Juan Carlos Galeano. (Caquetá, Colombia, 1958). Es autor de los poemarios Baraja Inicial (1986) y Amazonia (2003), libro, este último, premiado con la beca Florida Individual Artist Fellowship en 2002. Su libro de ensayos Polen y escopetas (1997) trata el tema de la poesía de la violencia. Su poesía ha sido antologada en Poesía Colombiana, CD ROM: cuatro siglos de poesía colombiana, producido por la Casa Silva en Colombia, y en otras antologías en Latinoamérica, así como en diferentes revistas literarias, entre ellas Casa de las Americas (Cuba), Poesía (Venezuela) y diarios como El Mercurio (Chile), El Tiempo, El Espectador (Colombia). Algunos de los poemas de Amazonia fueron previamente publicados en revistas internacionales de poesía, entre ellas The Atlantic Monthly, Field, Partisan Review, Stand, Ploughshares, TriQuarterly y Antioch Review. Sus textos creativos han aparecido en libros de texto como Tú Dirás (Heinle & Heinle, 2003), en colecciones y antologías como A poesía se encontra na floresta (Brasil, 2000), Literary Amazonia (University Press of Florida, 2004), Jinetes del aire: Latinoamérica y el Caribe: Poesía contemporánea (Universidad Central del Ecuador, /Universidad Autónoma de Nuevo León, 2005), y The Poetry of Men’s Lives: An International Anthology (The University of Georgia Press, 2005). Su libro Cuentos Amazónicos será publicado en México en el 2005. También ha publicado libros de traducciones y poemas de poetas norteamericanos como Charles Simic, Rita Dove y Mark Strand en revistas latinoamericanas. Enseña poesía y cultura latinoamericana en la Universidad del Estado de la Florida.
Amazonia
Aprendizaje
Con los primeros fogonazos de la guerra y agujeros en las paredes
mis padres corrieron a la selva.
Para salvarme me pintaron con los colores de una guacamaya
y me dejaron viviendo entre los indios.
Mi hermano creció en la ciudad estudiando la vida interior
de las piedras y silbando música clásica.
Cuando me trajeron de vuelta, mis padres leían los periódicos
y la casa brillaba en los espejos.
Por mi parte, era feliz mirando los informes meteorológicos.
Borrador
El hombre que necesita espacio en su mente para cosas de importancia,
todas las noches se pasa un borrador gigante por la frente.
Borra muchos pensamientos de su tierra, y cada día se despierta
con menos kilómetros cuadrados de recuerdos.
Sus padres le dicen que borre con cuidado. Que no se le vaya la mano
y un día termine borrándolos a ellos.
El hombre les asegura que ya tiene mucha práctica, que él sólo borra
las tierras y las cosas que no son importantes.
Les dice que sabe quitarles las hojas a los árboles y dejar intactas las casas y la gente.
El hombre que necesita espacio en su mente para cosas de importancia,
todas las noches se pasa un borrador gigante por la frente.
Borra muchos pensamientos de su tierra, y cada día se despierta
con menos kilómetros cuadrados de recuerdos.
Sus padres le dicen que borre con cuidado. Que no se le vaya la mano
y un día termine borrándolos a ellos.
El hombre les asegura que ya tiene mucha práctica, que él sólo borra
las tierras y las cosas que no son importantes.
Les dice que sabe quitarles las hojas a los árboles y dejar intactas las casas y la gente.
Chacra
La chacra se toma su café y sale con su sombrero de flores,
hojitas de tabaco, plátanos y piñas para saludar a la mañana.
(Las estrellas y los planetas compraron sus boletos hace millones de años
sólo para verla sonreír este momento).
El mediodía y la tarde tomados de la mano salen a mirarla y a decirle sus cumplidos.
Unas nubes les dicen a sus hijos, los truenos y relámpagos, que dejen de jugar
al escondite; que vengan y admiren a la chacra.
El tabaco filósofo nacido en la chacra dice con sus hojas:
“nada mejor que estar aquí en la chacra para vivir este momento”.
La chacra se emociona hasta las lágrimas y se imagina que los relámpagos
van a fotografíar este momento.
La chacra se toma su café y sale con su sombrero de flores,
hojitas de tabaco, plátanos y piñas para saludar a la mañana.
(Las estrellas y los planetas compraron sus boletos hace millones de años
sólo para verla sonreír este momento).
El mediodía y la tarde tomados de la mano salen a mirarla y a decirle sus cumplidos.
Unas nubes les dicen a sus hijos, los truenos y relámpagos, que dejen de jugar
al escondite; que vengan y admiren a la chacra.
El tabaco filósofo nacido en la chacra dice con sus hojas:
“nada mejor que estar aquí en la chacra para vivir este momento”.
La chacra se emociona hasta las lágrimas y se imagina que los relámpagos
van a fotografíar este momento.
Curupira
Con un pie mirando adelante y el otro para atrás, el Curupira camina por la selva,
cuidando los animales y haciéndoles las trenzas a las palmeras jovencitas.
Los cazadores le regalan muchísimos tabacos al Curupira para que les diga sus secretos.
El Curupira se fuma los tabacos y del humo
se forman los caminos donde aparecen los animales, árboles y frutas.
Pero los hombres no deben llevarse todos los animales, ni todos los árboles y frutas.
El Curupira puede soplar el humo para que desaparezcan los animales, árboles y frutas.
Podría soplar todo su humo para que desaparezcan los caminos.
También podría decirles a los animales sus secretos para cazar a los hombres.
Con un pie mirando adelante y el otro para atrás, el Curupira camina por la selva,
cuidando los animales y haciéndoles las trenzas a las palmeras jovencitas.
Los cazadores le regalan muchísimos tabacos al Curupira para que les diga sus secretos.
El Curupira se fuma los tabacos y del humo
se forman los caminos donde aparecen los animales, árboles y frutas.
Pero los hombres no deben llevarse todos los animales, ni todos los árboles y frutas.
El Curupira puede soplar el humo para que desaparezcan los animales, árboles y frutas.
Podría soplar todo su humo para que desaparezcan los caminos.
También podría decirles a los animales sus secretos para cazar a los hombres.
Isla
Una isla que sale de su río con árboles y orquídeas en la cabeza,
guacamayas que hablan idiomas en sus hombros,
una isla aburrida de los barcos, de las gentes que vienen y le dicen “hasta luego”,
no quiere nada con los mares que le mandan siempre fotos y recuerdos a la isla.
Sale para visitar a los reyes, viajar por otros mundos, conocer a las estrellas...
En su viaje las montañas la saludan, otros ríos le sonríen, pero la isla sigue su camino.
A las ventanas les encantaría abrirle sus brazos,
y seguro que si la isla quisiera, podría entrar y saludar a nuestros corazones.
Pero la isla no quiere, y viaja mientras las ciudades duermen, aun cuando la tierra se duerme,
(incluso si el universo bosteza y apaga sus últimas estrellas, la isla no se detiene).
Una isla que sale de su río con árboles y orquídeas en la cabeza,
guacamayas que hablan idiomas en sus hombros,
una isla aburrida de los barcos, de las gentes que vienen y le dicen “hasta luego”,
no quiere nada con los mares que le mandan siempre fotos y recuerdos a la isla.
Sale para visitar a los reyes, viajar por otros mundos, conocer a las estrellas...
En su viaje las montañas la saludan, otros ríos le sonríen, pero la isla sigue su camino.
A las ventanas les encantaría abrirle sus brazos,
y seguro que si la isla quisiera, podría entrar y saludar a nuestros corazones.
Pero la isla no quiere, y viaja mientras las ciudades duermen, aun cuando la tierra se duerme,
(incluso si el universo bosteza y apaga sus últimas estrellas, la isla no se detiene).
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