Adriano González León (Valera, Venezuela 14 de noviembre de 1931 - Caracas, 12 de enero de 2008) fue un escritor y poeta venezolano, conocido por sus cuentos y novelas, especialmente País Portátil y Viejo.
González León estudió en la Universidad Central de Venezuela en Caracas y ejerció labores de docente y diplomático. Comprometido con la política, luchó en los años 1950 contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y apoyó los ideales revolucionarios en los años 1960 como editor de la revista Sardio.
A los 15 años de edad, Adriano González León fue corresponsal del diario El Nacional en la zona andina y a los 24, ya graduado de abogado en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde además fue profesor de literatura, fundó con Guillermo Sucre, Edmundo Aray, Rodolfo Izaguirre, Efraín Hurtado y otros el grupo Sardio, que editó una revista del mismo nombre que difundía escritores de todo origen y de gran compromiso político.
Fue un activo luchador de izquierda contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en los años 50. Más tarde colaboraría con revistas como Letra Roja y El Techo de la Ballena. El Nacional también le dio el premio del Concurso Anual de Cuentos de 1956 por “El lago”.
Sus primeras incursiones en la literatura fueron como cuentista, con las obras Las hogueras más altas (Buenos Aires, Goyanarte, 1959; Premio Municipal de Prosa 1958), Asfalto-Infierno y otros relatos demoníacos (El Techo de la Ballena, Caracas, 1963) y Hombre que daba sed (Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1967), donde describía ambientes urbanos y campesinos sombríos y dramáticos.
Además publicó Damas (1979), De ramas y secretos (poesía; Rayuela, Caracas, 1980), El libro de las escrituras (serigrafías de Marco Miliani; Ediciones de Galería Durban-Arte Dos, Caracas-Bogotá, 1982), Solosolo (1985), Linaje de árboles (Planeta, Caracas, 1988), Del rayo y de la lluvia (crónicas poemáticas; Contexto Audiovisual-Pomaire, Caracas, 1991), Viejo (Alfaguara, 1995), El viejo y los leones (cuento para niños; Rayuela, 1996), Hueso de mis huesos (poesía; ilustraciones de Manuel Quintana Castillo; Rayuela, Caracas, 1997) y Viento blanco (Rayuela, Caracas, 2001), así como la antología de sus relatos, Todos los cuentos más Uno (Alfaguara, 1998). En 1978 había obtenido el Premio Nacional de Literatura y en 2003 el doctorado honoris causa de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Única), de Maracaibo.
En los años ‘60 es designado primer secretario de la Embajada de Venezuela en la República Argentina. De vuelta a Venezuela trabajará como profesor de la Facultad de Economía de la UCV. Durante quince años mantendrá en el canal del Estado venezolano Televisora Nacional (canal 5) el programa Contratema, sobre literatura.
En 1968 obtiene el premio Biblioteca Breve por la novela País portátil, que narra la épica historia de la familia trujillana Barazarte a través de los recuerdos y vivencias del último de sus hijos, Andrés. La obra fue llevada al cine en 1979 por los realizadores venezolanos Iván Feo y Antonio Llerandi.
En 1986, en el rol de Tio Pancho y junto a Marialejandra Martín, actuó en la película venezolana Ifigenia.
A mediados de los ‘90 retornará al servicio diplomático como agregado cultural de Venezuela en España, país en el que volvería a la televisión, como colaborador y frecuente presentador del espacio Taller Abierto de la Televisión Educativa Iberoamericana.
En los últimos años había retomado su columna semanal en El Nacional, bajo el título “Duende y Espejo”, y fue uno de los impulsores de la iniciativa “Escribas”, en la que dirigió cátedras literarias junto a otros destacados autores venezolanos.
Como un homenaje a su obra y a lo que representa en el universo literario venezolano, el PEN de Venezuela creó en 2004, conjuntamente con otras organizaciones, el premio Bienal Adriano González León, con el propósito de difundir la obra de los novelistas venezolanos. El galardón fue obtenido en 2004 por Milton Quero Arévalo, en 2006 por Héctor Bujanda y en 2008 por Gustavo Valle.
Obras
Cuentos
Las hogueras más altas (Buenos Aires, Goyanarte, 1959; Premio Municipal de Prosa 1958)
Asfalto-Infierno y otros relatos demoniacos (El Techo de la Ballena, Caracas, 1963)
Hombre que daba sed (Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1967)
Todos los cuentos más Uno (Alfaguara, 1998, compendio de cuentos)
Novelas
País portátil (Seix Barral, 1968, ganadora del premio Biblioteca Breve)
Viejo (Alfaguara, 1995)
Poesía
Damas (Venezuela-Maracay-, 1979)
Hueso de mis huesos (poesía; ilustraciones de Manuel Quintana Castillo; Rayuela, Caracas, 1997)
Otras Publicaciones
De ramas y secretos (poesía; Rayuela, Caracas, 1980)
El libro de las escrituras (textos poemáticos con serigrafías de Marco Miliani; Ediciones de Galería Durban-Arte Dos, Caracas-Bogotá, 1982)
Solosolo (1985)
Linaje de árboles (Planeta, Caracas, 1988)
Del rayo y de la lluvia (crónicas poemáticas; Contexto Audiovisual-Pomaire, Caracas, 1991)
El viejo y los leones (cuento para niños; Rayuela, 1996)
Viento blanco (Rayuela, Caracas, 2001)
Cosas Sueltas y Secretas (en un principio, Adriano Gonzales León quería llamarlo "Adriana y Adriano, porque la ilustradura del libro se llama Adriana) Genel. (Caracas, 2007) Camelia Ediciones
Acto Final
Detrás queda la espada envuelta por el guego.
Restos de la fruta apetecible. El agua de oro y el
agua de piedra han corrido por los cuatro ríos.
La serpiente queda rezagada entre las hojas.
Con pieles y con túnicas hemos desafiado la
intemperie del mundo. Junto a las bestias y las aves
del viento, has cansado tus pies y has multiplicado
tu dolor. El pan, que ha sido el pan de la lujuria
y los secretos, te lo ofrezco humedecido,
embriagado de lágrimas, cubierto por el polvo para
salvar el polvo. Heredaste del reptil la doble lengua
de la seducción y el desamparo. Por eso tus
palabras se aproximan o desandan. Por eso obedecí
a tu voz y omití el ángel. Me tendiste tus brazos
desde el árbol. Yo me sentía el primer caballero
y no podía desairarte. Ese cambio de cortesías
quebrantó las ordenanzas, pero nos hizo conocer
el bien y el mal. Ni ángeles, ni demonios,
ni dioses, nos volvimos humanos...
Y comenzamos a comernos la tierra con amor.
Hueso de mis huesos
Acto Uno
Entras en la alcoba de las apariciones para consumo
del azar y sé que eres como la flor de los ciegos:
agua maldita y sin embargo llena de purificaciones
y tu llamada es el tiempo de todas las distancias
porque marcas las huellas en cualquier lado del cielo.
Mi obstinado deseo posibilita los encuentros.
del azar y sé que eres como la flor de los ciegos:
agua maldita y sin embargo llena de purificaciones
y tu llamada es el tiempo de todas las distancias
porque marcas las huellas en cualquier lado del cielo.
Mi obstinado deseo posibilita los encuentros.
Acto Dos
Habitas una colina repetida. Eso explica tus
encantos. La gracia y el horror de tus ternuras.
Sierpe, loba o paloma, eliges tus disfraces por
razón de ansiedad. Cómplice de varias músicas,
has afinado tu instrumento y en mi deseo
quedan las precipitaciones de los bajos agudos.
Creo que va a ocurrir la ejecución.
Habitas una colina repetida. Eso explica tus
encantos. La gracia y el horror de tus ternuras.
Sierpe, loba o paloma, eliges tus disfraces por
razón de ansiedad. Cómplice de varias músicas,
has afinado tu instrumento y en mi deseo
quedan las precipitaciones de los bajos agudos.
Creo que va a ocurrir la ejecución.
Acto Tres
Sin embargo el cadalso no sustituye a la orquesta.
Por el espejo de doble fondo, luna de
transfiguraciones, se cuelan los sonidos. Están tus
cabellos fabricando hilo de rosas para ayudar
al caído. Es menester secar su frente o clavarle
los ojos en la mitad de su melancolía
Son ejercicios para que el payaso resucite
Sin embargo el cadalso no sustituye a la orquesta.
Por el espejo de doble fondo, luna de
transfiguraciones, se cuelan los sonidos. Están tus
cabellos fabricando hilo de rosas para ayudar
al caído. Es menester secar su frente o clavarle
los ojos en la mitad de su melancolía
Son ejercicios para que el payaso resucite
Acto Cuarto
Fragancia repetida, te dedicas luego a sembrar
soplos esquivos. Maníaca labradora de la confusión,
cifras la herida y multiplicas los dardos.
A conciencia, fijas la hora de la representación.
Sin conciencia, dispones los disfraces.
Apareces: niña de campo, madre infinita, danzarina,
vendedora de nubes, costillar oculto por las hojas,
fruta que provocó la gravedad, los aullidos
te anuncian: surges para el espanto y el consuelo.
Uno se entrega, inocente y culpable.
Después, la errancia
Fragancia repetida, te dedicas luego a sembrar
soplos esquivos. Maníaca labradora de la confusión,
cifras la herida y multiplicas los dardos.
A conciencia, fijas la hora de la representación.
Sin conciencia, dispones los disfraces.
Apareces: niña de campo, madre infinita, danzarina,
vendedora de nubes, costillar oculto por las hojas,
fruta que provocó la gravedad, los aullidos
te anuncian: surges para el espanto y el consuelo.
Uno se entrega, inocente y culpable.
Después, la errancia
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