José de Miguel Rivas. Nació en Córdoba en 1925.
Poeta estrechamente ligado al grupo Cántico por su línea poética y su amistad con los componentes del grupo. Abogado de profesión, cursó los estudios de Derecho en Granada y Sevilla. Tiene estudios de Filosofía y Letras. Socio fundador del Ateneo de Córdoba, recibió la Fiambrera de Plata en 1989.
Publicaciones
A orillas de la vida. Prólogo de Juan Bernier. (Biblioteca Atlántida, 1983).
Autumnalia (Nueve poemas de otoño y Tres elegías del Sur). (Cuadernos del Sur. Málaga, 1984).
Pentacordio (En torno al desamor). (Col. Cuadernos de David. 1986).
Lagar de Dionysos. (Ediciones de Ángel Caffarena. 1988).
Sonetos de amante. (Col. Cuadernos de Ulía. 1988)
Insidias en las termas. Epigramas. (Editorial Renacimiento. 1995).
Al itálico modo(Cuaderno de sonetos).Prólogo de Fernando de Villena.(Ed.Huerga y Fierro. 2000)
Pastores de Belén. Villancicos. (Cuadernos de Sandua. 2002).
Dulce plantel y canon. Antología. Prólogo de Aquilino Duque. (Diputación de Córdoba. 2003).
Trois elegies andalouses. (Edición bilingüe francesa). Prólogo de Anabel Cornu. 1991).
Le insidie delle terme e altre poesie.(Antología bilingüe italiana).(Col.I Cuaderni di abanico. 1992) Traducción de Emilio y Michele Coco. Prólogo de Leopoldo de Luis.
Volo verso la luce (Un vuelo hacia la luz). Edición bilingüe italiana. (Col. I Cuaderni della Valle. 1997).
También ha publicado un estudio sobre el tríptico de poemas Los Muertos, de Juan Bernier (col. Devenir). Su obra figura en numerosas antologías. Colaborador de las principales revistas de poesía española. Varios villancicos suyos han sido musicados por el notable compositor cordobés Ramón Medina.
BRUMAS DE OTOÑO
Como un daguerrotipo que el tiempo difumina
en el musgo silente de las brumas,
vuelca otoño su carro de constelados ocres
desnudando el inerte paisaje
que desazona el frío.
El corazón del bosque
(como este corazón que cancelara, lento,
su plenitud de afanes augurares),
se va descortezando de su esplendor de verdes,
de su latir de pájaros, de su luz habitada,
rendidos ya los leves airones de las hojas
en un manto de harapos que empavesa la tarde.
Quién pudiera tatuar en la memoria
el cliché de ese otoño que conciertan tenaces
las cítaras del viento, para cuando los últimos
hálitos del invierno, clausurando la savia,
arriben con su alforja de cruel desvalimiento,
añorar esas horas, ajadas de hojas idas,
como quien bebe un vino que adensó sus aromas
el rescoldo del tiempo.
Ese tiempo impasible
que abatirá definitivamente
el pulso de la vida con su perfil de olvidos.
(Revista Álora, la bien cercada, n º 27 Dic. 2010)
PATIO DE CÓRDOBA
Juega la luz su gozo estremecido
en la blanca pared, que reverbera
de cal y sol. Tenaz la enredadera
busca en la teja un cielo presentido;
el rumor de la fuente su latido
acompasa a la dulce primavera,
el geranio sus flores entrevera
con el clavel, de aromas trascendido.
Un hervor de caléndulas granates
simula, como un rito, cada día
en el brocal del pozo su desmayo;
verdecen su primor los arriates.
El patio es un remanso de armonía
florecido de paz, que besa mayo.
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