FRANCISCO ZAMORA LOBOCH
Continuador de la tradición familiar (su padre era poeta), Francisco Zamora nace en Santa Isabel (hoy Malabo), en la entonces isla de Fernando Poo (hoy Bioko), Guinea Ecuatorial, en 1948. Tras sus estudios secundarios en su país, se trasladó a España para seguir estudios universitarios. Aunque inició Ciencias Económicas, luego se decidió por el Periodismo. Músico, compositor y escritor, Francisco Zamora empezó su andadura literaria en España durante los “años del silencio”.
Ha cultivado esencialmente el género lírico como medio de expresión artística. Su poesía refleja el trauma del exilio y el consiguiente conflicto de identidad que resultó de ello.
Su firma apareció en varios órganos de prensa españoles llegando a ser nombrado redactor-jefe del semanario Actual. En los años 70, fue muy activo en la creación y promoción de grupos culturales africanos en la capital de España.
Ha publicado los libros: El ensayo Cómo ser negro y no morir en Aravaca (Ediciones B, 1994) y los poemarios Memoria de laberintos (Sial, 1999) y Desde el Viyil y otras crónicas (Sial, 2008).y Memoria de laberintos (1999), poemario profundamente evocador, que es un exorcismo de las experiencias de su juventud santaisabelina.
En 1991, recibió el Premio Nacional de Periodismo "Julio Camba" de manos de D. Gonzalo Torrente Ballester.
Vive en Madrid, donde ejerce la profesión periodista, además de la de músico, con algunos discos ya editados.
NUESTROS ERÓTICOS Y VICIOSOS CÍRCULOS
I
Nos proponemos
Rastrear la impotencia vital
que limita nuestros entornos
mediante un suicidio colectivo
en:
Sangre
Alcohol
Esperma
Supuesto ceteris paribus:
el medio ambiente
la mutua ironía
el tiempo (Nuestro tiempo, tu tiempo y el mío)
Y alguna música
Sospechosamente proletaria y desarraigada
en:
Sangre
Alcohol
Esperma
partiendo siempre
de la desnudez más prehistórica
de la miseria más terrible
de la esquizofrenia más angustiosa
por supuesto:
Renunciando a todo sentimiento comprometedor
llámese odio
llámese amor
llámese pudor o poesía
Lo que pues implicaría:
La más espantosa indiferencia
el silencio más sumiso
la nada más absoluta.
De esta manera iremos:
desangrándonos hacia la muerte
ebrios hacia la muerte
copulando hacia la muerte.
II
De modo que no haremos más que descender.
Regresar a una primera edad
tras una simple reducción al absurdo
de los números, soluciones e incógnitas
que perfilan las graves rotaciones.
Cuerpo con cuerpo.
Sangre con sangre.
Tú aliento en mi aliento.
Descender se hace tan necesario como ascender
y sólo descarnando esquelas se deducen presencias.
Amorosamente el último escalón
de la escalera caracol de la depravación
el horror y el crimen.
Seremos, sangre con sangre
la derivada final.
Cuerpo con cuerpo.
Del abrazo incestuoso.
Que se perpetró a tientas entre tinieblas.
Sobre lechos de inmundicia
en fechas de esplendor y auge de imperios
Seremos amiga mía, tu alma en mi alma la resultante.
Del áspero choque entre extraños sexos.
Que hizo posible brotaran
Increíbles centauros, artísticos minotauros.
Tu sudor en mi sudor mientras pespunta el alba
contra las rendijas de la ventana
y cae la nieve lentamente,
mañana la lenta y rojiza amenaza
se apelmazará en los zaguanes, derrapará en las [calzadas
resbalará en el declive de las gabardinas
y se arremolinará en las espuertas de los barrios.
Nuestras lenguas en litigio buscarán en el hedor de axilas
la oquedad perfecta para evadir su frío estrépito.
III
Testuz y pezuñas a ras de sábanas
los belfos arrojando la espuma de la aniquilación.
Observad en aulas y avenidas de la ciudad
la viscosa uniformidad de vuestros mejores cerebros.
Palpad el viaje de la mediocridad sobre el empedrado
mezclándose con cruces de lenguas, épocas disipadas.
El triunfo, al sonar del almirez, de la escisión
que trató de evitar vuestro más ilustre muerto.
Ved, pues, cómo pulgar abajo César decreta el exilio
del pájaro de bello plumaje proa a Patmos para satisfacer
a pan y laurel su vanidad de armiño y seda.
Oíd, por sobre vuestra vacuidad la sentencia de la historia.
Escuchadla con oídos alelados, ojos desorbitados, escuchadla.
Surgiendo de callejones sin salida, madrugadas apremiantes
arrastrarse entre chabolas y barricadas, alzándose en gavillas
de penas, redadas de penas de trenes y vagones y penas.
Oíd los murmullos de los saxos-fálicos-phones
que desfloran corcheas contra el lecho del ghetto
deletrean singladuras en swing, bebop, humanos desesperos
entre estrechos suicidios de heroína y marihuana
agónicos sorbos de té con ginebra.
Los saxos-fálicos-phones: tres en fondo
la aguda insinuación del negro cinocéfalo preso
en su jaula de algodón y miedo que entre oscuro
mísero y heroico bramaba tras la niebla y el exilio.
Los saxos-fálicos-phones: tres en fondo
Y el trombón y en sordina el atrompetado bálano.
Y la voz lúcida como una locura del gitano
que pregonaba su carro de quincallas y baratijas.
Mientras esa ciudad —la amada Babilonia— se desmorona
y la luna rota de sus burdeles arroja a la fornicación presente
los estriados perfiles de desesperadas parejas pretéritas
que desquiciados por el galopar del otoño sobre el azar
ansiaban reconstruirse en el rostro de parejas venideras.
IV
Mientras la ciudad —la amada Babilonia— se desmorona
bajo el peso de la sodomía: Huid, dijo la voz del griot.
Huid parejas, huid a lomos de aquellos briosos bayos
de magnífica andadura que inventó vuestra insólita entente.
Huid, hasta donde amaina el furor de las entrepiernas
y cesa de fluir el viento y la caliente baba, huid.
Al mar de rameras medusas y peces de fantasía.
Al mar de horrorosas trombas de agua y hondas repercusiones.
Al mar de barcos de cartón y piratas sedientos de cofres
que os cubrirá de islas junto a quillas de buques perdidos
y colonias de madréporas
para formar domos de futuros minerales
donde seréis el filo de la daga contra la muerte
el horizontal choque del cetáceo y el mar.
Un sólo río, un único congo volga.
La loa de divinidades walkyrias con cánticos de espiritual soleá.
Donde seríamos lágrimas y risa tras postigos de madrugada
cuando los latidos del cuerpo fuesen latidos del alma
las dudas del alma dudas de labios encendidos
entrechocando y temblando en la noche.
Azafrán
bocas
y olvido.
Nunca más seremos fríos promontorios
sobre una utopía de quinientas millas de incomprensión
trazados a compás, boca y genital separados
por un estrecho de millas y cadáveres, muñones y alertas.
Nunca más una frágil contradicción volcánica
de espumosas fugas sin posibilidad de reencuentro
la soledad de algas y gaviotas que golpea el océano
el egoísmo de zargazos, medusas y pólipos
cuya morbidez de vísceras y entrañas de pizarra
picotearán los cuervos.
V
Mas, una historia tentadora como el suicidio
tan dulce como la congoja
que reproduce el fruto de la muerte en una garganta
abierta por las semillas del tiempo en sazón
obliga a estrategias concéntricas de rostros espirales
frotando intangible su estúpida rutina
sobre el ojo premeditado de la piedra ritual
que remontando impasible la cúspide de la condenación
retorna a la falda del vicioso círculo
al absurdo origen de la húmeda rotación circular.
Azafrán, bocas y olvido.
Amar no era sino arrimar mi miseria
a la vera, vela tu historia
de modo que la cópula feroz fuese confluir
en el cruce del eunuco y el cisne, asidos los labios
a los rieles de la costumbre y la lluvia
amar era el sello de una carta sin eco
al cruce de la derrota de aquellos esforzados guerreros
que de espaldas a la falaz teoría origen de la lid
exentos de heroicidad ninguna más allá de las lágrimas
ornaban el cuenco vacío de los jubones
con velos de meretrices y muescas de muertos inútiles.
Helos allí: ¿No es el de más allá Gonzalo Arnáez
aquel que tras domeñar al moro de Córdoba fuera
luego premiado por Aníbal con la grave encomienda
que distingue a los girondinos?
y aferrado a sus entrañas de vencido
restañando sus heridas de vencido con el polen amargo
que sólo es dado rastrear en lecho del oprobio,
trajinan los muslos caorí de la dulce Sulima
Sulima aliento de alhelí, Sulima enaguas de seda
cuya pernada antes de concebida fuera ya pactada
entre Escipión y los cuarenta Jacobinos.
Helos aquí ante una muerte no del todo anónima.
VI
E inventan palabras donde refugiar su impotencia
raros verbos, tierna demagogia envuelta en celofán
que su ingravidez amenazada de muerte
transforma en mímica útil, asequible papiro
mientras buscan una lengua terrible y ávida
La lengua madre:
Que tanteará frenética tus más íntimas geografías
rescatará tu vientre de su epicentro y lo devolverá
humeante al camino de las galaxias perdidas por siempre
dolores lola ibarruri patricio emeri lumumba
roja verónica inconclusa voz que clama en desiertos
que instrumenta fuego sobre plazas de cordura, poblado viento
plazas de sangre y palabras, tendidos que arrasa miseria y desenfreno
de pasión graderíos de amor-odio: Congoleses más vale morir de pié
España me ha hecho yo lo prolongo que vivir de rodillas
Y porque hacemos agua como barcos desguazados
Ateridos de frío y acongojados
ante la desazón que origina la posguerra
nos nace del bajo vientre música de transición
música marginal que armoniza el tufo de los sexos en conflicto
clavetea el vivió y compasan nuestras más remotas inercias
en movimientos discontinuos que buscan jadeantes
el círculo final, la sinfonía cosmológica
que reencontrará la parte con el todo.
Manuel ortega Juárez bessie blues smith
Vuelve amiga no marches todavía garganta paranoica
Ven, ahora, gozamos un solo horizontal jaula de premoniciones suicidas
el íntimo tajo de navajas callejeras poso de sangre, alcohol y esperma
que busca en las ingles emerger gargantas
del laberinto de las eras
Pero nos debatíamos ya fláccidos y vacíos
como frágiles amebas amenazadas de muerte.
Por una furiosa división caníbal e irremediable.
VII
Observo cada lado de esta habitación
donde tantas veces fracasamos en nuestro esfuerzo
por coexistir de manera más tangible.
Miro, no sin rencor, a pesar de la costumbre.
Las velas encendidas
el mantel dispuesto
el pan y el espasmo.
Golpean las vidrieras los estertores
del viejo almanaque donde se despedazaron
con nocturnidad y alevosía las eras
despertando lejanas resonancias
vagos bostezos prehistóricos huidos de bocas remotas
mezclándose con las salvas de rigor
que pronunciamos el primer día del rito.
Acaso falte el jarrón con pétalos de urbes exhaustas
y sobre el presentimiento de que esta vez será distinto.
Que no es cierto que palpo en su cuerpo el envés de tus pechos
tus pechos que supieron del sopor de siesta
negligentemente reclinados en mis manos
aletargados como menhires, atolondrados y ciegos
asomando dos ojos enormes como pezones donde la modorra
maduraba verdes presagios de amables homicidios.
Las velas encendidas
el mantel dispuesto
el pan y el espasmo
acaso falta el jarrón con pétalos de urbes exhaustas
y sobra que nos preguntemos quién es más terrible
aquel que provoca la catástrofe o quien sereno la observa
desde el temible mirador de su indiferencia.
LAMENTO SOBRE ANNOBÓN, BELLEZA Y SOLEDAD
… Y allí, alejada de la verde masa africana,
azotada por los vientos del Atlántico,
orgullosa y solitaria, se erige una historia, un mundo,
un destino:
Annobón.
En lo más alto, el desdentado pico Quioveo despide al visitante
con una triste mueca de esperanza,
lanza su eterno mensaje, hacia los espacios.
Paciente espera, ingenua, se fía del mundo.
En la playa de Palea, una niña llora.
Con la mirada perdida en la estela que deja el visitante,
su padre con encallecidas y rudas manos la silencia,
el mar sigue cantando su tonadilla constante.
Rudeza y nobleza en las almas
y el borracho que duerme a la sombra del cocotero
sobre la arena, las sombras del viejo “Viyil”
de él no queda más que el regusto amargo de un tiempo que fue
mejor.
Asoma la noche, allá arriba, en un mástil, ondea la roja y gualda
¿es símbolo, de un vestigio o de una burla?
ayer orgullo del mundo, imperio y sol perpetuo
ayer plazas y señoríos
hoy Annobón.
¿Risas o lágrimas?;
llama, espera, cree.
Nada puede ofrecer a cambio,
Más respira belleza, paz, silencio, un paraíso en el infierno.
No hay rima.
La noche está al caer
pero hay luz en las almas
suena el viejo “Tambalé”
el cuerpo del negro mozo, vibra bajo el influjo mágico del ritmo
¡eah! grita la negra y enseña una cadena de blancos dientes
contrastes de su oscura piel.
Un largo cocotero, acaba de cantarle la “nana” al algo “Mazafín”
él como buen niño,
se sume, en un dulce y descansado letargo.
Quieto en su lecho, sueña con bellas sirenas.
El ritmo cambia, el ambiente y los años retroceden
ahora es una vieja canción.
Corteses, él y ella dejan sitio a los viejos.
Existe el respeto y la noche es larga.
Un alegre rayo de luz anuncia el día
las mujeres se encaminan lentamente a sus quehaceres
los hombres hacen lo propio en la mar
y queda en peligro el vistoso “Pilili” y también el triste
“Jajual”.
Atrás ha quedado un grito de guerra
El “Blo ay se blochó1” es otra muda esperanza.
Allá en alta mar
el trajeado visitante lanza una última mirada,
a la piedra que desaparece,
en el espacio ha quedado flotando la promesa.
La Guinea española, octubre de 1967
SALVAD A COPITO
Mi enhorabuena Copito mi enhorabuena.
Gracias a que gasta UD. forros blancos y ojos azules
ha podido abandonar la selva
con gran alborozo por parte de Occidente.
Así, tras civilizados barrotes
no volverá a sufrir la zozobra de saberse acechado
la angustia que precede a la emboscada del depredador
la hiena, el leopardo o el fugitivo indígena.
Gracias a la extraña mutación que padece
disfrutó un buen biberón desde el primer día
el rumor de las Ramblas, cacahuetes, pipas,
un hermoso nombre de detergente a granel
así como pequeñas obscenidades en catalán.
Recibe Ud. visitas con tratamiento de ilustrísima
tiene amigos en el Ministerio
calefacción y agua caliente en invierno;
primero de la clase, sus compañeros
no pueden reprimir su admiración cada vez que le nombra el domador
Copito de nieve, el único gorila del mundo con el alma blanca.
Pero si bien eludió Ud. definitivamente el tsé-tsé
al anopheles y a un cierto neocolonialismo sentimental,
el precio por el bombín, los tres tenedores y el lenguado meunier
han sido bien altos aunque le sugiero
que todo pudo haber sido muy distinto
Ud. se permita recordarme que a otros del mismo tropel
les fue peor.
EL PRISIONERO DE LA GRAN VÍA
Si superas
que no me dejan los días de fiesta
ponerme el taparrabos nuevo
donde bordaste mis iniciales
temblándote los dedos de vieja.
Si supieras
Que tengo la garganta enmohecida
porque no puedo salirme a las plazas
y ensayar mis gritos de guerra.
Que no puedo pasearme por las grandes vías
el torso desnudo, desafiando al invierno
y enseñando mis tatuajes
a los niños de esta ciudad.
Si pudieras verme
fiel esclavo de los tendidos,
vociferante hincha en los estadios,
compadre incondicional de los mesones.
Madre, si pudieras verme.
Antología de la literatura guineana, 1984.
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