ELENA ROMÁN
Córdoba, 1970, aunque reside en Toledo, escribe relato y poesía desde que tiene uso de sinrazón.
Tiene publicados los libros: Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea (2010, XXV Certamen de poesía Villa de Peligros, Diputación de Granada), Ocho paradas en la arena (2009, XIV Certamen de poesía María del Villar, Tafalla), Lo circense (2008, V Certamen de poesía Nené Losada Rico, Editorial Universos, Mieres), A propósito de los cuerpos (2008, Littera Libros, Villanueva de la Serena), Veintiún bisontes (2008, Edit. La Bella Varsovia, Córdoba), La ciudad girándose (Ediciones de Baile del Sol, 2015) y el e-book Zaquizamí (2011, Descrito Ediciones, Toledo) , y ha sido premiada en varios certámenes literarios.
Mary P. a la hora del té
Un cañonazo: La hora del té. Mary P. aprovecha el estruendo para amortiguar un eructo tras sus dedos de canción. Desde una postura obscena, se relame la gota del último té que rozó sus labios. Sale al balcón. Del bolso saca un tiovivo, una fusta y un paraguas, con cuya punta atraviesa una nube que le conduce hasta el parque, esquivando tejados. Mary P. se deja caer, erecta y vertical, sobre el dibujo de un harén de fornidos deshollinadores grises que la cogen al vuelo. Mary P. no saldrá del dibujo. Mary P. nunca debió salir del dibujo.
Trilobites no
Yo no he pedido trilobites.
Hace horas que espero mi turno.
He visto, trabajando, a un hombre feliz.
Han pasado las virtudes de la cera.
Me ha salido una cana en el pie.
En fin, que he tenido suficiente tiempo,
y creo que paciencia, para pensar lo que quería.
Quiero una loncha de charco con vistas al sol.
Nada de trilobites, qué asco...
Soy una persona seria, formal.
Llevo horas esperando, horas.
Los he visto más rápidos.
Trilobites no: ¡loncha de charco al sol!
A este paso, me va a pegar usted
(¿y son de hoy, dice?) su inseguridad.
Zapato de hombre
Zapato de hombre
pisa la colilla de un puro
en el camino embarrado de corcho
que lleva al Castillo.
Chaqueta de pana de hombre
atrae a almendras y a nueces.
Maleta de hombre se abre:
Octubre llora con bozal, amarrado con correas.
Gafas de pasta de hombre
enfocan una aldea de casitas de chocolate espeso
en la que no se detendrá, para no
disiparse. Reloj de hombre se ha detenido en la vejez,
como la piel de los árboles.
Deambulan solas las pertenencias de un hombre desnudo
que merienda
café con galletas
en la hora mulata de la tarde.
(De Colorario, 2003)
Centinelas
Mientras sea de día
las batallas se librarán con tostadas,
la verdadera hipnosis tendrá lugar en la pinacoteca,
las langostas no roncarán en los túneles del tiempo,
los prolegómenos influirán en el nivel de las lagunas.
Aprenderemos qué significa todo esto y todo aquello
pero sólo durante el día, porque de noche
desgajaremos, por ejemplo, tu vena aorta.
Lo que sea, con tal de desgajar.
Ahumados
Les molesta el humo,
entiendo.
Apagaré el cigarro.
Abriré la ventanilla.
Y
nada
más, porque
no pienso desprenderme
de ésta mi incineración,
que me consume.
En la taquilla
Los adultos pagan el doble
o los niños pagan la mitad,
como ustedes prefieran.
Los bebés y los llaveros no pagan.
Silencien sus móviles, piensen en esto.
Límpiense los ojos antes de pisar la arena.
Prohibido echar comida a los animales,
prohibido echar bebida a sus dueños.
Paguen al contado, por favor:
Los niños la mitad,
los adultos el doble,
los llaveros y los bebés no pagan.
¿Es que no piensan en esto?
Movilicen sus silencios.
Sepan que no les aguanto.
Paguen. No soy amable. Circulen.
De Lo circense
NOTA RÁPIDA
Cariño, te he dejado en la nevera un poco de pavo
y una metralleta por si lo notas crudo.
No sé si he cerrado el grifo del lavabo después de nadar:
por favor, compruébalo, y si se te olvida,
concedámosle al cuarto de baño su derecho a ser isla.
Aprovechando que no estoy, irás a por las castañuelas,
pero me las he llevado yo para regalárselas a alguna lumbre,
que, seguramente, las tratará mejor. Ah, anoche casi no dormí
por culpa de las cebras (una cosa es el afecto y otra cosa es
que se metan en la cama); habla con ellas, a mí no me hacen caso.
Si no vuelvo de aquí a mañana, ven a buscarme,
tráete la excavadora y, por supuesto, la ducha.
Y si vuelvo, da igual, ven, ven a buscarme,
estaré preguntándole por ti a algún megáfono cerca del río,
operando peces para apuntar en sus tripas por ejemplo esto.
De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea
(Diputación de Granada, 2010)
FUJITA, ESCALA DE
Si vas dejando vendavales,
cómo quieres que no me despeine,
si me los encuentro cada vez que abro
este cuaderno, armarios, esa ventana,
cajones, precintos de seguridad.
Cómo no quieres que me despeine,
que se me vayan las piernas para arriba,
que gire en medio de las fuerzas invisibles
que componen temporales no declarados,
que atraviese las paredes y los caminos.
Si vas dejando vendavales por mi cuerpo,
cómo quieres que no ande desnuda,
si me abren el alma y, al abrirla,
me los encuentro dentro, abriéndome.
Cómo no quieres que ande desnuda
buscándote por las paredes y los caminos
para devolverte los vendavales de mi ventana,
cajones, armarios, cuaderno, precintos de seguridad.
Si vas dejando vendavales en los vendavales
que vas dejando en mis piernas, cómo quieres
que no gire hacia ti en medio de fuerzas invisibles.
Cómo no quieres que me abra el alma si me la abres tú,
despeinándomela, desnudándomela, no declarándomela
ni temporal ni compuesta, cómo sujetármela a tu paso.
De Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea
(Diputación de Granada, 2010)
POR EL BIEN DE LOS JARDINES
Prohibido arrancar flores.
Pueden acariciarlas, despeinarlas,
dibujarlas en un cuaderno si lo desean,
pero sin arrancarlas del papel después.
Pueden inventarles pétalos, espinas,
vaporosos mamuts polinizadores alrededor,
pero no golpes de viento ni cortacéspedes
que pongan en peligro su existencia.
Prohibido darles de comer a las flores
porque pueden ponerse grandes y cariñosas,
seguirles a sus casas, dormir en sus puertas, ladrar casi
hasta que les dejen entrar y llenárselo todo de colores,
y eso, señores topos, está terminantemente prohibido,
al igual que robar motas de polvo con los ojos para llorar.
PARQUE DE JUEGOS
Al final de mis manos he encontrado el final del túnel
que he encontrado al final de mis manos.
Masticando erizos he aparecido, marrón y arisca,
en el parque de juegos, terroarenoso.
Unos niños me pisotean la cabeza sin querer.
Pienso pasar la noche, cuando todos se marchen,
tirándome por el tobogán hasta que me duela un diente.
Cojo una pelota, un botón, un zapato, un muñeco, un catarro.
De Ocho paradas en la arena
(Fundación María del Villar, 2009)
RETRATO FAMILIAR CON PADRE AL FRENTE
Retrato familiar compuesto por:
padre al frente sentado en trono de laurel,
hijos al fondo sosteniendo sendos racimos de uvas,
madre en la penumbra con una manzana en la boca,
telaraña sin araña en una esquina,
perro royendo hueso humano junto a chimenea apagada
y mosca paseándose por bastón señorial
empuñado por padre al frente.
Destaca la profunda gravedad de su semblante,
el trazo más firme en sus arrugas,
la fuerza y habilidad de sus ojos rasgados
para clavarse en los de quien examine
-no importa desde qué ángulo-
el retrato familiar con padre al frente.
La figura central hace que todo lo demás
(hijos, madre, perro, mosca)
no exista y sí exista, gracias a los finísimos hilos
que nacen de los dedos de padre al frente,
cuya sombra es
telaraña sin araña en una esquina.
DEL CUELLO A LA NUCA HAY UNA SOMBRA
La sombra del cuello es una nuca. La sombra de una nuca es la sombra de una nuca. El cuello que se gira obedece a los ojos. El cuello que se estira obedece al ego. El cuello que vibra obedece a la sequedad. La sombra del cuello es, realmente, el tiempo perdido; metafóricamente, es un artículo descatalogado, o más metafóricamente aún, el pomo debajo de la puerta. En casa del asesino no se puede mostrar la yugular ni el afecto. Un collar es fría caricia que decora. Una nuca nunca anuncia nada nuevo. Rezagada, detrás de la idea, se consuela pensando que, al menos, tiene sombra propia.
De A propósito de los cuerpos
(Littera Libros, 2008)
La ciudad girándose. Ediciones de Baile del Sol, 2015. Ilustración de cubierta: Conchy Franchy.
Un edificio extraño que en estos momentos pasaba por aquí
El edificio extraño que en estos momentos pasaba por aquí, aquí se ha quedado, pero dentro de una semana podría salir botando hacia la costa, o hacia otros lugares de interior, o junto a una catedral aprovechando un hueco, o a los pies de un río. El edificio no tiene un domicilio fijo, pero sí una compañera fija: la brisa. No es demasiado alto ni demasiado grande. En todas las plantas hay balcones y desde cualquier punto puede atisbarse la azotea de los valientes. No se nota a simple vista que sus ladrillos son de goma. Hay veces que quisiera tocarse los cimientos que no tiene y se dobla, y se retuerce, pero no lo consigue. Los que presencian tamaña contorsión desde la azotea son unos valientes. Para evitar rupturas con tanto movimiento, todos los enseres de cada vivienda de este edificio son de plástico. Incluso la comida. Incluso los abrazos.
EL CINE
En el cine puedo uno quitarse los zapatos, comer palomitas y dormirse incluso, si es que la película proyectada es de algún director de apellido incompleto condenado a morar rincones oscuros. En el cine los personajes son enormes, y los paisajes y los disparos y las bombas y los teléfonos móviles y los besos son enormes, y siempre se sienta en la primera fila el que más mueve la cabeza. Cuando se termina la historia, continúan las otras.
EL JUZGADO
Al juzgado va la gente después de pelearse, para que otros se peleen por ellos. Un juez da golpes con la maza como sinónimo de autoridad y se alisa la toga como señal de beneplácito. Los abogados llevan en sus maletines leyes y billetes. Los inculpados estudian baldosas si se habla de ellos. Cuando hay niños en los pasillos, todos dicen apenarse mucho, pero no tanto como los niños, no tanto como los pasillos.
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