viernes, 18 de marzo de 2011
3497.- PABLO MIRAVET
PABLO MIRAVET
(Palma de Mallorca, España, 1967)
Ha publicado el libro de notas y aforismos Fragmentos tibios (2002) y el poemario Mermas (2008).
mermas
pablo miravet
partículas elementales
el lenguaje, la gasa
para cauterizar las heridas
o sólo la herida
lenguaje escombrera
palabras muertas
flores de plástico
brazos de muñeca
she rosa L.
tal vez la bella empleada morirá
y los indiferentes manolo blahnik
de la señora cósmica
pisarán su ceniza
camino del siempre igual
evento social
pisarán su ceniza
y yo
arrodillado sobre su nada, sobre
su heroicidad antiutilitaria
arrodillado sobre
su irredentismo autodestructivo
seré un animal aullando
el adiós más febril
yo también escupiré sobre vuestra tumba
los ojos fríos no se dan
por nombrados
el sol tira los dados
y sale un cero, sale un imposible
la cosa más insondable
el asomo de un infinito
siempre visitado
por las ninfas etéreas
que a veces posan dóciles
en los escalones
de los paraninfos o son el epílogo
de las ilusiones y los
impulsos caducos, el resto
de algunos días infértiles
la coda que la muerte
puso en nuestras sonrisas
el grito que dice el asco
inmediatamente ahogado
por las ganas de chillarlo
el hombre, único animal que sabe hablar solo
tan triste llamo a la tintorería
y hablo con acento guatemalteco
tan triste, eso me hace reír
la boca escupe una risa anodina
encaro el pasillo, caigo boca arriba
y desplomado troquelo con ojos
de loco el techo de la casa
tropieza la mirada ida con un desecho
azul, una estrella caída anda ahí dejada
cadáver librado a su libertad de ser
nada
dolor sitiado por cegueras impecables
apostadero, un martini, lo bello, bahía de pollensa
sí, la bahía es hermosa a las ocho
dice Lady W
el agua duerme, el sol muere
todo es estampa y estampa eterna
y siempre estampa azafrán
en el faro alguien perece ahogado
ahora a las ocho
ahora muere en el faro
y en qué otros miles de faros
no mueren ahora otros
¿no es cierto que la bahía es hermosa a las ocho?
definitivamente, asiente el mayordomo
balance
la línea de todas las muertes
irónico skyline
trazado por los días idos
sobre el que duerme la sonrisa encontrada
de un cráneo otoñal
cosecha dudosa
placer del no ser
horrores de otro día
bebimos un océano invisible
implorando una estética
por los cafés
ando por los cafés
y escucho las conversaciones de los muertos
la literatura de ocasión
que luego rememoro
en el cubo orwelliano
entre estas paredes grises
que tantas ganas de morir dan
a las doce y casi siempre
casi siempre me pierdo
a la caza de pornografía tolerada
y de brutalidad sentimental
y atrapo entre las mesas
el sentido común de la novia
que prepara su boda
el sentido común del que tiene razón
el del que deplora la ineficacia de los
otros, siempre los otros
el de esa puta que somos una que otra vez
el sentido común de los cadáveres sin elección
de nuevo por los cafés
otra vez ando solo por los cafés
los muertos toman algo y prometen
agostos y flores
mares rojos hechos de sangre de nadie
y yo, muerto entre los muertos
regado de amapolas y zozobra
dejo los cafés y vago
pensando en la idea del tiempo
un vómito traza por azar en el pavimento
los itinerarios del desastre
la cartografía de la calamidad violeta
ahora son las tres
y a las tres le es indiferente ser haber sido
el reloj es inocente en tanto máquina
como acaso son inocentes los muertos felices
de los cafés que frecuento
para pulsar su decir demente
para saber que ya no existo en septiembre
salón
“Pensar no basta: es preciso pensar en algo”
(Jules Renard)
cómo no llegaron los eunucos
vestidos de plata
tañendo sus arpas
cómo, si les proveímos
de los pertrechos, las prótesis
la buena conciencia, las armas léxicas
las consignas y hasta la sonrisa
cómo no llegaron
teñidos de argenta los eunucos
expidiendo nuestra jerga
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