jueves, 5 de mayo de 2011
3802.- MANUEL ARANA RODRÍGUEZ
MANUEL ARANA RODRÍGUEZ. Huelva, 1981. Licenciado en Filología Hispánica, actualmente cursa los estudios de doctorado. Codirige, junto a Manuel González Mairena, la Revista Chichimeca (http://www.chichimeca.net/) desde 2001. Ha publicado algunos de sus poemas en antologías como Antropología Desnuda. Poesía joven (2002) y Poesía por venir. Antología de jóvenes poetas andaluces (2004), y en las plaquettes Con la mejor intención (2002) y Jam Sessions (2006).
Ha publicado Adolescencia dos: poemas hormonados,(2008).
Poemas
…en un abrir y cerrar de orejas, las quejas se convierten en moralejas. Mi sombrero de ala ancha rueda por las rodillas hasta tocarme el último hueso del sentido común. Entonces, despierto, suspiro y comprendo. Cada una de las tajadas masticadas con un sonoro crujido de mandíbula estaban rodeadas de un halo de increíble alegría. No importaba el futuro. Quedémonos hoy con eso –me repetía-, y mañana será otro día. Porque este año todo va a cambiar. Estos paños no podrás secar. El engaño es una manta polar. Entremeses y sacas, placa-placa. Silencio. La función va a comenzar…
…shhhhh, shhhh, shhhh, sisea todo lo que quieras. Bracea con tus alitas de pollo loco. Contornea tus caderas, feliz en el agua, no esperes que salte. Shhh, shh, sh. Recula, amaga. Y hazme ahora un truco con los rayos negros que salen del rabillo del ojo. Sigue pareciéndote a todas las que veo, a todo en lo que creo. Redondea las puntas de los zapatos que me compro. Pero ¡espera!, ratona, espera. Mírame (cuando te hablo, cuando te escribo, cuando construyo luminosos alrededor de tu portal), mírame al entrecejo. Siéntate, escucha y engorda…
…innecesario, precario, impoluto, reaccionario, mal fario entre tus labios, tus ojos, mojo, cojo, estroncio, bario, radio, manojo de rastrojos que separan nuestros pupitres. Manejo la pluma como florilegios de floretes volantes. Te atribuyo sin compasión divinidades, sin prisa, más callao que un roto o un descosío, eso sí, cuento hasta quedarme sin respiración, hasta que apareces y las palabras desvanecen. Qué le voy a hacer si podemos alambicarlo todo, en la destilería clandestina de tus profundos, hondos, lirondos, me parto y me mondo, qué le hago, hija, qué le hago a estas alturas de la película…
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