea bajo la cama y
sólo encuentra
colillas de cigarros o botellas
mira entre mis papeles y mis libros
va al comedor al baño
a la cocina
escucha los sonidos de la noche
pero mi alma
usa zapatos tenis
o quizá va descalza
o en puntillas…

Alguien toca una música en lo oscuro
alguien traza una línea en un papel:
mi alma
sigilosa
como un gato
es la música
y lo oscuro
la línea
y el crujido del papel…









OLORES, COLORES Y SABORES DEL SONIDO
(Primer y quizá único movimiento)

Yo diría que ningún hombre o mujer en sus cabales
quiere nada con el silencio,
pero hay cada loco...
Fernando Del Castillo, 1280 Almas.

El sonido es amarillo a veces, a veces es azul o es añil
y de cuando en cuando
violeta
¿Lo han visto cuando rojo?
¿lo han oído escarlata o palpado naranja?
También es áspero a veces el sonido,
pero es mejor cuando tibio, exquisito cuando casi casi caliente,
hay tiempos en que es profundo de súbito el sonido,
pero nunca hay peligro ya que basta con dar unas cuantas brazadas
para quedar de nuevo con los pies en la arena:
el sonido a la altura del lóbulo tembloroso de la oreja,
o  justo al nivel del corazón…

Se chapotea en el sonido si no ha mutado en aire…
Y si ya es aire
aspíralo
sin dudarlo un minuto
con fruición:
Es ácido, es jazmín, es otra vez naranja, es anís, es limón,
Es mosto fermentado, es vino sonando a alegría en el resto del alma…

Tronando seco
a veces nos aterra,
Y si acaso ruidoso o estridente:
Él mismo no se gusta
Y merma poco a poco,
Lento, verde, amoroso
hasta ser un murmullo
el sonido…

Las gentes lo imitan de mil formas al sonido:
Aplauden, zapatean, cantan silbando, o estridulan…
A veces inventan instrumentos,
usan el viento, percuten, rasgan
Cuando no
todo
a una:
Frutos rojos o agudos, argentinos o líquidos…

El sonido se alista:

¡Todo sentido calla, se levanta, se aguza…!







PALABRAS DEL SONIDO
(Segundo e imprevisto movimiento)


El sonido nos habla
No es necesario que lo haga en la lengua imperante
Todos lo entienden: habla.

La poesía es su idioma:
Los pájaros lo entienden.
También hay unos músicos
Parados en la esquina
Que lo entienden
Y cantan:
El sonido nos habla.

Lejos suena un martillo
Terminando una mesa
Y hay otras profesiones:
se escucha
a lo que suenan…

Suena todo,
repercuten las cosas:
El sonido nos habla
Esa es su vocación
La de la muerte
Es otra:
A callar
A callar
A ello nos reclama
(Si después de la muerte
Todo fuere silencio
La culpa es de los vivos
Que van cayendo fácil
Sin decir ni cantar:
Vacío el corazón)

Si después de la vida
Todo fuere silencio
Dios lo dirá
Mas
de no ser así
si Dios cantase,
Vendría el paraíso:

Si el sonido cantase
Sin picos y sin alas, sin luces, ni instrumentos
Si el sonido cantase
Sería el paraíso…
     




                                         
AMADO

Ese que amó una vez
ya sabe desnudarse
Está solo y desnudo
acodado a la ventana más inmensa construida nunca
solo
y desnudo
Se mira las manos
y no entiende
se mira al espejo desnudo
y nada entiende
El silencio es su desnudez
El hambre es su desnudez
Mira la ventanilla de la nevera llena
y desnudo tirita ante esa luz azul y fría:
una lágrima ya es hielo en su rostro
a la altura de estos versos.
Suena una canción en la radio
Mas ni siquiera eso entiende
va a la Iglesia y se persigna solo
desnudo en una iglesia
se persigna como el que se masturba
ni siquiera está dios
ni siquiera él está,
no están sus crucifijos
ni su incienso infernal.
Está solo este hombre y parece rezar.
Almuerza, se abotona
y parece embebido en un llanto o dolor.
Sabe que un día amó,
y está desnudo
y está
además
la noche
y un silencio…








DÍGANLE A LA BELLEZA

Díganle a la belleza
Que yo merezco la belleza,
Y que ha pasado azul, acaso etérea, sin saberlo

Díganle que y la miro todo el tiempo
Labro sus formas con mis ojos enfebrecidos, fuera de orbita
Que tirito por ella en un rincón
Que un sudor frío me recorre cuando pasa desatenta
Que mis verso la merecen me lo han dicho tantas veces
Pero ella no lo sabe
Ni me lee siquiera, ni me escucha
otra vez desatenta
Y que si no mis versos sí que mi umbrío corazón bien la merece
Que la dejé pasar hace ya mucho tiempo sin darme cuenta
Pues miraba a otro lado, que me perdone, que se olvide de eso,
Que deliro por ella como un drogadicto o un alcohólico
sin haberla probado nunca, sin haberla bebido, sin haberla fumado.
Que de pronto me muero aquí a la vuelta y la belleza nada
Que estoy viejo y le canto
Que estoy enfermo y la salud de la belleza es mi remedio
Que no me lee, que no sabe leer, pero no importa
Es la belleza
Que atardece espléndida y se va sin saberme
Que amanece en los brazos de tanta y tanta luz que la celebra
Que me ahogo ya en ella sin hundirme en sus aguas
Que la espero al final de este verso
Díganle a la belleza…


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