martes, 15 de febrero de 2011

3037.- VÉRONIQUE DAINE


Véronique Daine
Nacida en el 1964, en Arlon y vive en Gaume, sobre la frontera francesa.
OBRAS:
Infirme est le nom, L’Arbre à paroles, 2003 ; On parlera dans le vide, L’Arbre à paroles, 2004 ; Glaires, L’Arbre à paroles, 2005 ; Fin des révoltes et commencement des lettres, L’Arbre à paroles, 2006 ; R.B., L’Herbe qui tremble, 2010.





1.

después del miedo y del fascismo
de las lenguas fascistas
en el breve reposo que hay después del miedo
y antes del otro el mismo que vuelve una y otra vez
lejos de la depredación
(en el reposo donde hay tiempo – se cree que hay tiempo –
para existir hasta tarde)
en lo opaco e indistinto
en lo informe sin un canto sin un aleteo no
una forma o sólo
su comienzo entre el miedo
entonces ahí
venir ser
viniendo
que su propio movimiento de venir da a venir
al movimiento de la forma
que su propio movimiento de venir da a venir
a la pasión de existir.






2.

con la luz septiembre, buscamos aún más aquella mirada
que no mira
aquella mirada ciega que descompone la luz y viene entre
sabemos que es la mirada del rosado que buscamos
su mirada visible
tenemos un poco miedo porque no recordamos si hay rosado todavía
en invierno
sólo recordamos un escurrimiento lácteo sobre el muro y claridades
ya enfermizas
André Schmitz dice que habrá rosado en invierno también
mañana y noche
mañana y noche, André Schmitz teme morir
y a veces el rosado ya está, conmovedor y a la vez lejano
infinitamente lejano
y como impidiéndonos acercar
sí: impidiéndonos acercar
sin embargo no es perder, no es el dolor de la pérdida que esta ahí
es el rosado, el sentimiento del rosado
como otro alcanzar por instantes
un alcanzar que nos desprendería de nuestro perder.






3.

nacimiento del rosado un amanecer en el muro de una habitación
y como si tuviésemos la sabiduría de aquel nacer con toda una
vida
que nos alcanza por intermitencia
también con la visión de carne viva en la ruta
carne destinada a la perdición
donde se iría a perder la mirada
y se perderían las ruedas
y habría de perderse toda la materia de la violación
y sólo el silencio y la inmovilidad para conseguir
lo que necesita ser conseguido aún
lo que precisa volverse manifestación
podría ser fácil dejarse amar por las cosas
pero nuestras sabidurías
qué sabemos de nuestras sabidurías
son aquellas de quien no para de conseguir tomar cuerpo
al centro de inconcebibles victorias sobre la división
o son aquellas de otra metamorfosis
más borrosas y oscuras aquellas
y como de una espantosa eucaristía.





4.

rosados y ocres un amanecer aves
que desgarran un poco el vientre
y eso
que dejó su sitio
para venir hasta nosotros
eso que atravesó
y que sólo obtuvo el desgarrón
para encontrarnos
y el destrozo que ahora se destroza
librando su memoria
librando el rosado de su herida
uno piensa que es por ahí que habría que hablar
habría que hablar al lado de la herida
en la fragilidad de la herida
ahí podríamos abrazar cuerpos nuevos
alcanzados por la memoria
la enfermedad de la memoria
como besar el párpado un poco morado
de la infancia pendiente
y que aún iba a perder
no hablar más de aquel amor
y de la luz en aquel instante
traslúcido
hablar de la luz dejando pasar la luz
antes de tener que ser uno mismo de nuevo
rosados y ocres sometidos a la pregunta de la mirada
y también la mirada
que no sabe si sigue mirando
o si se pierde en la pregunta.












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