Jorge García Sabal. Nació en Balcarce (Argentina) en 1948. Murió en Buenos Aires en 1996. Publicó: El Fuego de las aguas, 1979 (Premio Fondo Nacional de las Artes, 1978); Figura de baile, 1981; Mitad de la vida, 1983 (Primer premio Certamen de Poesía “Miguel Hernández”, 1982); Lugares propios, 1987; Tabla Rasa, 1991 (Premio “La Nación”, 1990; Jurado: Octavio Paz, Olga Orozco, Enrique Molina, Roberto Juarroz, Jorge Cruz); Satura. 1994; Antología Poética, 1996.
Selección de poemas del libro Mitad de la vida, editado por primera vez en 1983 y reeditado en la Antología 1996. Ediciones del Dock .
Luz natal
¿Y aquel lugar, tan bello entonces,
aquél seguro refugio del mundo?
Horizonte de lomas, piedra gris
y sendero de pérgolas, olor
de los jazmines.
Luego los rostros familiares,
las almas únicas, los dones del deseo.
¿Por qué vuelven, en que fervor
respira este minuto? Universo mío,
cima desnuda.
Mirada
A veces se mira en el espejo, y se busca;
la tensión de los párpados, la frente intacta,
el desafío de los ojos.
Y sonríe y comprende y a veces llora.
Entonces piensa qué generosa fue la vida
y cuanto de amor y odio tuvo la belleza
Mitad de la vida
En medio del camino
como si nada hubiera pasado
o la vida fuera
el temblor y la sangre de otras batallas
o el eco
de aquello que hubiéramos sido
sin nosotros.
Carta
Nada está perdido. No tienes más
Que volver a hacer el viaje
Rimbaud (Carta a Verlaine)
Quién cometió esos pecados.
El mar es incierto
Y los barcos que en él navegan
Alcanzan pobres puertos
Tristes
Momentáneos
Y no hay mayor engaño que partir
O volver
Como si algo estuviera acabado
Por empezar
Sin la memoria
Sin el vaivén oscuro de la memoria.
Hay que estar quieto
Cuando todo ha sido un error
Entre palabras
Que debían ser ojos
Entre manos que olvidaban su deber.
Charla del viejo
Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.
Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.
Insomnio
Sálvate de tu madre y del padre de tu madre y de la madre del padre.
Sálvate de tus hijos y de los hijos de tus hijos. Sálvate, de la
traición de la escoria. Sálvate por el hallazgo, por la ambición de
entrar solo por una puerta que da a un lugar solo.
Sálvate y queda mirando ese desierto : ciénagas de hambre ciénagas de
sombra: sé un sueño solo sin voces ni gritos: tu huésped.
Entrada al sueño
Se siente caer y una zarpa lentísima,
un desorden de la memoria oscila
del rojo al negro, del blanco a la sombra
que da el blanco. Agotados los ojos
de la vigilia el corazón cede el paso,
y otro jardín de hojas desmañadas
busca nuevos caminos de terror o gloria,
otro mundo donde arder.
Se siente caer y una zarpa lentísima,
un desorden de la memoria oscila
del rojo al negro, del blanco a la sombra
que da el blanco. Agotados los ojos
de la vigilia el corazón cede el paso,
y otro jardín de hojas desmañadas
busca nuevos caminos de terror o gloria,
otro mundo donde arder.
Luz natal
¿Y aquel lugar, tan bello entonces,
aquél seguro refugio del mundo?
Horizonte de lomas, piedra gris
y sendero de pérgolas, olor
de los jazmines.
Luego los rostros familiares,
las almas únicas, los dones del deseo.
¿Por qué vuelven, en que fervor
respira este minuto? Universo mío,
cima desnuda.
Mirada
A veces se mira en el espejo, y se busca;
la tensión de los párpados, la frente intacta,
el desafío de los ojos.
Y sonríe y comprende y a veces llora.
Entonces piensa qué generosa fue la vida
y cuanto de amor y odio tuvo la belleza
Mitad de la vida
En medio del camino
como si nada hubiera pasado
o la vida fuera
el temblor y la sangre de otras batallas
o el eco
de aquello que hubiéramos sido
sin nosotros.
Carta
Nada está perdido. No tienes más
Que volver a hacer el viaje
Rimbaud (Carta a Verlaine)
Quién cometió esos pecados.
El mar es incierto
Y los barcos que en él navegan
Alcanzan pobres puertos
Tristes
Momentáneos
Y no hay mayor engaño que partir
O volver
Como si algo estuviera acabado
Por empezar
Sin la memoria
Sin el vaivén oscuro de la memoria.
Hay que estar quieto
Cuando todo ha sido un error
Entre palabras
Que debían ser ojos
Entre manos que olvidaban su deber.
Charla del viejo
Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.
Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.
Insomnio
Sálvate de tu madre y del padre de tu madre y de la madre del padre.
Sálvate de tus hijos y de los hijos de tus hijos. Sálvate, de la
traición de la escoria. Sálvate por el hallazgo, por la ambición de
entrar solo por una puerta que da a un lugar solo.
Sálvate y queda mirando ese desierto : ciénagas de hambre ciénagas de
sombra: sé un sueño solo sin voces ni gritos: tu huésped.
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