THOMAS ROZYCKI.(Nació en 1970 ) Poeta polaco, traductor, romanista, vive en Opole .
OBRA:
Vaterland (Stowarzyszenie Literackie im. K. K. Baczyńskiego, Łódź 1997)
Anima (Zielona Sowa, Kraków 1999)
Chata Umaita (Lampa i Iskra Boża, Warszawa 2001)
Świat i antyświat (Lampa i Iskra Boża, Warszawa 2003)
Wiersze (Lampa i Iskra Boża, Warszawa 2004; zawiera utwory z jego czterech poprzednich książek)
Dwanaście stacji (Znak, Kraków 2004)
Kolonie (Znak, Kraków 2006)
8. CABO DE HORNOS
Partimos de mañana, la tierna autopista es como
una racha, un alcohol ligero, salimos del sótano a la luz.
¿Cómo fue posible que el paraíso infantil se redujera a cenizas
tan rápido, basta soplar? Partimos para siempre, somos
jóvenes, ante nosotros una nueva vida, y después aún media.
Llevamos maletas, el transporte vagará durante
muchas noches. Tenemos que decir algunas cosas.
Hay algunos objetos bellos que perdieron vigencia,
el dinero nos bastará hasta las primeras lluvias.
Detrás de la luna del coche el país es todavía gris,
de este gris pronto saldrán treinta tres matices de negro
y el color de la sangre. Enterramos nuestra infancia,
esto ya es una cuestión religiosa. Pronto saldrán las sombras
y correrán por la carretera como una jauría de perros hambrientos.
12. LA FLOTA DE SU MAJESTAD
Jugaba solo contra el ordenador, era
soberano en un pobre país de Centroeuropa,
convertido en potencia gracias a mi honrosa
política, el comercio, y también a la fuerza
de mis tropas, de la economía. Si libraba
guerras era por mor de evitar agresiones
enemigas, o en contra de países más torpes
y débiles, aquellos que había que mandar.
Tenía la administración, buenos tribunales,
(se cumplía la ley), una flota y colonias,
gozaba del respeto del mundo diplomático,
y también de mis súbditos. Nunca condené a nadie
sin causa, fuera de los enemigos públicos:
desertores, poetas, traidores, especuladores impúdicos.
15. ANIMALES SALVAJES
Dejamos en torno a la casa tres escudillas
de leche. Esta noche vendrán a beber gatos
o algo más ligero, algo que reconocerás
porque no deja huellas. No haremos las maletas
eternamente, no huiremos, pues no hay huida.
Desplázate en tren, en coche, en avión,
a siete mil metros sobre el grasiento barro
de nuestras grises regiones natales, seguros
en la cabina insonorizada, con una limpia azafata
de cuidadas uñas, con una taza de Henessy,
con asientos regulables, auriculares, un murmullo
de negro jazz en el interior, e incluso así tendrás
una total descompresión. De golpe, el corazón lleno
de fuego saltará de las venas y estallará. Y estallará.
marzo 2004
17. MERCANCÍA HUMANA
Cuando empecé a escribir, aún no sabía
que cada palabra tonta, sola y abandonada,
una vez en el papel tomaría como defensa todo
lo que podría soportar, que se llenaría lenta
de luz, de carne, de corteza, que cogería el cuerpo
de las mujeres y de los animales, de la tierra,
de las cosas saladas y de las cuestiones tenebrosas,
que al final tomaría el papel, las casas, las calles y el caos
de todos los pisos del cosmos, que pediría ayuda
al cielo y a un trozo del infierno, y que por la noche
se movería y gemiría, mordería y marcharía
por todas nuestras camas, salvaje y enorme,
un salvaje y enorme niño. Y que con su lengua negra
tendría que probar la sangre de alguien cada noche.
18. HIERRO Y PÓLVORA
Hemos perdido mucha sangre, pero aún vivimos.
La herida es muy profunda y por ella entra el viento
y el polvo, el ruido de la ciudad: se ve por dentro
y la galería interna de las venas, los tendones, y el pneuma
y también algo que se mueve sin descanso, más adentro
algo vivo se estremece. Tiembla. Con nosotros han usado
un arma del todo nueva, pero vivimos. En los lugares
de una amputación parcial ya crecen, florecen ligeras
prótesis, todo irá bien. Habrá una señal, una cicatriz
cuando te despiertes, habrá marcas en la pared
y un ligero tufo en el aire, en las rendijas brillarán
los vidrios arrancados, se condensarán los asuntos
que existen entre nosotros y la calderilla se pegará
a los dedos, como si la corriente la hubiese soldado.
marzo 2004
19. MACHETES Y CARABINAS
Para J. P.
Desde que dejó de interesarme la literatura,
y por fin empezó la vida y todos sus asuntos,
dieciocho motivos por los que vale la pena
levantarse, las cuatro primeras palabras
que dirá un niño, tu número plural
en relación con mi singular y el resultado
de esta actividad en la cama, que alguien muerto
pueda seguir viviendo en el papel, acampar
entre el gentío en el aeropuerto, vivir en un montículo
de la ciudad, en el fondo de un mar seco entre barcos
muertos, en una tienda de piel de dragón, muerto de noche
bajo un neón llameante a la salida del subterráneo,
tensar cuerdas de sus intestinos y cantar canciones
a los hijos, antes de que despierten y abran los ojos.
24. MAPAS
Freud descubrió América. Y lo hizo de noche,
después de viajar todo un mes en la bodega
de un carguero con tres mil lívidos emigrantes
de ciudades polvorientas de Europa Central.
Todo el mes arrojando. Lo que hasta aquel momento
estaba escondido, salió a la luz. Por fin purificados
después de la cuarentena, estaban en la tierra
prometida desde siempre. Vacíos. Con los pies secos
cruzaron el océano. Todo está en su piel,
así pues, los reconocen, les pagan. Todo es grande,
los bancos, el cine, los coches. Ahora por fin deberán
comer, atiborrarse. Freud soñó que descubría
una nueva tierra que hasta entonces no estaba
en el mapa, y ahora ya no quiere caber en él.
31. FERROCARRIL
Toda la vida en el tren, o dos tal vez,
pues el cuerpo, llevado por el diablo, el hierro
y la rapidez, pierde mucho más que el tiempo,
claro está. Y la vista en nada, ya que en el paisaje
no hay punto de soporte, algo que nos permita
meterlo en un patrón, en un sistema
y librarlo a la física, pensar así que el mundo
tiene algún proceder y en este caso es justo
una máquina, completo. Así sería mejor.
Pero no, hay apéndices, algo que me liga
a la ciudad, al niño, a la mujer, otro sistema,
una matemática donde me multiplico
en diez clones, donde hay un error, algún defecto –
el corazón no late regular con el andén vacío.
32. EL HOLANDÉS ERRANTE
Y de nuevo París, rue Monge, la charlatanería
de los intelectuales, del todo impotente
ante la cantidad de quesos, cafés, ejércitos
de botellas polvorientas, ante la luz, la cama,
cien tipos de amor y doscientos de lujuria,
después postres y coñac. Los labios mordidos
de una chica en primera fila. Claramente, la lengua
nota el sabor, pero a su disposición tiene el vacío
de la metáfora, nada más. ¿Y quién crea del vacío?
De la nada, ¿una nada aún mayor? además, ¿la noche
lo multiplica por sí misma y de todo esto construye
ciudades llenas de nada, pisos, y en estos pisos
gente recortada del vacío, animales henchidos?
Y ellos, ¿a quién transportan? ¿A quién arrollan?
36. BOSQUIMANOS Y EXPLORADORES
Han quemado los suburbios, ahora el fuego
nos rodea, estamos dentro y hace bastante calor.
Es noviembre, todo el día esperamos invitados,
los niños corren hacia la puerta para recibirlos,
mientras, sólo el hollín cae en la cocina y se sienta
en las terrazas blancas, en el pelo, en el mantel.
Penetran algunas partículas hacia nuestro mundo
por grietas no descubiertas, por el ventilador
y por debajo de las puertas. Esta danza es un repertorio
de signos, un alfabeto mímico. Todos bailamos un poco,
si lo miramos como ahora, sin voz, desde la altura de las nubes.
Tenemos provisiones, podemos esperar a que amanezca.
A cada momento los niños corren con un grito hacia la puerta.
Ya vienen! Ya vienen! Pero no hay nadie en la escalera.
39. ARRECIFE DE CORAL (CORAL BAY)
Cuando empecé a escribir, de ninguna manera
sabía que rápidamente me haría tan rico,
que compraría una isla adonde volaría
quince veces al día, que me traerían botellas
las olas, que de mi mano los narvales
comerían, que mi país ocuparía la quinta parte
del mundo, que en lugar de un sueldo
traería conchas, que al despertarme
encontraría en la cama piedras preciosas
y que no se me notaría. Y tendría igualmente
el bolsillo agujereado, me sentaría con vosotros
a la mesa como siempre, y que mis mujeres,
mis niños, mis animales, mis tierras bailarían ante mí
en el aire, se elevarían y caerían de nuevo.
41. EL QUINTO IMPERIO
Cascais, camino de Sintra. A la simple pregunta
¿Quién eres? Contesto en tantas versiones como
vueltas da el molino del corazón. Luego, la muerte
tendrá una joya, un problema, cómo enviar
la notificación, a quién tocar con el dedo hundido
en la sangre. Aquí los delfines juegan y el océano charla,
y yo he despedido Europa y el desorden en los libros,
ya nadie calculará quién en el debe y quién en el haber.
Ahora entro en el mar vestido de contable, de ingeniero,
de profesor de lenguas, se me empañaron los vidrios,
esto es una metáfora en este soleado país, y tendrá
un problema, como ya dije. Y pasará un tiempo
antes de que me reconozcan entre los bosques de corcho,
en el interior del océano, en una gota pétrea de sangre.
50. INTERIOR
En metro por la noche. Subían caras conocidas
de antiguas fotografías, pero desconocía
sus nombres, y las lenguas en que hablaban.
En cada estación bajaban, subían, niños y mujeres,
los de la familia, y la lejana, armenios y judíos, soldados
con uniformes de tres ejércitos vencidos, y contaban
la historia de la bella juventud, de la traición y de su ciudad,
de los vecinos y de Europa, y cada uno tenía un objeto,
una prueba fundamental: un botón sacado de una tumba,
una medallita oxidada, una gorra con un emblema, un libro
salvado de una casa en llamas, un mechón de pelo
de un niño, una carta de otro mundo, un reloj estropeado
que se detuvo en el momento del adiós, cuando
el beso lo transforma todo en piedra, a la gente y el viento.
septiembre 2005
57. ANTIGUA FORTALEZA
Terminó el siglo veinte y la literatura abandonó
las ciudades, sus cálidas cenizas, sus habitaciones
olvidadas, las profundas iglesias, las voces
en los sótanos, las cerezas y los exámenes,
la arqueología, y a los alemanes, judíos, polacos,
a las turbas en los andenes, Schulz murió, murió Roth.
Desde entonces la literatura echó a los espectros
de las calles, de los jardines, de los barrios,
lanzó los uniformes y vivió en el vacío,
su lugar de siempre, desde el principio. Al final,
se trasladó a su pesada biblioteca, a su archivo
de una máquina virtual. Ya murieron Lesmian,
Mandelshtam y Brodski, e ingresó en el abismo,
en las cartas perdidas, las fotos, los sueños, en ningún lugar.
59. PESCA EN LA BAHÍA
El cuerpo de mi padre, que antes de morir
se convirtió en mi hijo. Vi ese cuerpo de repente
en los escaparates de las librerías, en los carteles,
las pantallas de televisión, por él andaba,
en él me adormecía, de él comía, bebía,
y en él creció la hierba, las casas, un cuerpo
que se había librado a todo el mundo, cansado,
enroscado, tierra, arena, piedra y agua.
El cuerpo de mi madre era ligero, un cuerpo vacío,
pero todo él estaba lleno de un dolor líquido
y lo atrapé en mis manos como una gran cometa
que solté al viento, al agua. Por la noche alguien vino,
clavó lento un arpón en el corazón, y después lo quitó
como un pez volador y lo dejó sobre la mesa.
Octavas para afeitarse
Ya es primavera? Sol para desayunar.
La vida se compone lenta de trozos
y al afeitarse finalmente surge una cara,
siempre conocida. Conglutinaciones, cortes,
heridas, pero en su totalidad. Y alguien podría
pensar que no cicatrizará, que basta con el aliento
de una muerta para hacer una hendidura
que por la tarde se convierte en mil
barrancos profundos, desfiladeros sombríos,
y desde sus profundidades por la noche hablará
la nada. Que aquel grito de un niño basta
con que explote. Pero en el espejo la imagen
presagia un renacimiento. Surge en medio
de la espuma y de la colonia un dibuk
y se pone su mejor traje negro, saca
lustre a los zapatos para el baile de la noche.
28.
Lo recordáis? Lanzaba almohadones,
los pájaros gritan ya viene, ya!
Por el patio emporcado, moscardones
bailan de alegría, hay un gran barullo
en los tilos y al centro van trombones:
se abre paso al trabajo! Se ve claro
cómo este estúpido carga con libros,
pero es verano, y cerradas están
las secretarías. Se ha vuelto loco?
En el aire, una bella univocidad
y en el reloj le da vueltas agosto
a los muelles, demasiado se estiran.
Gritos de pájaros, observan cómo
él, peón, va recto en la matinal
luz hacia la puerta de aquella historia,
y la sombra a un paso, siempre detrás.
CUADERNOS DE NUEVA YORK
1
Dispara Aurora y terminan las bromas.
Cae una gota de leche en el ojo
de toda la ciudad, debía bastar
para agriar con la luz cada ventana
de Manhattan. Y se hizo evidente
que yo seguía volando en un avión barato
con mil camas, armarios, pasajeros,
taxis, calles, pisos, a ras de tierra.
El cielo es afectuoso, registra
toda la gama de gemidos y murmullos
y se arruga, se pliega, y reagrupa
rebaños de ángeles, jets. Ruido,
estertor y temor cuando aterrizan aquí,
en medio de vasos y manchas, en este escritorio,
entre versos satánicos. Una nube de polvo,
los poetas muertos de viaje por un instante.
2
Cuánta música, vaya, cuánta música
de estos neones, feromonas, de entre
los labios de una cabaretera, de todas partes.
Y qué crees que quiero beber hoy? Sin dinero
no conseguiré nada, como mucho un whisky
o un Ródano barato, para mostrar una buena
película al tormento, y entrar en la película,
en la boca abierta de la noche, si acepta
usted este regalo. Ah, Ludwig,
no se te ha presentado nunca el amor?
Al menos una cosa: las fronteras del lenguaje
están en algún lugar del más allá – he estado
ya en esta tienda, lo sé: puedes ir de culo
sin parar, por todos sitios hay cajas de vino
y la cabaretera. Hoy hay degustación,
tan sólo probar uno y ya estás perdido.
3.
Mi habitación. El hielo se derrite en el vaso
aquí por un momento antes de derretirse el ojo
y antes de que la mano adivine qué está pasando
la hoja se manchará, transformando mechones
de las letras en barro. Y la noche, las luces
de la ciudad de nuevo se hacen enormes. Se oye
cómo el continente se mueve con un enorme estruendo
buscando tierra al Este. Espaldas, muslo, brazo.
Se equivocó Colón. Más allá de la puesta
de sol no hay tierra alguna, una barca navega
en plena noche y sigue sin parar, sin descanso:
descubres islas, pones nombre a todos
los mundos que has soñado, mientras tu soñolienta
tripulación es cada vez más joven tan sólo
dentro del hemisferio freudiano. Si regresa,
Circe otra vez los convertirá en hombres.
4.
Pero no estoy aquí para dormirme –
abro la ventana y tengo mis asuntos
con esta negra ceniza, con esta ciudad ardiendo
en la que me revuelvo, de la que preparo
un plato hasta que no se apague.
Y enciendo la luz, rezongo tacos
feos e increíbles. Yo mismo me he inventado
este recibimiento, este baile en la tumba.
Escribí de noche, pero el alba me ha pillado
aquí, en el hotel, desnudo del todo,
justo en este momento, cuando intentaba
conseguirte del todo. Mientras la oscuridad
me favorecía, germinó directo del cuerpo
este fantasma como un silvestre árbol verde,
y ahora el alba penetra por las cortinas
y se abre paso por las hojas. Otoño en Central Park.
5.
El tren arde en silencio aquí, en la estación,
en gas y en un puñado de ceniza, así pues vamos
por esta construcción con mucha delicadeza,
por el puente de niebla pegajosa y por el otoño,
y detrás de las ventanillas en vapores y en el magma
sisea el océano por las conchas. El día espumea
en las crestas, en la marea. La luna descarada
da vueltas con su cuerpo, pincha una muñeca.
Es fuera de temporada y se puede alquilar
una habitación al azar, pero con vistas,
y escuchar cómo con encanto vaguean
las gaviotas ancladas en el cielo. Después
ir con dignidad al fondo del bar local,
con toda la tripulación y el mando de la flota.
Pero ¡atención! Un pescador lanza los dados,
en el parque se oxidan los restos de una bella novela.
6
Qué casas tan altas, qué tiendas,
botellas de colores, coches. Una red
sutil de calles, hasta el cielo los ascensores
o las escaleras. Jóvenes de color
en los ascensores y las tiendas, si necesitas
a Jesús, llama. Y los actores famosos
s de la pantalla en grandes limusinas
con grasa y con carmín, salen de los cines
directo hacia su escondite. Qué red de calles
tan exacta, en la red sin parar da vueltas
esta mosca rabiosa. Hoy se me han partido
los zapatos, pero encontré el secreto: Europa
estuvo encinta del toro muchas veces, los niños
los escondieron aquí en oficinas, los conectaron
a enlaces por satélite, a la red. Busco una huida,
el cielo en la hendidura entre Escila y Chrysler.
TRADUCCIÓN DE: XAVIER FARRÉ
LA NAUSEA
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