viernes, 3 de diciembre de 2010

2249.- P. MUSTAPÄÄ


P. Mustapää (1899-1973) Nació en Temmes (Finlandia) y su verdadero nombre es Martti Haavio. Profesor de investigaciones folclóricas en la Universidad de Helsinski. Debutó en 1925. Su poesía de juventud participa de los afanes del grupo de vanguardia Tuulikantala (los portadores de antorchas). Su sentido del ritmo y de la metáfora, así como sus conocimientos de folclore, lo han hecho un maestro de las generaciones jóvenes.




La chova amarilla

Había una chova en la iglesia,
era una chova amarilla,
es decir una chova rara,
el bufón de las chovas.

Se quedaba en el tejado a solas
probablemente para pensar,
y muy de vez en cuando
batía sus pálidas alas.

Pero la negra bandada de chovas
no cesaba de dar voces y gritos.
Y mira, cuando amaneció
la santa mañana del domingo,

cuando solemnes en el campanario
las campanas sonaban
y el cura con su sacristán
hacia el templo de Dios andaban
la negra bandada de chovas
como era de esperar
voló como una granizada
por encima del campanario.

Y mientras, la chova amarilla
era la única silenciosa,
lo que molestaba sobremanera
a la congregación de chovas.

No aullaba con los lobos
-o en lenguaje de las chovas
ella no gritaba como las chovas-
lo que la hizo muy impopular,

así que un día las chovas negras
cegaron sus ojos:
en el país de las chovas
rigen normas muy severas.

Había una chova en la iglesia-
era una chova amarilla-
es decir, una chova rara,
es decir, el bufón de las chovas.

Y escribió unos aforismos
el primero era así:
Sigo teniendo mi carácter,
aunque me han dejado sin ojos.

Y el segundo, igual de bueno:
Me han dado un papel ideal-
digno es morir proclamando tu color







Recuerdo

Lo que conseguimos apenas lo conseguimos
y lo que perdemos apenas lo perdemos.
El día acarició tus sienes
y todavía las acaricia.
Y sin embargo, por lo que veo, la noche ha llegado,
y la humedad de la niebla envuelve la península
y el pájaro acuático de ayer
se calla o ya ha volado a la lejanía.







El cazador de aves

Y ahí arriba, sobre tu cabello,
donde los pájaros no sienten miedo,
el de abigarradas alas cantaba al viento transparente.
Aire, espacio –lo que dejaste- una presencia contigo
y la luz. Entonces llegó el cazador de aves,
cruzando el campo camino de sus trampas,
y se paró, y todos se pararon
y con dedos delicados
sintieron el trino en el pulmón.


http://www.enfocarte.com/4.24/finlandia/

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